Carta de Claudio Lavazza

 

En la última carta que recibimos de Claudio nos pidió que tratásemos de difundir al máximo posible estas dos cartas ya que Sedar murió durante una terrible huelga de hambre el 7 de enero del 2006. Como bien nos explica Claudio en Turquía los pres@s llevan una dura lucha dentro de los talegos turcos contra las celdas de tipo F y el aislamiento a través de diferentes iniciativas, la mas dura de ellas la “death fast” (ayuno a muerte), Sedar es el mártir por ayuno a muerte número 121 des de que los compañeros presos turcos empezaron este camino. Antes de iniciar su último camino Sedar Demirel se había prendido fuego el 18 de diciembre del 2005 como protesta contra el aislamiento, en el hospital fue alimentado por la fuerza y después llevó a cabo su lucha hasta el final.
Por todas estas luchas de tantos y tantas revolucionari@s dentro y fuera de esos centros de exterminio llamados cárceles no podemos permitir que caigan en el olvido y es por esto que os pedimos siempre y cuando podáis, claro esta, que publiquéis estas dos cartas.
pres@s a la kalle...para siempre!!!

Queridísimos Fotua y Sedar y a todos los otros que lucháis contra el aislamiento carcelario.
No sé realmente por donde comenzar, quizá estas sean para mí la carta más difícil de mi vida. Conozco vuestra situación des de siempre... sin embargo, sólo es posible conocerla a fondo cuando se vive el horror del aislamiento carcelario... yo lo he vivido durante ocho años (y he salido hace pocos meses), en los módulos IES aquí en España (que no son ciertamente comparables con las prisiones de tipo F en Turquía). La vida estáis dando, las vidas se han perdido, son y serán un ejemplo en la historia de las luchas por el derecho de una vida digna, cada uno de nosotros puede escoger el mejor modo de luchar, esto depende de las circunstancias que el enemigo nos impone.. los límites los imponemos nosotros mismos... y es un derecho que nadie puede quitarnos. La vida pertenece al individuo, él y sólo él puede decidir que hacer con ella... morir en una terrible huelga de hambre es una elección, e incluso si personalmente no estoy de acuerdo, no puedo sin inclinarme ante vuestra situación. No tengo consejos que daros sobre el cómo se pueda lucha, es algo vuestro, sólo os puedo decir que una vida vuestra vale más que 100 vidas de vuestros carceleros.
Cuando estaba en aislamiento pensaba que si un día el sistema de Dominio me obligaba a vivir en el horror yo le restituiría todo el horror del que fuera capaz. Somos nosotros los presos los que podemos cambiar la cárcel, si nos hacen vivir en el infierno no nos olvidemos de los carceleros que viven y trabajan, y al final del turno de guardia quieren volver a casa a abrazar a su mujer y a sus hijos... nosostr@s no tenemos este espacio de felicidad, nosotr@s no tenemos ya nada que perder, por lo que el infierno lo pueden vivir también ellos y esto es un lijo que podemos permitirnos sólo únicamente con nuestra presencia en vida... si nos vamos, será para ellos una alegría... no habrá ya nadie que les perturbará la existencia y podrán continuar con tranquilidad su sucio trabajo torturando al próximo compañero que caiga entre sus manos. Esto que os digo no son sólo palabras, sino experiencias debida, vividas por mí y por algún compañero que conozco y conocí. También aquí en España bajo la dictadura fascista del general Franco, la vida de un prisionero no valía nada... torturas... asesinatos... aislamiento, estaban al orden del día y la respuesta tanto dentro como fuera de las cárceles fue muy dura contra los torturadores, hasta el punto de que en algunas prisiones los carceleros tenían un verdadero terror a entrar.
Disculpadme el tono, pero es lo único que me viene para deciros en una situación tan dramática, es lo que siento dentro con la rabia que no puedo esconder, con la impotencia para combatir la indiferencia de la gente...
Cómo vendría que estas palabras cambiasen la realidad estratégica del presente y luchásemos todos unidos por la abolición del aislamiento y por la vida.

Con amor,
Claudio

 

Respuesta de Sedar Demirel