ARCHIVO PÚBLICO DEL COMANDANTE CLOMRO
Informe Clomro-2  DIFUSIÓN
Sección III  PRODUCCIÓN FILOSÓFICA, LITERARIA Y PLÁSTICA
Subsección D  ENSAYOS 
Parte V
2003
 

· El ingreso a la "Cuarta Dimensión"
¿TRASPASO FISICO-CUÁNTICO O SIMPLE ACTITUD MENTAL?
Hacia un aquí y ahora interdimensional a nivel de conciencia
 

· Atemporalidad
EL TODO Y LA NADA
Entre la esencia y las realidades ilusorias

· Fanatismo vs. apertura mental
ESCEPTICISMO Y CREDULIDAD
Ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario

· Relativismo cientificoide
CIENTIFIQUERÍA
Desenmascarando a la pseudociencia oficial



 
El ingreso a la "Cuarta Dimensión"
 
¿TRASPASO FISICO-CUÁNTICO O SIMPLE ACTITUD MENTAL?
 
Hacia un aquí y ahora interdimensional a nivel de conciencia
 
     Se ha venido hablando tanto de que desde tal año y bajo tal condición de conciencia de la humanidad, pasaremos a otra dimensión, que hay mucha gente que piensa que vamos a resplandecer, atravesar paredes a voluntad, viajar teletransportándonos y hacer un sinfín de cosas imposibles para nuestro actual estado de densidad y falta de conciencia de nuestras facultades parapsíquicas.
    La expectación que ciertos divulgadores de temas metafísicos están causando en tanta gente, va a tener que verse defraudada por la realidad, cuando en unos pocos años más (al cumplirse la fecha "anunciada" para el "cambio de dimensión" de la humanidad y del planeta), el mundo siga girando sin grandes cambios. ¿El "Cinturón de Fotones" no habrá transmitido la suficiente energía para operar el cambio molecular que nos dijeron?, podrán preguntarse muchos. ¿Las Jerarquías Superiores no estarán muy conformes con nosotros, y nos habrán desacelerado el proceso de cambio?, se plantearán no pocos decepcionados.
 

De qué se trata realmente el cambio de dimensión que se anuncia

    Parece ser que no se ha entendido bien qué es, realmente, este proceso de "cambio dimensional" que, a nivel colectivo, llevaría a la humanidad a una situación muy diferente de la actual a nivel de conciencia. La expectativa de transformaciones moleculares, haciéndonos poco menos que dioses interdimensionales en nuestros movimientos, dominando la materia como verdaderos Cristos o magos, sería preferible situarla con vistas a unas cuántas décadas adelante en el mejor de los casos, o más bien cientos o miles de años. Porque hablar de que el gran cambio será, como se anuncia, en el 2012 o el 2013 (que se nos vienen encima rápidamente a contramano de nuestra lentitud evolutiva de conciencia), implica que "el mochaorejas" preso en México se vuelva santo, que Bush se apacigüe y fraternice con los musulmanes, o que los sionistas y el Vaticano distribuyan solidariamente entre los pobres el dinero que succionaron de las economías tercermundistas.
    No podría confiárseles a seres que están siendo tan perjudiciales para la humanidad, acceso libre a otras dimensiones, pudiendo así tornarse en infinitamente más peligrosos de lo que son. Si algo tendrá que cambiar en este mundo a largo plazo, será mejor que, por lo pronto, allá por los próximos diez años, corruptos como los arriba mencionados se queden donde están, mientras la humanidad avance pese a ellos.
    Sin embargo, sí tendrán derecho -porque es un derecho humano- a acceder a la misma conciencia de lo interdimensional a la que tienen derecho los seres buenos y benefactores del prójimo. Tanto corruptos como rectos en conducta, tienen derecho a lograr esa conciencia. Pero, ¿de qué se trata ella?
    Como entendemos más fácilmente las cosas por su opuesto, vamos a comenzar por definir qué es inconciencia de lo interdimensional: es pensar y vivir como si nuestra realidad, en términos de espacio-tiempo, estuviera desconectada de otras realidades espacio-temporales. Es pensar y actuar conforme a "la realidad", ser "realistas", y no idealistas, utopistas, visionarios, porque lo que existe, lo que vemos, lo que palpamos, "es lo único de lo que hay garantías; lo único concreto y seguro para desarrollar un plan de vida". Si los jueces son corruptos, no conviene estudiar Derecho, porque "la realidad" es suficiente para desmotivar; ella se basta a sí misma para excluir cualquier ideal de cambio en el sistema jurídico para ennoblecerlo. Puede haber un futuro en el cual los jueces son honrados; ya se operó el cambio en ese futuro, pero eso "no existe" para la mente que funciona sólo en "la realidad" (ésta, el aquí y ahora, como si acaso otros aquí y ahora de otros tiempos paralelos no fueran también "realidades") y, por lo tanto, estudiar Derecho sería apostar a un futuro incierto.
    La mente que trabaja en "tiempo lineal", secuencialmente sin conexiones con realidades temporales paralelas, es la mente de la Tercera Dimensión; la del largo, ancho y espesor, tres dimensiones situadas en una cuarta: el tiempo; pero no situadas, en ese tiempo, en un mismo "ahora", sino en muchos. Hablar del "tiempo" como "Cuarta Dimansión", implica todos los ahoras, y no que otras realidades estén fuera del tiempo o más allá del tiempo. Están fuera o más allá de éste tiempo, de ésta realidad, pero todos los tiempos paralelos son, en sumatoria, un sólo tiempo que -y cómo limitan las palabras- es más bien un no-tiempo. Las realidades fragmentarias de la temporalidad son segmentos si los aislamos y desconectamos entre sí; son realidades únicas cada una de ellas si cerramos nuestra mente y nos situamos en un tiempo-espacio restringido, desde donde vemos como irreales a los otros segmentos. En cambio, la conciencia funcionando en Cuarta Dimensión percibe las relaciones intertemporales como una dinámica en la que no hay necesariamente un antes y un después, un atrás y un adelante en las situaciones: un determinado hecho del presente puede ser causado desde el futuro; un futuro que se crea a sí mismo actuando sobre su pasado. Viajeros del tiempo o proyecciones de hechos futuros a clarividentes, o proyección de la mente de éstos hacia el futuro, pueden ser alternativas de acción intertemporal, interdimensional.
    Por lo tanto, el tan mentado "paso a la Cuarta Dimensión" para a partir del año 2012, quizá no vaya a ser otra cosa que el logro de una masa crítica de mentes capaces de comprender esta realidad interdiomensional, y producir en la humanidad una aceleración en el cambio de conciencia lineal y fragmentaria acerca de lo que es el tiempo y lo que es la "realidad".
 

