Reflexiones sobre comportamiento humano, economía, ecología y política

 

Pedro J. Hernández  pedroj.hernandezgonzalez@gobiernodecanarias.org


Entradas de 2005


Lunes, 16 de enero de 2006

    La guerra y el fracaso de la imaginación

    No ha empezado el año como para felicitarnos en exceso. Irán ha decidido quitar los precintos y reanudar el enriquecimiento de uranio. Realmente Irán no ha cometido todavía ningún delito en este terreno, puesto que la retirada de los precintos ha sido en presencia de inspectores de la OIEA e Irán es firmante del Tratado de No Proliferación. ¡EE UU no sólo no lo ha ratificado sino que ha estado probablemente fabricando armas nucleares de baja potencia!. Hasta cierto punto es lógico que occidente esté preocupado porque siendo Irán un régimen teocrático rodeado de países con armas nucleares y sobre todo enemigo declarado de Israel, no es improbable que caiga en la tentación de la posesión de armas nucleares. Pero el problema está principalmente en que la administración Bush ya decidió que Irán era un país del "Eje del mal" y no necesita más excusas para iniciar un ataque a las instalaciones iraníes. Los más pesimistas ya hablan de un ataque antes de marzo de 2006, pero el descalabro de Irak y la deuda económica estadounidense ampliada en gran medida por la guerra me hacen parecer improbable que hasta los neocons de la Casa Blanca no se lo piensen un poco antes de actuar. Esperemos que la escalada no dé la razón al artículo que mencionaba en la entrada del 29 de diciembre de 2005 y que se cumpla la máxima de Winston Churchill: "EE UU siempre hace lo correcto...después de haber probado todas las demás opciones".

¿Quién dijo que la guerra es al fin y al cabo el fracaso total de la imaginación humana a la hora de resolver los problemas?   

    En la explicación del posible origen del aparente espíritu genocida y guerrero del ser humano que comentábamos en la entrada del 15 de noviembre de 2005 aludíamos a la explicación más popular que da la psicología evolucionista. Uno de los pilares de las explicaciones de la psicología evolucionista es el hecho de que nuestro comportamiento está adaptado evolutivamente a la época en que éramos pequeños grupos de cazadores-recolectores, antes de hace unos diez mil años. Hay una buena crítica a este proceder en esta página.

    Existen dos explicaciones alternativas: la cultural, que propone que las ideas tienen mayor influencia que las condiciones materiales o biológicas, y otra interesante denominada materialismo cultural, cuya estrategia consiste en buscar explicaciones materiales relacionadas con el clima, la geografía, la disponibilidad de alimentos, etc. Uno de los grandes autores de esta última aproximación es Marvin Harris. En el interesantísimo Portal del Materialismo Cultural hay una artículo

donde se comenta:

    Las explicaciones materialistas ven la guerra como resultado del propio interés, un esfuerzo por mantener o mejorar las condiciones materiales, como se argumenta en variaciones de teorías ecológica y aproximaciones a la evolución socio-cultural orientadas hacia el conflicto. Las aproximaciones culturales sostienen que la guerra es el acto de valores y creencias propias de un grupo en particular, con explicaciones que van desde una enumeración posibles objetivos hasta densas deconstrucciones hermenéuticas [vaya con la palabreja!!!]. La perspectiva biológica sostiene que la guerra se elige porque en la historia evolutiva de nuestra especie existe una inclinación por la violencia colectiva acentuada por la probabilidad de transmisión en los genes, de forma directa y más allá de cualquier consideración del bienestar material e independientemente de los valores culturales. La persistencia de tales respuestas divergentes podría llevar a desesperarse con la posibilidad de algún avance teórico, por proveer de alguna respuesta firme a esta importante cuestión. Pero no hay razón para no comparar y evaluar las alternativas como explicaciones posibles. Sin embargo, es mucho más común que un erudito presente una teoría y descarte o ignore las alternativas. Así, las distintas corrientes teóricas continúan de esa manera autónoma y cerrada de hacer las cosas

    Como pasa casi siempre, apuesto a que la verdadera explicación reunirá parte de las tres explicaciones.


Sábado 21 de enero de 2006

    ¿Cuál es tu idea más peligrosa?

     John Brockman, un periodista científico que lleva el portal Edge, se dedica a hacer preguntas a pensadores de todas las disciplinas. La de 2006 es ¿cuál es tu idea peligrosa?. Y algunas respuestas me han resultado tremendamente interesantes. Otras no, así que, para ahorrarle algunas lecturas, iré comentando aquellas cosas que más me han llamado la atención.

    Clifford Pickover destaca nuestro deseo de penetrar en mundos virtuales. Argumenta de cómo nuestro cerebro crea en los sueños realidades virtuales poco precisas que sin embargo nos parecen realistas. Eso implica que el futuro seguramente seremos capaces crear simulaciones que lejos de ser precisas pueden ser tremendamente realistas. Lo más peligroso de esa idea es que si nuestros descendientes del futuro deciden vivir digamos 9 vidas virtuales aparte de la propia, nuestra probabilidad de que nuestra vida actual no sea una de esas simulaciones del futuro es ¡sólo 1/10!. Ese argumento de la simulación se debe al filósofo Nick Bostrom y lo he explicado en un artículo en el que llevo varios años trabajando y que titulo ciencia y esperanza.

    El genetista de la conducta David Lykken plantea una solución social a las tasas elevadas de crimen violento. Su argumento parte de la base que las sociedades en las que los niños se socializan colectivamente tiene tasas más bajas de criminalidad. En la vena de la psicología evolucionista, Lykken afirma que esa el método de socialización al que nuestra especie está evolutivamente adaptada. Lykken da un dato escalafriante: la proporción de niños criados sin padre y viviendo con madres solteras ha aumentado en EEUU un 400% desde 1960, aumentando la tasa de crímenes violentos un 500% alrededor de 1994 donde se alcanzó el pico probablemente debido al aumento de población reclusa de 240,000 a 1,4 millones. Lykken afirma que la correlación entre crimen violento y nacimientos ilegítimos fue de 0.70 por lo que piensa que un 70% de delincuentes encarcelados, de embarazos adolescentes, de adolescentes fugitivos, involucra a la educación sin figura paterna. Por ello Lykken sugiere que la sociedad debe evitar que se críe a un niño antes de los 21 años si no se tiene pareja y recursos económicos suficientes.

    El psicólogo Roger C. Schang sólo menciona algo que conoce todo el mundo pero que como nadie se atreve a defender, no deja de ser de lo más revolucionario: la escuela hace infelices a los niños y, como demuestran los exámenes, aprenden más bien poco. Por ello debería cambiarse por sitios seguros donde los niños aprendiesen lo que quisiesen y se les guiara en ese aprendizaje: un sitio atractivo donde los niños estuviesen encantados de ir. Necesitamos adultos que amen aprender, no que lo odien porque les recuerda los horrores de la escuela.


Lunes, 23 de enero de 2006

    Libre albedrío, justicia y pena de muerte

    El investigador en topología de redes sociales Clay Shirky saca el tema de la relación entre libre albedrío y el sistema judicial.

