HISTORIA
DEL PESEBRE por José
M. Garrut
LA
HISTORIA AUTÉNTICA. - El origen del pesebre, sin ahondar a fondo ni considerar
los terrenos hipotéticos siempre arriesgados, peligrosos y pasibles de graves
errores, lo encontramos por consecuencia lógica en los textos evangélicos y en
la conjunción de mil hechos distintos. La brevedad, la suprema austeridad
narrativa del Evangelio, que explica el Hecho sin detalles superfluos, originó
que los artistas buscaran su inspiración en los evangelios apócrifos, que
conservan alguna parte de versión folklórica de los libros sagrados. Por este
motivo, en muchas escenas intervienen personajes que no son los que integran
estrictamente el nacimiento y resultan justificados por estas narraciones.
La primera circunstancia es el Hecho del nacimiento, y luego la devoción en el
tiempo. Unas de las influencias de la devoción al nacimiento fue la insistente
propagación fomentada por la orden de los Templarios, extendida por el culto a
Jesús y al Santo Sepulcro, que vienen a ser las dos realizaciones del
pesebrismo actual: el pesebre para Navidad y el calvario para la Cuaresma;
representación plástica esta última, poco difundida entre nosotros, pero
mucho más popular en el centro de Europa, plástica que es la misma del
pesebre, tendiente a escenificar la muerte de Jesús y otros momentos de su Pasión
y que allí montan conjuntamente con el pesebre.
Encontramos en primer lugar la representación del nacimiento en las catacumbas
y después en las iglesias. Esto explica una devoción al Misterio sin la cual
no habría pesebre. Un cúmulo de hechos influyen, ciertamente, como las
diversas revelaciones de algunos santos: Santa Brígida de Suecia, en el siglo
xiv, tuvo la visión del parto de la madre de Dios; e igualmente han visto cómo
el infante Jesús se movía y sonreía durante la celebración de la misa de
Navidad, San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, San Cayetano y, casi en
nuestro tiempo, San Antonio María Claret. Todas estas apariciones y visiones
influyeron en la devoción de las respectivas comunidades religiosas que
intensificaron el culto al misterio de Navidad y, en consecuencia, propagaron el
pesebre.
También la influencia de la Llegenda Aurea de Vorágine y otros textos
que permitían al artista manifestar su potencialidad
creadora y su fantasía particular contribuyeron, sin duda, en la iconografía
del nacimiento. Todo esto, en la temática a través del tiempo, ya que en la plástica
el pesebre en los primeros años carece de figuraciones y representaciones. La
iglesia por el temor de una nueva idolatría, adoptó signos y símbolos desde
las primeras imágenes de las catacumbas; primero fueron figuraciones planas,
después esculturas. La noticia de que a mediados del siglo vii, en Santa María
la Mayor, de Roma, existía un pequeño oratorio con una estructura similar a la
de la,Santa cueva de Belén, es un estimable testimonio de la tendencia a la
reproducción escénica del lugar del nacimiento de Jesús para promover la
devoción de los fieles.
Asimismo podemos considerar como antecedente el teatro religioso; los misterios
del nacimiento se montaban en el templo primeramente, después en el exterior de
los mismos, hasta ser prohibidos más tarde. Podemos citar entre otras
representaciones, el llamado "Auto de los Reyes Magos", del siglo
xiii, muestra de lo que fue el teatro -litúrgico medieval. Esta representación
está emparentada con el "Oficio de la Estrella", celebrado en algunas
catedrales francesas por la liturgia de esta época en la noche de Navidad, y
también con la representación dramática del "Canto de la Sibila"
todavía presente en las iglesias de Mallorca.
Pero quien le da un notable impulso es San Francisco de Asís. En el año 1223
-el hecho es hoy bien conocido-, Francciscco, el místico poverello, se propone
celebrar la misa de media noche de una maneta original. Dispone en el bosque de
Greccio, en la región de Toscana, un altar frente a una cueva en donde hay un
pesebre con heno, un buey y una mula, y allí se celebra la santa misa. Los
pastores de la vecindad acuden con antorchas encendidas y vuelven del acto
religioso vivamente impresionados. Greceo, a ochenta kilómetros de Roma, es
escenario de un acto que tiene importancia para la propagación de la devoción
al nacimiento y, por lo tanto, para la cristalización del pesebre, a pesar de
que el simulacro franciscano no tiene nada que ver con el pesebre propiamente
dicho.