Cómo operar el cambio

    Pero ese cambio deberá proceder de hechos concretos, y no de palabras o conceptos abstractos y pura teoría. Son los ejemplos y no los discursos lo que puede producir cambios radicales en el mundo. Y los únicos ejemplos efectivos de cómo se puede trascender los límites de esta tridimensión en que hay que "ser realistas", serán los individuos, grupos y organizaciones que, con sus logros, demuestren que es mucho mejor "ser idealistas".
    El idealismo no se genera en el tiempo secuencial: es producto de una visión interdimensional de la realidad. Su alimento es la idea de un futuro mejor, desde donde no meramente como imaginación, sino incluso con percepciones extrasensoriales, conscientes o inconscientes, se puede recibir información que haga que desde ese futuro se esté modificando este presente. Un futuro que se esté creando a sí mismo proveyendo de información a su pasado, en el cual los idealistas estén con sus antenas receptivas desplegadas por su sola actitud de no cerrarse en el "realismo". Porque saben que "el realismo se agota en sí mismo", que no es capaz de crear, de generar cambios; sólo preserva el statu quo.
    Los preservadores de la realidad califican como "fantasiosos" a los idealistas, porque son incapaces de comprender que la realidad no es un fragmento de tiempo en un tiempo secuencial, sino un tiempo global cuya fragmentación es ilusoria. Pero en la grandiosidad del universo y de la Creación, hasta esa ilusión es también una realidad. La paradoja de esto consiste en que la antinomia ilusión-realidad comprende a la ilusión en la realidad, en vez de excluirla. Y ahora veamos lo hermoso de la experiencia de la ilusión de la realidad fragmentaria, viéndole su lado positivo.
 

En medio del naufragio

    Es cierto que por haber perdido nuestra conexión interdimensional, desde que ocupamos cuerpos con glándulas y mentes bloqueadas, nos movimos como autómatas en una realidad que creíamos única. En ella sufríamos y gozábamos las consecuencias de no estar integrados al flujo multidireccional del tiempo. Llorábamos por nuestros muertos sin comprender a dónde van, o sin siquiera pensar que van a algún lado; simplemente creyendo que quienes vivían entre nosotros ya no existen más. Gozábamos con los nacimientos, creyendo que era el comienzo de una vida, ignorando que estábamos sólo ante una manifestación más de continuidad existencial, porque esa vida había pasado por muchas reencarnaciones, con sus respectivos intervalos en otras dimensiones, y antes de todo eso, con un origen extramaterial, fuera del mundo físico y del mundo-Tierra, que resultaría inconcebible. Es cierto que esta llamada "ilusión de separación" en la que hemos sido desconectados de otras realidades del universo, nos ha hecho, como ignorantes, muy peligrosos, porque al perder de vista las relaciones con nuestro pasado y con el futuro posible, nos perdimos en el desarraigo cósmico e histórico, yendo hacia lo desconocido sin condiciones de estar en el timón, destinados al choque del futuro. Es cierto que los diseñadores cósmicos -corruptos- del "plan del mundo" ingeniaron esa desorientación humana e incapacidad de ver y hacer un futuro, y aprisionaron a la mente humana con la idea de un futuro cerrado, inmutable, apocalípticamente catastrófico, a lo cual resignarse... Y es cierto que, de esta manera, haber sido unos "perdidos en el espacio-tiempo", náufragos inconcientes en el océano de la Cuarta Dimensión, nos ha hecho evolutivamente pobres. Sin embargo, veamos qué podemos rescatar de esta experiencia que no le deseamos a nadie en mundos que no hayan pasado por esta situación.
 

Vida = intensidad

    Es rescatable, entre tanta estupidez y locura resultantes del aislamiento dimensional en que estamos, el lado bello de no conocer lo que va a pasar. Estamos todos metidos en una fílmica comedia dramática, en la cual ignoramos que habrá un final feliz, y por lo tanto vivimos momentos dramáticos haciéndonos demasiado problema por lo que, si supiéramos cómo terminará, no nos afectaría; y por momentos gozamos situaciones muy efímeramente buenas y hasta conducentes a resultados malos, que si conociéramos de antemano, nos borrarían la sonrisa. El sólo hecho de festejar el 1-0 en un partido que terminará 1-2, sería absurdo. Hasta sería absurdo festejar todos los partidos ganados si la final del campeonato se perderá. El hecho de ser tan inconcientes del futuro, nos hace vivir con intensidad nuestra realidad ilusoriamente fragmentaria; cada momento, cada situación, se sienten sin importar si conducirá o no a donde se desea. Y la intensidad no es otra cosa que una manifestación de VIDA.
    Si dos personas que se encuentran y se gustan, estuvieran muy seguras de que formarán pareja, la fantasía que alimenta el enamoramiento, el deseo, estaría ausente; la duda de si se logrará enamorar a la otra persona o no, generará búsqueda de formas de expresión que manifiesten un sentimiento que pueda ser estimulante para esa persona. El cortejo que realizamos a semejanza de lo que ocurre en todo el Reino Animal, no tendría razón de ser: todo estaría resuelto desde el inicio; ¿para qué dar vueltas o escribir cartas de amor?... Las "fantasías sexuales" no por nada resultan más estimulantes que las realidades sexuales: un mero apareamiento macho-hembra, la cosa más natural del mundo, no tiene por qué ser excitante como "realidad", como queda demostrado en la actitud de frialdad de la prostituta con el cliente. El fantaseo erótico es parte del juego en que una situación es convertida en especial por lo que mentalmente conlleva el interjuego de subjetividades, y no por lo que objetivamente es: mecanicidad psico-química de estímulos sensoriales.
    La belleza de las expresiones, la vida manifestándose en medio de la incertidumbre de si habrá o no una feliz historia de amor con la persona deseada, es resultante de la inconciencia de la dinámica interdimensional del tiempo, en la mente que experimenta el tiempo como algo lineal. Hemos vivido en una horrenda-hermosa ilusión de que la existencia es tan sólo eso. Lo horrendo ya lo hemos dicho: vivir en conflicto hasta el borde de nuestro autoexterminio por ser tan realistas del Apocalipsis y tan faltos de utopías para ser realistas de las dimensiones paralelas y del futuro mejor que podemos construir. Lo hermoso, es que pese a que hemos sido aislados del tiempo global, situándosenos en un fragmento de tiempo lineal, nos las arreglamos para vivir la vida como mejor podemos.
 

