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EDITORIAL

Sobre la Violencia en la Ciudad de México

¡Esta es la Verdad!

Por Mario Menendez Rodríguez

Ayer salió a la venta el número 14 de nuestra revista POR QUÉ? y en el editorial -lo único que sobre los acontecimientos estudiantiles pudimos incluir debido a las exigencias tipográficas- advertimos que, en los momentos de entregarlo a la imprenta, esta publicación tenía una serie de gravísimos antecedentes que su cuerpo de reporteros investigaba no con los fines mercantilistas que emanan del amarillismo de la letra impresa, sino con el firme propósito que se impuso desde su aparición: informar con la verdad a la opinión pública nacional y proteger el buen nombre del país a través de una eficiente administración de la justicia que no puede ni debe permitir que el prestigio de México y la seguridad de su pueblo estén en manos de la inconsciencia, lleve ésta o no uniforme.

Después de serias investigaciones, respaldadas por pruebas absolutamente ciertas, sobre los sangrientos sucesos que conmovieron a la capital de la República durante los últimos días del mes de julio se llega a las siguientes conclusiones:

1.-Los verdaderos, y en última instancia únicos responsables por los muertos y heridos, por los daños ocasionados a los medios y vías de comunicación, edificios, etcétera, son quienes, en representación del Poder Público, violaron la Constitución de México y, primero, para poner fin a un pleito callejero intrascendente, entre dos grupos de estudiantes, ordenaron la brutal intervención de los granaderos, quienes asaltaron un edificio escolar, rompieron todo cuanto estuvo a su alcance y dentro de las aulas golpearon no sólo a los jóvenes, sino que también a los maestros que protestaban por ese tipo de allanamiento que únicmente puede concebirse en una sociedad en lamentable estado de descomposición

Depués y una vez más con premeditación, alevosía y ventaja -la prueba más convincente fue la forma en que, ocultos en las calles adyacentes al Zócalo, aguardaron con impaciencia la llegada de los jóvenes-, se ordenó la intervención de los granaderos y de todas las policías habidas y por haber para golpear en forma inmisericorde, salvaje, a un grupo de estudiantes que, a bordo de autobuses "secuestrados para la ocasión", se dirigían hacia la Plaza de la Constitución con el propósito de efectuar un mitin pacífico de protesta por el proceder del mencionado cuerpo represivo.

Aquí es necesario subrayar que las autoridades del Distrito Federal, con pleno conocimiento de que los politécnicos llevarían al cabo una manifestación contra los granaderos, les otorgaron el permiso necesario, aunque la ruta acordada fue de La Ciudadela al Casco de Santo Tomás. Y se sabía, porque también contó con el apoyo y el beneplácito oficial, que en otro lugar de la ciudad se celebraría una segunda manifestación: en apoyo a la Revolución de Cuba.

Después se desarrolló una serie de choques violentos entre los granaderos y los estudiantes que


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