CONTAMINACIÓN AMBIENTAL

 
El hombre contamina el aire, los suelos y las aguas. Las nuevas sustancias que el hombre ha ido introduciendo en la biosfera no desaparecen, sino que van aumentando su concentración a lo largo de las cadenas alimenticias, y el eslabón final es él mismo. Los peces de casi todos los mares pueden llevar mercurio -eliminado por la industria en el mar- que han acumulado en sus cuerpos. La continua aportación a la atmósfera de gases procedentes de las fábricas y motores de combustión llega a ocasionar una niebla permanente que disminuya la cantidad de luz y, por tanto, la fotosíntesis y la cantidad de oxigeno que es renovado constantemente por la flora. Muchos ríos o lagos de países industrializados han visto disminuir o perder la fauna natural debido a la gran cantidad de detergentes y desechos industriales arrojados. 

Por lo que respecta a la polución atmosférica, las fuentes de contaminación son la industrial -a través de los humos de descargaa de sus chimeneas que conllevan gases tóxicos e irritantes-; la calefacción urbana, básicamente en las grandes ciudades, cuyos residuos producen anhídrido sulfúrico y partículas de hollín; y la circulación de los automóviles, cuyos tubos de escape producen monóxido de carbono, óxido de nitrógeno y plomo. En conjunto, además de afectar a la calidad de vida de las personas y equilibrio ecológico, la contaminación produce enfermedades respiratorias. 

Las aguas marinas también son afectadas por diversos tipos de polución. En primer lugar, por la debida a todas las aguas residuales que las concentraciones urbanas echan al mar y que no se diluyen fácilmente, y así se forma una ancha zona contaminada que bordea las costas más pobladas. Detritos, diversas substancias contaminantes y bacterias se extienden a las playas, lugares de cría de moluscos, etc. Mareas y corrientes facilitan la distribución de aguas contaminadas hacia lugares habitados, y su autodepuración en mucho más lenta de lo necesario. 

Otro tipo de contaminación marina se debe al petróleo y sus derivados; frecuentemente accidentes marítimos, vertidos diversos y los resultados de la limpieza de los depósitos de barcos petroleros. Finalmente, la polución debida a desagües de industrias.
 

Contaminada en superficies por los residuos no tratados de las ciudades y el subsuelo por los abonos agrícolas, el agua está amenazada en todas partes. A estas contaminaciones se ha añadido la nueva amenaza de los accidentes industriales. 

La contaminación del campo se debe a la infiltración y disolución de abonos (nitratos), la fumigación con pesticidas, los restos orgánicos de la ganadería en el suelo, los vertidos de aguas saturadas de la industria agroalimentaria, la degradación ecológica por aporte excesivo de fertilizantes... 

La industrial, a la apertura de galerías mineras que favorecen las infiltraciones de sal potasa, por ejemplo, en el terreno; los gases tóxicos que se disuelven en el agua de las precipitaciones y la potencial ruptura accidental de las canalizaciones de las industrias de transformación; los vertidos de aguas con metales pesados, cadmio, plomo, arsénico y compuestos orgánicos de síntesis; el almacenamiento deficiente de productos químicos; los gases de los escapes y aceites en la carretera de los transportes; la polución térmica por agua caliente de las centrales nucleares; el arrojo de desperdicios en el mar de los buques... 

La urbana, a la contaminación del agua depurada por canalizaciones obsoletas y a la disolución de barros de depuración en el tratamiento del agua; la contaminación de las aguas domésticas; la fuga de materia orgánica fermentable de las fosas sépticas; el vertido de aguas usadas no depuradas del alcantarillado; los vertidos de aguas de las coladas (fosfatos); el lavado de los suelos urbanos saturados de contaminantes diversos; la filtración de productos nocivos debida a descargas incontroladas... 


 
    El dióxido de carbono y el efecto invernadero están calentando el planeta. La destrucción del ozono debido a las actividades humanas ha llegado ya al punto en que los dañinos rayos solares, los ultravioletas B, llegan, en grandes zonas de la superficie terrestre, a niveles capaces de causar extensos daños a la vida. 

    Las dosis cada vez mayores de UV-B amenazan la salud y el bienestar humano, las cosechas, los bosques, las plantas, la vida salvaje y marina. Se ha producido una elevación de la tasa de cáncer de piel. La exposición a la radiación UV-B reduce la efectividad del sistema inmunológico. 