Vida cuatridimensional aquí y ahora

    Muchos ya vivimos en la Cuarta Dimensión hace rato; no hemos estado esperando el 2012 para darnos cuenta de que la realidad es mucho más rica, gigantesca, que el pobre "realismo" de la pequeña realidad de este fragmento de tiempo en que estamos con estos cuerpos. Muchos ya vivimos, mentalmente, en el mundo mejor del siglo XXI, y le hablamos al mundo de hoy sobre cómo será la Humanidad Unida de unos años más en adelante, porque nos hemos salido de la línea del tiempo en que hay una secuencia de hechos que conducen a la destrucción.
    Otros, ya viven en el mundo destruido que las profecías auguran, porque siguen esa secuencia de situaciones que están prediseñadas por el "plan del mundo" para ser aceptadas como inevitables. Los que estamos alterando el cumplimiento de ese plan, demoliéndole profecías a Isaías o a Nostradamus, a veces nos tomamos unos minutos para escribirle cartas de amor a la persona que quisiéramos que nos escriba la suya. Quizá en el fondo sepamos que nos escribirá esa carta, y por lo tanto no necesitemos escribirle la nuestra. Pero nos replegamos de nuestra conciencia interdimensional de Cuarta Dimensión, a la conciencia restringida, en tiempo lineal, para vivir con intensidad el lado bueno de ser tan ignorantes de lo que va a pasar o ya pasa en el futuro. Jugamos a no saber lo que en el fondo ya sabemos, y cada tanto volvemos a ser humanos comunes y corrientes, de esos que amamos o nos peleamos perdiendo de vista las relaciones intertemporales de las situaciones. Pero cada vez que por jugar a esto, llegamos a extremos críticos, nos reconectamos con el tiempo global, comprendemos la unificación de todos en el todo, y evitamos pegarnos un tiro en medio del drama. Algunos se asombran de que, en vez de hacerlo, nos sobrepongamos rápidamente a las depresiones derivadas de los problemas que sufrimos. Bastaría con decirles: "es que conozco el futuro, y sé cómo será que todo se va a arreglar". Nos dirían entonces: "Si eso es así, ¿por qué entonces el estado depresivo anterior a esa salida?". No cabría otra cosa que responder: "Porque de vez en cuando actúo tontamente"; cosa que les parecerá comprensible a los que ya han escuchado, leído y entendido aquello de que "para amar o enamorarse hay que ser tontos", o como dijo Spielberg en su libro "Encuentros Cercanos": "nunca se dijo que las personas enamoradas tuvieran que actuar inteligentemente".
    Dejar de lado a veces la inteligencia, en busca de intensidad, puede conducir al dolor, o al goce. Pero si el no-uso de la inteligencia puede encadenar a las situaciones de la ilusión del tiempo lineal, en busca de emociones, no es menos emocionante incursionar -inteligentemente- en el tiempo global con una conciencia cuatridimensional: la sola visión de un mundo mejor en lugar del catastrofismo bíblico, y trabajar en un proyecto de Humanidad Unida para construir ese futuro en vez de resignarse al otro, apocalíptico, es verdaderamente emocionante. Es algo que se vive intensamente, incluso en los momentos de retorno ilusorio al tiempo secuencial, porque se es conciente de esa ilusión, y de que la realidad no es este segmento y nada más. Se puede, por momentos, sufrir por escenas televisivas de guerra, pero se alternará ese sufrimiento con los ideales de cambio por un mundo mejor, que hacen gozar de antemano un futuro que, antes de ser en este tiempo, ya es en otra dimensión, y en la mente de quien de ella se alimenta y a ella la alimenta.
 

El equilibrio neutro y los extremos

    Si tan sólo por momentos nos reconectamos con la grandiosidad del Tiempo en la amplitud sus dimensiones, y el resto de nuestra existencia lo pasamos desconectados, en la "ilusión", lo importante es que de ésta vivamos lo mejor y lo peor, sabiendo del éxtasis y de tocar fondo. Porque buscar sólo lo positivo y evitar lo malo, es hedonismo, no es plenitud. Viviremos más plenamente si buscamos intensidad en los extremos, y no buscando el equilibrio neutro en la indolente frialdad de ser inconmovibles, incapaces de indignarnos ante lo injusto, faltos de emotividad por ser racionales o por ser "espirituales" (de esos que "han trascendido los conflictos" y no los sufren porque son personas que "están más allá"). Debemos vivir en el "más acá", emotiva e intensamente, y no en la Cuarta Dimensión las 24 horas, porque la paradoja de esta cuestión es que un exceso de interdimensionalidad, en este plano, terminaría por hacernos neutros, anulados como agentes de cambios y como puentes hacia la conciencia cuatridimensional. No puede un puente estar hecho de la misma materia de lo que hay al otro lado: tiene que ser una combinación de la materia de ambas orillas. Saber manejarse entre dimensiones, siendo un poco de cada una, es tender un puente; y eso no se logra hablando de cosas de la otra dimensión que son indescifrables para los que viven en ésta.
    Quizá muchos "trascendidos" a la Cuarta Dimensión, por desconectarse demasiado de los hechos del tiempo lineal, perdiendo respuesta emotiva ante la situaciones, se tornan insensibles, inútiles para operar cambios. Quedan fluctuantes en medio de la realidad de la gente común y corriente (que vive en la ilusión), perdiendo peso, determinación en la sociedad. Se desconectan de los dramas mundiales viviendo su mundo color de rosa, perdiendo la posibilidad de solidarizarse con los que sufren, mientras se la pasan en el limbo entre congresos, reuniones y convivencias con otros "hermanos" (así se llaman entre ellos, y no "compañeros" como los activistas de la sociedad civil). Y se salen hablando de cosas tales como cambiar el calendario gregoriano por el maya, porque perdieron piso de realidad en el tiempo lineal del que participa el grueso de la población del planeta, y por lo tanto cerecen de operatividad para establecer vías de conexión interdimensional por donde la gente en estado de ilusión pueda empezar a moverse.
    Vivir como "trascendidos" termina siendo quedar como fantasmas de mundos paralelos deambulando por el mundo tridimensional de los pueblos ignorantes. En cambio, ser trascendidos y tener la humildad y la astucia de moverse entre los ignorantes como si se fuera uno más, haciendo y viviendo con intensidad las mismas cosas que ellos, hará que se pueda jugar con ellos un partido de fútbol en vez de decir que el fútbol no es para almas elevadas y conciencias trascendidas. Y,  diferenciando lo que es sólo un juego, de una guerra, disfrutando en vez de alterándose, se podrá pasarla mejor. Quien esto escribe, con vehemencia, pero no violencia, sin haber tenido ni una expulsión, ni una amonestación en dos campeonatos seguidos (incluso por la no-estupidez de las inútiles protestas de fallos erróneos), demuestra que hasta en el fútbol se puede uno mover en otra dimensión de conciencia, mientras se lo disfruta en la dimensión de la inconciencia en que compañeros y rivales se la pasan viendo, por excesos con pierna o lengua, tarjetas rojas y amarillas.

¡Intensa vida a los luchadores!...
¡Intensa lucha a los vivientes!

Comandante Clomro,
7 de febrero de 2003
 


Atemporalidad
 
EL TODO Y LA NADA
 
Entre la esencia y las realidades ilusorias
 

    Nunca hubo una "nada" en los confines del "Todo". Ni confines. Nunca hubo un "Dios" o "Energía" que "ocupara" un determinado "espacio", más allá del cual, un no-espacio fuera una "nada". Es decir, lo que hubo siempre fue un "Algo" no "situado" en un "espacio" con confines. Ese "Algo" no es el opuesto de una "nada": no tiene opuestos. El problema de las concepciones filosóficas humanas ha sido tratar de dimensionar ese "Principio Creador" desde una perspectiva dualista en la que "hubo un momento en que se puso a crear"; "momento" que podría entenderse como "a partir de", como si sólo desde entonces el Principio Creador hubiera entrado en actividad luego de una eternidad nula. Lo dualista está dado en estos razonamientos, en los conceptos de "antes era quietud" - "después fue el movimiento". El Principio Creador es dimensionado a partir de la existencia de lo que conocemos como "Universo", por el mero hecho de que es científicamente demostrable que el Universo tuvo un principio que puede ser calculado en una determinada cantidad de miles de millones de años terrestres. Por lo tanto, las especulaciones teológicas plantean la noción de un Dios que entró en acción a partir del momento en que el Universo pasó a existir. No hay un planteamiento filosófico acerca de que durante toda la eternidad anterior al Universo-Tiempo, ese Principio Creador tuviera una existencia y acción de alguna forma que no tuviera nada que ver con tiempos, espacios y universos. Se limita la búsqueda de la concepción de Dios a términos de "Creación"; es decir, "Dios es Dios en tanto Creador", y "Creador es Creador en tanto hay materia-energía, tiempo-espacio". La idea es que antes de la Creación, todo era quietud... Como si ese Creador se hubiera pasado la eternidad pre-universal dormido.
 

