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Cover-up (2)
Los platillos volantes entran en escena


Arnold da nombre a los platillos volantes

En 24 de junio de 1947, Kenneth Arnold, un hombre de negocios de Boise, Idaho, hacía un vuelo de rutina desde Chehalis a Yakima, Washington, en un avión privado. El informe oficial de la Fuerza aérea cuenta la historia de Arnold con bastante detalle.

Estaba cerca del Monte Rainier y admirando la grandeza del paisaje del segundo pico más alto de Estados Unidos continental, cuando empezó a ver lo que parecía una familia de aviones de apariencia poco usual volando muy cerca de las montañas.

Aunque el relato de Arnold expuesto está sacado del informe oficial, en sus declaraciones a los periodistas dijo que

El término "flying saucer" había saltado a la lengua inglesa. En la mayor parte de los países de habla hispana se tradujo por "platillo volante", aunque en México predominó una divertida palabra: platívolo. Con posterioridad, Kenneth Arnold publicó su historia en el número uno de la revista dirigida por Ray Palmer llamada Fate Magazine. En ella, el relato es muy diferente del que dio en el informe oficial. En Fate es mucho más fantástico. Este relato después fue ampliado en un libro del que fueron coautores Arnold y Palmer [Arnold-sin fecha].

La noticia fue extendiéndose por todo el país, y con ella surgieron nuevos avistamientos que inundaron la nación. Como en el caso de Arnold, la mayoría ocurrían por el día. Aparentemente, si uno quería ver un platillo todo lo que tenía que hacer era mirar al cielo durante el tiempo suficiente.

Cuando estalló la historia, provocó algunas reacciones de asombro en Londres y en otras capitales europeas. Un renombrado científico británico le señaló a Menzel la credulidad de los americanos.

-Sólo espera -le comentó Menzel-, no tardará mucho en aparecer en el mercado una marca especial de platillos británicos. Así ocurrió, unas semanas después empezaron a señalarse avistamientos en Inglaterra y en otros países.

Creo que es indispensable hacer algunas precisiones. Hoy platillo volante o disco volador se ha llenado de un contenido semántico muy diferente del que tenía en la época. Hoy platillo volante significa portentosa nave extraterrestre tripulada. Ése no era el significado inicial. Simplemente era algo raro, algo no comprendido. El hecho de que algunos de estos avistamientos ocurrieran en Finlandia y en Suecia, cerca del Telón de Acero, causó algunas preocupaciones en ciertos círculos influyentes. Dada la paranoia antirrusa que se había fraguado en Estados Unidos, a todos estos casos se les dio un tratamiento de alto secreto debido a que existía la posibilidad remota de que los fenómenos tuvieran algo que ver con actividades de guerra de los soviéticos. Algunos avistamientos procedían de Peenemunde, el antiguo centro alemán de investigación y fabricación de cohetes ahora en manos rusas. Aquello era, cuando menos, intranquilizador.

La mera existencia de la psicosis "platillo" hizo que se publicaran nacionalmente sucesos que de otro modo se habrían quedado en los periódicos locales, como por ejemplo, observaciones de estrellas fugaces de brillo inusual, o de globos meteorológicos. Bajo circunstancias normales apenas serían noticia, pero bajo la tensión reinante se convertían en "platillos" o "discos", fuera eso lo que fuera.

Fraude en la isla de Maury

Muy pronto empezaron a verse "platillos nocturnos" y también muy pronto empezaron a aparecer los bromistas y los falsificadores que querían sacar tajada del asunto. Quizá el caso más dramático por sus dolorosas consecuencias fue el ocurrido en julio, tan sólo unos pocos días después del caso Arnold. Fred Chrisman y Harold A. Dahl, dijeron haber visto seis discos mientras patrullaban en una lancha cerca de la isla de Maury, en Washington. Dijeron que uno de los disco se inclinó y se desintegró y que sus restos cayeron al mar. Habían logrado recoger algunas muestras. Dahl y Chrisman trataron de vender su historia a una revista de aventuras de Chicago.

Poco después iban a investigar el caso Kenneth Arnold y el capitán Emile J. Smith, piloto de las United Airlines, que también había visto un "ovni". Se citaron con los testigos en Tacoma. Para ayudar en la investigación llamaron a dos oficiales de Inteligencia de la Armada.

