· El ingreso a la "Cuarta Dimensión"
¿TRASPASO FISICO-CUÁNTICO O SIMPLE ACTITUD
MENTAL?
Hacia un aquí y ahora interdimensional a nivel
de conciencia
· Fanatismo vs. apertura mental
ESCEPTICISMO Y CREDULIDAD
Ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario
· Relativismo cientificoide
CIENTIFIQUERÍA
Desenmascarando a la pseudociencia oficial
De qué se trata realmente el cambio de dimensión que se anuncia
Parece ser que no se ha entendido bien qué
es, realmente, este proceso de "cambio dimensional" que, a nivel colectivo,
llevaría a la humanidad a una situación muy diferente de
la actual a nivel de conciencia. La expectativa de transformaciones moleculares,
haciéndonos poco menos que dioses interdimensionales en nuestros
movimientos, dominando la materia como verdaderos Cristos o magos, sería
preferible situarla con vistas a unas cuántas décadas adelante
en el mejor de los casos, o más bien cientos o miles de años.
Porque hablar de que el gran cambio será, como se anuncia, en el
2012 o el 2013 (que se nos vienen encima rápidamente a contramano
de nuestra lentitud evolutiva de conciencia), implica que "el mochaorejas"
preso en México se vuelva santo, que Bush se apacigüe y fraternice
con los musulmanes, o que los sionistas y el Vaticano distribuyan solidariamente
entre los pobres el dinero que succionaron de las economías tercermundistas.
No podría confiárseles a seres que
están siendo tan perjudiciales para la humanidad, acceso libre a
otras dimensiones, pudiendo así tornarse en infinitamente más
peligrosos de lo que son. Si algo tendrá que cambiar en este mundo
a largo plazo, será mejor que, por lo pronto, allá por los
próximos diez años, corruptos como los arriba mencionados
se queden donde están, mientras la humanidad avance pese a ellos.
Sin embargo, sí tendrán derecho -porque
es un derecho humano- a acceder a la misma conciencia de lo interdimensional
a la que tienen derecho los seres buenos y benefactores del prójimo.
Tanto corruptos como rectos en conducta, tienen derecho a lograr esa conciencia.
Pero, ¿de qué se trata ella?
Como entendemos más fácilmente las
cosas por su opuesto, vamos a comenzar por definir qué es inconciencia
de lo interdimensional: es pensar y vivir como si nuestra realidad, en
términos de espacio-tiempo, estuviera desconectada de otras realidades
espacio-temporales. Es pensar y actuar conforme a "la realidad", ser "realistas",
y no idealistas, utopistas, visionarios, porque lo que existe, lo que vemos,
lo que palpamos, "es lo único de lo que hay garantías; lo
único concreto y seguro para desarrollar un plan de vida". Si los
jueces son corruptos, no conviene estudiar Derecho, porque "la realidad"
es suficiente para desmotivar; ella se basta a sí misma para excluir
cualquier ideal de cambio en el sistema jurídico para ennoblecerlo.
Puede haber un futuro en el cual los jueces son honrados; ya se operó
el cambio en ese futuro, pero eso "no existe" para la mente que funciona
sólo en "la realidad" (ésta, el aquí y ahora, como
si acaso otros aquí y ahora de otros tiempos paralelos no fueran
también "realidades") y, por lo tanto, estudiar Derecho sería
apostar a un futuro incierto.
La mente que trabaja en "tiempo lineal", secuencialmente
sin conexiones con realidades temporales paralelas, es la mente de la Tercera
Dimensión; la del largo, ancho y espesor, tres dimensiones situadas
en una cuarta: el tiempo; pero no situadas, en ese tiempo, en un mismo
"ahora", sino en muchos. Hablar del "tiempo" como "Cuarta Dimansión",
implica todos los ahoras, y no que otras realidades estén fuera
del tiempo o más allá del tiempo. Están fuera o más
allá de éste tiempo, de ésta realidad, pero todos
los tiempos paralelos son, en sumatoria, un sólo tiempo que -y cómo
limitan las palabras- es más bien un no-tiempo. Las realidades fragmentarias
de la temporalidad son segmentos si los aislamos y desconectamos entre
sí; son realidades únicas cada una de ellas si cerramos nuestra
mente y nos situamos en un tiempo-espacio restringido, desde donde vemos
como irreales a los otros segmentos. En cambio, la conciencia funcionando
en Cuarta Dimensión percibe las relaciones intertemporales como
una dinámica en la que no hay necesariamente un antes y un después,
un atrás y un adelante en las situaciones: un determinado hecho
del presente puede ser causado desde el futuro; un futuro que se crea a
sí mismo actuando sobre su pasado. Viajeros del tiempo o proyecciones
de hechos futuros a clarividentes, o proyección de la mente de éstos
hacia el futuro, pueden ser alternativas de acción intertemporal,
interdimensional.
Por lo tanto, el tan mentado "paso a la Cuarta Dimensión"
para a partir del año 2012, quizá no vaya a ser otra cosa
que el logro de una masa crítica de mentes capaces de comprender
esta realidad interdiomensional, y producir en la humanidad una aceleración
en el cambio de conciencia lineal y fragmentaria acerca de lo que es el
tiempo y lo que es la "realidad".
Cómo operar el cambio
Pero ese cambio deberá proceder de hechos
concretos, y no de palabras o conceptos abstractos y pura teoría.
Son los ejemplos y no los discursos lo que puede producir cambios radicales
en el mundo. Y los únicos ejemplos efectivos de cómo se puede
trascender los límites de esta tridimensión en que hay que
"ser realistas", serán los individuos, grupos y organizaciones que,
con sus logros, demuestren que es mucho mejor "ser idealistas".
El idealismo no se genera en el tiempo secuencial:
es producto de una visión interdimensional de la realidad. Su alimento
es la idea de un futuro mejor, desde donde no meramente como imaginación,
sino incluso con percepciones extrasensoriales, conscientes o inconscientes,
se puede recibir información que haga que desde ese futuro se esté
modificando este presente. Un futuro que se esté creando a sí
mismo proveyendo de información a su pasado, en el cual los idealistas
estén con sus antenas receptivas desplegadas por su sola actitud
de no cerrarse en el "realismo". Porque saben que "el realismo se agota
en sí mismo", que no es capaz de crear, de generar cambios; sólo
preserva el statu quo.
Los preservadores de la realidad califican como
"fantasiosos" a los idealistas, porque son incapaces de comprender que
la realidad no es un fragmento de tiempo en un tiempo secuencial, sino
un tiempo global cuya fragmentación es ilusoria. Pero en la grandiosidad
del universo y de la Creación, hasta esa ilusión es también
una realidad. La paradoja de esto consiste en que la antinomia ilusión-realidad
comprende a la ilusión en la realidad, en vez de excluirla. Y ahora
veamos lo hermoso de la experiencia de la ilusión de la realidad
fragmentaria, viéndole su lado positivo.
