José
María Pérez Zúñiga
Hola, José María:
Ante todo te agradezco el interés
por mi trabajo. Es cierto que nuestra conversación se centró
sobre la cuestión política -que suele ser lo que más
sobresale junto con la religiosa- en detrimento de los aspectos estéticos.
Aprecio mucho que hayas reparado en esa desproporción dado que mi abordaje
de la cuestión política está enfocada principalmente
a partir de sus respectivas imaginerías oficiales, “realidades apenas
distanciadas de su parodia” según el crítico de arte de Buenos
Aires Fabián Lebenglik. Cruzo esos estereotipos estéticos
respetando “textualmente” su materialidad visual. El producto de esta manipulación
suele resultar cómico y en cierto modo surrealista, o al menos eso
intento. La idea es transitar por el delgado límite que separa lo sublime
de lo ridículo.
Procuro no perder la elegancia tras estas operaciones de montaje. Con respecto a la descripción de los cuadros haré el intento de describirlos en tres o cuatro pinceladas pero no creo que me sea posible lograrlo con menos de un par de millones, que es la décima parte de las necesarias para pintarlos. No temas, sólo describiré tres o cuatro cuadros. La exposición está articulada en dos secuencias bastante definidas: la religiosa y la política y entre ellas se dan no pocos cruces. Política como religión y religión como política = totalitarismo. Entre las obras religiosas están algunas de las pinturas más antiguas que presento. En ellas prevalecen elementos del barroco colonial americano (Nuestra Señora de los Deseos -1994, Arcángel de la Guardaespaldas -1996) y en otros casos se cruzan con ellementos del pop. En el caso particular de Ver, Mirar, Contemplar (2000) convergen lo religioso, el pop y la política; se trata del Elvis de Warhol vestido como un arcángel arcabucero (un subgénero muy popular del barroco americano) pero con el traje decorado con barras y estrellas a la manera del Tío Sam. Socorro! (2001) se trata de la reproducción exacta de una pintura barroca de la Virgen María con sus nivel celeste y terreno, y en éste último donde se representa la Expulsión del Paraíso aparece el Submarino Amarillo. En la “Sección Política” aparecen el peronismo, la figura del Che Guevara y la simbología marxista asociada con ilustraciones de misales infantiles de los ‘50. En las obras “peronistas” trabajo con las imágenes oficiales de Evita, Perón o Franco, más precisamente las de los sellos postales, y reproduzco en pintura la trama de puntos de esas fotografías. Al clima estridente de esta iconografía intento complementarla con el efecto op de las tramas fotográficas y planos de líneas yuxtapuestas. - Grande Tenue es una doble imagen de Evita, a través de su silueta de perfil asoma su rostro de frente compuesto con una trama de pequeñas esferas doradas. La figura del Che Guevara está trabajada a partir de su imagen masiva ya más universal que oficial. Política, contracultural, frívola, hipnótica, fashion, clásica. Pop, irremediablemente pop, incluso más que la lengua de los Rolling Stones. Ni siquiera necesitó ser diseñada por Andy Warhol. - Reforma Agraria es una especie de gag visual. Una vaca de envase de leche cuyas manchas son el rostro del Che reproducido tres veces está posando sobre una planicie op (la Pampa Argentina). - El mito de Judith & Holofernes es otro gag, aunque algo más complejo, más lisérgico. En este caso el diseño óptico está reforzado con un tratamiento decorativo. - Number 9 es un cuadro más austero que el anterior. Hace referencia explícita al experimento sonoro de John Lennon del “Album Blanco” de los Beatles. Es un “mantra” visual donde unos pocos elementos se repiten a la vez que se deforman mediante un patrón definido. Intento que resuene en la vista y en el oído. La simbología marxista asociada con las imágenes de niños ejemplares de misal infantil me resulta extrañamente coherente y a la vez surrealista. Fusiono dos universos supuestamente antagónicos por medio de sus respectivos esquematismos visuales al servicio de una intención moralizante. Se trata en esencia de reemplazar la Cruz por la hoz y el martillo, un símbolo por otro. El tratamiento de las figuras reproduce el de las edulcoradas ilustraciones de los manuales escolares tanto católicos como marxistas de los ’40 y ‘50 pero de un modo exacerbado, acentuando un poco más los brillos y los colores. A esto le sumo una vez más un tratamiento decorativo de los fondos para buscar cierto clima lisérgico. Respecto del prejuicio de la escasa preocupación de los artistas pop por la calidad técnica, ya no pictórica, de sus obras creo que, como todo, es algo relativo. Que los motivos, lo “textual” sean una parte sustancial, lo más visible de