Durante su entrevista en el hotel Winthrop, Dahl, enseñó algunos fragmentos que pertenecían al "platillo". Al día siguiente, los oficiales tenían que regresar al Campo de Hamilton, así que tomaron los fragmentos para un análisis técnico. Pero la tragedia les alcanzó en el viaje. Su avión estalló hecho pedazos. Los dos oficiales murieron aunque los otros dos tripulantes saltaron en paracaídas y se salvaron.

Poco después, los periódicos de Tacoma empezaron a recibir llamadas anónimas donde se decía que el avión había sido disparado con un cañón de 20-mm porque llevaba los restos del platillo. Otro periódico publicó que el avión había sido saboteado aduciendo como razón para ello el mismo motivo.

Realmente el accidente se había producido por fuego en un tuvo de escape quemado.

Los análisis demostraron que los fragmentos del "platillo" no eran nada más que restos de unas formaciones rocosas muy inusuales que existen en Maury.

En un interrogatorio posterior, al enfrentarles a las pruebas, la mujer de Dahl le hizo confesar que lo que querían era publicidad para vender su artículo.

Lo curioso es que a pesar de la confesión, durante mucho tiempo este caso fue considerado como auténtico enigma y como un ejemplo de la "conspiración" del ejercito para tapar el tema de los "platillos". Los escritores "pro" decían que la supuesta confesión no era nada más que una tapadera ya que

Todos los ingredientes del cover-up estaban servidos. La verdad es que el gobierno pensó seriamente en perseguir judicialmente a los defraudadores, pero a última hora pensó que aquellos hombres lo único que habían hecho había sido una broma que había crecido demasiado y que la muerte de los dos investigadores fue un accidente fortuito [Ruppelt-56]. No obstante, este desgraciado incidente avivó la teoría de que el gobierno conspiraba.

Nace la hipótesis marciana

Queremos volver a insistir en un hecho fundamental ya señalado: todavía en aquel momento, para la mayor parte de la gente, "platillo" no era sinónimo de nave extraterrestre. De hecho hay que esperar hasta 1950 y a la publicación del libro Los platos voladores son reales [Keihoe-50] para que se popularice la idea de que los "platillos" son de origen marciano y la teoría de la conspiración del gobierno. Previamente, el Mayor de Infantería Keihoe avanzó sus teorías en un artículo de la revista True que cautivó a la opinión pública. Lo importante es señalar que en aquel momento, 1950, la hipótesis de que los "platillos" eran de procedencia marciana era tremendamente original y novedosa. Por supuesto que había gente que creía en los marcianitos incluso antes del caso de Arnold, señalemos, por ejemplo, el club de admiradores del ya mencionado Charles H. Fort [Fort]; pero para la gran mayoría de la gente "platillo" no significaba nada en concreto, se trataba de algo extraño, no aclarado, que podía causar cierta preocupación por su posible conexión con alguna actividad militar de los rusos.

Inexplicado no es sinónimo de inexplicable

Tal como hemos señalado más arriba, el caso de Kenneth Arnold y luego el de la isla de Maury produjeron una reacción en cadena. A lo largo y ancho de Estados Unidos hubo cientos de avistamientos. En un informe de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos [Mogul-94] se habla de 800. En el libro de H. Menzel Flying Saucer[Platillos Volantes], en un gráfico en el que se reflejan los avistamientos no explicados se señala que de julio a septiembre de 1947 se dieron 75. Debe quedar claro que el que sean inexplicados, significa exactamente eso: inexplicados, no significa en absoluto que sean inexplicables. Se trata de casos en los que no se puede asegurar cuál es el origen, aunque existan varias causas naturales que podrían responder exactamente a lo que vieron los testigos, pero no hay datos suficientes para discernir entre ellas.

Explicaciones del avistamiento de Arnold

Uno de los casos inexplicados es el ya relatado de Kenneth Arnold, que dio origen a la mitología ovni. ¿Que esté entre los no explicados significa que es una nave extraterrestre tripulada? La respuesta es un no rotundo. Hay varias hipótesis que dan perfecta cuenta de lo que vio Arnold. Ese es el problema: hay varias hipótesis y es difícil decantarse por alguna. A nosotros la que más nos gusta es una de las dos que propone Menzel [Menzel-53], pero para entenderla en toda su profundidad, vamos a contar algunas cosas personales.

