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Amador Hernández Macarro
Directorio

Segunda Parte

17 de agosto

Hoy es domingo y asisto a la misa de la Estación. Se me pone la carne de gallina nada más escuchar los primeros golpes de tambor. Uno se siente en un mundo bien distinto. Cuando entro en el templo todas las viejecitas se apresuran a agarrarme la mano o me ofrecen su antebrazo para que yo se lo estreche. Son cristianas desde que nacieron.

A la salida charlo con todos. Doy caramelos a los críos que intentan hacer trampa poniéndose dos veces en la cola. Cuando los descubro todos ríen. Algunos son muy pobres. En realidad, todos son muy pobres aquí salvo unos pocos que han coseguido hacer algo de dinero a base de comerciar. Las cosas no son nada baratas, las poquísimas que se venden aquí.

Empiezo a echar una mano en la farmacia de la Estación despachando cosas sencillas como Libaquina y Aspro. Todo se vende por unidades sueltas. Visito el Hospital de Kellé. El Dr. Jacques Ndota hace el milagro de operar en un cuartito minúsculo: sobre todo, hernias y cesáreas. Como el terreno sobre el que se asienta es arena polvorienta, todas las paredes están impregnadas de polvo gris y ocre. Niños en la estación

Limpiarlas y pintarlas supondrían sueldos y materiales que no existen. Hay cincuenta camas, de ellas cuarenta con jergón incorporado. Se acabó: eso es todo. Los que necesitan medicinas, material para curas o intervenciones, vienen a nuestra farmacia con una receta y vuelven con ello para que se lo apliquen. En el hospital no hay una sola aspirina ni un trozo de algodón. Los familiares de los enfermos les preparan algo de comer en el exterior de las edificaciones y se lo pasan adentro.

Ayer hablé con un chaval de ocho años.

- Sapato oyo talo boni? (Cuánto te han costado esas deportivas?).
- Nasombaki yango na Ameríque. Nafutaki 15.000 Fr.CFA, talo makasi? (Las compré en U.S.A. Pagué 6.000 PTA. Muy caras?).
- Oh, talo makasi mpenza! Moteyi na biso 60.000 Fr.CFA sanza moko. Talo makasi na yo?. (Oh, sí. Muy caras. Nuestro maestro gana 25.000 PTA al mes. Y a tí, te resultaron caras?).
- Tê. Talo makasi tê na ngai. Oyebi, nayoki mawa. (No, para mí no fueron caras. Sabes? me da pena!).
- E. Mawa. (Sí, que pena).

Aparentemente viven de la nada. Apenas se cultiva algo de café o de cacao que, al no tener transportes que faciliten su salida y distribución, acaba por ponerse rancio. Las mujeres plantan mucha mandioca, un tubérculo que es el alimento nacional. Basta con insertarlo en la tierra para que crezca. Cuando se desarrolla van a recogerlo y lo preparan de diversas formas; entre otras, hacen una especie de harina que luego al humedecerla dan forma de bola. La he comido pero me resulta una especie de chicle con escaso sabor. Dicen que alimenta poco pero a ellos les encanta.

Junto a ciertos ríos, poblaciones enteras se dedican a la pesca que luego suelen ahumar. Aquí, por Kellé, pasa el Likouala que es un afluente por la derecha del río Congo, el segundo del mundo después del Amazonas. Pescan poco pero intentan cazar mucho. Uno de los métodos consiste en llevar por la noche una linterna a la altura de la frente: cuando aparecen iluminados un par de ojos, descarga de fusil sin titubear. Han muerto así bastantes vecinos. Además tienen que caminar mucho previamente -como diez o veinte kilómetros- porque los animales han aprendido que los habitantes de los poblados se los comen y ponen prudentemente tierra por medio. Todo lo que se mueva en muchos kilómetros a la redonda corre el riesgo de ser atrapado y engullido: gacelas, cerdos salvajes, serpientes, monos, gorilas, termites, gusanos, cocodrilos, elefantes y cualquier otro etcétera que ose pulular. Siempre tienen hambre pero nunca en un grado tal que les conduzca a la muerte por inanición.

No hay apenas empleadores y empleados. En la actualidad el Estado debe los últimos cuatro meses de sueldo a los maestros, enfermeras y funcionarios en general. Al ser casi el único dinero que circula por el Congo el petite comerce o pequeños comerciantes -90 % de los dos millones de habitantes- tienen sus negocios paralizados (negocio es aquí una tabla sostenida sobre una caja de cartón o sobre dos palos incrustados en la tierra y sobre la que se colocan unos peces, unos trozos de carne, tres jabones baratos, dos peines, una docena de plátanos, una palangana de harina de mandioca o cosas parecidas).

Cuando regresaba a la Estación por un sendero he encontrado un ekoló o cesto cargado de leña. He intentado cargarlo a pulso y a duras penas lo he levantado un palmo del suelo: se lo echará a la espalda una mujer, casi con toda seguridad una viejecita.

Una tienda típica

 

21 de agosto

En los poblados se ven algunas casas de buenos ladrillos de adobe pero la mayoría son de hierba seca y pegotes de barro amarillo sin mucha elaboración. Si llueve, el fango los bloquea; en la estación seca, el polvo de la tierra se les cuela por doquier y los devora.

Existen casas de huéspedes, algún restaurante, alguna discoteca o buvette y varios bares. Siempre hay puestecitos en la calle principal. Frente a nuestra casa unas muchachas montan guardia detrás de unas cacerolas para vender un poquito de comida a los viandantes. Por unas sesenta pesetas puedes comer un baigné o buñuelo frito, de harina de mandioca con un tropezón de carne en su interrior. Te lo envuelven en una hoja verde de palma y por unas pocas pesetas más te añaden saka-saka (vegetal cortado en tiras muy finas y bien cocinado). Si quieres pili-pili (salsa picante) es gratis.


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FOTOS de este reportaje

 

Embarcadero del río Congo