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Julidochromis regani Poll 1942

Por Manuel Zapater.


En este artículo voy a intentar describir el mantenimiento y reproducción de una de las especies "grandes" de este género.

Dentro del género Julidochromis, las especies J. ornatus y J. transcriptus son de un tamaño raramente superior a 6 cm, mientras que J. dickfeldi, J. marlieri y la que es objeto de este artículo llegan a 10 cm, por lo que sus requerimientos son ligeramente diferentes.

Julidochromis regani es quizás la especie más común de este subgrupo de Julidochromis. De un tamaño vecino a los 10 cm, tiene un color de fondo crema o beige claro, con cuatro rayas horizontales casi paralelas que llegan desde la parte anterior de la cabeza hasta el pedúnculo caudal. Las aletas dorsal y anal están adornadas por otras dos líneas negras horizontales y la caudal por varias bandas negras más o menos verticales. El dimorfismo sexual es poco aparente, si bien en mi caso, las hembras siempre han sido de mayor tamaño que los machos.

Según mi experiencia, es mejor adquirir un grupo de 5 ó 6 juveniles de unos 3 - 4 cm de tamaño para introducirlos en un acuario de por lo menos 60 l, ya que no suele funcionar el adquirir un macho y una hembra subadultos, porque las relaciones interespecíficas no suelen ser demasiado buenas.

En caso de que decidamos dedicarles un acuario específico, será difícil tener más de una pareja, por lo que podría ser adecuado leer el artículo dedicado a cíclidos africanos para 60-100 l.

La forma alargada y cilíndrica de los Julidochromis está muy relacionada con su modo de vida, ya que normalmente viven entre los huecos de las rocas del lago Tanganyka. Es corriente verlos en el acuario nadando con el vientre casi pegado al sustrato rocoso, incluso en vertical con la cabeza hacia abajo.

Las condiciones de mantenimiento no son demasiado difíciles de satisfacer, la temperatura será de 24-25 ºC, pH superior a 7´5, dureza del agua superior a 20 GH e iluminación 12 horas diarias, eligiendo los tubos fluorescentes en función de la presencia o no de plantas en el acuario. La filtración deberá ser superior a 3 veces el volumen del acuario, pero procurando no crear corrientes demasiado fuertes. Cada semana debe renovarse al menos un 15-20 % del agua.

El decorado es aquello a lo que más atención debemos prestar, ya que es un pez que en su ambiente natural coloniza aquellas zonas rocosas con abundancia de fallas verticales. Para ello podemos utilizar diversos tipos de rocas, pero nunca está de más utilizar una gota de silicona en aquellos casos en que tengamos dudas sobre la estabilidad, pues la caída de una roca contra uno de los cristales de un acuario puede causarnos bastantes problemas... .

La alimentación en individuos reproducidos en cautividad no presenta ningún problema, aunque siempre es mejor que sea variada y de buena calidad. Disfrutan especialmente con alimento vivo del tipo de Daphnia (pulga de agua)o Artemia, aunque también pueden utilizarse papillas caseras con los ingredientes que cada uno crea más apropiado (eso debería ser objeto de otro artículo).

Nunca está de más recordar a aquellos que quieran mantener alguna especie de Julidochromis y consigan la formación de una pareja, las peculiaridades en el carácter de estos peces. Por alguna razón que aún no ha sido descubierta, la mínima alteración en un acuario puede provocar trágicos desenlaces. Así, se evitará alterar el decorado del acuario, una vez instalado y los peces acostumbrados a él, no hay que desplazar las rocas o macetas escondidas que se hayan dispuesto. Cada vez que queramos hacer un cambio de agua, intentaremos sacar la misma desde el filtro del acuario, siempre que este sea externo.

En mi caso, en todas las parejas que he tenido, las hembras han sido las de mayor tamaño, aunque esto no se cumple siempre, por tanto la diferencia de tamaño no es un signo claro para diferenciar los sexos, por lo que siempre será mejor conseguir un pequeño grupo de 5 ó 6 ejemplares de unos 4 cm a los que se dejará crecer juntos en un acuario. Es todavía difícil de asimilar la cantidad de acuariófilos que piensan que es un desperdicio económico adquirir 6 ejemplares jóvenes cuando es posible que eligiendo el mayor y el menor en el acuario del comerciante, se obtenga una pareja. Esto puede funcionar para cíclidos como Archocentrus (= Cichlasoma) nigrofasciatum o Pelvicachromis kribensis, pero casi nunca lo hace con los cíclidos africanos del lago Tanganyka. Hay que pensar que en el momento que se empiece a formar una pareja, siempre pueden retirarse del acuario el resto de congéneres (mejor hacerlo por la noche por los motivos anteriormente expuestos).