    El sistema judicial actual en Europa pretende ser, en una cierta tradición humanista,  consecuencialista, es decir, trata de imponer penas como instrumento práctico para promover un mejor bienestar social. Sin embargo, continuamente se ve sometido a cierta presión retributiva, es decir, que trata de basar las penas en lo que la gente "merece" por el delito cometido. Esa filosofía viene de una vieja tradición religiosa de considerar que el ser humano tiene una naturaleza dual y que es libre de controlar sus acciones, es decir, tiene libre albedrío.

    Pero hemos topado con los nuevos e indiscutibles resultados de la neurología que demuestran que el libre albedrío es una ilusión. Y si no existe un agente que elige sus acciones libremente, no podemos pensar que "merece" una pena u otra. Por supuesto esto contradice gravemente nuestro sentido común: "Entre matar y no matar puedo tomar una elección y desde luego si mato, como pude elegir, merezco un castigo ejemplar que podría ser incluso la pena de muerte".

    Las principales pruebas neurológicas de que este libre albedrío es una ilusión son las siguientes:

    Las referencias han sido tomadas de este interesante y completísimo artículo

    La ciencia nos pone ante una encrucijada moral, ¿qué castigo merece el que perpetra un horrible crimen si sabemos que no existe un "él o ella" que haya tomado la decisión?. Mi idea peligrosa es que en el próximo futuro cada vez será más difícil obviar el conocimiento científico en las cuestiones morales.

    El biólogo Richard Dawkins lo ha expresado de forma más rotunda: deberíamos de encontrar tan ridículo castigar a una persona por un delito como dar una paliza a un coche por averiarse.

    Pero el hecho es que eso no parece que alguna vez vaya a ser así. La retribución, el deseo de venganza y la ley del Talión parecen formar una parte demasiado profunda de la naturaleza humana que llega al menos hasta nuestro linaje con los primates (ver de Waal, Frans B.M. 2005). Quizás, no podamos obviarla y tengamos que castigar a un criminal como "creemos que merece" para satisfacer a la víctima y tranquilizar a la sociedad.

    El neurofilósofo Joshua Greene parece ofrecer una salida --poco convincente desde mi punto de vista-- a este dilema en un magnífico artículo

   

    donde considera que no es imposible abstraerse de nuestra limitación humana a la hora de elaborar la ley penal. Pero esa no parece la solución. ¿Qué ocurriría en el caso de que una ley penal pueda ser aparentemente beneficiosa para la sociedad y sin embargo no satisfacer a los individuos?. Esa discusión parece sempiterna y el código penal cíclicamente pasa de suavizar las penas y priorizar la reinserción a endurecer las penas con justificaciones retributivas.

    La respuesta en

    es básicamente que aunque no tenemos libre albedrío, sí que como sociedad hemos construido una noción de "responsabilidad". En el momento que pensamos que las cosas podrían haber sido de otra manera, existe la responsabilidad social. Si bien Gazzaniga apunta a que ésta es una respuesta general, la reseña que hace la filósofa Patricia Churchland menciona acertadamente ejemplos en que la ausencia de "agente responsable" es demasiado patente para obviarse.

    La  respuesta que considero más apropiada es, como siempre, la negociación en una sociedad democrática. Los ciudadanos tiene emociones retributivas que quieren satisfacer. Tenemos el deber de educar a los ciudadanos para controlar esos instintos retributivos. También tenemos que educar a los niños y adolescentes en la disciplina y el control de sus instintos violentos y utilizar la ciencia para mejorar un entorno social que minimice el afloramiento de esos instintos. Pero una vez cometido un delito tenemos que actuar con objeto de disuadir posteriores actuaciones criminales similares.

    Por ejemplo, y pasando directamente al tema más polémico, ¿cómo justificamos --desde el punto de vista consecuencialista-- la pena de muerte o su abolición sin apelar a ningún principio moral elegido ad hoc?.

    Unos de los objetivos de la sociedad Center of Naturalism aboga por educar el instinto retributivo de los norteamericanos con objeto de abolir la pena de muerte. Sin embargo, dando por supuesto que detrás de los actos de un criminal no existe un agente que "merezca" la muerte, este grupo da por supuesto que la muerte es un castigo excesivo para el beneficio social que genera.

    Sin embargo esta última suposición podría estar injustificada en determinados supuestos. En este magnífico libro

 que mencionábamos en la entrada del 23/12/05 con respecto a la posesión de armas de fuego, se rompe el mito de que la pena de muerte no es disuasoria. Los datos para EE UU son claros: en los estados donde hay pena de muerte, los delitos violentos no disminuyen. Sin embargo, Ghiglieri medita más sobre el asunto y el caso es que sólo uno de cada mil condenados a muerte es finalmente ejecutado, un hecho que puede transmitir el mensaje de que asesinar sin ser ejecutado es una apuesta razonablemente buena. Aunque la pena de muerte pueda ser efectiva a la hora de evitar algunos delitos, a uno siempre le asalta la duda de la proporción de inocentes que podrían ser ejecutados.

    Esa es otra discusión relevante. Como castigo a cualquier delito no podemos obviar el hecho del error humano, y tendremos una determinada proporción de inocentes condenados. La pregunta es qué proporción estamos dispuestos a aceptar. Parece que, según menciona Ghiglieri, en una encuesta de 1997 el 75% de los norteamericanos estaba a favor de la pena de muerte y casi el mismo porcentaje aún seguiría defendiéndola si se condenase a un inocente de cada 100 ejecutados. Sin aplicar ningún principio moral ad hoc, ¿qué proporción estaríamos dispuestos a admitir?. Desgraciadamente, todavía estamos muy lejos de poder plantear dicho tipo de cuestiones sin olvidarnos de nuestros instintos morales que pretenden una justicia con una perfección inhumana. Pero la ciencia puede ayudar mucho a establecer criterios más óptimos, según el peso de las pruebas disponibles a la hora de elegir una relación de inocentes procesados razonable para un beneficio social óptimo.

    Por supuesto, la respuesta no es que la pena de muerte esté justificada aún desde un punto de vista consecuencialista. La mejora de las condiciones sociales y la educación familiar puede ser mucho más eficaces (como comentaba el genetista de la conducta David Likken en la entrada anterior), como demuestran el caso Canadiense y Europeo con respecto a EE UU. La cuestión es que el sistema penal debería tener una base consecuencialista, lo que no significa que no tenga que negociar continuamente para satisfacer en cierto grado los instintos retributivos de estos monos desnudos que somos los seres humanos.


Martes, 7 de febrero de 2006

    La magia de las imágenes

    Acabamos de ver el resultado de uno de los experimentos sociales más interesantes de los últimos tiempos que viene a confirmar la tesis que mantenía en la entrada del 22 de noviembre de 2005 que resumía en la siguiente frase: "La mitología religiosa, medieval y obsoleta, continúa retrasando el progreso de la ética, la cultura y las ciencias".