En medio del naufragio
Es cierto que por haber perdido nuestra conexión
interdimensional, desde que ocupamos cuerpos con glándulas y mentes
bloqueadas, nos movimos como autómatas en una realidad que creíamos
única. En ella sufríamos y gozábamos las consecuencias
de no estar integrados al flujo multidireccional del tiempo. Llorábamos
por nuestros muertos sin comprender a dónde van, o sin siquiera
pensar que van a algún lado; simplemente creyendo que quienes vivían
entre nosotros ya no existen más. Gozábamos con los nacimientos,
creyendo que era el comienzo de una vida, ignorando que estábamos
sólo ante una manifestación más de continuidad existencial,
porque esa vida había pasado por muchas reencarnaciones, con sus
respectivos intervalos en otras dimensiones, y antes de todo eso, con un
origen extramaterial, fuera del mundo físico y del mundo-Tierra,
que resultaría inconcebible. Es cierto que esta llamada "ilusión
de separación" en la que hemos sido desconectados de otras realidades
del universo, nos ha hecho, como ignorantes, muy peligrosos, porque al
perder de vista las relaciones con nuestro pasado y con el futuro posible,
nos perdimos en el desarraigo cósmico e histórico, yendo
hacia lo desconocido sin condiciones de estar en el timón, destinados
al choque del futuro. Es cierto que los diseñadores cósmicos
-corruptos- del "plan del mundo" ingeniaron esa desorientación humana
e incapacidad de ver y hacer un futuro, y aprisionaron a la mente humana
con la idea de un futuro cerrado, inmutable, apocalípticamente catastrófico,
a lo cual resignarse... Y es cierto que, de esta manera, haber sido unos
"perdidos en el espacio-tiempo", náufragos inconcientes en el océano
de la Cuarta Dimensión, nos ha hecho evolutivamente pobres. Sin
embargo, veamos qué podemos rescatar de esta experiencia que no
le deseamos a nadie en mundos que no hayan pasado por esta situación.
Vida = intensidad
Es rescatable, entre tanta estupidez y locura resultantes
del aislamiento dimensional en que estamos, el lado bello de no conocer
lo que va a pasar. Estamos todos metidos en una fílmica comedia
dramática, en la cual ignoramos que habrá un final feliz,
y por lo tanto vivimos momentos dramáticos haciéndonos demasiado
problema por lo que, si supiéramos cómo terminará,
no nos afectaría; y por momentos gozamos situaciones muy efímeramente
buenas y hasta conducentes a resultados malos, que si conociéramos
de antemano, nos borrarían la sonrisa. El sólo hecho de festejar
el 1-0 en un partido que terminará 1-2, sería absurdo. Hasta
sería absurdo festejar todos los partidos ganados si la final del
campeonato se perderá. El hecho de ser tan inconcientes del futuro,
nos hace vivir con intensidad nuestra realidad ilusoriamente fragmentaria;
cada momento, cada situación, se sienten sin importar si conducirá
o no a donde se desea. Y la intensidad no es otra cosa que una manifestación
de VIDA.
Si dos personas que se encuentran y se gustan, estuvieran
muy seguras de que formarán pareja, la fantasía que alimenta
el enamoramiento, el deseo, estaría ausente; la duda de si se logrará
enamorar a la otra persona o no, generará búsqueda de formas
de expresión que manifiesten un sentimiento que pueda ser estimulante
para esa persona. El cortejo que realizamos a semejanza de lo que ocurre
en todo el Reino Animal, no tendría razón de ser: todo estaría
resuelto desde el inicio; ¿para qué dar vueltas o escribir
cartas de amor?... Las "fantasías sexuales" no por nada resultan
más estimulantes que las realidades sexuales: un mero apareamiento
macho-hembra, la cosa más natural del mundo, no tiene por qué
ser excitante como "realidad", como queda demostrado en la actitud de frialdad
de la prostituta con el cliente. El fantaseo erótico es parte del
juego en que una situación es convertida en especial por lo que
mentalmente conlleva el interjuego de subjetividades, y no por lo que objetivamente
es: mecanicidad psico-química de estímulos sensoriales.
La belleza de las expresiones, la vida manifestándose
en medio de la incertidumbre de si habrá o no una feliz historia
de amor con la persona deseada, es resultante de la inconciencia de la
dinámica interdimensional del tiempo, en la mente que experimenta
el tiempo como algo lineal. Hemos vivido en una horrenda-hermosa ilusión
de que la existencia es tan sólo eso. Lo horrendo ya lo hemos dicho:
vivir en conflicto hasta el borde de nuestro autoexterminio por ser tan
realistas del Apocalipsis y tan faltos de utopías para ser realistas
de las dimensiones paralelas y del futuro mejor que podemos construir.
Lo hermoso, es que pese a que hemos sido aislados del tiempo global, situándosenos
en un fragmento de tiempo lineal, nos las arreglamos para vivir la vida
como mejor podemos.
Vida cuatridimensional aquí y ahora
Muchos ya vivimos en la Cuarta Dimensión hace
rato; no hemos estado esperando el 2012 para darnos cuenta de que la realidad
es mucho más rica, gigantesca, que el pobre "realismo" de la pequeña
realidad de este fragmento de tiempo en que estamos con estos cuerpos.
Muchos ya vivimos, mentalmente, en el mundo mejor del siglo XXI, y le hablamos
al mundo de hoy sobre cómo será la Humanidad Unida de unos
años más en adelante, porque nos hemos salido de la línea
del tiempo en que hay una secuencia de hechos que conducen a la destrucción.
Otros, ya viven en el mundo destruido que las profecías
auguran, porque siguen esa secuencia de situaciones que están prediseñadas
por el "plan del mundo" para ser aceptadas como inevitables. Los que estamos
alterando el cumplimiento de ese plan, demoliéndole profecías
a Isaías o a Nostradamus, a veces nos tomamos unos minutos para
escribirle cartas de amor a la persona que quisiéramos que nos escriba
la suya. Quizá en el fondo sepamos que nos escribirá esa
carta, y por lo tanto no necesitemos escribirle la nuestra. Pero nos replegamos
de nuestra conciencia interdimensional de Cuarta Dimensión, a la
conciencia restringida, en tiempo lineal, para vivir con intensidad el
lado bueno de ser tan ignorantes de lo que va a pasar o ya pasa en el futuro.
Jugamos a no saber lo que en el fondo ya sabemos, y cada tanto volvemos
a ser humanos comunes y corrientes, de esos que amamos o nos peleamos perdiendo
de vista las relaciones intertemporales de las situaciones. Pero cada vez
que por jugar a esto, llegamos a extremos críticos, nos reconectamos
con el tiempo global, comprendemos la unificación de todos en el
todo, y evitamos pegarnos un tiro en medio del drama. Algunos se asombran
de que, en vez de hacerlo, nos sobrepongamos rápidamente a las depresiones
derivadas de los problemas que sufrimos. Bastaría con decirles:
"es que conozco el futuro, y sé cómo será que todo
se va a arreglar". Nos dirían entonces: "Si eso es así, ¿por
qué entonces el estado depresivo anterior a esa salida?". No cabría
otra cosa que responder: "Porque de vez en cuando actúo tontamente";
cosa que les parecerá comprensible a los que ya han escuchado, leído
y entendido aquello de que "para amar o enamorarse hay que ser tontos",
o como dijo Spielberg en su libro "Encuentros Cercanos": "nunca se dijo
que las personas enamoradas tuvieran que actuar inteligentemente".
Dejar de lado a veces la inteligencia, en busca
de intensidad, puede conducir al dolor, o al goce. Pero si el no-uso de
la inteligencia puede encadenar a las situaciones de la ilusión
del tiempo lineal, en busca de emociones, no es menos emocionante incursionar
-inteligentemente- en el tiempo global con una conciencia cuatridimensional:
la sola visión de un mundo mejor en lugar del catastrofismo bíblico,
y trabajar en un proyecto de Humanidad Unida para construir ese futuro
en vez de resignarse al otro, apocalíptico, es verdaderamente emocionante.
Es algo que se vive intensamente, incluso en los momentos de retorno ilusorio
al tiempo secuencial, porque se es conciente de esa ilusión, y de
que la realidad no es este segmento y nada más. Se puede, por momentos,
sufrir por escenas televisivas de guerra, pero se alternará ese
sufrimiento con los ideales de cambio por un mundo mejor, que hacen gozar
de antemano un futuro que, antes de ser en este tiempo, ya es en otra dimensión,
y en la mente de quien de ella se alimenta y a ella la alimenta.