Me encontraba medio adormecido viendo en la televisión uno de esos magníficos reportajes de divulgación científica que de vez en cuando emite TVE-2, cuando le llamó la atención que hablaban del Monte Rainier. Dicho monte es el cráter de un volcán apagado, que se alza a una altura de 4.392 m. Está situado en la cordillera de las Cascadas, algo al Sur de Seattle (estado de Washington). Al prestar más atención al reportaje vi que una ráfaga de viento levantaba la nieve en polvo y ésta reflejaba la luz con una fuerte luminosidad. Entonces recordé mis años de niño, en las duras montañas leonesas, y rememoré con claridad que había visto varias veces algo parecido aunque en pequeña escala. En las soleadas mañanas de aquellos terribles inviernos, a veces el viento se arremolinaba y levantaba el polvo de nieve que bajo ciertos ángulos de visión refulgían de un modo extraño. Parecían tener luz propia.

Cuando el viento sopla en los picos escarpados cubiertos de nieve muchas veces ésta se levanta y revolotea; a cierta altura y bajo cierto ángulo de visión, la luz se refleja en ella como si fuera un espejo.

Si recordamos las palabras de Arnold, los "platillos" se movían al unísono muy cerca de las cumbres escarpadas. Esa es la característica del viento soplando contra la cordillera. En las puntas se formarían los remolinos de nieve que serían los que reflejarían la luz. En cada pico un "platillo". Como las cumbres de los alrededores del Monte Rainier forman una línea recta, lo que vería Arnold sería un conjunto de "platillos" moviéndose al unísono, como si formaran una cadena. Las envestidas del viento marcarían los saltos que los alejarían o acercarían a la cordillera.

Menzel, que trabajó mucho tiempo en el Laboratorio de Gran Altitud de las Universidades de Harvard y de Colorado en las Montañas Rocosas, dice que durante su trabajo muchas veces tuvo ocasión de ver esas nubes de nieve que se deslizan rápidamente, que reflejan la luz del sol como si fuera un espejo y que se producían casi con simultaneidad en varios picos a la vez.

Otra explicación muy similar a la primera prescinde de la nieve, la propia niebla o calima tiene un comportamiento similar.

Quizá nos pueda sorprender. ¿Cómo -podríamos preguntarnos- es posible que la niebla o la calima puedan reflejar la luz del sol como si fueran un espejo? La respuesta es que depende del ángulo de visión. El índice de refracción del aire depende de su densidad y ésta, a su vez, depende de la temperatura y de la presión. La calima y la niebla, de hecho, tienen un índice de refracción diferente del aire circundante, por ello, cuando la luz incide en un cierto ángulo, puede reflejarse totalmente. Un ejemplo quizá nos ayude a entenderlo. El agua es transparente, sin embargo, cuando el sol está muy bajo en el horizonte, las diferentes densidades del agua y del aire hacen que la luz se refleje en esta última como en un espejo. El fenómeno es el mismo cuando se trata de dos masas de aire con diferente densidad.

La sincronicidad de movimientos y los saltos se explican del mismo modo que en el caso de la nieve. Una corriente de aire llega a todos los picos más o menos simultáneamente, en los picos escarpados el aire sube hacia arriba y arrastra a la nieve o agita las capas de aire. Si el viento es racheado, se verán destellos y cambios bruscos de posición en sincronización con la llegada de las ráfagas a los picos.

El sol, el avión de Arnold y los picos estaban en una posición y altura que es totalmente congruente con cualquiera de las dos posibles explicaciones.

Queremos insistir en que este caso es inexplicado, sin embargo es perfectamente explicable. ¿Porqué no nos decantamos por una solución o por otra? Por una razón muy sencilla: no disponemos de datos suficientes.

Inexplicado no es sinónimo de extraterrestre.

Así llegamos al caso que nos ocupa.