    El experimento social ha surgido como consecuencia de la publicación de caricaturas del profeta Mahoma en varios diarios Europeos. Desde mi punto de vista, todo empezó con un pequeño despropósito del diario Danés Jytllands-Posten que no calibró o no pudo calibrar las consecuencias políticas en un entorno internacional desfavorable y continuó con un despropósito mayor de los diarios europeos que reprodujeron las caricaturas. Sin embargo, coincido con el director del diario Le Nouvel Observateur Jean Daniel, cuya opinión publicaba el pasado sábado el diario El País en su sección de opinión:

    "...las caricaturas del periódico danés pueden ser condenadas en nombre del arte y de la sensibilidad. Pero no pueden prohibirse en nombre de los principios de una civilización."

Y casi de acuerdo con la opinión de Flemming Rose, editor del Jytllands-Posten según consta en el blog face of Muhammed

"Preguntarme si me arrepiento de la publicación de las viñetas es como preguntarle a la víctima de una violación si se arrepiente de llevar minifalda los viernes por la noche en la discoteca"

  Una analogía magnífica, excepto, que desde mi punto de vista, no recoge toda la sutileza del asunto. Quizás, si la víctima de violación se encuentra en un entorno hostil, un principio de prudencia en la vestimenta puede evitar males mayores innecesarios. A veces los hechos son obstinadamente contrarios a los principios. ¡Qué le vamos a hacer!

  El experimento pone de manifiesto una cosa: el mundo musulmán no tiene intenciones de salir de su particular Edad Media. Los 600 años de retraso de su profeta con respecto al cristiano parecen haberse reflejado en la historia.

    Pero no se crea nadie que el cristianismo ha sido mejor. Afortunadamente, los fundamentalistas cristianos están relativamente bajo control, aunque en el pasado no tan lejano ocurriese básicamente lo mismo:

Efemérides canarias del 7 de febrero: 1792.- El Santo Oficio insiste en censurar la obra de Viera y Clavijo por la forma despectiva que tiene de tratar las apariciones de las imágenes de la Candelaria, Virgen de la Peña y Nuestra Señora del Pino.

    Veamos un buen ejemplo actual de quienes tratan de burlar todavía la lógica más elemental a la hora de defender "su verdad" en las declaraciones del cardenal Julián Herranz Casado que pudimos leer en la sección de sociedad del diario El País del miércoles 1 de febrero de 2006

    "Se invoca a menudo el principio de laicidad, de por sí legítimo si se entiende como la distinción entre la comunidad política y las religiones. Sin embargo, distinción no quiere decir ignorancia; laicidad no es laicismo. Ustedes saben bien que el concepto de libertad religiosa no significa que todas las religiones son iguales, que todas son verdaderas, y que cada uno es libérrimo para escoger la que más le guste. Asistimos a una especie de retroceso de la civilización, donde se ponen al mismo nivel la verdad y el error, la libertad y el egoísmo, el deseo y el derecho, el interés privado y el bien público, hasta querer instaurar de hecho esa dictadura del relativismo de la que ha hablado Benedicto XVI. No sería justo llegar a una nivelación jurídica entre religiones, poniendo a la católica al mismo nivel que otras religiones."

    El cardenal usa magistralmente la falacia del tercio excluso. Sólo podemos elegir entre "la verdad" --la suya claro está-- y "laa dictadura del relativismo". Pues me temo que la que el señor Cardenal ignora es la que se lleva el premio. Y no es el relativismo --no todas las ideas son igualmente respetables, como ha defendido magistralmente el filósofo Fernando Savater-- ni la "verdad absoluta" de ninguna ideología o religión. La idea básica de la democracia laica curiosamente es la misma que la del método científico: intersubjetividad bajo unas reglas marco. Las reglas marco de la democracia son la declaración de derechos humanos y la constitución. Y la intersubjetividad en democracia se llama negociación.

    Pero volvamos al tema de las viñetas. ¿A qué viene ahora esta reacción desproporcionada?. Ésta no es la primera vez, ni mucho menos, que se publican imágenes o viñetas de Mahoma. En esta página se puede ver una magnífica colección de ellas. Y, como siempre ocurre, la prohibición de la reproducción de imágenes del profeta es una interpretación, desde mi punto de vista, no demasiado obvia de las palabras del Corán. La BBC ha puesto un pequeño FAQ al respecto donde se citan los versículos coránicos que se interpretan como dicha prohibición

capítulo 42, versículo 11: "[Alá es] el creador de los cielos y la tierra... [no hay] nada semejante a [como una imitación de?] Él".
capítulo 21, versículo 52-54: "[Abraham] dijo a su padre y a su gente: '¿Qué imágenes son esas que adoras?'. Ellos dijeron: 'Nosotros encontramos a nuestros padres adorándolas'. Él dijo: 'Ciertamente ambos, ustedes y vuestros padres, han cometido un error manifiesto.'"

    Sin embargo, la prohibición de la reproducción de imágenes tiene ciertamente una antigua tradición en las grandes religiones monoteístas. El título de la entrada de hoy está inspirado en un capítulo de la magnífica obra del historiador Daniel J. Boorstin Los Creadores (Crítica 1994). En ella podemos leer:

    "'Los ángeles --afirmaba el profeta Mahoma-- no entrarán en una casa en la que hay una representación histórica o un perro.'. El día del Juicio Final los más duramente castigados serían --junto con quien hubiera asesinado a unn profeta y se hubiera apartado del conocimiento recto-- 'los que realizan imágenes'. Dado que el Corán no prohibía explícitamente las imágenes, la notable hostilidad musulmana hacia las imágenes procedía de tradiciones (hadiths) del profeta".

"Pero la pasión musulmana contra las imágenes es un producto espontáneo de la historia y la sociedad musulmanas. Aunque en el Islam no hubo nunca un arte específicamente religioso, el mundo árabe musulmán fue fecundo por lo que respecta a otras manifestaciones artísticas. La historia de las artes en el islam expresa la lucha por establecer su singularidad, revela sus problemas en un mundo de infieles y testimonia su lucha sin esperanza por afirmar la existencia de Dios el creador negando al hombre creador.

[...]. La influencia personal de los numerosos judíos conversos al Islam reforzó su temor semítico tradicional frente a la representación humana en la escultura y la pintura. Hay que mencionar también los esfuerzos del profeta y sus discípulos por distinguir su fe de las religiones paganas a las que había desplazado.[...] El Islam, al afirmar el «rígido monoteísmo» de un dios que tenía el monopolio de la creación, rechazaba plenamente las tentaciones del hombre por competir con Dios con sus pretendidos actos de creación.

[...] El artista, con su pretensión de convertirse en creador, niega que esa condición sólo corresponda a Dios y comete blasfemia en cada una de sus pinceladas.

[...] El hombre musulmán (¡y sin duda la mujer musulmana!) no fue hecho a imagen de Dios, sino que era tan sólo una imagen realizada por el único hacedor de imágenes.