Hacía dieciséis años que Inocencio III había -prohibido las
representaciones teatrales en la Iglesia, debido a los abusos, ya que habían
degenerado en farsas, a veces profanas; pero San Francisco consigue el permiso
de Honorio III para realizar este acto, y en el nocturno lleno de estrellas de
aquella navidad histórica, tiene lugar la original misa y el milagro en el
tmomento de la transubstanciación. Los pastores vieron como Francisco tenía en
los brazos -real y verdadero- un infante que, sonreía. En la lejanía, las
ovejas hacían sonar los cencerros y en el corazón de cada pastor ardía un
poco de aquella misma emoción de los pastores de Belén que recibieron la Buena
Nueva. San Francisco no hizo, pues, un pesebre, sino que hizo teatralizar, hacer
más real el sacrificio de la misa, mediante unos elementos en los cuales no
intervenía ningún ser humano y haciendo servir el escenario de los bosques de
Greccio. Fundándose en este acto la, orden franciscana adoptó la costumbre de
su fundador y así se difundió el interés y el culto por la conmemoración
retrospectiva del nacimiento de Jesús. Los antecedentes citados, unidos a la
devoción franciscana, son los motivos que decidieron probablemente la aparición
del pesebre, hasta llegar al siglo XVIII, época de la cristalización
definitiva, que con su forma característica se ha extendido y ampliado a través
del tiempo. Y si como he dicho, haciendo uso de un rigorismo crítico histórico
no se puede afirmar que San Francisco sea su creador, no queda duda que,
mediante la orden, le dio un notable, impulso. Se deduce de ello y por la difusión
que dieron los franciscanos instalados en el mediodía de Francia, que el
pesebre se introdujo en España a principios del siglo xiv. En aquel tiempo
todavía se representaba en la catedral de Valencia la Loa del Misteri del
Naixement y en Barcelona, en el siglo xv, en la procesión de Corpus, asistían
los llamados "entremeses" o sean cuadros y escenas de la vida de Jesús,
(entre otros, el Nacimiento, los tres Reyes a caballo, la Visitación, etc. ).
La representación plástica documentada más antigua que dan los textos
foráneos es la de un pesebre de los jesuitas de Praga en 1592, realizado en el
interior de una iglesia. Hay otro documento que certifica la existencia de un
pesebre familiar -en el cual vemos ya la introducción en el seno del hogar-, de
la duquesa Amalfi Constanza Piceolomini d'Aragona, en el año 1567.
La representación plástica de que tenemos noticia en Cataluña, es muy
anterior a la de Praga y demuestra la existencia de un pesebre en los años del
1300, que todavía no se adecuaba al concepto que hoy tenemos, aún cuando poseía,
las características necesarias para considerarlo como tal. Este, pues,
pertenece al siglo xiv y es, según ciertos inventarios, una valiosa pieza de
orfebrería y esmaltes de la catedral de Barcelona, que se colocaba seguramente
para Navidad en el altar mayor. El documento lo dio a conocer Mossén Josep Mas,
archivero de la mencionada catedral, tomado de un inventario de la Seo en el año
1522. Transcribiendo algunos fragmentos de este ,documento, deducimos que puede
considerarse un auténtico pesebre. El texto dice en catalán antiguo: "La
natuitat de nostre señor, la quat es daurada de dintre de de fora ab la vasa
feta a vuyt cayres, en los sis ha sengles angels de mig palm de llare sens ales
e son de argent daurat ab diuersos instruments... En lo dins del presepe de dita
natuitat ha vn lit a quatre cayres em lo qual ha vn coxí... sobre lo dit dit es
nostre dona ab una, diadema a modo de stela... En los peus al vn costat está
Joseff de mig cors en amunt. En lo costat de Joseff ha vna canastra en que stá
lo Jesús, derrera la dita canastra stá lo bou e lasa. En los quatre cayres de
dins ha XII quadros ab pastors, bestiars y abres. I en lo hu ha vn angel... E
mes hi ha dues portes plegadisses per tancar lo presepe".
A pesar de que no es un pesebre familiar como lo entendemos hoy, es el
nacimiento dentro de la iglesia, primera manifestación pesebrista. Vemos en el
documento transcripto, la mención de unasimágenes libres, con la madre en el
lecho, que expresa -y José Gudiol lo afirma-, una iconografía trecentista, que
es, sin duda, un precedente de los pesebres de salón que más tarde invadirán
las casas nobles y señoriales de la ciudad. Un nacimiento notable es el de la
Iglesia del Santo Hospital de Palma de Mallorca, llamado vulgarmente "de la
sangre". Aparece a fines del siglo xv y podría ser de orígen italiano.
Hay una leyenda que confirma la llegada de este pesebre de tierras lejanas. Una
embarcación perdida en el mar trata de orientarse en una noche obscura y se
salva gracias a una pequeña. luz. El patrón de la embarcación llegado a
puerto pregunta de donde es la luz salvadora, resultando ser del Convento de Jesús.
