Goya en Zaragoza
Tras su nacimiento -casi fortuito- en Fuendetodos, Goya va a residir con sus padres a Zaragoza, donde José de Goya tenía taller de dorador. Francisco ingresa- de niño en las Escuelas Pias zaragozana, de cuya Institución sabemos el nombre de uno de sus profesores, el padre Joaquín. Indudablemente, desde su infancia, Goya manifiesta vocación artística, razón por la cual su padre, en lugar de emplearlo como artesano en su taller, lo envía junto al que, seguramente, era el mejor pintor zaragozano por aquel entonces, José Luzán. Goya se acostumbrará a copiar de grabados y dibujos, lo que acusará en las primeras producciones que de él tenemos. No cabe duda que el tema religioso va a ser importante en esta primera etapa, así como algunos asuntos mitoló-gicos. Será mucho lo atribuido a esa época de la activi-dad del pintor, atribuciones en ocasiones más que dudo-sas, si bien ha de ser bastante lo perdido. No obstante, a veces van apareciendo trabajos de esos años. La actividad goyesca va alternando lo que pinta en Zaragoza con lo que ejecuta en pueblos y lugares de la provincia. Hay atribuciones que resultan convincentes, otras están documentadas. El primer testimonio podría ser el gran armario para las reliquias en la iglesia parroquial de Fuendetodos, pintura ambiciosa que se componía de un gran dosel, pintado, ilusionísticamente, sobre el muro, cobijando las puertas del armario, que iban pintadas por su cara exte-rior e interior. Pero todo esto fue destruido durante la guerra civil de 1936. La obra a través de las fotografías es, evidentemente, poco brillante, pero en todo caso no adjudicable a fechas anteriores a 1762. En varias colecciones de Zaragoza hay cuadros atri-buidos a Goya; entre ellos, por ejemplo, la Asunción, de la Colección Pasqual de Quinto. Más importante fue la decoración de la capilla del palacio de los condes de Sobradíel, en Zaragoza. La primera gran composición que tenemos documen-tada es la pintura al fresco en el techo del coro de la Vir-gen, en la basílica del Pilar, contratado en 1771. De más incierta fecha son dos conjuntos en que se representa a los Doctores de la Iglesia. Una de esas series decora las pechinas de la ermita de Nuestra Señora de la Fuente, en la villa de Muel; son obras bien planeadas, con un evidente sentido dinámico en su distribución y personajes; probablemente el propio Goya las retocaría mucho más tarde. Muy semejantes resultan los ((Doctores» que adornan las pechinas de la parroquial de Remolinos. Pero estas pinturas, ejecutadas al óleo sobre lienzo, van montadas en bastidores. Su fecha es bastante problemática y mientras algunos autores prefieren considerarlas posteriores a las de Muel, otros las creen anteriores; en todo caso su parentesco es evidente. Hay también algún autorretrato del pintor, de fecha también problemática y entre los cuales es forzoso recor-dar el que estuvo en la colección Ena, de Zaragoza, para pasar después a una colección madrileña. Entretanto Goya hizo su importante viaje a Italia, más largo seguramente de lo que con habitualidad se a dice, donde sin duda aprendió la técnica del fresco, lo cual no fue obstáculo para que siguiese, en ocasiones, empleando el óleo sobre pared. Las obras, sin duda, más importantes de esta etapa zaragozana son la gran cúpula de María como Reina de los Mártires, hecha para el Pilar y el extenso conjunto ejecutado para la cercana Cartuja de Aula Dei, también con dudas en su datación. Los problemas y discusiones que rodean la ejecución de la cúpula recién citada han hecho muchas veces decir la que Goya rompe con Zaragoza a partir de esta época, pero a través de sus cartas a su gran amigo Zapater demuestra claramente la mantenida relación con Zaragoza, su familia y sus amigos, incluso cuando ya es famoso y se ha establecido en Madrid. Vemos que viaja con frecuencia a Zaragoza, a veces en viajes muy rápidos y casi por sorpresa, así como sus estancias en ella durante la guerra de la Independencia, pero ya antes habla pintado la otras importantes obras para la iglesia de San Fernando de Torrero, pinturas perdidas durante la guerra de 1808, pero de las que conservamos bocetos en el Museo Láza-ro Galdiano de Madrid. Todo lo antedicho testimonia, bien a las claras, la considerable importancia de la obra zaragozana de Goya, así como la fidelidad a su tierra a lo largo de su vida.
Cuadros:
Autoretrato de Goya
1815 |
Cristo de la Cruz
1780 |
Don Félix de Azara
1805 |