El equilibrio neutro y los extremos
Si tan sólo por momentos nos reconectamos
con la grandiosidad del Tiempo en la amplitud sus dimensiones, y el resto
de nuestra existencia lo pasamos desconectados, en la "ilusión",
lo importante es que de ésta vivamos lo mejor y lo peor, sabiendo
del éxtasis y de tocar fondo. Porque buscar sólo lo positivo
y evitar lo malo, es hedonismo, no es plenitud. Viviremos más plenamente
si buscamos intensidad en los extremos, y no buscando el equilibrio neutro
en la indolente frialdad de ser inconmovibles, incapaces de indignarnos
ante lo injusto, faltos de emotividad por ser racionales o por ser "espirituales"
(de esos que "han trascendido los conflictos" y no los sufren porque son
personas que "están más allá"). Debemos vivir en el
"más acá", emotiva e intensamente, y no en la Cuarta Dimensión
las 24 horas, porque la paradoja de esta cuestión es que un exceso
de interdimensionalidad, en este plano, terminaría por hacernos
neutros, anulados como agentes de cambios y como puentes hacia la conciencia
cuatridimensional. No puede un puente estar hecho de la misma materia de
lo que hay al otro lado: tiene que ser una combinación de la materia
de ambas orillas. Saber manejarse entre dimensiones, siendo un poco de
cada una, es tender un puente; y eso no se logra hablando de cosas de la
otra dimensión que son indescifrables para los que viven en ésta.
Quizá muchos "trascendidos" a la Cuarta Dimensión,
por desconectarse demasiado de los hechos del tiempo lineal, perdiendo
respuesta emotiva ante la situaciones, se tornan insensibles, inútiles
para operar cambios. Quedan fluctuantes en medio de la realidad de la gente
común y corriente (que vive en la ilusión), perdiendo peso,
determinación en la sociedad. Se desconectan de los dramas mundiales
viviendo su mundo color de rosa, perdiendo la posibilidad de solidarizarse
con los que sufren, mientras se la pasan en el limbo entre congresos, reuniones
y convivencias con otros "hermanos" (así se llaman entre ellos,
y no "compañeros" como los activistas de la sociedad civil). Y se
salen hablando de cosas tales como cambiar el calendario gregoriano por
el maya, porque perdieron piso de realidad en el tiempo lineal del que
participa el grueso de la población del planeta, y por lo tanto
cerecen de operatividad para establecer vías de conexión
interdimensional por donde la gente en estado de ilusión pueda empezar
a moverse.
Vivir como "trascendidos" termina siendo quedar
como fantasmas de mundos paralelos deambulando por el mundo tridimensional
de los pueblos ignorantes. En cambio, ser trascendidos y tener la humildad
y la astucia de moverse entre los ignorantes como si se fuera uno más,
haciendo y viviendo con intensidad las mismas cosas que ellos, hará
que se pueda jugar con ellos un partido de fútbol en vez de decir
que el fútbol no es para almas elevadas y conciencias trascendidas.
Y, diferenciando lo que es sólo un juego, de una guerra, disfrutando
en vez de alterándose, se podrá pasarla mejor. Quien esto
escribe, con vehemencia, pero no violencia, sin haber tenido ni una expulsión,
ni una amonestación en dos campeonatos seguidos (incluso por la
no-estupidez de las inútiles protestas de fallos erróneos),
demuestra que hasta en el fútbol se puede uno mover en otra dimensión
de conciencia, mientras se lo disfruta en la dimensión de la inconciencia
en que compañeros y rivales se la pasan viendo, por excesos con
pierna o lengua, tarjetas rojas y amarillas.
¡Intensa vida a los luchadores!...
¡Intensa lucha a los vivientes!
Comandante Clomro,
7 de febrero de 2003
Nunca hubo una "nada" en
los confines del "Todo". Ni confines. Nunca hubo un "Dios" o "Energía"
que "ocupara" un determinado "espacio", más allá del cual,
un no-espacio fuera una "nada". Es decir, lo que hubo siempre fue un "Algo"
no "situado" en un "espacio" con confines. Ese "Algo" no es el opuesto
de una "nada": no tiene opuestos. El problema de las concepciones filosóficas
humanas ha sido tratar de dimensionar ese "Principio Creador" desde una
perspectiva dualista en la que "hubo un momento en que se puso a crear";
"momento" que podría entenderse como "a partir de", como si sólo
desde entonces el Principio Creador hubiera entrado en actividad luego
de una eternidad nula. Lo dualista está dado en estos razonamientos,
en los conceptos de "antes era quietud" - "después fue el movimiento".
El Principio Creador es dimensionado a partir de la existencia de lo que
conocemos como "Universo", por el mero hecho de que es científicamente
demostrable que el Universo tuvo un principio que puede ser calculado en
una determinada cantidad de miles de millones de años terrestres.
Por lo tanto, las especulaciones teológicas plantean la noción
de un Dios que entró en acción a partir del momento en que
el Universo pasó a existir. No hay un planteamiento filosófico
acerca de que durante toda la eternidad anterior al Universo-Tiempo, ese
Principio Creador tuviera una existencia y acción de alguna forma
que no tuviera nada que ver con tiempos, espacios y universos. Se limita
la búsqueda de la concepción de Dios a términos de
"Creación"; es decir, "Dios es Dios en tanto Creador", y "Creador
es Creador en tanto hay materia-energía, tiempo-espacio". La idea
es que antes de la Creación, todo era quietud... Como si ese Creador
se hubiera pasado la eternidad pre-universal dormido.
De la potencia al acto
Si nunca existió la Nada, porque siempre existió
un "Algo", pero hablamos de un "Siempre" sin tiempo, esa eternidad pre-universal
no debe ser entendida en términos de tiempo. Eternidad no significa
"mucho tiempo", o "todo el tiempo", o "todos los tiempos de antes y después";
eternidad es no-tiempo. Y no-tiempo no implica "quietud", por oposición
a que "tiempo" implique "movimiento". La perspectiva dualista de la visión
humana pretende entender la eternidad del no-tiempo, por oposición
a la temporalidad. Entonces, "si en el tiempo hay movimiento, en el no-tiempo,
debe haber quietud". Por lo tanto, "el Creador estaba quieto antes de que
existiera el tiempo". Tenemos, así, un Creador que nunca había
hecho nada, hasta que hizo todo; un todo que, por oposición a esa
nada, concibe al espacio-tiempo como dimensión de movimiento, en
oposición a un no-espacio y no-tiempo como una no-dimensión;
una no-existencia; una nada. No es raro que, bajo esa visión, haya
científicos que especulen con que, de pronto, una partícula
estática entró a dinamizarse, y desde entonces, cuando estalló
y comenzó el universo, es cuando todo empezó a existir, incluso
el tiempo. No le llaman "Dios" a esa partícula o energía
primordial, pero al final están de algún modo divinizándola:
le atribuyen la facultad de dar origen a todo lo que existe.
Ya sea una partícula o bien una energía
gigantesca, el error de los científicos y de los metafísicos
consiste en pensar en términos de "muy pequeño" y "muy grande",
respectivamente. Es decir, conceptos ligados a la noción de "espacio".
Como el
espacio tiene medida, el no-espacio suele ser difícil de entender;
¿cómo imaginar lo que es el opuesto de lo que es grande o
pequeño, si no es ni grande ni pequeño, si no está
"situado" de modo que podamos medirlo?