De la potencia al acto

    Si nunca existió la Nada, porque siempre existió un "Algo", pero hablamos de un "Siempre" sin tiempo, esa eternidad pre-universal no debe ser entendida en términos de tiempo. Eternidad no significa "mucho tiempo", o "todo el tiempo", o "todos los tiempos de antes y después"; eternidad es no-tiempo. Y no-tiempo no implica "quietud", por oposición a que "tiempo" implique "movimiento". La perspectiva dualista de la visión humana pretende entender la eternidad del no-tiempo, por oposición a la temporalidad. Entonces, "si en el tiempo hay movimiento, en el no-tiempo, debe haber quietud". Por lo tanto, "el Creador estaba quieto antes de que existiera el tiempo". Tenemos, así, un Creador que nunca había hecho nada, hasta que hizo todo; un todo que, por oposición a esa nada, concibe al espacio-tiempo como dimensión de movimiento, en oposición a un no-espacio y no-tiempo como una no-dimensión; una no-existencia; una nada. No es raro que, bajo esa visión, haya científicos que especulen con que, de pronto, una partícula estática entró a dinamizarse, y desde entonces, cuando estalló y comenzó el universo, es cuando todo empezó a existir, incluso el tiempo. No le llaman "Dios" a esa partícula o energía primordial, pero al final están de algún modo divinizándola: le atribuyen la facultad de dar origen a todo lo que existe.
    Ya sea una partícula o bien una energía gigantesca, el error de los científicos y de los metafísicos consiste en pensar en términos de "muy pequeño" y "muy grande", respectivamente. Es decir, conceptos ligados a la noción de "espacio". Como el
espacio tiene medida, el no-espacio suele ser difícil de entender; ¿cómo imaginar lo que es el opuesto de lo que es grande o
pequeño, si no es ni grande ni pequeño, si no está "situado" de modo que podamos medirlo?
    Sin espacio, sin tiempo, sin antes, sin después; un Ser, una existencia, una realidad que no tiene lógica, porque lo lógico hubiera sido el no-ser, la nada. Es entendible que de haber existido una nada, nada existiría; lo que cuesta entender es por qué existe todo, si de la nada no sale nada. Por lo tanto, es un todo que no "salió" ni de la nada ni de algo. No salió, no comenzó; es. No creó "hacia afuera"; no hizo un espacio donde emanar energía para que ese espacio "externo" existiera como universo. No creó "hacia adentro"; es decir, un agujero dimensional donde volcar energía para crear ese universo. No puede haber ni "adentro", ni "afuera" en un Ser que no es medible en términos de espacio. Por lo tanto, no estamos, como universo, en "un lugar" fuera o dentro de ese Ser: no "estamos": somos. La temporalidad-espacialidad en la idea de "estar" es una sensación humana, de mentes limitadas que no son manifestación, sino negación del ser. Por eso en la sociedad materialista es más importante tener, estar y parecer, que ser. Porque la sola conciencia del ser que somos, haría perder sentido a posesiones,
localizaciones y apariencias. La teología que pretende situar al Ser fuera de nosotros, trascendente al universo, perdería todo
sustento, porque comprobaríamos la inmanencia divina en todas las cosas. Y esa divinidad que está en todo lo que existe, es
atemporal, no fue "creada" porque "siempre" existió. No pudo haber un momento a partir del cual esa esencia divina que somos empezó a "ser"; siempre fuimos.

 

Nosotros en la existencia

    Pero "siempre" es otra palabra engañosa, porque es el opuesto de "nunca": no podría ser que nosotros "nunca" hubiéramos sido hasta que "fuimos", porque en tal caso el "nunca" debería haber comprendido al futuro también, pues no puede haber un "nunca" que alguna vez termine, cuando lo que no era, empieza a ser. Entonces, no podemos venir de un "nunca"; no podemos siquiera "venir": si encontrándonos en una dimensión temporal-espacial, procediéramos de un Todo sin tiempo del cual nos separamos para estar aquí, no sería cierto que éramos atemporales, porque lo atemporal no puede temporalizarse. En otras palabras, nuestro ser, nuestro espíritu, sigue siendo atemporal; no "vino" aquí desde donde "es": nuestra mente no es otra cosa que una proyección temporal en la cual nuestro espíritu no puede "estar" circunscripto, limitado por variables de espacio-tiempo. Somos espíritus que no estamos aquí, ni venimos de ninguna parte ni vamos a ninguna parte: sólo movemos sondas materiales y mentales a través de campos dimensionales en diversas escalas. No somos "nosotros" quienes nos movemos como sondas, sino nuestras mentes y cuerpos. La ilusión consiste en creer que somos esas mentes y cuerpos, de la misma forma que con un casco y visor de realidad virtual podemos creer que estamos donde nuestra tecnología cibernética lo configure para que ilusoriamente nos creamos metidos en esa realidad ficticia.

 
Realidades

    Somos divinidades del no-tiempo; ésa es nuestra única realidad. Jugamos a la realidad virtual donde perdemos el sentido de que no estamos aquí. De pronto, algunos despiertan algo de su conciencia bloqueada, y donde hay una persona ven otra cosa; ven entidades del astral por todas partes, se superponen dimensiones, y ya nada es lo que parece. Algunos se dice que son esquizofrénicos, porque hablan con gente que "no existe"; puede que ni siquiera estén viendo seres en el astral, y que sea tan sólo una proyección mental, pero para el caso es lo mismo: las percepciones falsas de esta realidad, o verdaderas de otra realidad, relativizan, en cualquier caso, la absolutividad de que en estas dimensiones del tiempo-espacio haya algo que "sea" objetivamente; hay cosas que unos las captan y otros no, o que existen sólo en la mente de un único observador que cree verlas y en realidad no están. O que en realidad sí están, pero sólo para un observador entre cien que miran y no ven lo que también es realidad que para ellos no existe. Lo cual es muy distinto de que no estén pudiendo ver lo que el observador ve; no se trata de cien ciegos que no ven lo que hay, sino de cien que no ven lo que efectivamente no existe, y que a su vez sí existe para alguien que sí lo ve, porque es una realidad exclusiva suya, de la cual nadie más puede participar. Una realidad que no está en el tiempo-espacio colectivo, sino que es una proyección individual y subjetiva del no-tiempo-no espacio del ser cuya sonda mental la observa.
    Conocemos a alguien, hallamos un objeto que nadie vio donde pasaron cientos de personas y lo levantamos. Y estamos muy seguros de que ese alguien y ese objeto pueden ser vistos por cualquiera. O que mucho de lo que pensamos o sabemos, podremos decirlo a cualquiera y que cualquiera lo entenderá. Y puede suceder que nada de todo eso sea accesible a nadie más que nosotros. Que para cualquier otra persona, nada de eso exista. Estamos muy convencidos de la realidad de lo que experimentamos y conocemos. Pero puede que existan ciertas realidades nuestras que no formen parte alguna de la realidad colectiva. Si algunas de ellas fueran, por ejemplo, ideales de transformación mundial, es posible que, llevadas a términos explicativos para comunicarlas a los demás, sean consideradas por ellos como delirios de un iluso que debería "bajar a la realidad", poner "los pies sobre la tierra". Con el paso del tiempo, cuando comprobamos que esos ideales que tuvimos no se cumplieron, creemos que efectivamente fuimos delirantes ilusos fuera de la realidad. Pues sí, eso somos como esencias atemporales y aespaciales: entes ajenos a esta realidad; no la dimensionamos objetivamente, y por lo tanto, la vemos como nos parece que es o que pueda ser si la transformamos. Nadie verá las cosas como las vemos transformadas en una realidad adonde la de aquí no regirá, y por lo tanto, las mentes aferradas a la realidad de aquí se resistirán a tener una visión atemporal en la que puedan, como nosotros, concebir que todo puede ser distinto de lo que está siendo.
    Un buen autor o promotor de propuestas de cambio social y planetario no será alguien que maneje la atemporalidad, sino las secuencias temporales a las que las mentes están ancladas. No se puede obtener adhesión y participación de la gente con promesas de un paraíso en la Tierra que "ya existe" en la atemporalidad, y que está situado en un futuro que es tan ilusorio como nuestro presente. Porque el hambre que muchos tienen lo sienten demasiado temporal y real para que, en vez de hablarles del pan de hoy aquí, les hablen del paraíso mundial de mañana en la atemporalidad que ya le está dando existencia antes de ser en la materia.
    Las urgencias de muchos no aceptan filosofías y metafísicas que no son su realidad. Por lo tanto, un espíritu que esté logrando desbloquear la mente física para que ésta sea capaz de crear realidades, no deberá pretender que las conciencias de los demás cambien y, entonces sí, comprender que el mundo puede cambiar. Los cambios deberán ser producidos yendo a contramarcha de una sociedad que no creerá en los idealistas que los propongan. Porque serán producidos no con palabras, sino con hechos, siendo que la gente debe creer en los hechos y no en las palabras. Cuando muchos comprueben que la realidad puede cambiar porque ya habrá hechos que así lo demuestren, entonces haber carecido de las palabras en el momento de la difusión de los ideales no habrá sido importante, porque de haber recibido esas palabras no las habrían creído fundadas en algo posible.
 
