La Manera

 

LA MANERA EN QUE HA SIDO DIVULGADA

 

A.     Traducción

La Biblia es el texto más traducido en la historia de toda la humanidad.

El Antiguo Testamento fue traducido alrededor del 250 A.C. por un grupo de 70 eruditos judíos, del Hebreo al Griego.  Así nació la llamada Septuaginta.

Considerando no solo el texto completo, sino también algunos libros elegidos o porciones escogidas, la Biblia ha sido traducida a la mayoría de idiomas y dialectos en el mundo entero, más de 4000.

A lo largo de todos los continentes y de diferentes países, para esas traducciones se han movido miles de traductores y ayudantes, e invertido grandes capitales con una llamativa preocupación y dedicación, en una empresa mundial de fervor y alcances increíbles.

Sin embargo no ha sucedido otra cosa que lo que la Biblia misma anunciaba, pues ella misma decía con anticipación que en el Cielo habrá personas de toda tribu, pueblo, lengua y nación (Ap.5:9).  Para que eso llegase a ser posible, antes debería llegar, hasta en los lugares más recónditos del planeta, la Palabra de Dios en cada idioma en particular.

 

B.    Distribución

La Biblia es el libro de mayor difusión mundial a través de los tiempos y aún en el presente.  A partir de la imprenta de Gutemberg en el siglo 15 su propagación por todo el mundo ha sido y sigue siendo asombrosa. 

Como dato ilustrativo mencionemos que la película JESÚS está disponible al presente en 450 idiomas.

En Ap. 7:9, escrito hace 1900 años, se anunciaba proféticamente que en el cielo habría gente de todos los idiomas; aunque nadie siquiera sospechaba entonces el grado de difusión que el texto bíblico tendría. 

La asombrosa distribución mundial de las Escrituras, requisito indispensable para que se cumpliese tal profecía, es evidencia de que alguien “celestial” está detrás de este movimiento extraordinario.

Además, esto es un sorprendente cumplimiento de las palabras del que dijo:  Id y haced discípulos a todas las naciones, ... enseñándoles…, quien además profetizó:  y me seréis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.  (Mt.28:18-20; Hch.1:8)

Si la distribución mundial de la Biblia nos sorprende, más debería asombrarnos saber que estaba ya anunciado en ella misma tal despliegue. 

No cabe duda que no es simplemente un libro más, es la Palabra del Dios del Cielo y de la tierra, de Israel y de las naciones, de los siglos y de la eternidad.