El
Parque Nacional Sierra de las Quijadas, creado por ley nacional en 1991,
se encuentra ubicado en el noroeste de la provincia de San Luis. Desde
la ciudad de San Luis, el acceso al Parque se encuentra a 120 km. sobre
la ruta nacional N°147 a la altura de Hualtarán, de donde parte
un camino de ripio de 6 km. de longitud que conduce hasta el borde mismo
del Potrero de la Aguada.
Aspectos
Naturales
El Parque Nacional ocupa
una amplia franja de transición entre el Monte y el Chaco, unidades
biográficas caracterizadas por una vegetación de matorrales
y por un bosque seco, de hojas caducas, respectivamente.
Al Parque se ingresa por
un camino circundado de jarillales
y zampales, acompañados por altos matorrales
de lata, plantas desde donde diversas especies
de aves, como la monjita blanca, se lanzan
para atrapar los insectos que les sirven de alimento.
Al final del recorrido nos
sorprende un colosal anfiteatro labrado por los siglos: el Potrero de la
Aguada. A esta cuenca la limitan farallones, acantilados, cornisas y graderías
de rojizos tonos que se incendian con la caída del sol. A su vez,
verdes manchones de arbustos y árboles como chañares
y quebrachos, sirven de marco al armonioso
vuelo de los vencejos blancos.
En estas serranías,
originadas hace 5 o 6 millones de años, se producen escasas precipitaciones,
aproximadamente 300 milímetros anuales, que caen durante la primavera
y verano, en forma torrencial.
Aunque puede resultar asombroso,
crecen en este ambiente semiárido, caracterizado por una marcada
amplitud térmica, algunos vegetales aislados como la verdolaga y
dos especies de cactus que presentan, en muchas oportunidades, buena parte
de sus raíces expuestas por efecto de la erosión.
En los numerosos balcones
naturales se desarrolla la chica, un arbusto
de madera durísima, sin hojas y que sólo se localiza en algunas
sierras cuyanas. Además se han detectado dos especies de plantas
exclusivas de Sierra de las Quijadas: la zampa,
pequeño árbol con inflorescencias violáceas y una
variedad de solo, con forma circular, color
crema.
En este mismo escenario,
las catitas serranas grandes pasan en bandadas,
produciendo un gran alboroto con sus voces, mientras un grupo de comesebos
andinos o boquenses, se distingue por el color azulado que presenta
la cabeza de los machos. También llama la atención la cantidad
de claveles del aire que vemos a nuestro paso.
Desde el borde superior
del Potrero de la Aguada se puede observar, hacia el sur, el cerro Portillo
que, con sus 1200 metros, es la máxima altura serrana. A lo lejos,
hacia el oeste, espejos de agua aislados, permanentes algunos, temporarios
otros, de escasa profundidad y límites irregulares que varían
anualmente, conforman el denominado Complejo lagunar de Guanacache, en
donde se arraigan cimbreantes juncales, hábitat
de numerosas aves acuáticas.
En una de las suaves pendientes,
quizás un chelco o lagartija escape
para refugiarse bajo las piedras y en lo alto, con sus grandes alas extendidas,
el cóndor andino escolte nuestro andar.
En las zonas de suelo arenoso, diferentes gramíneas
forman extensos manchones, rodeados de matorrales de retortuño,
atamisque
y pichana. Los carpinteros
bataraces chicos vuelan entre los dispersos quebrachos
blancos y, en las copas de los algarrobos
negros, los halconcitos grises reposan
antes de iniciar su jornada de cacería.
Las
breas, arbolitos de luminosa corteza verde, apenas suministran la
sombra suficiente para que algún puma
y su cría, escapen al calor del mediodía. Las lentas
tortugas de tierra, mordisquean su comida preferida, el cactus.
Cuando baja el sol, los zorros grises se dejan
ver por breves instantes, perdiéndose de nuestra vista entre la
vegetación, lo mismo que los guanacos
en los alto se las serranías.
Aspectos
Naturales
Huellas del pasado:
Se han hallado restos fósiles de dos especies de un particular grupo
de reptiles prehistóricos: los pterosaurios o "lagartos alados".
Una de ellas presenta una peculiar dentición que, al formar una
suerte de canasto, le servía para retener los microorganismos de
los que se alimentaba a la vez le permitía el escurrimiento del
agua, por lo que es lógico suponer que dependía de la presencia
de ésta para su supervivencia. Sin embargo, la sierra aún
guarda muchos de los secretos de su pasada história biológica
en su mutismo inquebrantable, secretos que se irán develando a través
de los trabajos científicos y naturalistas. Esto será posible
si consrvamos este lugar con todos y cada uno de los elementos que lo conforman.
Los antiguos habitantes:
Como testimonio de un antiguo poblamiento, existen en el área, pozo
excavados en la tierra, utilizados posiblemente como fogones. Los investigadores
aún no han determinado a que cultura pertenecen estos "hornillos".
En cambio, gracias a que el estado y ubicación de los elementos
arqueológicos se encontraron sin alteración, se sabe que
este territoio fue dominio de los indios Huarpes. Si imaginamos a este
grupo habitando un paisaje con periódicas crecidas de cursos de
agua, hoy ausentes, descubriríamos que la pesca, la caza, la recolección
y aún la agricultura (maíz y zapallos), fueron las principales
actividades de su subsistencia. Para poder descifrar el cautivante pasado,
es preciso seguir protegiendo los elementos de esta cultura que han perdurado
hasta el presente.
Recomendaciones
* Antes de realizar cualquier
actividad, infórmese con el Guardaparque (Sr. Hugo Rossi tel. en
San Luis Capital 02652 - 490182).
* Respete las señales
y normas vigentes.
* Las motos y bicicletas
sólo pueden transitar por los caminos vehiculares.
* Acampe sólo en
los lugares permitidos.
* Evite ingresar con mascotas.
Si lo hace, debe llevarla atada.
* Retire la basura del Parque.
* Para su seguridad, realice
las caminas con un guía local.
* Lleve agua potable, pues
en el Parque no hay.
* Lleve calentador para
cocinar (la leña también se protege).
* Tenga en cuenta
que los lugares de sombra son escasos. Protéjase del sol.
Texto extraido del Folleto
"P.N. Sierra de las Quijadas"
de la Administración
de Parques Nacionales
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