 
Entre lo cósmico y lo onírico

    Muchas cosas no tenemos por qué decirlas; no pertenecen a realidades colectivas o masivas. Por ejemplo, si tenemos algo de conciencia de nuestra atemporalidad y divinidad, decirles a los evangélicos pentecostales que "todos somos dioses", es hacer un mal uso de esa conciencia, porque para ellos Dios está afuera y nos teledirige. Para ellos el Padre Universal es Dios; ignoran que hay millones de Padres Universales en millones de universos esféricos que existen paralelamente a éste, y ninguno de esos Creadores Universales es Dios; todos proceden de un Gran Creador que, a su vez, tampoco es Dios. Porque todos los Creadores y cadenas de niveles de Creadores son apenas manifestaciones cósmicas en tiempos y espacios, de "Eso" que no tuvo Alfa ni Omega, ni localización, ni duración, y a lo cual se le ha dado en llamar "Dios" para confundir queriendo simplificar, porque al final hasta Jehová y el hacedor de este mundo se han autodenominado "Dios", y de hecho, lo eran, pero dentro de la pluralidad de una palabra que no había sido concebida para designar al UNO o el TODO, sino al carnaval de deidades que desfilaron sobre la Tierra a lo largo de la historia. Para no confundir y no simplificar, mantengamos cierta dificultad de definición, pese a la cual tratemos de entender que los Creadores o Padres Universales son insignificantes ante la magnitud de ese TODO, ese UNO atemporal, sin principio ni fin, del cual es difícil precisar si somos "parte" como "dioses" omnipotentes, porque a algo que es "UNO" no se lo puede concebir como hecho de partes. Partes que, como dijimos, no son "salidas" de ese Ser, porque no estamos fuera de Él (ni "situados" dentro de Él en algún "lugar"). Posiblemente ni siquiera "estemos" en este Universo esférico galáctico expansivo, y apenas tengamos aquí proyecciones mentales de lo que realmente somos, y sea todo esto apenas un escenario ilusorio de realidad virtual donde creemos que nos estamos moviendo. Incluso, cuando dormimos, creemos que nos movemos en otro de los niveles ilusorios de esta realidad, y estamos muy convencidos de que los sueños son algo que existe y donde tenemos experiencias. Algo donde tan real es la cosa, que los habitantes de esa realidad tratan con nosotros como entidades totalmente ajenas a nosotros, como si tuvieran existencia autónoma.
    Cuando soñamos, los seres que existen en nuestros sueños tienen vida propia; podrán ser cambiantes conforme a nuestras mentes que los van adaptando, pero existen por sí mismos como creaciones nuestras que se tornan independientes. Puede que dejen de existir cuando nos despertamos, que reaparezcan volviendo a existir en otros sueños, o que nunca más sepamos de ellos. Pero concentrémonos tan sólo en un sueño, y en un determinado ser que vemos en el sueño. Ese ser no puede ser deshecho por nuestra mente, porque desde que ella lo creó, le da existencia autónoma. Si despertamos, esa existencia se desvanece, porque ese ser autónomo depende de que la realidad en la que ha sido creado se mantenga. Pero como los sueños son realidades fragmentarias, como capítulos unitarios de una serie televisiva donde el héroe siempre somos nosotros y los demás actores varían, ellos sólo existen mientras los soñemos. Sólo que, en vez de que les demos papeles para que los interpreten, esos actores hacen lo que quieren; incluso lo que nos pueda disgustar o desfavorecer. Pueden incluso matarnos. Pero llegado a ese extremo, o bien despertamos, con lo que comprobamos que no hemos muerto más que en esa realidad, pero no en ésta, o bien seguimos vivos dentro de ese sueño; no podemos morir, o bien "morimos" siguiendo vivos, aunque estemos decapitados. Si alguien nos mata en el sueño es porque tiene autonomía para existir sin necesidad de la mente que lo sueña (al menos en teoría, por más que en la práctica, al despertar el que sueña, el personaje del sueño se desvanezca).
    Esa realidad mental en la que viven entidades, es como la realidad en la que nuestro Yo mental es virtual. Una realidad que existe en una dimensión donde creemos que estamos, fuera de la cual no existe esto que creemos que somos, sino que existimos como realmente somos. Vista desde esa realidad por nuestro verdadero ser, esta dimensión virtual puede tener millones de años luz de tamaño y millones de galaxias de contenido, pero no por eso deja de ser una proyección ilusoria con respecto a la atemporalidad a la que nuestras esencias pertenecen.
    Pero he aquí que hablar de "virtual" o "ilusorio" no significa hablar de "irrealidades": son realidades también, tan reales como la atemporalidad del Increado; tan reales como la virtualidad de los sueños en los que creemos estar, así como creemos estar aquí durante la vigilia, y si según estemos despiertos o dormidos, o bien desde aquí o bien desde el sueño, vemos como real al estado actual y como ajeno a nuestra realidad de ese momento o bien al sueño o a la vigilia, entonces ni una cosa ni la otra pueden ser del todo reales; sólo son reales en la relatividad de las dimensiones de tiempo-espacio. Y el mundo onírico no es inmaterial y atemporal; es una dimensión más de lo espacial y temporal; es algo donde todavía nuestro Yo tiene identidad artificial, personalidad acorde con el plano de realidad del mundo físico, de la vida y la conciencia social. Es un mundo paralelo a este mundo, que constituimos mentalmente como complementario de éste, pero que sigue siendo abismalmente aislado de la atemporalidad donde somos lo que somos y no lo que en esta vida parecemos o nos creemos.
    Soñar o estar despiertos son dos niveles de realidad tan ajenos el uno como el otro a la realidad en la que somos un Todo en el UNO, donde el otro y yo somos lo mismo. Por eso cuando queremos trasladar aquí el concepto maya de que "tú eres otro yo, yo soy otro tú", no lo entendemos porque usamos la mente física, el ego por el cual aquí nadie es otro yo; cada uno es cada cual, distinto del otro, separado. Suena muy bonita la frase maya, pero no es aplicable en los términos de nuestra personalidad. Suena muy bonito el "te amo", pero en realidad está queriendo decir "mi ego está a gusto con el tuyo". Perdidos en el espacio-tiempo, incapaces de amarnos permitiéndonos ser, bloqueando nuestro ser nos relacionamos con egos que bloquean a su ser y que sean reflejo de nuestros egos. ¿Qué somos realmente?, no nos importa; como estamos, "está todo bien": nosotros aquí, nuestro espíritu allá, el Increado más allá... y eso es la vida. ¡Qué pobreza! La experiencia de la vida en las galaxias bajó a un nivel de realidad que parece lamentable.