Sin espacio, sin tiempo, sin antes, sin después;
un Ser, una existencia, una realidad que no tiene lógica, porque
lo lógico hubiera sido el no-ser, la nada. Es entendible que de
haber existido una nada, nada existiría; lo que cuesta entender
es por qué existe todo, si de la nada no sale nada. Por lo tanto,
es un todo que no "salió" ni de la nada ni de algo. No salió,
no comenzó; es. No creó "hacia afuera"; no hizo un espacio
donde emanar energía para que ese espacio "externo" existiera como
universo. No creó "hacia adentro"; es decir, un agujero dimensional
donde volcar energía para crear ese universo. No puede haber ni
"adentro", ni "afuera" en un Ser que no es medible en términos de
espacio. Por lo tanto, no estamos, como universo, en "un lugar" fuera o
dentro de ese Ser: no "estamos": somos. La temporalidad-espacialidad en
la idea de "estar" es una sensación humana, de mentes limitadas
que no son manifestación, sino negación del ser. Por eso
en la sociedad materialista es más importante tener, estar y parecer,
que ser. Porque la sola conciencia del ser que somos, haría perder
sentido a posesiones,
localizaciones y apariencias. La teología que pretende situar
al Ser fuera de nosotros, trascendente al universo, perdería todo
sustento, porque comprobaríamos la inmanencia divina en todas
las cosas. Y esa divinidad que está en todo lo que existe, es
atemporal, no fue "creada" porque "siempre" existió. No pudo
haber un momento a partir del cual esa esencia divina que somos empezó
a "ser"; siempre fuimos.
Nosotros en la existencia
Pero "siempre" es otra palabra engañosa, porque es el opuesto de "nunca": no podría ser que nosotros "nunca" hubiéramos sido hasta que "fuimos", porque en tal caso el "nunca" debería haber comprendido al futuro también, pues no puede haber un "nunca" que alguna vez termine, cuando lo que no era, empieza a ser. Entonces, no podemos venir de un "nunca"; no podemos siquiera "venir": si encontrándonos en una dimensión temporal-espacial, procediéramos de un Todo sin tiempo del cual nos separamos para estar aquí, no sería cierto que éramos atemporales, porque lo atemporal no puede temporalizarse. En otras palabras, nuestro ser, nuestro espíritu, sigue siendo atemporal; no "vino" aquí desde donde "es": nuestra mente no es otra cosa que una proyección temporal en la cual nuestro espíritu no puede "estar" circunscripto, limitado por variables de espacio-tiempo. Somos espíritus que no estamos aquí, ni venimos de ninguna parte ni vamos a ninguna parte: sólo movemos sondas materiales y mentales a través de campos dimensionales en diversas escalas. No somos "nosotros" quienes nos movemos como sondas, sino nuestras mentes y cuerpos. La ilusión consiste en creer que somos esas mentes y cuerpos, de la misma forma que con un casco y visor de realidad virtual podemos creer que estamos donde nuestra tecnología cibernética lo configure para que ilusoriamente nos creamos metidos en esa realidad ficticia.
Somos divinidades del no-tiempo; ésa es nuestra
única realidad. Jugamos a la realidad virtual donde perdemos el
sentido de que no estamos aquí. De pronto, algunos despiertan algo
de su conciencia bloqueada, y donde hay una persona ven otra cosa; ven
entidades del astral por todas partes, se superponen dimensiones, y ya
nada es lo que parece. Algunos se dice que son esquizofrénicos,
porque hablan con gente que "no existe"; puede que ni siquiera estén
viendo seres en el astral, y que sea tan sólo una proyección
mental, pero para el caso es lo mismo: las percepciones falsas de esta
realidad, o verdaderas de otra realidad, relativizan, en cualquier caso,
la absolutividad de que en estas dimensiones del tiempo-espacio haya algo
que "sea" objetivamente; hay cosas que unos las captan y otros no, o que
existen sólo en la mente de un único observador que cree
verlas y en realidad no están. O que en realidad sí están,
pero sólo para un observador entre cien que miran y no ven lo que
también es realidad que para ellos no existe. Lo cual es muy distinto
de que no estén pudiendo ver lo que el observador ve; no se trata
de cien ciegos que no ven lo que hay, sino de cien que no ven lo que efectivamente
no existe, y que a su vez sí existe para alguien que sí lo
ve, porque es una realidad exclusiva suya, de la cual nadie más
puede participar. Una realidad que no está en el tiempo-espacio
colectivo, sino que es una proyección individual y subjetiva del
no-tiempo-no espacio del ser cuya sonda mental la observa.
Conocemos a alguien, hallamos un objeto que nadie
vio donde pasaron cientos de personas y lo levantamos. Y estamos muy seguros
de que ese alguien y ese objeto pueden ser vistos por cualquiera. O que
mucho de lo que pensamos o sabemos, podremos decirlo a cualquiera y que
cualquiera lo entenderá. Y puede suceder que nada de todo eso sea
accesible a nadie más que nosotros. Que para cualquier otra persona,
nada de eso exista. Estamos muy convencidos de la realidad de lo que experimentamos
y conocemos. Pero puede que existan ciertas realidades nuestras que no
formen parte alguna de la realidad colectiva. Si algunas de ellas fueran,
por ejemplo, ideales de transformación mundial, es posible que,
llevadas a términos explicativos para comunicarlas a los demás,
sean consideradas por ellos como delirios de un iluso que debería
"bajar a la realidad", poner "los pies sobre la tierra". Con el paso del
tiempo, cuando comprobamos que esos ideales que tuvimos no se cumplieron,
creemos que efectivamente fuimos delirantes ilusos fuera de la realidad.
Pues sí, eso somos como esencias atemporales y aespaciales: entes
ajenos a esta realidad; no la dimensionamos objetivamente, y por lo tanto,
la vemos como nos parece que es o que pueda ser si la transformamos. Nadie
verá las cosas como las vemos transformadas en una realidad adonde
la de aquí no regirá, y por lo tanto, las mentes aferradas
a la realidad de aquí se resistirán a tener una visión
atemporal en la que puedan, como nosotros, concebir que todo puede ser
distinto de lo que está siendo.
Un buen autor o promotor de propuestas de cambio
social y planetario no será alguien que maneje la atemporalidad,
sino las secuencias temporales a las que las mentes están ancladas.
No se puede obtener adhesión y participación de la gente
con promesas de un paraíso en la Tierra que "ya existe" en la atemporalidad,
y que está situado en un futuro que es tan ilusorio como nuestro
presente. Porque el hambre que muchos tienen lo sienten demasiado temporal
y real para que, en vez de hablarles del pan de hoy aquí, les hablen
del paraíso mundial de mañana en la atemporalidad que ya
le está dando existencia antes de ser en la materia.
Las urgencias de muchos no aceptan filosofías
y metafísicas que no son su realidad. Por lo tanto, un espíritu
que esté logrando desbloquear la mente física para que ésta
sea capaz de crear realidades, no deberá pretender que las conciencias
de los demás cambien y, entonces sí, comprender que el mundo
puede cambiar. Los cambios deberán ser producidos yendo a contramarcha
de una sociedad que no creerá en los idealistas que los propongan.
Porque serán producidos no con palabras, sino con hechos, siendo
que la gente debe creer en los hechos y no en las palabras. Cuando muchos
comprueben que la realidad puede cambiar porque ya habrá hechos
que así lo demuestren, entonces haber carecido de las palabras en
el momento de la difusión de los ideales no habrá sido importante,
porque de haber recibido esas palabras no las habrían creído
fundadas en algo posible.
