"Los amantes son
como los asesinos...
siempre dejan huella.."
Patrice Leconte
Nunca nos podremos
explicar por qué se fueron
los bellos, esos que
nos dejaron
besos tan profundos
como incrustaciones de balas en el cuerpo,
esos que nos traían
un espejo
para convencernos
de que nuestros ojos también eran hermosos,
aquellos ojos nuestros
que siempre creíamos piedras
nos sentíamos
tan feos...
y solo fuimos bellos
mientras estuvieron
a nuestro lado
pero eso fue demasiado
breve,
es que los bellos
están predestinados a volar...,
deben ir de cuerpo
en cuerpo
como mariposas promiscuas
y mágicas
ellos siempre caminaran
por la vida inundándolo todo con su
/piel adolescente
que huele a lluvia...
ellos viven y mueren
en llamas
y para lo único
que sirven
es para el oficio
de ser bellos,
es decir : brillar
y ser inolvidables...,
ellos siempre ignorarán
el significado del cansancio,
/de la soledad
de las arrugas, del
aburrimiento, de las prótesis dentales,
tampoco sabrán
lo que son las lágrimas, el acné,
/o la tristeza
porque ellos son tan
bellos...
y nosotros, los feos,
sólo estuvimos vivos
mientras disfrutamos
de sus besos
si hubieran estado
a nuestro lado para siempre
nuestras feas vidas
serían un verano infinito, bajo una tenue
lluvia de champagne
amaríamos sus
cuerpos elásticos
pero se han ido...
como las palomas,
las prostitutas, o los personajes de ficción
los bellos no son
de nadie
habitan en la noche,
en oscuros cabarets
hechos de cielo
llegan de improviso
como la lluvia, nos aman
se van, nos abandonan
(abandonan a los feos,
a sus feas vidas)
sin embargo ellos
fueron para nosotros
como irresistibles cirujanos
llamábamos
sus caricias que eran cuchillos
ellos : caras de bebé,
sonrisas de asesino
abrieron nuestros
corazones feos y muertos
que bajo sus bellas
manos
recién empezaban
a reverdecer
ahora sus jóvenes
rostros extraordinarios hierven
en una línea
de nuestra memoria
mientras afuera nuestra
estúpida vida
está desmantelada,
muerta
sin los bellos no
hay nada que perder
cortamos los frenos
conduciendo a máxima velocidad
rumbo al rotundo precipicio,
definitivo...
Laura Iribarren
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