 
Dónde estamos

    Sin embargo, ser ignorantes y haber sido capaces de amenazar la continuidad de la vida en el planeta es algo que no podía haber sido evitable, desde que la Totalidad comprende infinitas opciones de realidades, y ésta es una. Nos preguntamos por qué justo a nosotros nos vino a tocar estar acá, entre infinitas alternativas en las que podríamos haber sido y estado mejor (algo así como "¿por qué justo a mí me tocó ser yo?"). Algunos se preguntarán por qué nacieron justo ahora, y no en siglo pasado o el que vendrá. Y quizá así haya sido también y así será; quizá todos estamos aquí no por casualidad, sino porque siempre estuvimos en todos los tiempos. ¿No estaremos también en todas las realidades infinitas? ¿Nos tocó estar circunscriptos en esta realidad de este universo, o desde la atemporalidad en la que nuestras esencias existen, tenemos proyecciones como ésta en infinitas direcciones de tiempos, espacios o de no-tiempos y no-espacios?
    En fin; si es que no estamos aquí en realidad, sino que aquí apenas hay una proyección nuestra a la que creemos que es nosotros, pero no por ser una realidad virtual, deja de ser real, no porque esto no seamos nosotros, vamos a dejar de vivir esta realidad. Tan pequeño es al final un universo, que, después de todo, un átomo puede ser grandísimo; nuestras pequeñeces pueden, entonces, ser tan inmensas que ponerse a escribir algo como esto o a preparar un té, sentarse a mirar el paisaje o dibujar, pueden ser acciones grandiosas en vez de insignificancias.
 

El valor subjetivo de las cosas

    Por lo tanto, vale lo mismo querer salvar al planeta que salvar a la gallina del zorro que anda por ahí; vale lo mismo reforestar un bosque que plantar un árbol en el jardín. Para el dueño del gallinero y el dueño del jardín, no hay planeta ni hay bosque más importantes que la gallina o el arbolito. Y ése es el mundo al cual nos estaremos dirigiendo los que queremos que la humanidad cambie: un mundo donde predominan las personas que no ven más allá de su entorno inmediato. Por lo tanto, tenemos que pensar en términos de entorno inmediato para hablarle a gente así: qué es lo que les estaremos proponiendo para su vida cotidiana, y no para que ellos actúen localmente pensando globalmente. Quizá les falte mucho para siquiera pensar localmente, porque hasta pueden vivir tapados de basura sin que les moleste el mal olor. Y olvidémonos de hablarles del ser y la nada, o del no-ser y del Todo, o de todas estas cosas que compartimos entre nosotros los elitistas que podemos por lo menos querer tratar de entenderlas, juntándonos entre nosotros al margen de los ignorantes con los que perderíamos nuestro tiempo.
    Entonces, de elitistas que somos, nos metemos tanto en nuestras convicciones de realidades cuánticas, que nos alejamos del dueño del gallinero y del jardín, y nos incapacitamos para descubrir y planificar de qué le vamos a hablar a gente de ésa, conforme a lo que para ella tiene valor, y no conforme a nuestros valores. Después nos preguntamos por qué no logramos acelerar los cambios mundiales que preveíamos; por qué el calendario gregoriano no se pudo cambiar por el de las Trece Lunas. Y nos damos cuenta de que el elitismo en el que habíamos ingresado podía estar bien para una realidad subjetiva, pero no para la realidad colectiva de la que nos habíamos separado. De pronto las naves evacuadoras no vinieron con sus comandantes a salvarnos, y seguíamos acá, en el mundo de los ignorantes e incrédulos, porque nos creímos que si nos volvíamos distintos de ellos íbamos a ser transportados a otra realidad. Queríamos irnos de ésta, en vez de cambiarla. Entonces empezamos a entender que el Plan de Evacuación estaba mal planteado, y que se trataba no ya de convertirse en los "elegidos" de los extraterrestres para ir en las naves a otros mundos, sino en ser cada uno elegido por sí mismo para seguir en este mundo, obrando cambios hacia adentro y no pretendiendo que el mundo cambiara. Pero ahí fue cuando todo volvió a fallar, al darnos cuenta de que las mantralizaciones y meditaciones no nos hacían cambiar en nada; tan sólo nos pretendían hacernos sentir más espirituales, pero volvíamos a nuestras relaciones con los demás y seguíamos siendo los mismos intolerantes, egoístas y conflictuados.
    En fin, todo el proceso de búsqueda interior terminó siendo de afirmación de lo exterior, bajo apariencia espiritualoide. Habría sido más fácil no buscar nada, no pretender espiritualización de nada, y ponerse a hacer cosas no alejados de los ignorantes, sino entre ellos, es decir, sabiendo coexistir con lo que para ellos tiene valor y que para nosotros no lo tiene, al menos ahora si es que alguna vez sí lo tuvo a nuestro entender. Nos habíamos alejado del fútbol porque "eso es cosa de ignorantes" (como nosotros cuando éramos ignorantes que no habíamos accedido a la "iluminación"), y por lo tanto, no estábamos más allí para participar de la reunión de la Asociación de Fútbol en la que directivos, árbitros, jugadores y aficionados buscaban soluciones al problema de la violencia en el deporte. Como se supone que el fútbol es cosa de ignorantes, entonces los iluminados que podrían resolver los problemas allí, no están: en vez de quedarse a brindar servicio, se fueron a meditar a la montaña.
 