Entre lo cósmico y lo onírico
Muchas cosas no tenemos por qué decirlas;
no pertenecen a realidades colectivas o masivas. Por ejemplo, si tenemos
algo de conciencia de nuestra atemporalidad y divinidad, decirles a los
evangélicos pentecostales que "todos somos dioses", es hacer un
mal uso de esa conciencia, porque para ellos Dios está afuera y
nos teledirige. Para ellos el Padre Universal es Dios; ignoran que hay
millones de Padres Universales en millones de universos esféricos
que existen paralelamente a éste, y ninguno de esos Creadores Universales
es Dios; todos proceden de un Gran Creador que, a su vez, tampoco es Dios.
Porque todos los Creadores y cadenas de niveles de Creadores son apenas
manifestaciones cósmicas en tiempos y espacios, de "Eso" que no
tuvo Alfa ni Omega, ni localización, ni duración, y a lo
cual se le ha dado en llamar "Dios" para confundir queriendo simplificar,
porque al final hasta Jehová y el hacedor de este mundo se han autodenominado
"Dios", y de hecho, lo eran, pero dentro de la pluralidad de una palabra
que no había sido concebida para designar al UNO o el TODO, sino
al carnaval de deidades que desfilaron sobre la Tierra a lo largo de la
historia. Para no confundir y no simplificar, mantengamos cierta dificultad
de definición, pese a la cual tratemos de entender que los Creadores
o Padres Universales son insignificantes ante la magnitud de ese TODO,
ese UNO atemporal, sin principio ni fin, del cual es difícil precisar
si somos "parte" como "dioses" omnipotentes, porque a algo que es "UNO"
no se lo puede concebir como hecho de partes. Partes que, como dijimos,
no son "salidas" de ese Ser, porque no estamos fuera de Él (ni "situados"
dentro de Él en algún "lugar"). Posiblemente ni siquiera
"estemos" en este Universo esférico galáctico expansivo,
y apenas tengamos aquí proyecciones mentales de lo que realmente
somos, y sea todo esto apenas un escenario ilusorio de realidad virtual
donde creemos que nos estamos moviendo. Incluso, cuando dormimos, creemos
que nos movemos en otro de los niveles ilusorios de esta realidad, y estamos
muy convencidos de que los sueños son algo que existe y donde tenemos
experiencias. Algo donde tan real es la cosa, que los habitantes de esa
realidad tratan con nosotros como entidades totalmente ajenas a nosotros,
como si tuvieran existencia autónoma.
Cuando soñamos, los seres que existen en
nuestros sueños tienen vida propia; podrán ser cambiantes
conforme a nuestras mentes que los van adaptando, pero existen por sí
mismos como creaciones nuestras que se tornan independientes. Puede que
dejen de existir cuando nos despertamos, que reaparezcan volviendo a existir
en otros sueños, o que nunca más sepamos de ellos. Pero concentrémonos
tan sólo en un sueño, y en un determinado ser que vemos en
el sueño. Ese ser no puede ser deshecho por nuestra mente, porque
desde que ella lo creó, le da existencia autónoma. Si despertamos,
esa existencia se desvanece, porque ese ser autónomo depende de
que la realidad en la que ha sido creado se mantenga. Pero como los sueños
son realidades fragmentarias, como capítulos unitarios de una serie
televisiva donde el héroe siempre somos nosotros y los demás
actores varían, ellos sólo existen mientras los soñemos.
Sólo que, en vez de que les demos papeles para que los interpreten,
esos actores hacen lo que quieren; incluso lo que nos pueda disgustar o
desfavorecer. Pueden incluso matarnos. Pero llegado a ese extremo, o bien
despertamos, con lo que comprobamos que no hemos muerto más que
en esa realidad, pero no en ésta, o bien seguimos vivos dentro de
ese sueño; no podemos morir, o bien "morimos" siguiendo vivos, aunque
estemos decapitados. Si alguien nos mata en el sueño es porque tiene
autonomía para existir sin necesidad de la mente que lo sueña
(al menos en teoría, por más que en la práctica, al
despertar el que sueña, el personaje del sueño se desvanezca).
Esa realidad mental en la que viven entidades, es
como la realidad en la que nuestro Yo mental es virtual. Una realidad que
existe en una dimensión donde creemos que estamos, fuera de la cual
no existe esto que creemos que somos, sino que existimos como realmente
somos. Vista desde esa realidad por nuestro verdadero ser, esta dimensión
virtual puede tener millones de años luz de tamaño y millones
de galaxias de contenido, pero no por eso deja de ser una proyección
ilusoria con respecto a la atemporalidad a la que nuestras esencias pertenecen.
Pero he aquí que hablar de "virtual" o "ilusorio"
no significa hablar de "irrealidades": son realidades también, tan
reales como la atemporalidad del Increado; tan reales como la virtualidad
de los sueños en los que creemos estar, así como creemos
estar aquí durante la vigilia, y si según estemos despiertos
o dormidos, o bien desde aquí o bien desde el sueño, vemos
como real al estado actual y como ajeno a nuestra realidad de ese momento
o bien al sueño o a la vigilia, entonces ni una cosa ni la otra
pueden ser del todo reales; sólo son reales en la relatividad de
las dimensiones de tiempo-espacio. Y el mundo onírico no es inmaterial
y atemporal; es una dimensión más de lo espacial y temporal;
es algo donde todavía nuestro Yo tiene identidad artificial, personalidad
acorde con el plano de realidad del mundo físico, de la vida y la
conciencia social. Es un mundo paralelo a este mundo, que constituimos
mentalmente como complementario de éste, pero que sigue siendo abismalmente
aislado de la atemporalidad donde somos lo que somos y no lo que en esta
vida parecemos o nos creemos.
Soñar o estar despiertos son dos niveles
de realidad tan ajenos el uno como el otro a la realidad en la que somos
un Todo en el UNO, donde el otro y yo somos lo mismo. Por eso cuando queremos
trasladar aquí el concepto maya de que "tú eres otro yo,
yo soy otro tú", no lo entendemos porque usamos la mente física,
el ego por el cual aquí nadie es otro yo; cada uno es cada cual,
distinto del otro, separado. Suena muy bonita la frase maya, pero no es
aplicable en los términos de nuestra personalidad. Suena muy bonito
el "te amo", pero en realidad está queriendo decir "mi ego está
a gusto con el tuyo". Perdidos en el espacio-tiempo, incapaces de amarnos
permitiéndonos ser, bloqueando nuestro ser nos relacionamos con
egos que bloquean a su ser y que sean reflejo de nuestros egos. ¿Qué
somos realmente?, no nos importa; como estamos, "está todo bien":
nosotros aquí, nuestro espíritu allá, el Increado
más allá... y eso es la vida. ¡Qué pobreza!
La experiencia de la vida en las galaxias bajó a un nivel de realidad
que parece lamentable.
Dónde estamos
Sin embargo, ser ignorantes y haber sido capaces
de amenazar la continuidad de la vida en el planeta es algo que no podía
haber sido evitable, desde que la Totalidad comprende infinitas opciones
de realidades, y ésta es una. Nos preguntamos por qué justo
a nosotros nos vino a tocar estar acá, entre infinitas alternativas
en las que podríamos haber sido y estado mejor (algo así
como "¿por qué justo a mí me tocó ser yo?").
Algunos se preguntarán por qué nacieron justo ahora, y no
en siglo pasado o el que vendrá. Y quizá así haya
sido también y así será; quizá todos estamos
aquí no por casualidad, sino porque siempre estuvimos en todos los
tiempos. ¿No estaremos también en todas las realidades infinitas?
