Versión básica para memorización por cuadros: febrero 9, 1997
CUADRO 1: PRESENTACIÓN
Érase una vez un joven llamado Salik, el cual vivía en una ciudad gobernada por un severo monarca cuyos edictos eran tan estrictos y abarcaban tantos aspectos de la vida que la gente los obedecía sin pensar, considerándolos casi como leyes de la naturaleza.
El rey tenía una hija llamada Kamala (que significa perfección) y, verdaderamente, Kamala era la perfección en todos los sentidos. Era inteligente, hermosa y sabia. Más había una ley en virtud de la cual nadie podía mirarla, ni dirigirle la palabra, ni siquiera pensar demasiado en ella.
Hubo gente que la vio algunas veces; algunos sirvientes tenían que hablar con ella,
pero en general la gente pensaba tan poco acerca de ella y tanto acerca de los peligros
que tal cosa podría ocasionar que una gran parte de los ciudadanos sentía temor hasta de
su mismo nombre.
CUADRO 2: ENCUENTRO
Un día, sin embargo, Salik estaba paseando a la orilla del mar cuando vislumbró a la princesa saliendo del agua después del baño matinal. Salik se enamoró de ella o, al menos, eso pensó... lo cierto es que muchas sensaciones de atracción, temor y curiosidad se debatían en su interior.
Más tarde, contó a sus padres lo sucedido. Ellos sintieron mucho miedo y le aconsejaron que olvidase el asunto:
- Hijo, nosotros podemos seguir llevando aquí una vida suficientemente buena si servimos al rey y obedecemos sus órdenes, abandona esa idea...
Pero Salik comenzó a sentir, cada vez con mayor intensidad, dentro de su pecho un
profundo deseo de volver a encontrarse con la princesa. Así es que se dedicó a
frecuentar la playa y vagar por el bosque cercano a la ciudad con la esperanza de
vislumbrarla de nuevo.
CUADRO 3: LA MENSAJERA Y LA LLAMADA
La princesa, por su parte, también se había fijado en Salik y se había enamorado de él. Kamala confió en una anciana mujer que solía visitar el palacio como vendedora ambulante y le dijo que fuera a buscar a Salik.
Cierto día, después de visitar cientos de casas, la anciana se encontró cara a cara con Salik:
- Hijo mío, la princesa te ama y ahora tienes que realizar tu tarea. A pesar de lo que diga el rey debes encontrar tu camino hasta la joven. ¿Acaso no es Kamala más hermosa que la luna llena?.
Salik se sintió asombrado y dichoso de que él, un joven insignificante fuese correspondido en su amor por la princesa. ¡Amar y ser amado!. Prometió a la anciana que encontraría un modo de reunirse con Kamala y también le dijo que buscando a la joven a pesar de los peligros, probaría su amor por ella.
Animado por tan excitante mensaje, Salik sentía mucho menos temor que antes a la ira
del rey.
CUADRO 4: EL AZOTADO
Así que salió de su casa para caminar a través de la ciudad, mientras hacía planes para encontrarse con su amada.
No había ido muy lejos cuando se encontró con una multitud que rodeaba a un hombre, sujeto a un poste, a quien estaban azotando con el látigo:
- ¿Qué ha pasado? ¿qué ocurre? - preguntó Salik.
- Este hombre - le dijo la gente - habló de la princesa en términos de admiración. Como es natural, el rey le ha hecho castigar.
Cuando vio el horror de la carne lacerada, Salik temió que tal pudiera ser su suerte
si persistía en sus deseos secretos, así que su valor se vino abajo. Pero, cuando
continuó su camino, su admiración y su determinación volvieron y Salik se puso a hacer
planes para encontrarse con la joven.
CUADRO 5: EL DESAHUCIADO
Al volver una esquina, se encontró con una multitud de gente que se burlaba de un hombre a quien acababan de desahuciar. Le tiraron barro y cuando los soldados del rey echaron a la calle todos los bienes que tenía en su tienda, la gente los robó.
- ¿Qué es lo que pasa? ¿qué ha sucedido? - preguntó Salik.
- Así se deshonra a aquellos que codician a la hija de nuestro más sabio y poderoso maestro, el rey. Este hombre insensato se atrevió a escribir un poema acerca de ella - le dijo la gente.
Al ver cual podría ser su castigo, el corazón de Salik se hizo agua. Pero luego
volvió su resolución y siguió su camino.
CUADRO 6: EL HOMBRE QUE MIRA AL CIELO
Al poco rato vio a un hombre que miraba al cielo mientras caminaba. De repente los guardias del rey aparecieron y se lo llevaron preso. Salik se acercó a quienes habían presenciado el suceso:
- ¿Qué delito había cometido ese hombre? - preguntó.
- Mirar hacia arriba es, sin duda, delito. Tal persona podría encontrarse un buen día mirando hacia el torreón de la princesa, lo cual debe evitarse a toda costa. Más vale prevenir que curar - le respondieron.
Salik, para protegerse, empezó a andar con la mirada fija en el suelo.