Reflexiones en una fecha especial

    Hoy, 25 de julio de 2003, es el día del no-tiempo del calendario maya de las Trece Lunas. Realmente me había olvidado por completo de eso hasta hace un rato, cuando ya llevaba como dos o tres horas escribiendo estas reflexiones. Quizá mi forma de celebrarlo ha sido, inconscientemente, escribiendo esto y no reuniéndome con gente espiritual a hacer rondas y participar en ceremonias como en las que otras veces sí estuve para esta fecha. Quizá esto de la atemporalidad del ser lo esté escribiendo en un día en el que no pocos adherentes a la cuestión del calendario maya se estén preguntando todavía qué es esto del día que no es del año que terminó ayer ni del que empieza mañana; qué es esto del día del no-tiempo, si al final tan difícil es siquiera entender lo que es el tiempo.
    Si es que acaso he escrito esto porque haya recibido alguna influencia cósmica o humana ligada a la fecha tan especial que mucha gente hoy celebra, lo único que sé es que hoy, para mí, es un día como cualquier otro, pero que si para muchos es motivo de festejo, que lo disfruten; algo de positivo le estarán transmitiendo al mundo.
 
 

Comandante Clomro
Desde la nave mental Tiempo-Tierra 2003, y bla, bla, bla...
 

Fanatismo vs. apertura mental
 

ESCEPTICISMO Y CREDULIDAD
 
Ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario
 

    Cuando polemizo con escépticos y con crédulos, mi problema es exactamente el mismo: estoy tratando con gente que es -siendo escéptica- crédula de que ciertas cosas son mentira, y gente que es -siendo crédula- escéptica de que sea verdad aquello en que no creen. En cualquiera de los dos casos, llámese escepticismo o credulidad, el problema es el mismo, porque ambas posturas proponen una actitud defensiva de cierta postura, y cerrada a que las cosas sean distintas de como las entienden. Como no encuentro, entonces, diferencias sustanciales entre tratar con escépticos o con crédulos, debo definir qué es lo que ambos tienen en común, y distingo que se trata de una CONVICCIÓN CIEGA. Ambos están ciegamente convencidos de aquello que consideran cierto, correcto o valedero.
    De ahí que me pregunto de qué estoy convencido yo, o si es que estoy o no convencido de algo, ya que si lo estuviera, o bien sería crédulo, o bien, escéptico. Entonces me doy cuenta de que a veces procedo con credulidad, a veces con escepticismo, pero no pertenezco a ninguno de los extremos porque, en el balance general, no me sitúo en una cosa ni en la otra. Entiendo que esto es algo que le pasa a TODOS: no hay ni crédulo ni escéptico al ciento por ciento, porque al más escéptico le pueden vender gato por liebre, y el más crédulo puede de pronto dudar de si la supuesta libre acaso sea un gato. Por lo tanto, cuando alguien se define como "escéptico", no es porque lo sea en toda su amplitud, sino porque tiende a serlo, es lo que prefiere ante la duda. El crédulo, ante la duda, prefiere creer "por las dudas": no sea cosa que, por incrédulo, se esté perdiendo de algo que pueda ser verdad.
    A diferencia del que tiende al escepticismo y se autodefine como escéptico, el que padece de credulidad crónica nunca se autodefine como "crédulo"; son los demás los que así lo consideran, y puede que a veces tengan razón, ya que no es de esperarse que el vicio de la credulidad sea asumido por quien lo padece. ¿Y por qué el que padece del vicio del escepticismo extremo (no confundir con escepticismo razonable) sí se reconoce como lo que dice ser?, porque para él ese vicio es una virtud, y por lo tanto, en vez de reconocer lo que padece, pretende ser "reconocido" por lo que cree que es digno de mérito. Ha sido educado por un sistema donde ser escéptico representa ser virtuoso; el mismo sistema por el cual hacer mucho dinero y tener muchas mujeres es ser virtuoso. Pero así como le pasa al que por la virtud de hacer dinero se convierte en un avaro, y al que por la "virtud" de desear muchas mujeres se convierte en un insaciable que siente insatisfacción constante, al escéptico que no se pone una justa medida le pasa que nada lo satisface a nivel de "pruebas", "demostraciones", "comprobaciones. Como decía una reflexión humorística, si alguien trata bien a un escéptico, éste se pregunta: "¿qué pretenderá de mí?"; es decir, todo llega a ser dudoso, hasta el simple trato humano desinteresado puede dar lugar a suspicacia de interés.
    Por lo tanto, siendo yo a veces crédulo, a veces escéptico, y a veces "ni una cosa ni la otra sino todo lo contrario", una vez, a efectos de aclararme a mí mismo, escribí una lista de cosas en las que CREO, en las que NO CREO y de las que DUDO. Una de las que creía: que cierto amigo escéptico, en realidad, no lo era (al menos no al extremo de los escépticos propiamente dichos); y una de las cosas en las que no creía: que ese amigo fuera realmente de esos escépticos.
    Debo destacar, que con ese amigo que NO CREE en cosas que yo CREO, tengo mejor amistad que con mucha gente que piensa como yo. Motivo: no nos cuestionamos el uno al otro nuestras respectivas formas de pensar y entender la realidad. También ha sido determinante de la buena relación el hecho de que ambos somos anti-crédulos. Podría decir que también somos anti-escépticos del escepticismo extremo: tanto el de los que no creen en nada de nada, como el de los que creen en una sola cosa (por ejemplo, una religión, y son escépticos hacia todas las demás). Porque mi amigo "escéptico", al igual que yo, estoy seguro de que algo debe creer en cuanto a ciertos fenómenos "extraños"; en lo que no cree es, en general, en gente que cree y dice ciertas cosas sobre esos fenómenos.
    Por lo tanto, hay un escepticismo "creyente", enceguecido con la negación obstinada de todo tipo de realidades (a las que no se empeña en comprobar: pretende que esa tarea la realice alguien que venga con las evidencias en mano, mientras ese escéptico se queda cómodo sin investigar ni experimentar nada que lo pueda hacer cambiar de opinión), y hay una creencia "escéptica", enceguecida con la negación obstinada de las creencias ajenas. Ambas cosas son, al final, dos caras de una misma moneda que, como toda moneda, es más fácil que caiga de un lado o del otro, a que quede parada en un justo equilibrio que no dé lugar a ninguno de los dos extremos. Muy de vez en cuando, todos caemos parados pese a la lógica oscilación, pero lo cierto es que nuestra tendencia es quedar de un lado o del otro, al menos transitoriamente. El problema en nuestra sociedad son los que oscilan poco y que en general se sitúan rápidamente en una postura que es su constante, crédula o escéptica, sin dar margen a que las cosas sean distintas de como se las cree. Una postura que siempre es crédula en cuanto a ella y escéptica en cuanto a la contraria. Por lo tanto, credulidad y escepticismo van de la mano tanto en el autodenominado "escéptico" (extremista) como en el que no quiere autodenominarse "crédulo" y que tampoco dice ser escéptico, siendo que lo es hacia todo lo que no sea su creencia. Entonces, si escepticismo y credulidad son dos partes de un mismo problema, podemos sintetizarlos en una sola cosa bajo una misma denominación: FANATISMO.
 

