Armas ligeras

 
Desde que finalizó la II Guerra Mundial, unos 30 millones de personas han perecido en los diferentes conflictos armados, 26 millones de los cuales lo han sido a consecuencia del impacto de armas ligeras, es decir, aquellas armas convencionales que pueden ser transportadas por una persona o por un vehículo ligero. 

Las consecuencias de la proliferación de las armas ligeras automáticas son la multiplicación de los puntos de violencia del planeta, y el alargamiento de los conflictos en el tiempo debido a que los combatientes disponen de munición abundante y sin interrupción. Las guerras actuales son mayormente civiles, y civiles son también sus víctimas. Las armas ligeras en manos de civiles incrementa las posibilidades de que en cualquier enfrentamiento se haga uso de las armas. Todo ello genera una auténtica cultura de la violencia y un fomento de las posiciones extremistas. 

El uso de dichas armas por parte de grupos organizados causa el terror, paraliza la producción, empobrece la población y brutaliza el comportamiento de muchos jóvenes. Además, incentiva y perpetúa las prácticas de limpieza social y/o étnica que se llevan a cabo en algunos países. 

La facilidad con que pueden venderse y comprarse armas ligeras es uno de los obstáculos de las sociedades que terminan con un conflicto armado y firman acuerdos de paz, puesto que este material queda a disposición de ex combatientes (y paramilitares) que suelen hallar dificultades para reintegrarse en la vida civil, con la consiguiente tentación de retomar las armas para sobrevivir. La proliferación de armas afecta a las capacidades de desarrollo de muchos países. 

En el pasado, gran parte del arsenal de armas fue suministrado por los EE.UU. y la URSS. Actualmente, algunos de los principales productores son Alemania, Austria, Bélgica, Brasil, Bulgaria, China, Egipto, EE.UU., Francia, Israel, Polonia, Gran Bretaña, Rumania, Rusia, Singapur y Sudáfrica. Unas 300 empresas operan en tales países, cuya exportación puede tener un valor superior a los 6 mil millones de dólares anuales. Muchas veces, estas armas son vendidas mediante trueque de drogas o materias primas y recursos naturales, tanto entre intercambios gubernamentales como en el mercado negro. 

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