¿Nos tocó estar circunscriptos en esta realidad de este universo,
o desde la atemporalidad en la que nuestras esencias existen, tenemos proyecciones
como ésta en infinitas direcciones de tiempos, espacios o de no-tiempos
y no-espacios?
En fin; si es que no estamos aquí en realidad,
sino que aquí apenas hay una proyección nuestra a la que
creemos que es nosotros, pero no por ser una realidad virtual, deja de
ser real, no porque esto no seamos nosotros, vamos a dejar de vivir esta
realidad. Tan pequeño es al final un universo, que, después
de todo, un átomo puede ser grandísimo; nuestras pequeñeces
pueden, entonces, ser tan inmensas que ponerse a escribir algo como esto
o a preparar un té, sentarse a mirar el paisaje o dibujar, pueden
ser acciones grandiosas en vez de insignificancias.
El valor subjetivo de las cosas
Por lo tanto, vale lo mismo querer salvar al planeta
que salvar a la gallina del zorro que anda por ahí; vale lo mismo
reforestar un bosque que plantar un árbol en el jardín. Para
el dueño del gallinero y el dueño del jardín, no hay
planeta ni hay bosque más importantes que la gallina o el arbolito.
Y ése es el mundo al cual nos estaremos dirigiendo los que queremos
que la humanidad cambie: un mundo donde predominan las personas que no
ven más allá de su entorno inmediato. Por lo tanto, tenemos
que pensar en términos de entorno inmediato para hablarle a gente
así: qué es lo que les estaremos proponiendo para su vida
cotidiana, y no para que ellos actúen localmente pensando globalmente.
Quizá les falte mucho para siquiera pensar localmente, porque hasta
pueden vivir tapados de basura sin que les moleste el mal olor. Y olvidémonos
de hablarles del ser y la nada, o del no-ser y del Todo, o de todas estas
cosas que compartimos entre nosotros los elitistas que podemos por lo menos
querer tratar de entenderlas, juntándonos entre nosotros al margen
de los ignorantes con los que perderíamos nuestro tiempo.
Entonces, de elitistas que somos, nos metemos tanto
en nuestras convicciones de realidades cuánticas, que nos alejamos
del dueño del gallinero y del jardín, y nos incapacitamos
para descubrir y planificar de qué le vamos a hablar a gente de
ésa, conforme a lo que para ella tiene valor, y no conforme a nuestros
valores. Después nos preguntamos por qué no logramos acelerar
los cambios mundiales que preveíamos; por qué el calendario
gregoriano no se pudo cambiar por el de las Trece Lunas. Y nos damos cuenta
de que el elitismo en el que habíamos ingresado podía estar
bien para una realidad subjetiva, pero no para la realidad colectiva de
la que nos habíamos separado. De pronto las naves evacuadoras no
vinieron con sus comandantes a salvarnos, y seguíamos acá,
en el mundo de los ignorantes e incrédulos, porque nos creímos
que si nos volvíamos distintos de ellos íbamos a ser transportados
a otra realidad. Queríamos irnos de ésta, en vez de cambiarla.
Entonces empezamos a entender que el Plan de Evacuación estaba mal
planteado, y que se trataba no ya de convertirse en los "elegidos" de los
extraterrestres para ir en las naves a otros mundos, sino en ser cada uno
elegido por sí mismo para seguir en este mundo, obrando cambios
hacia adentro y no pretendiendo que el mundo cambiara. Pero ahí
fue cuando todo volvió a fallar, al darnos cuenta de que las mantralizaciones
y meditaciones no nos hacían cambiar en nada; tan sólo nos
pretendían hacernos sentir más espirituales, pero volvíamos
a nuestras relaciones con los demás y seguíamos siendo los
mismos intolerantes, egoístas y conflictuados.
En fin, todo el proceso de búsqueda interior
terminó siendo de afirmación de lo exterior, bajo apariencia
espiritualoide. Habría sido más fácil no buscar nada,
no pretender espiritualización de nada, y ponerse a hacer cosas
no alejados de los ignorantes, sino entre ellos, es decir, sabiendo coexistir
con lo que para ellos tiene valor y que para nosotros no lo tiene, al menos
ahora si es que alguna vez sí lo tuvo a nuestro entender. Nos habíamos
alejado del fútbol porque "eso es cosa de ignorantes" (como nosotros
cuando éramos ignorantes que no habíamos accedido a la "iluminación"),
y por lo tanto, no estábamos más allí para participar
de la reunión de la Asociación de Fútbol en la que
directivos, árbitros, jugadores y aficionados buscaban soluciones
al problema de la violencia en el deporte. Como se supone que el fútbol
es cosa de ignorantes, entonces los iluminados que podrían resolver
los problemas allí, no están: en vez de quedarse a brindar
servicio, se fueron a meditar a la montaña.
Reflexiones en una fecha especial
Hoy, 25 de julio de 2003, es el día del no-tiempo
del calendario maya de las Trece Lunas. Realmente me había olvidado
por completo de eso hasta hace un rato, cuando ya llevaba como dos o tres
horas escribiendo estas reflexiones. Quizá mi forma de celebrarlo
ha sido, inconscientemente, escribiendo esto y no reuniéndome con
gente espiritual a hacer rondas y participar en ceremonias como en las
que otras veces sí estuve para esta fecha. Quizá esto de
la atemporalidad del ser lo esté escribiendo en un día en
el que no pocos adherentes a la cuestión del calendario maya se
estén preguntando todavía qué es esto del día
que no es del año que terminó ayer ni del que empieza mañana;
qué es esto del día del no-tiempo, si al final tan difícil
es siquiera entender lo que es el tiempo.
Si es que acaso he escrito esto porque haya recibido
alguna influencia cósmica o humana ligada a la fecha tan especial
que mucha gente hoy celebra, lo único que sé es que hoy,
para mí, es un día como cualquier otro, pero que si para
muchos es motivo de festejo, que lo disfruten; algo de positivo le estarán
transmitiendo al mundo.
Fanatismo vs. apertura mental
Cuando polemizo con escépticos y con crédulos,
mi problema es exactamente el mismo: estoy tratando con gente que es -siendo
escéptica- crédula de que ciertas cosas son mentira, y gente
que es -siendo crédula- escéptica de que sea verdad aquello
en que no creen. En cualquiera de los dos casos, llámese escepticismo
o credulidad, el problema es el mismo, porque ambas posturas proponen una
actitud defensiva de cierta postura, y cerrada a que las cosas sean distintas
de como las entienden. Como no encuentro, entonces, diferencias sustanciales
entre tratar con escépticos o con crédulos, debo definir
qué es lo que ambos tienen en común, y distingo que se trata
de una CONVICCIÓN CIEGA. Ambos están ciegamente convencidos
de aquello que consideran cierto, correcto o valedero.
De ahí que me pregunto de qué estoy
convencido yo, o si es que estoy o no convencido de algo, ya que si lo
estuviera, o bien sería crédulo, o bien, escéptico.
Entonces me doy cuenta de que a veces procedo con credulidad, a veces con
escepticismo, pero no pertenezco a ninguno de los extremos porque, en el
balance general, no me sitúo en una cosa ni en la otra. Entiendo
que esto es algo que le pasa a TODOS: no hay ni crédulo ni escéptico
al ciento por ciento, porque al más escéptico le pueden vender
gato por liebre, y el más crédulo puede de pronto dudar de
si la supuesta libre acaso sea un gato. Por lo tanto, cuando alguien se
define como "escéptico", no es porque lo sea en toda su amplitud,
sino porque tiende a serlo, es lo que prefiere ante la duda. El crédulo,
ante la duda, prefiere creer "por las dudas": no sea cosa que, por incrédulo,
se esté perdiendo de algo que pueda ser verdad.