    Bueno, queda demostrado que un musulmán no disfruta precisamente viendo imágenes de su dios y/o profeta. Pero los musulmanes moderados coinciden en una apreciación de sentido común realizada por el edito del diario jordano al-Shihan

     Musulmanes del mundo, sean razonables. ¿Qué causa más prejuicio contra el Islam: estas caricaturas o las imágenes de secuestradores cortándole el cuello a sus víctimas en frente de las cámaras o un atacante suicida que detona su bomba durante una boda en Amman?

Y por supuesto, si la intención del diario danés fue de provocar e insultar a los musulmanes, tampoco diarios árabes pueden jactarse de no haber hecho lo mismo con los israelíes o los americanos, como pueden verse en las caricaturas de esta página.

    ¿Y quién está detrás de todo este asunto?. Cada uno por supuesto señala según su marco ideológico. La publicación conservadora danesa podría querer provocar reacciones xenófobas del tipo que podemos leer en este blog.

    Por supuesto, están aquellos que apuntan a que las revueltas están dirigidas por los radicales apoyados por algunos gobiernos que aprovechan para sacar partido en sus posiciones de confrontación con occidente, tales como Irán, Arabia Saudí o Siria.

    O los que piensan que todo es una estrategia para preparar a la población europea y estadounidense para que no les parezca del todo mal una posible invasión de Irán.

    En definitiva, en esta confrontación salen ganando los radicales de ambos lados y perjudicados los sectores moderados de ambas partes.


Sábado, 11 de febrero de 2006

    La magia de las imágenes...y dos...

    Fernando Savater escribe un magnífico artículo de opinión hoy en el diario El País. Savater, en su lucha contra el nacionalismo radical en el País Vasco, nos ha acostumbrado a una honradez intelectual muchas veces reñida con la corrección política tan en boga en la sociedad actual. Al respecto, terminaba mi entrada anterior con la corrección política de dejar abierta todas las opciones de explicación, cuando ciertamente sólo una rondaba mi mente, pero Savater cierra perfectamente el círculo explicativo que yo no me atreví afirmar de forma rotunda.

    Respecto a los que apuntan a una provocación de la extrema derecha, dice Savater: "El corresponsal de EL PAÍS, Antonio Caño, aclara (6 de febrero de 2006) que el Jyllands-Posten es 'una publicación de centro-derecha, seria y respetada'".

    En cuanto a la llamada a la moderación del diario Jordano al-Shihan, Savater comenta: "Desgraciadamente no tendremos ya respuesta ni debate, porque el semanario fue de inmediato cerrado y su director despedido. Como escribe en Charlie-Hebdo Tewfik Allal, portavoz de la asociación del Manifiesto por las Libertades (creada en 2004 por franceses de cultura musulmana), 'hay ciertamente mucha gente que piensa lo mismo en tierras del Islam, pero no tienen derecho a decirlo: es a ellos a quines falta más gravemente la libertad de expresión'. Quizás, esas caricaturas no ofenden ni a todos los musulmanes ni a quienes viviendo en teocracias no comparten esa religión pero tienen que disimular: al contrario, quizás expresan el más secreto y sincero pensamiento de tantos que están hoy reprimiendo por temor sus ganas de desahogarse intestinalmente sobre los mahomas de pacotilla que les oprimen...[...O aquellos que pudieran pensar la caricatura] de Mahoma con una bomba escondida en el turbante como una sátira contra quienes utilizan bárbaramente su doctrina para justificar atentados de inspiración política".

    Respecto aquellos que dudan de quién está detrás de las manifestaciones, Savater comenta:

    "Las algaradas multitudinarias en las teocracias islámicas están prefabricadas sin duda por sus dirigente, como las manifestaciones por un Gibraltar español que organizaba cada cierto tiempo el régimen de Franco".

    Savater también es claro sobre los que han hablado con cierta ambigüedad en la defensa de la libertad de expresión:

    "Jean Daniel nos informaba en estas mismas páginas de que él acepta la blasfemia siempre que vaya acompañada de buen gusto y dignidad artística: es de los que sólo disfrutan los strip-teases cuando se realizan con música de Mozart, que para eso estamos en su aniversario"

    "Hemos escuchado a muchos defender con vehemencia la sacrosanta libertad de expresión. Y hablar de que no debe utilizarse para faltar al respeto debido al prójimo. ¿Por qué lo llaman respeto cuando quieren decir miedo?. Uno respeta mucho más a otro cuando le hace bromas o críticas, incluso de mal gusto, porque le considera un ser civilizado que no va a asesinarle por ello... que cuando guarda pío silencio y baja los ojos ante quien considera un loco furioso, capaz de partirle la cabeza a hachazos."

    "De modo que, mientras me dejen, me atengo mejor al credo propuesto por el ex situacionista Raoul Vaneigem: 'Nada es sagrado. Todo el mundo tiene derecho a criticar, a burlarse, a ridiculizar todas las religiones, todas las ideología, todos los sistemas conceptuales, todos los pensamientos. Tenemos derecho a poner a parir a todos los dioses, mesías, profetas, papas, popes, rabinos, imanes, bonzos, pastores, gurús, así como a los jesfes de Estado, los reyes, los caudillos de todo tipo...'. Amén".

    Y por supuesto, Savater arremete contra la responsabilidad de las confesiones que nadie se atreve a decir de forma tan clara y rotunda.

    "Todas la religiones son cruzadas contra el sentido del humor".

    "Lo amenazado en nuestras democracias no es sólo ni a mi juicio principalmente la libertad de expresión. No, lo que nos estamos jugando es precisamente la libertad religiosa".

    "La religión es un derecho de cada cual pero no un deber de los demás ciudadanos ni de la sociedad en su conjunto".

    "Cada uno puede cultivar su 'verdad privada' religiosa pero estando dispuesto llegado el caso a ceder ante la 'verdad pública' científica o legal que debemos compartir. La religión es algo íntimo que puede expresarse públicamente pero a título privado: y como todo lo que aparece en el espacio público, se arriesga a críticas, apostillas y también irreverencias".

    "Hay personas [entre las que desde luego me encuentro] cuya convicción en el terreno no religioso no es una fe en algo sobrenatural, sino un naturalismo racionalista que denuncia como nefastas para la humanidad las supersticiones y las leyendas convertidas en dogmas. Tienen derecho a practicar su vocación religiosa como los demás y son tan piadosos como cualquiera... a su modo. Voltaire o Freud son parte de nuestra historia de la religión ni más ni menos que Tomás de Aquino. Con el valor añadido de que sus creencias racionalistas han colaborado con el fundamento de la democracia moderna, la ciencia y el desarrollo de los derechos humanos en mucha mayor medida que los artículos de fe de cualquier iglesia".

    Quizá el ejemplo de Freud no haya sido precisamente el más apropiado, pero eso no invalida la evidencia.

 "Pero lo que pretende el imán Abú Labán en Dinamarca, o los feligreses de la mezquita de Regente Park londinense, que se manifiestan con pancartas donde se lee 'Prepararos para el verdadero holocausto' o 'Liberalismo go to hell!', es acabar con la libertad religiosa de las democracias y sustituirla por una especie de politeocratismo en el que deberán ser "respetados" (léase temidos) los integristas intocables de cada una de las doctrinas y no tendrán sitio lo que se oponen por cuestión de honradez intelectual a todas ellas. Es algo de lo que no faltan signos inquietantes en las reclamaciones intransigentes de otras confesiones."