Un platillo volante naufraga en Roswell

El 8 de julio de 1947 varios periódicos publicaban la noticia de que en Roswell un granjero había recogido un "disco volante". He aquí la versión del Chronicle, de San Francisco, cuya reproducción facsímil puede verse en el libro de Berlitz y Moore [Berlitz-80]:

Este texto, cuando se lee con el lenguaje actual, puede ser terriblemente mal interpretado. De hecho lo ha sido, véase como muestra la obra citada de Berlitz y Moore.

Hoy "disco volador" tiene un valor semántico totalmente diferente al que se tenía en julio de 1947. Debemos recordar que el caso de Arnold había tenido lugar sólo unos pocos días antes y que, para la mayor parte de la gente, "disco volante" o "platillo volante" prácticamente estaba desprovisto de contenido semántico.

Hoy en día, lo más probable es que al leer que la Fuerza Aérea habla de "discos volantes" se piense automáticamente que se habla de "naves extraterrestres tripuladas", pero éste no es el caso.

Ver cuál es la descripción del disco, sin duda, nos ayudará a entender qué es lo que se recogió en aquel rancho de la familia Brazel. Que aquellos restos no eran excesivamente llamativos nos lo confirma el hecho de que el ranchero recogió algunos restos el día 4 de julio y fue el día 5, al oír las noticias sobre "platillos", cuando pensó en la posibilidad de que se tratase de uno de ellos, no antes.

En la edición del día 9 del Roswell Daily Record, podemos leer lo que el ranchero pensaba sobre el material:

El objeto descrito en este relato suena muy poco extraterrestre: trozos de caucho, papel de plata, cinta adhesiva, cola y unos palos.

A pesar de todo, a Brazel, que ha recogido otros globos anteriormente, le parece un globo muy raro.

En la prensa se publicaron algunas referencias más al caso; incluso se llegó a publicar la foto del Mayor Marcel con los restos del "platillo", totalmente congruente con la descripción hecha por Brazel.

Hubo algún artículo más en el que se decía que el "platillo" era un globo y en muy poco tiempo el tema cayó en un olvido total. No obstante, este caso tan anodino dio origen al cuento de hadas de los platillos estrellados y, a partir de 1978, fue uno de los pilares del mito, iniciado por la obra de Keihoe, de que el ejército ocultaba lo que sabía sobre seres extraterrestres. Abundando sobre el tema: Keihoe en su obra The Flying Saucers Are Real [Keihoe-50] introduce la idea de la conspiración que luego desarrolla mucho más ampliamente en The Flying Saucers Conspiracy [La Conspiración de los Platillos Volantes] [Keihoe-57], aunque en ninguna de las dos obras habla del "naufragio" de Roswell.

Para entender ambos hechos necesitamos remontarnos a 1950. En ese año, Frank Scully escribe un libro fantasioso y lleno de errores que se titulaba Behind the Flying Saucers [Detrás de los Platillos Volantes]. En esta obra se habla de un "platillo" estrellado en Aztec, un pueblo de Nuevo Méjico, en la esquina noroeste del estado. Los militares habrían ido a investigar el naufragio y se habrían encontrado con los tripulantes extraterrestres que ya estaban muertos. El ejército se los habría llevado a alguna base secreta y nunca se supo nada más, salvo las filtraciones que le llegaron al "astuto" de Scully, que mantenía que los militares, mediante una gigantesca labor de encubrimiento, se las habrían arreglado para que nadie se enterase de aquel hecho.

Gee es inglés es una interjección que significa: ¡arre!, ¡Jesús! o ¡caramba!. Scully nos cuenta que un misterioso científico llamado Dr. Gee, pseudónimo tras el que se esconde el Silas W. Newton, le ha hecho llegar el contenido de una conferencia que había dado el 18 de marzo de 1950 a los estudiantes de la Universidad de Denver. En ella había dicho que cuatro platillos volantes que sobrevolaban Estados Unidos habían tenido problemas en sus sistemas de propulsión y se habían visto forzados a aterrizar, uno de ellos en Aztec. Tres habían sido confiscados por el ejército. Un grupo de investigación geofísica había analizado uno de los objetos y había encontrado dieciséis extraterrestres dentro, con unas estaturas comprendidas en el rango de 90 cm y 1 m. En otro platillo se encontró otra tripulación también de 16 hombres. En el tercer platillo, mucho más pequeño, sólo había dos ocupantes.