    Hay que prohibir la fabricación y uso de todos los compuestos destructores del ozono. La falta de agua, efecto del calentamiento del planeta, amenaza seriamente los medios de subsistencia de más de 1200 millones de personas, la cuarta parte de la población mundial. A pesar de las crecientes preocupaciones respecto a estos temas, las medidas de ámbito internacional encuentran escollos insalvables para su aplicación a causa del desarrollismo incontrolado, del consumismo y la miopía de los dirigentes políticos, cautivos de los intereses y la codicia de los clanes financieros. 


 
    El cambio climático, inducido por la actividad del ser humano, supone que la temperatura media del planeta aumentó 0,6 grados en el S.XX. La temperatura media del planeta subirá entre 1,4 y 5,8 grados entre 1990 y 2100. En el mismo período, el nivel medio del mar aumentará entre 0,09 y 0,88 metros. El aumento del S.XX no se ha dado en ninguno de los últimos diez siglos. 
    El cambio climático acelerará la aparición de enfermedades infecciosas, como las tropicales, que encontrarán condiciones propicias para su expansión, incluso en zonas del Norte. La Organización Mundial de la Salud advirtió que es probable que los cambios locales de temperaturas y precipitaciones creen condiciones más favorables para los insectos transmisores de enfermedades infecciosas, como la malaria o el dengue. 

    La atmósfera actúa como una trampa térmica y este efecto invernadero aumenta con la concentración de gases como el CO2. La actividad humana, la deforestación y, sobre todo, la quema de combustibles fósiles incrementan la presencia de este gas en el aire. La concentración atmosférica de CO2 se ha incrementado en un 31% desde 1750. 
    La cubierta de nieve y hielo ha disminuido en un 10% desde finales de los 60. Igualmente, se observa una reducción de los glaciares a lo largo del S.XX. Ha aumentado la temperatura superficial del océano y el nivel del mar entre 0,1 y 0,2 m. en el S.XX (y que irá en aumento amenazando de inundar a ciertos países).  También se registran cambios en el régimen de lluvias, en la cubierta de nubes y en el patrón de ocurrencia de fenómenos como la corriente cálida de El Niño, que se ha vuelto más frecuente. Tal aumento puede conducir a una mayor incidencia de enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera, y de las relacionadas con toxinas, como el envenenamiento por mariscos. 
    La única forma de frenar la modificación del clima es reducir drásticamente las emisiones de gases invernadero, como el CO2. Es necesario presionar a los gobiernos y empresas mundiales, básicamente, para que reduzcan las emisiones de CO2. 


 
    La incineración de los residuos es una fuente muy importante de contaminación ambiental pues emite sustancias de elevada toxicidad, a la atmósfera y genera cenizas también tóxicas. Al contaminar, pues, el aire que respiramos, el agua que bebemos y nuestros alimentos, la incineración afecta gravemente a nuestra salud. 

    Entre los compuestos tóxicos destacan -principalmente- metales pesados y las dioxinas. Estas últimas son extremadamente tóxicas, persistentes y acumulativas en toda la cadena alimentaria. Son sustancias cancerígenas y que alteran los sistemas inmunitario, hormonal, reproductor y nervioso. 

    En consecuencia, las empresas y las Administraciones deben invertir sus esfuerzos económicos y personales en desarrollar otras alternativas. 


 
    Los efectos de la radiactividad en los seres vivos son dañinos para su integridad física. Pueden ser inmediatos o tardíos, según la dosis. Cuando el organismo humano recibe de golpe altas dosis de radiación, puede sobrevenir la muerte. Cantidades altas recibidas en fracciones pequeñas y espaciadas producen efectos tardíos, como la leucemia, cánceres, cataratas y otros procesos degenerativos. Dosis bajas y espaciadas en el tiempo pueden producir efectos tardíos o anormalidades en las próximas generaciones. 

    El uso militar y comercial de la energía nuclear representan un peligro inaceptable tanto por sus emisiones rutinarias de radiactividad y los residuos que generan, como por el riesgo de accidente que su funcionamiento supone. Es preciso abandonar la energía nuclear. 

           Indice