   El absurdo (desgraciado, eso sí) queda perfectamente reflejado en la siguiente viñeta


Miércoles, 22 de febrero de 2006

    Tecnología imparable.

    Para terminar con el asunto de las caricaturas, hay dos opiniones contrapuestas procedente de personas que viven en Europa y Nueva York respectivamente pero son de origen musulmán y que me han llamado poderosamente la atención.

    Una  es el discurso pronunciado en Berlín por la diputada holandesa de origen Somalí Ayaan Hirsi Ali "El derecho a ofender"  y otra es la de Abbas Raza que podemos leerla en el magnífico blog 3quarksdaily.

    Quizás Abbas Raza esté en lo cierto que se ha centrado el debate en un aspecto que no es el más importante en este caso.

    Siguiendo con la idea peligrosa de 2006 del portal Edge mencionada en la entrada del 21 de enero,  el tecnólogo Ray Kurzweil especula sobre la evolución imparable de la tecnología. Kurzweil es conocido en entornos transhumanistas por su teoría de la singularidad, basada en su ley doble exponencial de la evolución tecnológica. Kurzweil tiene un artículo muy extenso con comentario de los lectores en esta página.

    La idea básica de Kurzweil es extender la ley de Moore a muchas otras facetas de la tecnología y la economía. La ley de Moore dice que la densidad de componentes de un circuito integrado se duplica cada 18 meses. Más interesante es la representación capacidad de cálculo por unidad de coste a lo largo del tiempo.

Representación logarítmica de la evolución temporal de la potencia de cálculo en Mips (millones de instrucciones por segundo) por cada $1000 de 1997. El aumento progresivo de la inclinación de la tendencia implica que la evolución es más rápida que una exponencial —una línea recta en esta representación— y probablemente sea una doble exponencial —una exponencial en esta representación— . Adaptada de Hans Moravec 1998: "When will computer hardware match the human brain?", Jour. of Transhumanism, Vol.1

Esto significaría que en un par de décadas más, un portátil normalito podría tener capacidad cerebral de cómputo. Kurzweil saca conclusiones algo extravagantes de este hecho. Pero tener capacidad cerebral de cómputo no implica por supuesto, que nuestro portátil dentro de dos décadas pueda pensar como un ser humano, o mejor aún, que nuestras mentes puedan ser simuladas en un ordenador, como sugiere Kurzweil. Pero la doble exponencial en el crecimiento de la capacidad de cómputo es desde luego muy sugerente con nuestras posibilidades futuras probablemente a más largo plazo.

    Este tipo de especulaciones informadas son comentadas en un artículo en preparación.


Viernes, 24 de febrero de 2006

¿Herencia o educación?

    ¡Vean el hermoso regalo que me ha dado hoy la naturaleza!.

Cuando uno tiene un hijo es inevitable que empiece a plantearse cómo debe educarlo, qué debe de hacer en las diferentes situaciones, etc. Algunos padres pueden caer en la irresponsabilidad más absoluta, pero pienso que también se puede estar dando en muchos casos lo contrario: padres que quieren tener el control sobre cada uno de los aspectos de la educación de sus hijos y cuando creen que algo ha fallado se sienten tremendamente culpables porque piensan que han fracasado como padres. Nuestra sociedad es implacable al respecto. Cuando vemos un niño con mal carácter o mal educado inmediatamente pensamos en los padres como responsables. Pero, ¿qué tiene que decirnos los estudios al respecto?. ¿Cuál es la influencia de los genes?. ¿Cuánta influencia tiene el entorno familiar?. ¿Cuánta el entorno social, la televisión, los profesores, los amigos?.

    Empecemos con los genes. En la entrada del 06/11/05 comentábamos que los genes han evolucionado para interaccionar con el entorno de tal forma que no existe siempre un gen o grupo de genes para tal o cual comportamiento. El comportamiento viene habitualmente como respuesta a la interacción genes/entorno. La pregunta es entonces, ¿controlando apropiadamente las condiciones ambientales podemos determinar la personalidad futura de nuestros retoños?. La respuesta más probable según Judith Harris, autora del el libro "El mito de la educación" (Mondadori, 2002) es que la influencia de los padres en la futura personalidad de sus hijos es muy limitada. Puede leerse su opinión en Edge y el artículo que dio origen al libro.

    Harris afirma

"Se ve mi idea como peligrosa, pero no creo que sea así. Al contrario, si la gente la aceptara, podría ser un soplo de aire fresco. La vida familiar, para padres e hijos, podría mejorar. Mirad lo que ocurre ahora como resultado de la fe, obligada en nuestra cultura, en el poder de los padres para modelar las frágiles psiques de sus hijos. Los padres exhaustos en el esfuerzo de darle a sus hijos todo lo que estos demandan, no se dan cuenta que la evolución diseña a las crías ––tanto animales no humanos como humanos–– para pedir más de lo que realmente necesitan. La vida familiar se ha convertido en un paripé donde los padres están convencidos que los niños necesitan constante demostración de amor, así que ocurre que si estos padres no se sienten muy amorosos en un momento en particular o hacia un niño en particular, lo que hacen es fingir. Cuando la adoración se ofrece a sacos, pierde valor. Los niños se han convertido en los amos de la casa.

¿Y qué consiguen los padres con todo este sacrificio y esfuerzo?. Nada de nada. No hay ninguna evidencia de que los niños de hoy sean más felices, más seguros de sí mismos, menos agresivos, o mentalmente más sanos que eran los niños de hace sesenta años, cuando yo era una niña ––cuando los hogares se organizaban por y para los adultos, cuando el castigo físico se usaba rutinariamente, cuando los padres estaban generalmente poco disponibles, cuando la alabanza era un lujo, y cuando las expresiones explícitas de amor parental se dejaban para el lecho de muerte.

¿Es esta mi idea peligrosa?. Nunca he condonado el abuso o la negligencia con los niños; Nunca he pensado que los padres no importen. La relación entre padres e hijos es una muy importante, pero de la misma manera que lo es la relación de pareja. Una buena relación no es una en la que el objetivo principal de una parte sea modificar la personalidad de la otra.

Pienso que lo realmente peligroso ––quizás una palabra más apropiada sea trágico–– es la idea establecida del padre/madre todopoderoso, y por tanto totalmente censurable.


Viernes 24 de marzo de 2006

Freakonomics

   Estoy leyendo este best-seller a nivel internacional de los economistas Steven Levitt y Stephen Dubner (Ediciones B 2006) que es un libro provocador con mucho datos que parece contradecir muchas ideas populares establecidas. La lectura es muy amena y bueno, amo el tipo de libro que tiene muchos datos aunque después estén equivocados. El estilo me recuerda la manera de escribir de John Allen Paulos, el matemático y divulgador de otro Best-Seller, El hombre anumérico (Tusquets 1990) o de otro economista provocativo aunque más tradicional como Paul Krugman (El teórico accidental Crítica 1999). El libro tiene un blog asociado.