CUADRO 7: SEGUNDO ENCUENTRO CON LA MENSAJERA
Llevaba un buen rato de esta manera cuando oyó que alguien le llamaba:
- ¡Joven, joven! - era la anciana que le hablara de la princesa - No estás haciendo nada que te conduzca a la princesa. Si la amas tanto como ella te ama, debes guiar tus pasos en esa dirección, no sea que la princesa se desilusione.
- Bueno, yo creo que ya he comenzado...
- ¿Ah, si y cómo?.
- En primer lugar, no he hablado de ella a nadie, excepto mis padres. En segundo lugar, no he compuesto poesía acerca de ella...
- ¿Y por qué andas mirando hacia el suelo?.
- Precisamente iba a explicarte anciana, que estoy teniendo cuidado de no mirar hacia arriba para que no me acusen de mirar hacia las ventanas de la princesa.
- ¡Criatura necia! - exclamó la mujer - ¿Acaso no sabes que existe una ley que prohíbe a la gente mirar al suelo, ya que esto podría significar que están buscando las huellas de la princesa?.
Dicho esto, la vieja se alejó.
CUADRO 8: LA MUERTE
Salik, ya sin saber cómo hacer, iba pensando en la princesa cuando, de pronto, al pasar delante de una casa escuchó sollozos y lamentos en su interior. Corrió hacia adentro, exclamando en su obsesión por la princesa:
- ¿Es que ha muerto?, ¿está muerta?, ¡dejadme verla por última vez!.
Las plañideras lo miraron y pensaron que debía estar loco.
- Joven - dijeron - nosotras nos lamentamos porque uno de nuestros familiares ha muerto, pero tu eres un extraño y no tienes derecho a irrumpir aquí de esta manera indecente. Además, no es una mujer quien ha muerto, sino un hombre.
Perplejo, Salik siguió su camino.
CUADRO 9: ENCUENTRO CON EL MAESTRO
Al final llegó a un cruce donde un venerable sabio, que estaba sentado con los ojos entornados, le dijo:
- Salik, amigo mío, te queda poco tiempo para encontrar a la princesa. Has estado mirando hacia arriba y hacia abajo; has estado siguiendo tus propias inclinaciones y excitándote ante la muerte. Ahora ya es tiempo de descubrir si realmente buscas a la princesa o si únicamente buscas evitar las costumbres de la gente de esta ciudad.
- Pero, ¿qué puedo hacer? - exclamó Salik.
- Lo que tienes que hacer es tomar el camino recto - dijo el sabio -, pero debido a lo que la gente está haciendo y a lo que a la gente se le hace, no puedes ejercitar esta opción. Ven conmigo.
El sabio tomó a Salik del brazo y caminaron juntos hasta que llegaron al palacio del rey.
El anciano le preguntó: - ¿Tienes miedo de la muerte? ¿temes la desgracia y la pérdida de tus bienes? ¿tienes temor a recibir ayuda y consejo?.
- Yo sólo hago lo que otros hacen y evito lo que otros evitan - respondió Salik.
- Sólo lo que algunos hacen y lo que algunos evitan - dijo el sabio -. Algunos no son
todos.
CUADRO 10: EL REY Y FINAL
Entonces entraron al palacio y el sabio anciano guió a Salik hasta la sala del trono donde el rey estaba sentado en medio de su corte:
- Majestad - dijo el sabio - éste es el joven Salik, que ha temido y ha imaginado y ahora ha venido a vos para pediros la mano de vuestra hija, la princesa Kamala, en matrimonio.
- Yo gobierno - dijo el rey - sobre este dominio donde el peligro se encuentra en todas partes, donde todos deben morir, donde la gente es constantemente rechazada. Aquellos que temen el peligro innecesariamente, aquellos que temen a la muerte o no pueden resistir el rechazo, se quedan como esclavos. ¿Acaso son dignos de las hijas de aquellos que gobiernan?.
- ¡Si las leyes de su majestad dicen que ahora debo morir, ejecutadme entonces! - dijo Salik - ¡Si vos desaprobáis mi ambición, deshonradme, pues!. Todo lo que sé es que quiero casarme con la princesa.
- Si, pero ¿hasta dónde llega tu compromiso con mi hija y con mi reino? ¿Cómo sé que puedo confiar en ti? - respondió el rey.
Salik entonces respondió: Sé testigo, ¡oh rey! de que yo me comprometo en mi nombre delante de todos los presentes y hago esta afirmación con toda sinceridad y en presencia de este sabio. Hago este juramento: permaneceré en mi amor a la princesa hasta los límites de mi capacidad; obedeceré a mi corazón en todo y seré fiel a mi reino. No tendré dudas, indecisiones ni reservas ¡Que la omnipotencia de Dios me guíe y dé valor si dudo o tengo miedo! ¡Que la Verdad y el Amor se desarrollen constantemente en mi para siempre!.
Y así fue como Salik se casó con Kamala convirtiéndose, a su debido tiempo, en soberano del reino.
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