En el libro de Scully se deja caer que hay rumores de que en uno de los platillos los tripulantes estaban vivos, pero que los ingenieros del ejército lograron abrir un agujero en la nave y, al entrar el aire terrestre en ella, murieron asfixiados.

Hacia el final de su conferencia habló a los estudiantes del cuarto platillo que él y su grupo se habían tropezado cerca de una base de pruebas gubernamental y que ¡lo habían encontrado desocupado!

¿Dónde estaban los tripulantes?

La obra de Scully era tan mala, para los estándares de la época, que hubo un periodista de San Francisco, llamado J. P. Cahn, que lo crucificó. Demostró que su libro se basaba únicamente en rumores y en hechos sin verificar lo más mínimo.

Cabe destacar que leído hoy en día no es un libro peor que los cientos que se escriben ¡y que tienen éxito! Se ve que los estándares de calidad de aquellos lejanos años eran mucho más rigurosos que los de hoy.

Gracias a Cahn, Frank Scully y su obra cayeron en el desprestigio y para la mayoría de la gente la historia de "platillos estrellados" entraba dentro de la categoría de cuentos de hadas de nuestro tiempo.

No obstante, el libro de Scully tuvo varias reediciones, una de ellas en 1955 en Londres [Scully-55] y algunos ufólogos lo mencionan en sus obras; véase por ejemplo, el número 3 del primer volumen de la Flying Saucer Review (Revista de los Platillos Volantes) que apareció en la primavera de 1955. En ella se habla de los platillos estrellados en Nuevo Méjico. Otro conocido ufólogo inglés, Brinsley Le Poer Trench, presidente del International Sky Scouts (Los Exploradores Internacionales del Cielo), organización que en 1955 tenía más de 50.000 socios, en su obra de gran difusión The Flying Saucer Story [La Historia de los Platillos Volantes] también menciona la obra de Scully y añade más platillos estrellados: uno en Spitzbergen, Noruega; otro en la Sierra Madre mejicana; otro sumergido en el mar del norte; etc.[Le Poer-66]. El caso mejicano merece que nos detengamos un poco más, un corresponsal de la Flying Saucer Review, mencionó que estando en Cuernavaca se encontró con varios profesionales mejicanos, uno de ellos ingeniero que le dijo que había colaborado en cargar un platillo y sus tripulantes dentro de un avión.

En cualquier caso, la mayoría de los ufólogos medianamente serios de la época consideraron que la obra de Le Poer Trench era una burda exageración. Debemos de esperar hasta 1978 para que los platillos estrellados de Scully vuelvan a entrar en escena de la mano de la muy sensacionalista revista National Inquirer. En ella se mezclan las historias de Scully y la del "platillo" estrellado de Roswell, y nace la leyenda de que una nave extraterrestre había naufragado en aquella población.

Lo que en 1950 había sido considerado un cuento de hadas incluso por los investigadores de ovnis más crédulos, ahora —1978— salta a las revistas de información general y es jaleado por los ufólogos

[NOTA: Así se denominan a si mismos los que "estudian" los ovnis: una palabra tan descuidada como sus investigaciones. Viene de la raíz inglesa UFO (Unidentified Flying Objects: Objetos Volantes No Identificados) y del sufijo griego logía. ¡Buena coherencia!: en castellano utilizan una raíz inglesa más un sufijo griego. La palabra inglesa demuestra la falta de rigor de los "ufólogos" americanos, pero la española, es clarificadora: en ella se recuerda que estamos ante un mito "genuinamente americano".]

que indudablemente se han asilvestrado y olvidado cualquier sentido crítico que en algún tiempo hubieran podido tener. Cuando al releer los periódicos de 1947 se encuentran con el relato que hemos transcrito más arriba, leen:

Ellos, los ufólogos asilvestrados, en vez de disco volante leen nave extraterrestre tripulada por alienígenas listísimos, y concluyen que ésta es una declaración clara y contundente de que el Ejército del Aire ha capturado un vehículo espacial que no es de la tierra y que se lo han llevado a algún sitio. Como no ha sido publicado, es evidente que el Ejército —malo él— ha ocultado la información al pobre y buen ciudadano que paga sus impuestos.