A diferencia del que tiende al escepticismo y se
autodefine como escéptico, el que padece de credulidad crónica
nunca se autodefine como "crédulo"; son los demás los que
así lo consideran, y puede que a veces tengan razón, ya que
no es de esperarse que el vicio de la credulidad sea asumido por quien
lo padece. ¿Y por qué el que padece del vicio del escepticismo
extremo (no confundir con escepticismo razonable) sí se reconoce
como lo que dice ser?, porque para él ese vicio es una virtud, y
por lo tanto, en vez de reconocer lo que padece, pretende ser "reconocido"
por lo que cree que es digno de mérito. Ha sido educado por un sistema
donde ser escéptico representa ser virtuoso; el mismo sistema por
el cual hacer mucho dinero y tener muchas mujeres es ser virtuoso. Pero
así como le pasa al que por la virtud de hacer dinero se convierte
en un avaro, y al que por la "virtud" de desear muchas mujeres se convierte
en un insaciable que siente insatisfacción constante, al escéptico
que no se pone una justa medida le pasa que nada lo satisface a nivel de
"pruebas", "demostraciones", "comprobaciones. Como decía una reflexión
humorística, si alguien trata bien a un escéptico, éste
se pregunta: "¿qué pretenderá de mí?"; es decir,
todo llega a ser dudoso, hasta el simple trato humano desinteresado puede
dar lugar a suspicacia de interés.
Por lo tanto, siendo yo a veces crédulo,
a veces escéptico, y a veces "ni una cosa ni la otra sino todo lo
contrario", una vez, a efectos de aclararme a mí mismo, escribí
una lista de cosas en las que CREO, en las que NO CREO y de las que DUDO.
Una de las que creía: que cierto amigo escéptico, en realidad,
no lo era (al menos no al extremo de los escépticos propiamente
dichos); y una de las cosas en las que no creía: que ese amigo fuera
realmente de esos escépticos.
Debo destacar, que con ese amigo que NO CREE en
cosas que yo CREO, tengo mejor amistad que con mucha gente que piensa como
yo. Motivo: no nos cuestionamos el uno al otro nuestras respectivas formas
de pensar y entender la realidad. También ha sido determinante de
la buena relación el hecho de que ambos somos anti-crédulos.
Podría decir que también somos anti-escépticos del
escepticismo extremo: tanto el de los que no creen en nada de nada, como
el de los que creen en una sola cosa (por ejemplo, una religión,
y son escépticos hacia todas las demás). Porque mi amigo
"escéptico", al igual que yo, estoy seguro de que algo debe creer
en cuanto a ciertos fenómenos "extraños"; en lo que no cree
es, en general, en gente que cree y dice ciertas cosas sobre esos fenómenos.
Por lo tanto, hay un escepticismo "creyente", enceguecido
con la negación obstinada de todo tipo de realidades (a las que
no se empeña en comprobar: pretende que esa tarea la realice alguien
que venga con las evidencias en mano, mientras ese escéptico se
queda cómodo sin investigar ni experimentar nada que lo pueda hacer
cambiar de opinión), y hay una creencia
"escéptica", enceguecida con la negación obstinada de las
creencias ajenas. Ambas cosas son, al final, dos caras de una misma moneda
que, como toda moneda, es más fácil que caiga de un lado
o del otro, a que quede parada en un justo equilibrio que no dé
lugar a ninguno de los dos extremos. Muy de vez en cuando, todos caemos
parados pese a la lógica oscilación, pero lo cierto es que
nuestra tendencia es quedar de un lado o del otro, al menos transitoriamente.
El problema en nuestra sociedad son los que oscilan poco y que en general
se sitúan rápidamente en una postura que es su constante,
crédula o escéptica, sin dar margen a que las cosas sean
distintas de como se las cree. Una postura que siempre es crédula
en cuanto a ella y escéptica en cuanto a la contraria. Por lo tanto,
credulidad y escepticismo van de la mano tanto en el autodenominado "escéptico"
(extremista) como en el que no quiere autodenominarse "crédulo"
y que tampoco dice ser escéptico, siendo que lo es hacia todo lo
que no sea su creencia. Entonces, si escepticismo y credulidad son dos
partes de un mismo problema, podemos sintetizarlos en una sola cosa bajo
una misma denominación: FANATISMO.
Clomro
P.D.: Hasta aquí lo escrito al mediodía del sábado
11 de octubre de 2003 (en Monterrey, México), luego de lo cual,
alrededor de las seis de la tarde, encontré una cita de Carl Sagan
que me aclaró algo que él había dicho y con lo que
he estado manifestando mi desacuerdo: que "la ciencia debe ser rigurosamente
escéptica", siendo que para mí la ciencia es conocimiento,
sin escepticismo y sin apertura mental, cosas éstas que hacen a
la subjetividad investigativa, cuando la ciencia es objetiva, es el resultado
final, purificado de todo escepticismo y de toda "apertura". Un sujeto
que procede "científicamente" es aquél que mezcla clorato
de potasio con azufre y lo golpea haciéndolo explotar, porque conoce
la fórmula del explosivo. Un sujeto que ensaya fórmulas con
sustancias cuyas combinaciones ignora qué resultados darán,
y de pronto le sale algo que más tarde adquirirá carácter
científico, durante la experimentación no tendrá todavía
ese carácter; el sujeto no estará procediendo científicamente,
sino azarosamente. La ciencia le debe mucho al azar, le debe mucho al escepticismo
y a la apertura mental, pero ni azar, ni escepticismo, ni apertura mental
son CIENCIA: el que mezcla clorato de potasio con azufre para hacer el
explosivo no necesita ninguna apertura mental: su mente en ese momento
está cerradamente definida en el uso de ambas sustancias para fabricar
el compuesto deseado. Si acaso buscara otras alternativas siendo escéptico
de que sólo esa fórmula pueda funcionar, y quisiera ensayar
otras variantes, porque al mismo tiempo tuviera apertura mental a otras
posibilidades, entonces deberá salirse del campo científico
para moverse en el especulativo, el empírico, el del ensayo-error,
el del azar, e incluso en el de la intuición... y en una de ésas
dar con un resultado que pueda convertirse en algo científico. Lo
que pasa es que se ha dado a extender el concepto de "científico"
a cualquier cosa que haga un científico mientras investiga, e incluso
mientras ni siquiera investiga: si de pronto está apuntando el telescopio
al cielo sólo por gusto de ver las estrellas y por puro azar detecta
un cometa nunca antes observado, él ha efectuado un "descubrimiento
científico" (no empleó el método científico
en la observación; sólo estaba en actividad recreativa y
justo encontró el objeto). A mi entender, el carácter científico
del hallazgo comienza sólo después de que los cálculos
matemáticos determinen precisiones de posición y trayectoria
del objeto, que establezcan de qué se trata realmente. De establecerse
que se trata de un cometa ya descubierto y conocido, estaríamos
de todos modos ante un hecho científico. Pero mientras no se sepa
lo que es, no hay ciencia; mientras el fenómeno esté tan
expuesto al escepticismo de que sea un cometa nuevo, como a la apertura
a la posibilidad de que lo sea, no tendremos ninguna ciencia; a lo sumo
científicos especulando sobre el asunto, usando incluso las herramientas
de la ciencia, haciendo del fenómeno materia de investigación
científica, pero sin obtener sobre él todavía ningún
conocimiento científico concluyente. Para mí la ciencia es
conocimiento concluyente; no le da apertura mental a nada, porque se circunscribe
a LO QUE ES, sin otra alternativa; y no admite escepticismo, porque lo
que es, ES. Por eso no puedo aceptar que "la ciencia debe ser rigurosamente
escéptica". Pero aquí viene el problema de si Sagan quiso
decir exactamente eso, o si quiso dar a entender otra cosa. Porque, muchas
veces, se le llama "ciencia" a lo que hoy es verdad, pero mañana
será corregido por una nueva verdad (para mí ninguna ciencia
es de verdades transitorias; eso es pseudociencia, y por eso no admito
que se diga que "la ciencia se supera continuamente, duda de sí
misma", y cosas tales, porque LO QUE ES, no admite duda ni se supera; sólo
LO QUE NO ES y que se creía que era, es superado cuando se corrige,
y eso no tiene nada de científico). También se le suele llamar
ciencia a "lo que hacen los científicos"; entre otras cosas: dudar,
ser escéptico o tener apertura mental, cosas éstas que serán
muy humanas y admisibles como tales, pero separémoslas de LA CIENCIA,
que debe ser el SÚMUM del conocimiento, y no el transcurso conflictivo
hacia él. Supongamos que Sagan no efectuó esta distinción,
no porque para él no exista, sino por mera simplificación
de lenguaje para evitar hacerla demasiado larga, y dijo "la ciencia debe
ser rigurosamente escéptica", queriendo significar que "se debe
ser rigurosamente escéptico para obtener conocimiento científico".