   Uno de los primeros asuntos que trata el libro es sobre las causas del descenso de la criminalidad en EEUU durante los noventa. Ya en la entrada del 23/12/05 me había interesado por la relación entre la circulación de armas de fuego y las tasas de asesinatos y en la entrada del 23/01/06 donde me interesé por la relación entre tasas de asesinatos y pena de muerte. Pues bien, si allí se comentaban que la sabiduría popular al respecto pudiera estar equivocada, agarrense fuerte cuando uno de los autores de Freakonomics apunta a que una causa mayor podría ser la ¡despenalización del aborto! en los setenta. El hecho parece compatible con lo que comentaba el genetista de la conducta David Lykken y que mencionaba en la entrada del 21/01/06. Hay referencias interesantes al respecto el blog de Freakonomics.


Jueves 24 de marzo de 2006

¡Díme que me amas... aunque sea mentira!

   En suplemento The New York Times del diario EL PAÍS de hoy había un artículo interesante sobre la frivolidad a la hora de gastar el dinero. La conclusión era que hombres y mujeres eran igual de frívolos, pero su frivolidad tenía dos direcciones diferentes. En el caso de la mujeres relacionada con su apariencia. En el caso de los hombres con su estatus social. Según los biólogos/psicólogos evolucionistas, eso tiene mucho sentido desde el punto de vista de la selección sexual. Se trata de una cuestión de inversión parental. Una mujer necesita invertir unos pocos años de cuidados de un hijo para que sus genes pasen a la próxima generación. Un hombre puede dedicar esos pocos años a procrear y confiar en la supervivencia de algunos de sus numerosos retoños. Así, las mujeres valoran en los hombres la ayuda en la crianza, es decir, que le proporciones recursos, lo que está relacionado con el status social del hombre: las mujeres valoran el status social del hombre. Los hombres en cambio buscan mujeres que fertilizar. Los hombres buscan mujeres con aspecto que refleje fertilidad. Los hombres valoran el aspecto de una mujer y su juventud. En definitiva, las mujeres tienen razones biológicas para preocuparse por su aspecto y los hombres razones biológicas para preocuparse por su estatus.

   Desde luego, no hacía falta la biología evolucionista para llegar a una conclusión que un buen observador conoce. Y ese aspecto todos somos buenos observadores pero igualmente hipócritas, aunque la mayoría del tiempo sólo asumamos inconscientemente nuestros roles de género.

   Otro artículo adyacente en el mismo diario nos comenta una predicción sorprendente de la teoría de la batalla madre/feto por la supervivencia (quizás sería mejor decir “conflicto evolutivo”). La preeclampsia es una cuadro médico de los últimos estadios del embarazo caracterizada por un aumento de la tensión arterial. Según la teoría del “conflicto evolutivo” defendida por David Haig, biólogo evolutivo de Harvard, ese cuadro debería estar producido por el feto, que conseguiría así mayor tensión en la placenta y mayor flujo de nutrientes. Efectivamente, varios laboratorios encontraron en el flujo sanguíneo de las mujeres afectadas por preeclampsia unos niveles anormalmente elevados de una proteína. ¿A qué no adivinan quién es el responsable de ese aumento?...

   Pero no se piensen que la madre no presenta batalla. Parece ser, según el mismo artículo, que la madre podría bloquear algunos de los genes del hijo. De hecho, parece que se han visto hasta 70 pares de genes en los que la copia de uno de los progenitores no fabrica proteínas. Ese proceso de bloqueo no se entiende muy bien, pero bien podría ser debido en parte a la lucha de la madre contra posibles “ataques” del feto.

   ¿Qué tiene en común estos dos artículos?. Al menos, en mi cabeza rondaba el modelo de gen egoísta que mencionábamos en la entrada del 06/11/05. Y entonces me acordé de un artículo que en su día me llamó mucho la atención

de donde extraigo el siguiente material (del que hago una traducción con comentarios personales, con lo que invito al lector a leer la fuente).

   La biología evolucionista ha realizado un enorme progreso en entender las formas de vida que nos rodea en términos de “genes egoístas”. Es decir, uno no estaría muy equivocado en predecir las formas de vida que vemos si hace las siguientes hipótesis.

  1. Todos los gentes son inteligentes, desean sólo hacer más copias de sí mismos y eligen los comportamientos de la criatura que estos ayudaron a codificar con sólo este objetivo en mente.

  2. Todos los genes se enfrentan a una competición atroz con otros genes, incluidos los de la misma criatura.

  3. Los genes ignoran las circunstancias locales, asumiendo que el futuro es muy similar al pasado de unas cuantas miles de generaciones.

   Por supuesto, los genes no son de hecho inteligentes, pero actúan como tal, como amos implacables que serían si de hecho fuesen inteligentes. Nuestros genes no se preocupan por nuestra experiencia de placer o dolor. A nuestros genes sólo les importa que podamos anticipar ambas posibilidades. Cuando nuestros cuerpos no son por más tiempo capaces de reproducirse o de ayudar a aquellos que comparten nuestros genes a reproducirse, a nuestros genes deja de importarle si morimos o vivimos. Nuestros genes además nos mentirán si así mejoran las posibilidades de conseguir sus objetivos, tal y como hacernos pensar que nuestra felicidad depende más de lo que realmente lo hace de nuestro éxito. Nuestros genes pueden ser de hecho amos crueles.

   Algunos de nuestros objetivos coinciden muy aproximadamente con los de nuestros genes. Uno quiere criar niños, buscar parejas sexuales saludables y fértiles, estar saludable, tener amigos y aliados que le ayuden a uno y a sus hijos a sobrevivir, aprender cosas sobre el mundo que le rodea, etc.

   Pero uno también se preocupa por cosas como el amor, el humor, la conversación, la música, la moda, los deportes, la religión... De hecho, a veces llegamos a obsesionarnos con algunas de esas cosa.

   ¿Qué relación tienen estas cosas con los objetivos de nuestros genes?

   Nuestra mejor teoría de momento es que ese “mundo soñado” de nuestras mentes es producido por una fuerte selección sexual, de manera análoga a la gigantesca y colorida cola de un pavo real. Está ahí para impresionar a posibles parejas sexuales.

   Por alguna razón que todavía no está clara, nuestros genes han preferido no dejarnos percatar del todo de que la función principal de todo este despliegue mental es impresionar a posibles parejas sexuales. En vez de ello, creemos que esas cosas nos preocupan directamente. Excepto por el hecho, de que nuestro comportamiento sugiere que nuestro “mundo soñado” nos preocupa mucho menos de lo que profesamos.

   Veamos algunos ejemplos.

   Pensamos que mantenemos conversaciones para obtener información de nuestros interlocutores; de hecho preferimos hablar que escuchar (¡quizás esa es la razón por la que escribo este cuaderno de bitácora personal!).

   Si realmente pusiéramos todo el interés en sentar nuestras bases de cómo funciona el mundo, no deberíamos estar en desacuerdo en el grado que lo hacemos.