Siguen analizando el texto publicado en los periódicos y encuentran que el aspecto del "platillo" era metálico y se dicen: "los globos no son metálicos" ergo el Ejercito —malo él— nos ha engañado a los pobres ciudadanos que pagamos nuestros impuestos. Para ellos la ocultación y el engaño son evidentes.

¿Y qué ocultan? -se preguntan, ayudados por los ufólogos asilvestrados, los buenos ciudadanos que pagan sus impuestos-. Acuden al libro de Scully y encuentran la respuesta: ocultan una nave extraterrestre con un montón de marcianitos dentro.

A partir de aquí las especulaciones de los ufólogos asilvestrados es endemoniada. No sólo hubo un aterrizaje sino dos, y, además, en uno de ellos un tripulante todavía vivía, se lo llevaron a Alamogordo, o a White Sands, y allí estuvo viviendo durante varios años en una "casa segura", hasta que murió.

No hay una versión única, hay muchas. En unos casos se han recogido seis tripulantes, en otras catorce e incluso hay una que habla de 34 seres del espacio. El lugar del aterrizaje no está claro, es en Aztec, es en Roswell, es en Corona, es a 50 millas de Roswell, es a 100 millas de Roswell, los platillos están en el "Area 51" del desierto de Nevada... ; el globo de Brazel fue una cosa y el ovni otra; se llegan a decir cosas tan peregrinas como que las pruebas de radar que se hacían en la zona perturbaron los sistemas de navegación del ovni y que por eso se estrelló, que el ovni chocó con el globo, que la cinta de papel con dibujos era "una escritura jeroglífica que no era de este planeta"... Se da la variedad de datos inconsistente típica de los rumores.

En su lucha por la causa de su verdad, los ufólogos deben sacrificar a alguien, y la víctima es Scully. No encaja que diga que el naufragio de los extraterrestres ocurrió en Aztec, que está a varios cientos de kilómetros de Roswell, pues es indudable que los periódicos hablan de esta segunda ciudad. Así que

Es curioso la altísima dosis de autoengaño de los ufólogos: Scully era descuidado, pero sólo en la localización. Quiso decir Roswell, pero dijo Aztec. La verdad es que no queremos ser irónicos ni ácidos, porque si no seríamos capaces de decir que la equivocación es lógica, al fin de cuentas los nombres de los dos pueblos sólo difieren en cuatro letras: ¡tampoco es tanto! Además, los dos nombres tienen una e en la penúltima letra (considerando la ll como un único carácter). Son demasiadas coincidencias para ser casuales. En realidad fue una confusión mínima. Pero habíamos dicho que no íbamos a ser irónicos así que retomamos el hilo con seriedad —si es que de estas cosas se puede hablar de ese modo.

Los ufólogos se dedicaron a revisar los periódicos de la zona, en los días próximos al aterrizaje y descubrieron que unas fechas anteriores, el 2 de junio de 1947, el Sr. Wilmot y su mujer habían visto un gran objeto brillante y, gratuitamente, asumen que se trata del mismo que había encontrado el ranchero Brazel. Los ufólogos se olvidan de que aquellos días hubo cientos de testimonios. El caso Arnold había provocado una inusitada cantidad de casos. Es el típico ejemplo de una "oleada de ovnis " inducida por la prensa, que ha sido comprobada muchas veces, algunas incluso mediante ensayos experimentales, como por ejemplo, el realizado por el autor del presente trabajo con un grupo de colaboradores, y que se llamó "proyecto Iván", cuyos resultados fueron publicados en la revista del CEI Stendek

Es indudable que en la generación del mito confluyeron muchas cosas. La actitud de los ufólogos de 1978 nos demuestra que en el intervalo de los treinta años transcurridos, el mito se había consolidado. Las palabras habían cambiado de sentido: platillo volante se había llenado de un contenido semántico totalmente ajeno al inicial.

En cualquier caso, creo que nos clarificaría las cosas saber qué es lo que realmente se estrelló en Roswell. Ya habíamos dicho que parecía muy poco extraterrestre, pero ¿qué era?


continuación de: los platillos volantes entran en acción

previo: génesis de un cuento de hadas

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