la estética pop no quiere decir que la cuestión técnica sea secundaria o incluso prescindible. Al contrario, lo que creo que sucede es que la técnica está supeditada a la eficacia del “mensaje”. A veces es necesaria una depuradísima técnica pictórica, como en el caso de Tom Wasselman o de Jasper Johns, otras, apenas una burda serigrafía casera es el vehículo más adecuado para lograr una obra maestra como las Marilyn de Warhol. El problema, a mi modo de ver, reside en el abordaje superficial del asunto que lleva a pensar a algunos que es suficiente con remedar las técnicas más sencillas, menos trabajosas y usar los materiales más precarios y baratos para hacer una obra de arte pop. Esta operación de “maquillaje” no es patrimonio exclusivo del pop, también, y creo que en mayor medida el expresionismo -tanto abstracto como figurativo- es territorio aún más fértil para la chapuza dado que aparentemente no exigiría del artista ninguna clase de destreza especial o capacidad reflexiva para realizar su “obra”, que le bastaría con poco más que el entusiasmo. Y si llevamos la mirada en dirección del minimalismo o del conceptualismo podemos encontrarnos con situaciones similares, aunque prescindiendo del entusiasmo. Mi sensación es que el arte contemporáneo, por su propia naturaleza carente de reglas fijas, es territorio propicio para ese tipo de especulaciones. Es cierto que el arte pop por fortuna está liberado de esa necesidad de “solemnidad” o “profundidad” que otros sistemas estéticos necesitan para subsistir y eso lo hace más libre. Todo depende de la actitud personal del artista y cómo sea capaz de operar con esas imágenes cotidianas, ordinarias. En mi caso le doy mucha importancia a la técnica en tanto herramienta para hacer mi pintura de modo eficaz. Es minuciosa porque la calidad plástica de la imagen que quiero conseguir requiere esa minuciosidad. Es algo que no podría conseguir con medios mecánicos que sólo son capaces de reproducir la imagen en sus aspectos más epidérmicos, a la vez que me resultan huecos e ineficaces plásticamente. Y no es que desdeñe la tecnología, al contrario, concibo mis obras en la pantalla del ordenador, muchas formas que aparecen en los cuadros sólo son posibles de generar mediante programas de diseño. Pero la materialidad de estas imágenes me resulta muchísimo más potente consumada como pintura. No me considero un artista pop en el sentido clásico del término. Sí tomo muchos elementos de esa estética pero no es mi único referente, también hay un espíritu dadá, surrealista en la intención de los montajes visuales y un cierto retorcimiento barroco en el modo de articularlos. El arte pop hoy sigue vigente en tanto siguen vigentes –y potenciadas- las causas que le dieron origen: la sociedad de consumo, la publicidad, los medios de comunicación masiva a los que se suma internet, etc. Los referentes “clásicos” a los que hacías mención siguen en su mayoría vivos y activos produciendo excelentes obras, todavía podemos ver en directo a los Rolling Stones o asistir a una exposición con obra reciente de Hockney, de Richard Hamilton o de Gilbert and George. Incluso estos mismos artistas han devenido ellos mismos en referencias e iconos pop. Con las mutaciones lógicas de más de 40 años de historia el arte pop sigue vivo y fresco porque la cultura pop no se ha extinguido, ha seguido evolucionando, creciendo y retroalimentándose con permanentes revisiones de sí misma a través de sucesivos revivals. Podría tratar de definir el momento de la cultura actual como “Hiper Pop”. Intentaré hacerte una lista de referentes que tengo muchas veces presentes en mi proceso creativo y que no son precisamente los más nuevos o los más conocidos, pero de todos ellos aprendo algo cada vez que veo su obra. Siempre hay algo que vale la pena “robar”. Además de la vieja guardia del pop americano me interesa muchísimo dentro de los considerados “artistas pop” la obra de Eduardo Arroyo, de Equipo Crónica, de Keith Haring, de Jeff Koons, de Jorge de la Vega (un talentosísimo artista argentino fallecido en 1971), de Juan Pablo Renzi (uno de mis maestros, fallecido en 1992), de Pierre & Gilles, etc. y de entre los surrealistas y afines a Magritte o Max Ernst. También me interesan mucho las imágenes de propaganda de la primera mitad del siglo XX, desde la vanguardia rusa, la propaganda estalinista, el realismo socialista, la propaganda china de la Revolución Cultural, la propaganda Peronista, etc. De nuevo te agradezco el interés y espero que resulte de utilidad para tu trabajo a pesar de que temo sea un poco farragoso. Un abrazo y hasta pronto. Aurelio García 28 de octubre de 2002
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