ÁFRICA
Las incursiones en Africa por parte de colonizadores hispano-lusitanos a finales de la Edad Media no pasó, por lo general, de las costas debido a las dificultades y al desconocimiento de la geografía de este continente.
"ART.35. Las potencias firmantes de
la presente Acta reconocen la obliga-
ción de asegurar, en los territorios
ocupados por ellas en la costa del
continente africano, la existencia
de una autoridad suficiente para ha-
cer respetar los derechos adquiridos
y, llegado el caso, la libertad de
comercio y de tránsito en las condi-
ciones en que fuese estipulada."(Del Acta General de la Conferencia
de Berlín, 1885)La cosa cambió durante el siglo XIX y principios del XX, gracias a los avances técnicos, el interés de los científicos y la actitud imperialista de los países europeos, los cuales buscaban, en las inmensas y poco habitadas tierras africanas, sus riquezas minerales aún vírgenes. Por otra parte, sus costas eran suficientemente estratégicas para la navegación.
Los europeos habían ignorado durante largo tiempo el Africa negra. Herodoto creía que se trataba de un desierto despoblado e inhóspito; los antiguos pensaban que estaba poblado por monstruos.
En cambio, las crónicas medievales árabes referidas a Africa negra no hablan nunca de la zona como de un desierto humano. Al contrario, los estados se suceden, algunas ciudades son tan importantes como cualquier otra, los ejércitos de las monarquías negras cuentan con miles de guerreros.
A partir de la Edad Media, entre los muchos productos que aportaba el continente habían dos que centraban la atención de los europeos: el oro y los esclavos.
El proceso colonizador fue iniciado por los portugueses en 1443. Los motivos de Don Enrique el Navegante, poseedor del monopolio de la navegación africana de Portugal, eran la cristianización al sur de las tierras dominadas por musulmanes y abrir nuevas fuentes de riqueza. En 1445 los portugueses exploran la costa habitada por africanos, desde el norte del río Senegal hasta los ríos de Sierra Leona. Allí encuentran territorios densamente poblados en unas tierras llenas de vegetación y ricas en recursos. Pero más al sur los portugueses son detenidos por los indígenas. Así que se inclinan por el uso de la diplomacia, lo cual les saldrá más beneficioso ya que pronto algunos reinos locales les venden marfil, pieles, oro y... esclavos.
Algún reyezuelo local, como Mani Kongo, incluso asimila la cultura y la religión de los portugueses. Pero, a finales de su largo reinado, comprendió que Portugal sólo había aprovechado la franca acogida de su estado para vaciarlo de hombres y de mujeres, corrompiendo la administración y potenciando la secesión de sus provincias, hasta llegar a la total decadencia de un país diezmado por los mercaderes de esclavos y las guerras civiles con armas portuguesas.
Más tarde, los almirantes portugueses practicaron la guerra total con los africanos: destrucción de ciudades enteras, deportaciones masivas, exterminio de los ejércitos que se rendían, violación de acuerdos y palabras dadas... De las ricas ciudades orientales sólo quedaron ruinas o puertos empobrecidos. Después de los portugueses, otros europeos seguirían la obra "civilizadora", hasta repartirse Africa como un pastel. El comercio de esclavos a América acabó de dar el golpe de gracia al genocidio de los africanos.
El neocolonialismo aportó de nuevo la represión física al servicio de una explotación salvaje. No hubo bastante con sacar del continente su fuerza de trabajo, sino que se saqueó su riqueza natural aprovechando la diezmada población. Riqueza que creó frecuentes fricciones entre las diversas potencias coloniales; para evitarlas se reunió la Conferencia de Berlín (1884-85), en la que las potencias se comprometieron a limitar sus derechos de soberanía a las zonas ocupadas.
En el norte de Africa, los beréberes y los árabes perdieron mucha influencia en sus tradicionales corrientes del tráfico ante la ocupación francesa, que abrió nuevas corrientes y mercados. La moneda trastocó el comercio de trueque, así como el tráfico de los granos y de la lana. Ello también incidió negativamente en el prestigio y en la riqueza personal de las autoridades locales. Muchos pastores pasan de la tienda milenaria a la vivienda mísera con techo de paja o hierba y una sola habitación llena de humo y con parásitos. El nativo vegeta en la ciudad colonial sin capacidad de adaptación al nuevo funcionamiento; habita en ella míseramente y malviviendo como puede ante la decadencia de los pequeños oficios.
Con el neocolonialismo, la manera de administrar a los nativos varió según el país colonizador. Los ingleses solían aplicar el "indirect rulo", forma de gobernar respetando todo lo posible el poder tradicional. Los franceses convertían en funcionarios a los caciques lugareños; sin embargo, los nativos estaban sometidos a fuertes obligaciones como la de no poder dejar la propia colonia, la prohibición de asociarse y de reunirse, el trabajo gratuito para el mantenimiento de las vías de comunicación terrestres, la satisfacción de los impuestos, el servicio militar... Los belgas y los alemanes destacaban por su brutalidad. Cuando no había bastante con los latigazos, las multas y la prisión, entonces se enviaban a los niños y a las mujeres a campos cercados. Un comentarista procolonial de la época (Dr.Peters) lo dejó bastante claro: "Los africanos obedecen a impulsos y a móviles del todo diferentes a los nuestros. Si doy a un jefe negro un buey, se creerá con derecho a robar todo mi ganado. Si le doy un latigazo, se apresurará a traerme ganado. Si tratáis bien al negro creerá que le tenéis miedo. Si le maltratáis creerá en nuestra superioridad".
La ocupación del continente -que ya había sido traumatizado por la sangría de 40 a 60 millones de africanos del oeste, provocada por el tráfico de esclavos entre los siglos XV y XIX-, se inició desde la costa con la finalidad de unir los dos litorales opuestos que permitiría crear un "imperio continuo". No será hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando Africa empiece a recuperar su independencia.
La base de las culturas africanas ha sido la agricultura (extensiva). Esta aparece repartida entre minúsculos poblados de chozas muy alejadas unas de otras. La caza, la pesca, la ganadería, la recolección..., complementan su vida. Los otros sectores son escasos.
Los poblados africanos suelen estar habitados por grandes familias bajo el gobierno del jefe tribal, administrador de los bienes comunes. A veces hace también de brujo y se encarga de los secretos mágicos, de hacer de mediador e intercesor entre las fuerzas naturales y los mortales. A través de la magia, regula la producción agrícola, decide los territorios a roturar, reparte los trabajos agrícolas, provoca la lluvia...
Mientras que Africa negra estaba ligada a la economía de subsistencia, a una estructura social patriarcal y al animismo, los territorios islámicos lo estaban al tradicionalismo (que los alejará del desarrollo económico) y al fatalismo musulmán.
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