Para reducir la agresividad de la pareja, un truco consiste en emplear un grupo de peces pequeños y tranquilos que sirvan como "peces escuela", es decir que den seguridad a los cíclidos sin ser una amenaza para ellos. En un acuario de 100 l y teniendo en cuenta los requerimientos fisicoquímicos de los J. regani, un pequeño grupo de 6 guppys cuyos machos no tengan las caudales demasiado espectaculares, podrían ser una buena opción. Estos peces harán que la pareja se esfuerce más en mantener su territorio libre de intrusos, lo que creará una cohesión más fuerte entre ambos miembros. Además, en el momento en que tengan alevines, los guppys no son una gran amenaza y pueden ser rápidamente disuadidos de sus intenciones piscívoras.

Es curioso remarcar en acuario comunitario de al menos 200 l como las parejas de Julidochromis no tienen estos problemas de alteraciones súbitas de carácter, sino que el hecho de defender un territorio es el mejor estímulo para la pareja. Los compañeros ideales para esta especie son otros cíclidos de la tribu de los Lamprologini del lago Tanganyka. Siempre intentaremos que no haya especies demasiado grandes, por ejemplo, para 200 l podrían acompañarles: Neolamprologus leleupi, N. brichardi, N brevis, N. septemfasciatum (estos dos últimos con sus correspondientes conchas de caracol), Chalinochromis brichardi, etc. No es aconsejable poner especies demasiado grandes como N. tretocephalus, ni otras que sean similares en hábitos y coloración como los N. cilindricus, Chalinochromis brichardi, Telmatochromis bifrenatus, ni otras especies del género Julidochromis, ya que la competencia por el hábitat y el similar patrón de coloración pueden crear conflictos.

La reproducción no presenta demasiados problemas en el momento en que se tiene una pareja consolidada, aproximadamente cada 3 semanas, la hembra se retira a uno de sus escondites preferidos (macetas, medios cocos, cueva, etc) y pone unos 50 a 100 huevos dependiendo de su edad, tamaño y tiempo transcurrido desde la puesta anterior. El número de huevos y el tiempo entre cada desove están muy relacionados, siendo mayor el primero cuanto más tiempo pasa entre dos puestas consecutivas. Es difícil apreciar signos externos que indiquen la proximidad de una puesta, quizás podamos darnos cuenta del mayor volumen que adquiere la hembra, en el caso de que sepamos cuál de los dos peces es, pero no hay cambios de coloración ni comportamiento demasiado acusados. La hembra es quien vigila los huevos, mientras que el macho procura (y generalmente consigue) que ningún otro pez se acerque.

A las 72 h a 25 ºC eclosionan los alevines, de unos 3-4 mm de longitud, que empiezan a nadar libremente 3 o 4 días después, vigilados atentamente por ambos padres. Pueden alimentarse ya con cualquier tipo de comida, pero aprovechan de un modo bastante interesante la comida que los propios padres dispersan sobre ellos, una vez triturada en sus bocas. Los nauplios de Artemia recién eclosionados son también un excelente alimento para los primeros días de vida. En este caso, intentaremos parar la corriente del filtro y hacer que caigan cerca de la nube de alevines, aunque sin acercar ningún tubo de plástico, jeringuilla u otros objetos para evitar importunar a los padres. Pueden dejarse con los padres si el acuario es superior a 100 l en cuyo caso serán atendidos hasta la siguiente reproducción. También pueden ser recolocados en otro acuario menor en el cual se podrán criar de modo artificial.

Una vez que los padres tienen una segunda nube de alevines dejan de ocuparse de los mayores, que son expulsados del territorio, pero no son amenazados hasta que no alcanzan por lo menos 3 cm, por lo que podemos ir retirando paulatinamente los peces a medida que veamos que alcanzan este tamaño (alrededor de los dos meses y medio - tres meses). En un acuario grande es obvio que pueden dejarse durante más tiempo los alevines que en uno pequeño. Yo mismo he tenido una pareja sola en un acuario de 200 l, con decenas de alevines de distintos tamaños, mientras que en uno de 60 l posiblemente los padres no admitan mas de una quincena de ellos siempre que no sean considerados una amenaza para sus hermanos pequeños. Quizás esta estrategia sirva en la naturaleza para que los juveniles que se refugian en el territorio paterno tengan asegurada su supervivencia hasta que su tamaño les permita ya defenderse por sí mismos y establecer sus territorios.

En resumen, es una especie muy interesante que puede ser mantenida en parejas en acuarios de volumen modesto (60-80 l) o bien en acuarios comunitarios a partir de 200 l. Su comportamiento y peculiar forma de natación son una atracción para los aficionados a los cíclidos del Tanganyka y contribuyen a animar el decorado rocoso de un acuario.

Manuel Zapater, marzo 2.000


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