OCEANÍAHoy viven en Australia poco más de 200 mil aborígenes. Dos tercios de ellos, destribalizados, habitan los suburbios urbanos, marginados e inadaptados; otros viven aún en las zonas más inhóspitas, como el desierto central y las selvas del norte. Hasta 1967 no fueron reconocidos como ciudadanos australianos. La industria minera en el país está dominada por los intereses de las multinacionales, en apretada carrera para controlar los recursos. Algunos depósitos de minerales fundamentales se hallan en tierras aborígenes. En algunas comunidades nativas que ni siquiera tuvieron derecho a la negociación, sus derechos territoriales no estaban reconocidos y contemplaban impotentes cómo las compañías mineras violaban sus lugares sagrados, negaban su cultura y contaminaban y destruían su hábitat. El alcoholismo, la marginación, las enfermedades, los suicidios en la cárcel, la pérdida de su memoria y su historia como pueblo, la falta de objetivos en sus vidas, la frustración, la opresión..., se ha ido adueñando de los aborígenes. En Queensland, a pesar de que los aborígenes eran en 1976 sólo el 2% de la población, suponían el 35% de la población carcelaria. En Australia Occidental, donde eran el 2% de los habitantes, sumaban el 44% de los presos. Hasta 1968, el 11'5% de los aborígenes habían pasado por la cárcel, frente a solo un 0'44% de los otros australianos y que el 80% de las mujeres encarceladas eran aborígenes. Éstos padecen con frecuencia enfermedades contra las que habitualmente se realiza una inmunización general sistemática: tracoma, lepra, tuberculosis, bronquitis, neumonía y gastroenteritis son males endémicos.
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