El patrón prometió donar algunos de los misterios que llevaba la embarcación,
y el padre guardián de ese convento eligió el citado pesebre, hoy en la
Iglesia del Hospital, muy venerado por el pueblo mallorquín. Alguien afirma que
la devoción y la afición a este pesebre, promovió la construcción en toda la
isla, de los nombrados nacimientos.
El Renacimiento constituye un impulso para esta esceníficación, que todavía
permanece recluída en el ámbito religioso de los conventos e iglesias, y el
Protestantismo que, enemigo de toda idea extralítúrgica, ataca las costumbres
populares llegando a malherir el pesebre, provoca una reacción a su favor en
todo el mundo católico.
Además de estos hechos citados como antecedentes, que contribuirían a la
cristalización posterior, hay otros: en muchas iglesias existía la devoción
al pesebre con el nombre de la imagen de Nuestra Señora de, Belén, y hasta
capillas titulares bajo la mencionada advocación. En Barcelona, la Iglesia de
Nuestra Señora de Betlén, que se encuentra en plena rambla, es un testimonio;
iglesia edificada por los jesuitas, y naturalmente, barroca, que tenía las imágenes
del misterio de Navidad en el altar mayor, las cuales eran, probablemente, del
siglo xviii, y fueron destruidas en la guerra civil de1936. Ahora serán
sustituidas por las que realiza el escultor Rubull. Hasta nuestros días ha
llegado también el santuario que llevaba el mismo nombre: Nuestra Señora de
Betlén, situado en las laderas de la montaña de Collcerola, próxima a la
actual avenida del Tibidabo. Otra devoción a Nuestra Señora del Pesebre es la
venerada en el monasterio de San Miguel de Cuixá, en el Conflent. La estrofa,
de los goces dedicados a esta imagen, dice:
"Puix
d'eixa vall regalada
sou
la joia singular,
del
Pessebre anomenada,
venim,
Mare, vos pregar".
Otras
dedicaciones parecidas certifican la devoción, como la Ermita de la Virgen de
Belén, venerada en el Pueblo de Sancho Pérez, en la Provincia de Badajoz; o en
Nápoles, una iglesia llamada de Santa María del Parto, con una imagen de
devoción popular: Santa. María del Pesebre, y hasta también se encuentra en
algunos documentos como en un romance impreso en Barcelona en 1833, el cual
comienza dirigiéndose a esta dedicación:
"A Vos, Virgen de Belén,
Todos seis atesoraban
el menor de tus esclavos
en sus pechos los retratos
a vuestras divinas plantas
de la Virgen de Belén
llega rendido y postrado.
nuestro refugio y amparo.
Debemos
creer que, así como encontramos ermitaños que iban cantando por doquier a
favor de su ermita y llevaban una capillita colgando del cuello con la imagen
titular, lo mismo ocurría con otras órdenes religiosas y fraternidades de la
época. Si imaginamos que llevaban una capillita con el nacimiento debajo de una
roca, una cueva o un establo, y adornadas con algunas flores y hierbas, esta así
considerado ya representaba un pesebre, un pesebre portátil, como todavía lo
hacían en algunos países eslavos, Checoslovaquia, por ejemplo. Entre nosotros,
no tenemos noticias ciertas sobre ello, pero debemos creer que ocurrió de igual
manera que en otros lugares. Conocemos, sin embargo, un pesebre portátil, que
adoptan los infantes de Guipuzcoa. Este espectáculo sencillo y emotivo lo he
visto en varios lugares y lo recuerdo sobre todo en pasajes de San Juan,
localidad cercana a San Sebastián, donde bajo las barbacanas de la casa de Víctor
Hugo, unos infantes cantaban unas canciones navideñas en lengua vasca, portando
en parihuela un pesebre .Esta costumbre se estila también en Méjico, con la
diferencia de que lo que hacen es ir de casa en casa portando la Sagrada Familia
y cantando, reparando en el hecho de no haber sido alojada cuando solicitaban
acogimiento. Esto se relaciona con la costumbre vigente todavía en muchos
lugares del centro de Europa, y sobre todo en Cataluña, de la "visita
domiciliaria de la Sagrada Familia", al fin y al cabo una costumbre piadosa
perteneciente al mismo tronco común de los pesebres portátiles. Igualmente en
Mataró, el día 3 de mayo de cada año, día de la Santa Cruz, los infantes
llevan una especie de plataforma similar a los pesebres de Vasconia, pero en
esta ocasión es la exaltación de la Cruz, a pesar de que el origen sea el
mismo que el del pesebre portátil.