   Usamos vocabularios innecesariamente más amplios para comunicar nuestros mensajes.

   Tendemos a pensar que somos más capaces de los que realmente somos.

   Que nuestras pasiones hacia otros durarán más de lo que realmente lo hacen.

   Los estudiantes a veces dicen amar aprender y desear ir a las mejores escuelas. De hecho, cualquiera puede conseguir una educación gratuita de las mejores escuelas y universidades asistiendo a sus clases o a través del material que hay en internet (¡que es lo que personalmente hago... ahora tendré que descubrir el motivo oculto!)

   Los profesores afirman elegir sus carreras por sus ideas (¡no es mi caso...yo la elegí por la relación entre sueldo y tiempo libre!), pero sus conversaciones son en su mayor parte sobre cotilleos de trabajo, y su rendimiento cae enormemente cuando consiguen una plaza fija. (Aunque en el caso de los profesores de secundaria, yo diría que he conocido a tantos fijos como sustitutos de bajo rendimiento...Seguro que, como confirman las estadísticas, tiendo a considerarme por encima de la media...¡malditos genes egoístas!)

   La mayoría de las reseñas de arte o música hablan de las cosas que revelan las habilidades del artista y pocas veces del sentimiento que ese arte provoca en la gente.

   La gente devota de la caridad pocas veces presta atención a cómo se gasta el poco dinero que dona.

   En definitiva, nos preocupa más que la gente nos vea haciendo esas cosas e impresionarles que lo que estamos dispuestos a admitir. Y nos preocupamos menos por esas cosas a medida que nuestras oportunidades de ligar disminuyen con la edad.

   En el magnífico Best-seller Freakonomics que mencionaba en la entrada anterior, podemos encontrar varios ejemplos maravillosos de todo lo anterior. Uno de mis preferidos es el análisis racista del concurso “El rival más débil”. Recuerden las reglas: los concursantes responden preguntan y van acumulando dinero según las respuestas acertadas, pero en cada ronda, los concursantes votan para eliminar a uno de sus rivales. Bien, el estudio de las eliminaciones demostraba, según los autores de Freakonomics, dos tipos de discriminación: basada en el gusto y basada en la información. Las personas mayores sufrían en el concurso el primer tipo de discriminación y los hispanos el segundo tipo, probablemente por considerar que estos son en general menos capaces.

   La discriminación social de los ancianos parece ser una circunstancia que va en aumento. En sociedades primitivas los ancianos podían aportar sabiduría, es decir, información útil para las nuevas generaciones. Hoy la situación es más bien al contrario. Desde el punto de vista de los genes egoístas, no sólo es importante que una criatura comparta nuestros genes. También cuenta las probabilidades de que pueda transmitir esos genes. Esa regla explicaría por qué los padres en general aman más a sus hijos que viceversa. Aunque mutuamente comparten la mitad de los genes, los genes del hijo tienen más probabilidades de pasar a la siguiente generación. Aquí los ancianos están en clara desventaja evolutiva y los más jóvenes tienden consciente o inconscientemente a discriminarlos. ¡Se trata de máquinas de genes inservibles!.

   Antes de que el lector empiece a pensar que todo lo anterior, si fuese cierto, terminaría con todo lo que creemos que nos hace humanos y todo lo que nos gusta de ser humanos me gustaría decirle dos cosas.

   Con todo esto de los “genes egoístas” intentamos entender cómo funciona el mundo y no es de ninguna manera una forma de decirnos cómo debería ser el mundo.

   Saber que nuestro comportamiento y el de los demás es debido a, no significa que no podamos seguir disfrutando, como lo hemos hecho siempre, de interpretarlo en términos de nuestro “mundo soñado”. Hanson nos pone el ejemplo del film Matrix. Para el que no lo conozca, Matrix nos plantea cómo la inteligencia artificial del futuro controlan nuestro mundo y utiliza a los seres humanos como generadores de energía biológicos. Mientras, han conectado los cerebros de todos los humanos a una forma de realidad virtual bastante fiel al mundo de finales del siglo XX para que estén entretenidos viviendo unas vidas virtuales y no interfieran con sus planes. En la película, algunos humanos han conseguido desenchufarse de ese mundo virtual y conocer la deprimente realidad. Entonces luchan por salir de ella. Si nuestros genes son las máquinas inteligente de Matrix y nosotros los humanos, esta vez, a diferencia de en la película, no podemos elegir. Tenemos que quedarnos en Matrix. Pero eso es precisamente lo que hicieron algunos humanos en la película: prefirieron llevar una vida maravillosa aunque fuese virtual que una vida en el horror por muy real que ésta pudiese ser.

   Es más, la gente no sólo prefiere la vida “virtual” de su “mundo soñado”, sino que aún ese mundo les parece “demasiado real” y gastan cada vez más tiempo viendo la televisión, jugando con la consola de juegos o conectados a internet. Nuestras ciudades actuales guardan poca relación con la sabana que nos vio nacer como especie. De hecho, si nos fijamos en internet nuestro nuevo y particular mundo virtual, nuestro “mundo soñado” se está comportando exactamente igual que nuestros “genes egoístas”. En nuestro “mundo soñado” hemos visto que aunque busquemos nuestra “media naranja” ideal generalmente las mujeres buscan hombres con estatus social y los hombres mujeres físicamente deseables. Por eso necesitamos maquillar la realidad para lograr esos objetivos...¡y luego los egoístas eran los genes!. Así, en las páginas de contactos la gente...¡ta chan! miente. En una estadística extraída de las páginas de contactos que aparece en Freakonomics podemos leer cosas interesantes:

   Ambos sexos declaran una altura unos cinco centímetros por encima de la media. La altura está relacionada tanto con el estatus social (una persona suele tener en media más posibilidades de éxito) como con un físico atractivo.

   El peso corporal de los hombres correspondía a la media, mientras que el de las mujeres estaba unos 9 kilos por debajo de la media.

   Un hombre que no incluye foto obtiene un 25% menos de respuestas. Una mujer que no lo hace sólo alcanza en promedio 1/6 de las respuestas que una que sí incluye la foto.

   Los hombres que dicen buscar una relación estable obtienen mejores resultados que los que buscan un amante ocasional. En cambio, una mujer que diga buscar un amante ocasional cosecha un enorme éxito.

   Los hombres que dicen tener mayores salarios tienen más éxito. En cambio el salario de una mujer, mientras no sea excesivamente bajo o excesivamente elevado no es vinculante.

   Decir que se es rubia, tiene el mismo valor que un título universitario...¡de ahí que tantas mujeres se tiñan, pues es más fácil y más económico ir a una peluquería que a la universidad!.


Martes 11 de abril de 2006

Verdades, mentiras y estadísticas.

   El blog Malaprensa se ha convertido en uno de mis favoritos. Todos desconfiamos de las estadísticas, pero a su vez a todos nos encantan. Por ello hay un documento imprescindible, divulgativo y que nadie debería perderse donde se explica cómo debe hacerse una estadística y en qué estadísticas podemos y no podemos confiar.

