Agua para todos
lunes, 28 de agosto de 2000 Sila M. Calderón RECIENTEMENTE, MIENTRAS visitaba varios sectores del suroeste de Puerto Rico, noté que los residentes de algunas comunidades habían puesto letreros dando la bienvenida a sus vecindarios, tildándolos de "zonas de desastre". En cada caso indicaban el número de años que la comunidad llevaba sin agua. Tres años, dos años, hasta seis años sin agua, anunciaban los letreros. El problema del abasto, la distribución y la calidad del agua potable es uno de los temas más críticos en la sociedad puertorriqueña actual. Es totalmente inaceptable que al comienzo del siglo 21 miles de familias puertorriqueñas no cuenten con servicio de agua confiable y seguro en sus hogares. Que todavía se vean obligados a ir a buscar agua o a esperar camiones que le llevan un recurso tan vital para la vida saludable y segura. Algunos insisten en que se ha resuelto ese problema. Nada más lejos de la verdad. Hace unas semanas visité el barrio Quebrada de San Lorenzo. Allí María Quintero me contó, en la sala de su hogar, cómo esta comunidad en la cual ha vivido hace 28 años nunca ha tenido servicio de agua. También estuve recientemente en el barrio Atalaya de Rincón y en el barrio Pugnado de Manatí, donde los residentes sienten que han sido olvidados con relación a esta situación. Esta administración ha presentado como uno de sus grandes logros la inversión en infraestructura realizada en los últimos años. Sin embargo, estos proyectos de construcción, en los que se ha mostrado un total menosprecio al impacto ambiental, incluyendo el del Superacueducto, se han visto plagados de improvisaciones, de la prisa en los procesos de "fast-tracking", de pobre planificación, y de serias deficiencias administrativas y presupuestarias que han provocado aumentos de costos sustanciales. Y esta semana salió a relucir que el supertubo todavía no puede comenzar operaciones debido a grietas. El récord de la AAA bajo esta administración es motivo de preocupación. Para el 1992, había reportado una pérdida operacional de $28.8 millones. Sin embargo, tras la privatización, las pérdidas aumentaron a un promedio de $76.4 millones anuales, acumulando un déficit de $534 millones en siete años. En los años de 1940 a 1960, los gobiernos del Partido Popular, con muchos menos recursos que los disponibles actualmente, lograron llevar agua a la mayor parte de la población de Puerto Rico, superando incluso a algunos lugares de los Estados Unidos. Esto hizo desaparecer de Puerto Rico muchas enfermedades que todavía ocurren en muchos países latinoamericanos. Sin embargo, esta obra no se mantuvo a la par con las necesidades cambiantes de nuestro país. Los sistemas de acueductos no se mejoraron a la par con el crecimiento poblacional y el desarrollo urbano. Los recursos disponibles se han dedicado principalmente a la construcción de proyectos capitales, descuidándose la operación y mantenimiento de los sistemas existentes. Las redes de distribución están en total deterioro, con pérdidas excesivas que en 1998 llegaron al 48.6%. Los cuerpos de abasto han perdido su capacidad de almacenaje, producto de factores tales como la falta de control en el uso de los terrenos en las cuencas y la deforestación desmedida. Esta situación no puede continuar. El pueblo de Puerto Rico requiere un abasto de agua para el siglo 21, confiable, y que provea las máximas garantías a la salud. Propongo llevar Agua para Todos con un plan agresivo de protección y manejo de los recursos de agua, incorporando las más nuevas técnicas. Irá dirigido a asegurar que las comunidades de Puerto Rico tengan abastos de agua seguros y confiables. Mi plan incluirá, entre otras medidas, promover sistemas de acueductos regionales y promover la interconexión de los sistemas de distribución, de modo que las diferentes regiones puedan darse apoyo en caso de sequía u otros problemas. Además, propongo aumentar la capacidad de filtración a nivel isla desarrollando nuevas fuentes de abasto y construyendo plantas de filtración adicionales. Igualmente, daremos prioridad a la rehabilitación de los sistemas de distribución de agua potable con el fin de minimizar las pérdidas de agua, que en estos momentos se estiman en más de un 40% de la producción total. Esta estrategia puede aumentar significativamente la cantidad de agua disponible, con una mínima inversión en construcción de facilidades nuevas. Desarrollaremos un plan integral para todo el sistema, incluyendo la construcción del Sistema de Acueductos Regional del Sur que permitirá la transferencia de agua potable a los municipios de Ponce, Santa Isabel, Juana Díaz, Peñuelas y Guayanilla, entre los municipios para atender la demanda presente y futura de este sector del país. Se construirá una planta de filtración regional suplida del lago Cerrillos, en Ponce; sistemas de bombas y de distribución de agua, y se realizarán los estudios necesarios para determinar la demanda agrícola de agua en el valle de Lajas. También construiremos los proyectos de infraestructura relacionados con abastos de agua que fueron escogidos por los municipios durante la consulta realizada y que han sido incluidos como parte de nuestro programa de gobierno. Y se proveerán los recursos necesarios para las comunidades rurales que se sirven de sistemas de acueductos no administrados por la AAA, de modo que puedan cumplir con los niveles de calidad requeridos por ley. Suplirles agua a nuestras comunidades tiene que volver a ser una prioridad del Gobierno. Puerto Rico quiere Agua para Todos, y pondremos todas las energías y la capacidad de nuestro gobierno en la tarea de brindársela. © 2000 El Nuevo Día - Derechos Reservados |