Estos ejemplos como manifestaciones callejeras y las costumbres de las
advocaciones y capillitas vecinales, debieron ser como el desarrollo del
pesebre, desde las iglesias a las casas. Como una reacción contra el
Protestantismo, que encabezara el movimiento de la Compañía de Jesús, la gran
devoción al nacimiento fue un motivo suficiente que conjugó múltiples hechos
de aquellos tiempos. Con la aparición del estilo barroco durante los siglos
xvii y xviii la fisonomía del pesebre va perfilándose y adquiriendo
personalidad, dando, lugar al pesebre de salón, fijo, estático y abierto al
culto durante todo el año, culto intensificado durante los días de Navidad.
Llegando al sigloXVIII, sus temas son antecedentes románticos, plenos de
potencia anecdótica, que es la riqueza de los pesebres dela época. Surgen
entonces los de carácter escenográficos, con figuras de cartón pintado y
recortado, modalidad que fuera el último anillo del viejo teatro litúrgico, de
los cuales han llegado hasta nosotros algunas reminiscencias, tal cómo el
pesebre de la parroquia de San Francisco de Paula de Barcelona, con figuras de
Amadeu y escenografías de Soler y Robirosa; el de Santa María la Nueva, de
Roma, o el de la Parroquia de Lienz, en Austria. También es el momento de los
pesebres dentro de los escaparates y vidrieras, o globos de cristal, que indican
el culto a que nos hemos referido. Llega la hora de la introducción de los
pesebres en los hogares; primero en las mansiones reales y la nobleza, y así lo
hace Carlos III en Nápoles siendo Virrey y después en España, más tarde
durante su reinado, dando así ejemplo de su afición, que -es menester decirlo-
es imitado por toda la Corte y todos los satélites de la casa real. Más
adelante, popularizándose a todas las clases sociales, invade las casas
particulares, y, si las advocaciones más frecuentes llegan a tener sus
capillitas o imágenes en las habitaciones domésticas, lo mismo ocurre con la
devoción al pesebre. A todo ello está aparejada la aparición del autor anónimo
que modela figuras intuitivamente, casi por azar, sin llegar a una artesanía
primaria; concuerda esto con la mencionada aparición del pesebre en todos los
sectores populares, con la correspondiente "democratización", motivo
también por. el cual el nacimiento desde estos momentos es una realidad folklórica
con todas las características necesarias.
Corren los tiempos en que en Nápoles se populariza esta costumbre con gran
pujanza y se extiende después por toda Italia, debido en parte a la propagación
franciscana, a la existencia del recordado pesebre en la basílica mariana de
Roma, y al gran número de conventos, pero, en todos los casos, conservando el
gusto, las características y las costumbres de cada región.
El pesebre consigue en España su plenitud durante el siglo XVIII Artistas
valencianos ejecutan el que se denominará "Belén del Príncipe", según
encargo de Carlos III, para su hijo Carlos IV, pesebre éste lleno de figuras
napolitanas. Así nacen otros pesebres, como el de la casa Riquelme, obra de
Salzillo, en Murcia, o los que modela la escultora sevillana Luisa Roldán, o el
que poseía Savador Bordas y el escultor Ramón Amadeu, en Barcelona.
En la península hay unos cent ros característicos: Cataluña, Mallorca y
Murcia, con figuras que llevan la indumentaria regional, de los siglos XVIII y
XIX dentro de la región mediterránea y en la atlántica, Cádiz, que nos
ofrece algunas muestras de sus figuras con la indumentaria de carácter andaluz;
igualmente ocurre en Portugal y hasta en las Canarias, algunas de las cuales, a
más de la vestimenta, en las escenas de costumbre les agregan las rocas y la
flora del lugar, .siendo en algunos casos aquellas, fragmentos de lava -del
Teide. En las Canarias, sin embargo, no existe una tradición antigua, sino algún
figurista que de tanto en tanto modela figuras de pesebres. EnBarcelona,
especialmente, el pesebre adquiere un tono y una categoría mayor, al fundarse
una entidad, la Sociedad de Pesebristas, en el año 1863, y en los últimos
tiempos con la fundación de la actual, en el año 1921, continuadora de la
anterior. Así el pesebre obtiene un nuevo empuje y una expansión vital.
De tal manera, el pesebrismo, por su aspecto artístico por una parte, y por su
aspecto popular por la otra, mantiene una forma continuada y plena de vida; esta
inquietud navideña de casi todos los pueblos cristianos de Europa durante los
meses fríos y entrado al solsticio de invierno, con su ambiente artesano lleno
de reminiscencias barroco románticas, ofrece con persistencia, este carácter
inconfundible.
|