   Veamos una estadística aterradora para algún lector. ¿De qué moriremos?. Según el diario El País de hoy, los datos de 2004 para España son los siguientes (según puede consultarse en www.ine.es)

 

Total

Varones

Mujeres


Por cada mil

Varones

Mujeres

Total enfermedades

371.934

194.928

177.066


1000

524

476

Enfermedades isquémicas del corazón

38.840

21.898

16.942


104

59

46

Enfermedades cerebrovasculares

34.250

14.201

20.049


92

38

54

Insuficiencia cardiaca

19.123

6.553

12.570


51

18

34

Cáncer de bronquios y pulmón

19.065

16.632

2.433


51

45

7

Enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores

15.515

11.583

3.934


42

31

11

Demencia

11.039

3.469

7.570


30

9

20

Diabetes

9.966

3.924

6.042


27

11

16

Cáncer de colon

9.803

5.543

4.260


26

15

11

Alzheimer

8.013

2.519

5.494


22

7

15

Neumonía

7.356

3.847

3.509


20

10

9

Enfermedad hipertensiva

6.206

1.965

4.241


17

5

11

Cáncer de mama de la mujer

5.833

-

5.833


16

0

16

Cáncer de estómago

5.811

3.611

2.200


16

10

6

Insuficiencia renal

5.705

2.808

2.897


15

8

8

Cáncer de próstata

5.694

5.694

-


15

15

0

Accidentes de tráfico

4.867

3.730

1.137


13

10

3


   Por supuesto, lo que significa la tabla anterior es que si cuando el lector muera no ha cambiado nada significativo en estos datos, tendrá por ejemplo aproximadamente el triple de posibilidades de que sea de una enfermedad isquémica del corazón que de una demencia. Pero lo que realmente nos interesa es, ¿cuál es el riego de morir por causa de X en un determinado periodo de tiempo, digamos un año?. La cuestión no es obvia porque depende de factores como el sexo o la edad del lector.

   Los accidentes de tráfico pueden ser una cuestión diferente. Supongamos que el riesgo de accidente de tráfico puede ser en primera aproximación independiente de la edad. Lo que parece claro es que a los 25 los accidentes de tráfico pueden ser uno de los factores principales de riesgo de muerte, pero parece improbable que lo sea a los 50.

   Por ejemplo, unas 200 mujeres de edades entre 15 y 40 años mueren de cáncer de mama en un año, mientras que unas 500 lo hacen en accidentes de tráfico. Por encima de 40 años está claro que la mortalidad por accidentes de tráfico es parecida, no así la debida al cáncer de mama. Para deshacer un equívoco muy extendido en la actualidad, por violencia de género “sólo” mueren del orden de 50 mujeres al año.

   Este último dato pone de relieve una cuestión interesante: nuestra valoración del riesgo. Como dice Peter Sandman, los peligros que producen miedo a la gente y los peligros que matan a la gente son muy diferentes. Sandman lo ha formulado en una pequeña ecuación: riesgo = peligro + escándalo. Morir a manos de un marido celoso tiene una alta dosis de escándalo aunque no es muy probable. Suicidarse (unas 200 mujeres al año) es cuatro veces más probable, pero aparentemente no tan escandaloso ni tan mediático.

   Uno de los problemas en la valoración del riesgo es quizás que no existe una escala fácilmente comprensible y universalmente utilizada. A veces, cuando empleamos probabilidades, es realmente difícil valorar para el profano si un riesgo de 1 en 100,000 o 1 en un millón son muy diferentes o son riesgos que en sí deberían preocuparle o no.

   John Allen Paulos, el matemático y divulgador propuso en su Best-Seller, El hombre anumérico (Tusquets 1990) una escala logarítmica para un índice de seguridad o de peligrosidad. Sin mencionar la idea ¿original? de Paulos, un tal David Ritchie ha puesto un preprint en el sevidor de Los Álamos (donde suelen colocar los investigadores versiones previas de sus futuras publicaciones).

   Nuestras sensaciones subjetivas suelen ser con mucha aproximación funciones logarítmicas de los estímulos. Así por ejemplo, para medir la sensación sonora utilizamos los decibelios (dB) de tal forma que a un sonido en el límite de lo perceptible le asignamos 0 dB. Un susurro puede andar por los 10 dB mientras que el batir de las olas puede andar por los 40 dB, una diferencia de 30 dB que realmente significa una intensidad sonora de la fuente física unas 1000 veces más fuerte.

   Podría establecerse una escala decibélica para el riesgo que tendría más significado que la probabilista. Por ejemplo, morir a manos de un marido celoso en España tiene una probabilidad del 0,0000025, mientras que suicidarse tiene una probabilidad de 0,00001. Esos números tan pequeños tienen poco significado, pero expresado como índice de riesgo en algo similar a los decibelios podría ayudar. Sólo hay que tomar el logaritmo en base 10 de esos números y cambiarlo de signo. La escala iría desde 0, riesgo absoluto (mejor sería seguridad nula), habitualmente hasta 10 que equivaldría a riesgo inexistente a efectos prácticos (o mejor seguridad absoluta). Veamos cómo podría quedar una tabla de índices de seguridad (IS) de este tipo


Evento

IS

Sacar un 7 al tirar dos dados en la próxima jugada

0,8

Contraer el Sida en un solo contacto heterosexual con un portador sin usar preservativo (Fuente: El hombre Anumérico. Pag 38)

2,7

Muerte prematura a causa del tabaco (Fuente: El hombre Anumérico. Pag 149)

2,9

Contraer el Sida en un solo contacto heterosexual con un portador y usando preservativo(Fuente: El hombre Anumérico. Pag 38)

3,7

Accidente de tráfico en el próximo año

3,9

Muerte infantil por ahogamiento en una piscina particular (dato para EEUU. Fuente: Freakconomics. Pag.155)

4

Sufrir un homicido(dato para EEUU. Fuente: Freakconomics. Pag.32)

5

Que le caiga un rayo en el próximo año (dato para EEUU. Fuente)

5,4

Morir a manos de un marido celoso durante el próximo año. (Fuente: Malaprensa)

5,6

Muerte infantil por disparo de arma particular (dato para EEUU. Fuente: Freakconomics. Pag.155)

6

Contraer el Sida en un solo contacto heterosexual sin usar preservativo (Fuente: El hombre Anumérico. Pag 38)

6,7

Ganar la lotería primitiva jugando una apuesta

7,1

Contraer el Sida en un solo contacto heterosexual usando preservativo (Fuente: El hombre Anumérico. Pag 38)

7,7

Explosión de supernova dentro de unos 30 años luz de distancia (Fuente: David Ritchie 2005)

8.8



  Domingo, 8 de mayo de 2006


Nuevo blog


Sin poder resistirme a la nueva moda, he decidido trasladar este diario de reflexiones al blog Ecos del futuro. Resulta más cómodo así administrar las entradas y probablemente algún que otro lector que caiga por esta página lo agradezca.




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Copyright 2006 Pedro J. Hernández