Supongamos que haya querido decir eso; en ese caso seguiría yo sin
estar de acuerdo, porque para mí la obtención del conocimiento
científico no solamente no puede depender del escepticismo, sino
que también éste puede dificultar el logro de aquél.
Para mí, sin caer en la creencia, se requiere de algo que Sagan
omitió en su frase: apertura mental.
Una frase así, puede dar lugar a que unos
descalifiquen a este astrónomo considerándolo mentalmente
cerrado, y otros (escépticos fundamentalistas) digan que los científicos
deben no tener o reducir su apertura mental y actuar predominantemente
con escepticismo, porque Sagan lo dijo. Separada del contexto de todo lo
que ha sido el pensamiento y la obra de Sagan, esa frase puede prestarse
para todo lo anterior. Sin embargo, lo que descubrí como a las seis
de la tarde -con lo cual doy por terminado el asunto, porque Sagan lo expuso
con claridad concluyente- fue esto:
"Me parece que lo que se necesita es un equilibrio
exquisito entre dos necesidades conflictivas: el mayor escrutinio escéptico
de todas las hipótesis que se nos presentan, y al mismo tiempo una
actitud muy abierta a las nuevas ideas. Obviamente, estas dos maneras de
pensar están en cierta tensión. Pero si sólo puedes
ejercitar una de ellas, sea cual sea, tienes un grave problema.
Si sólo eres escéptico,
entonces no te llegan nuevas ideas. Nunca aprendes nada nuevo.
Te conviertes en un viejo cascarrabias convencido de que la estupidez gobierna
el mundo. (Existen, por supuesto, muchos datos que te apoyan). Pero de
vez en cuando, quizá uno entre cien casos, una nueva idea resulta
estar en lo cierto, ser válida y maravillosa. Si tienes demasiado
arraigado el hábito de ser escéptico en todo, vas a pasarla
por alto o tomarla a mal, y en ningún caso estarás
en la vía del entendimiento y del progreso.
Por otra parte, si eres receptivo hasta el punto
de la mera credulidad y no tienes una pizca de sentido del escepticismo,
entonces no puedes distinguir las ideas útiles de las inútiles.
Si todas las ideas tienen igual validez, estás perdido, porque entonces,
me parece, ninguna idea tiene validez alguna.
Algunas ideas son mejores que otras. El mecanismo
para distinguirlas es una herramienta esencial para tratar con
el mundo y especialmente para tratar con el futuro. Y es precisamente la
mezcla de estas dos maneras de pensar el motivo central del éxito
de la ciencia.
Los científicos realmente buenos
practican ambas."
No concuerdo con eso de que lo que dice la ciencia,
si el día de mañana se ve que era un error, se corrige y
listo: sigue siendo "ciencia"; una "ciencia" que se tapa a sí misma
de sus falsedades puestas al descubierto, cubriéndolas con lo nuevo,
de modo que quizá los escépticos serán más
defensores de la tesis extraterrestres que el más fanático
ufólogo o contactado, y dirán que "nosotros, con nuestra
ciencia lo hemos negado, luego lo dudamos y ahora lo afirmamos"; con la
misma "ciencia"; una "ciencia" lineal que va desde la refutadora negación
ignorante, a la defensora aceptación conocedora. ¿"Ciencia"
que del negativo va al positivo? ¿No era que ciencia es LO POSITIVO?
Eso es pretensión de destrozar a la ciencia
suplantándola por cientifiquería relativista; la ciencia
es ABSOLUTA E INMUTABLE; lo que va cambiando es el grado de aproximación
que el ser humano puede establecer con la ciencia, de modo que ese ser
humano puede estar procediendo pseudocientíficamente cuando no da
en la tecla, y recién científicamente cuando descubre una
verdad que de ahí en más nunca será otra. Si el día
de mañana la aceleración gravitatoria terrestre dejara de
ser de 9,8 m/seg., lo que habrá cambiado no es la ciencia, sino
la Tierra. La ciencia puede establecer cambios de realidades; no puede
ella ser una realidad cambiable. No puede haber una "ciencia astronómica
sumeria" y una "ciencia astronómica azteca", con todas las diferencias
implicadas entre una y la otra: sólo hay una ciencia que es la astronomía,
de la cual los sumerios y los aztecas hayan elaborado sus respectivas versiones,
de las cuales habremos de considerar como CIENTÍFICO sólo
aquello en lo que no se hayan equivocado; lo otro es de descarte, no es
astronomía, sino ERROR, al igual que el hecho de que no es matemática,
sino error, una cuenta en que 2 + 2 = 5, por más que haya sido efectuada
dentro del campo matemático, con signos matemáticos. Y si
la ciencia humana es una versión de la ciencia universal, y la ciencia
de otro mundo fuera una versión diferente, entonces al final la
ciencia sería subjetiva, cultural; no sería ciencia en su
más pura concepción.
La ciencia no es para discusión, sino para
orden (entendimiento de la realidad dada) y progreso (creación de
nuevas realidades), pero nunca es AUTOSUFICIENTE: debe nutrirse de la sensibilidad,
de la intuición. Así progresa: por visión de posibilidades
que fuera de ella el indivuduo concibe y le transfiere. La esencia y la
existencia no se reducen tan sólo a ciencia: ella es parte del todo,
pero no lo es todo. Ni todo es arte. No todo es racional, ni todo es sensible.
Pero la razón científica alimenta a la sensibilidad artística,
intuitiva, y ésta a la ciencia. Y quien así no lo entienda
y pretenda que la ciencia y la tecnología sean lo que determine
un nuevo orden social, una nueva psiquis, un nuevo desarrollo espiritual,
pretende demasiado de algo que en sí mismo no lo pretende todo:
sólo aporta al todo lo que es su parte.
Una ciencia que pretenda ser la jueza absoluta de
la verdad, es cientifiquería; y si se pretende que sea cambiante
según sean los avances, no tiene nada de absoluta, de positiva,
es también relativista. Porque esta relatividad hace al cientifiquerismo
que se ha apartado de la ciencia y que conspira contra ella al estar infiltrada
de falsos científicos que, en vez de proceder como tales, lo hacen
como fanáticos del escepticismo o de la credulidad en determinada
tesis "científica" que carece de validez real. Todo eso es simple
pseudociencia; la oficialmente avalada por el sistema.
Clomro
12 de octubre de 2003
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