Clomro
P.D.: Hasta aquí lo escrito al mediodía del sábado 11 de octubre de 2003 (en Monterrey, México), luego de lo cual, alrededor de las seis de la tarde, encontré una cita de Carl Sagan que me aclaró algo que él había dicho y con lo que he estado manifestando mi desacuerdo: que "la ciencia debe ser rigurosamente escéptica", siendo que para mí la ciencia es conocimiento, sin escepticismo y sin apertura mental, cosas éstas que hacen a la subjetividad investigativa, cuando la ciencia es objetiva, es el resultado final, purificado de todo escepticismo y de toda "apertura". Un sujeto que procede "científicamente" es aquél que mezcla clorato de potasio con azufre y lo golpea haciéndolo explotar, porque conoce la fórmula del explosivo. Un sujeto que ensaya fórmulas con sustancias cuyas combinaciones ignora qué resultados darán, y de pronto le sale algo que más tarde adquirirá carácter científico, durante la experimentación no tendrá todavía ese carácter; el sujeto no estará procediendo científicamente, sino azarosamente. La ciencia le debe mucho al azar, le debe mucho al escepticismo y a la apertura mental, pero ni azar, ni escepticismo, ni apertura mental son CIENCIA: el que mezcla clorato de potasio con azufre para hacer el explosivo no necesita ninguna apertura mental: su mente en ese momento está cerradamente definida en el uso de ambas sustancias para fabricar el compuesto deseado. Si acaso buscara otras alternativas siendo escéptico de que sólo esa fórmula pueda funcionar, y quisiera ensayar otras variantes, porque al mismo tiempo tuviera apertura mental a otras posibilidades, entonces deberá salirse del campo científico para moverse en el especulativo, el empírico, el del ensayo-error, el del azar, e incluso en el de la intuición... y en una de ésas dar con un resultado que pueda convertirse en algo científico. Lo que pasa es que se ha dado a extender el concepto de "científico" a cualquier cosa que haga un científico mientras investiga, e incluso mientras ni siquiera investiga: si de pronto está apuntando el telescopio al cielo sólo por gusto de ver las estrellas y por puro azar detecta un cometa nunca antes observado, él ha efectuado un "descubrimiento científico" (no empleó el método científico en la observación; sólo estaba en actividad recreativa y justo encontró el objeto). A mi entender, el carácter científico del hallazgo comienza sólo después de que los cálculos matemáticos determinen precisiones de posición y trayectoria del objeto, que establezcan de qué se trata realmente. De establecerse que se trata de un cometa ya descubierto y conocido, estaríamos de todos modos ante un hecho científico. Pero mientras no se sepa lo que es, no hay ciencia; mientras el fenómeno esté tan expuesto al escepticismo de que sea un cometa nuevo, como a la apertura a la posibilidad de que lo sea, no tendremos ninguna ciencia; a lo sumo científicos especulando sobre el asunto, usando incluso las herramientas de la ciencia, haciendo del fenómeno materia de investigación científica, pero sin obtener sobre él todavía ningún conocimiento científico concluyente. Para mí la ciencia es conocimiento concluyente; no le da apertura mental a nada, porque se circunscribe a LO QUE ES, sin otra alternativa; y no admite escepticismo, porque lo que es, ES. Por eso no puedo aceptar que "la ciencia debe ser rigurosamente escéptica". Pero aquí viene el problema de si Sagan quiso decir exactamente eso, o si quiso dar a entender otra cosa. Porque, muchas veces, se le llama "ciencia" a lo que hoy es verdad, pero mañana será corregido por una nueva verdad (para mí ninguna ciencia es de verdades transitorias; eso es pseudociencia, y por eso no admito que se diga que "la ciencia se supera continuamente, duda de sí misma", y cosas tales, porque LO QUE ES, no admite duda ni se supera; sólo LO QUE NO ES y que se creía que era, es superado cuando se corrige, y eso no tiene nada de científico). También se le suele llamar ciencia a "lo que hacen los científicos"; entre otras cosas: dudar, ser escéptico o tener apertura mental, cosas éstas que serán muy humanas y admisibles como tales, pero separémoslas de LA CIENCIA, que debe ser el SÚMUM del conocimiento, y no el transcurso conflictivo hacia él. Supongamos que Sagan no efectuó esta distinción, no porque para él no exista, sino por mera simplificación de lenguaje para evitar hacerla demasiado larga, y dijo "la ciencia debe ser rigurosamente escéptica", queriendo significar que "se debe ser rigurosamente escéptico para obtener conocimiento científico". Supongamos que haya querido decir eso; en ese caso seguiría yo sin estar de acuerdo, porque para mí la obtención del conocimiento científico no solamente no puede depender del escepticismo, sino que también éste puede dificultar el logro de aquél. Para mí, sin caer en la creencia, se requiere de algo que Sagan omitió en su frase: apertura mental.
    Una frase así, puede dar lugar a que unos descalifiquen a este astrónomo considerándolo mentalmente cerrado, y otros (escépticos fundamentalistas) digan que los científicos deben no tener o reducir su apertura mental y actuar predominantemente con escepticismo, porque Sagan lo dijo. Separada del contexto de todo lo que ha sido el pensamiento y la obra de Sagan, esa frase puede prestarse para todo lo anterior. Sin embargo, lo que descubrí como a las seis de la tarde -con lo cual doy por terminado el asunto, porque Sagan lo expuso con claridad concluyente- fue esto:
    "Me parece que lo que se necesita es un equilibrio exquisito entre dos necesidades conflictivas: el mayor escrutinio escéptico de todas las hipótesis que se nos presentan, y al mismo tiempo una actitud muy abierta a las nuevas ideas. Obviamente, estas dos maneras de pensar están en cierta tensión. Pero si sólo puedes ejercitar una de ellas, sea cual sea, tienes un grave problema.
    Si sólo eres escéptico, entonces no te llegan nuevas ideas. Nunca aprendes nada nuevo. Te conviertes en un viejo cascarrabias convencido de que la estupidez gobierna el mundo. (Existen, por supuesto, muchos datos que te apoyan). Pero de vez en cuando, quizá uno entre cien casos, una nueva idea resulta estar en lo cierto, ser válida y maravillosa. Si tienes demasiado arraigado el hábito de ser escéptico en todo, vas a pasarla por alto o tomarla a mal, y en ningún caso estarás en la vía del entendimiento y del progreso.
    Por otra parte, si eres receptivo hasta el punto de la mera credulidad y no tienes una pizca de sentido del escepticismo, entonces no puedes distinguir las ideas útiles de las inútiles. Si todas las ideas tienen igual validez, estás perdido, porque entonces, me parece, ninguna idea tiene validez alguna.
    Algunas ideas son mejores que otras. El mecanismo para distinguirlas es una herramienta esencial para tratar con el mundo y especialmente para tratar con el futuro. Y es precisamente la mezcla de estas dos maneras de pensar el motivo central del éxito de la ciencia.
    Los científicos realmente buenos practican ambas."
 
 

 
Relativismo cientificoide
 
CIENTIFIQUERÍA
 
Desenmascarando a la pseudociencia oficial
 

    No concuerdo con eso de que lo que dice la ciencia, si el día de mañana se ve que era un error, se corrige y listo: sigue siendo "ciencia"; una "ciencia" que se tapa a sí misma de sus falsedades puestas al descubierto, cubriéndolas con lo nuevo, de modo que quizá los escépticos serán más defensores de la tesis extraterrestres que el más fanático ufólogo o contactado, y dirán que "nosotros, con nuestra ciencia lo hemos negado, luego lo dudamos y ahora lo afirmamos"; con la misma "ciencia"; una "ciencia" lineal que va desde la refutadora negación ignorante, a la defensora aceptación conocedora. ¿"Ciencia" que del negativo va al positivo? ¿No era que ciencia es LO POSITIVO?
    Eso es pretensión de destrozar a la ciencia suplantándola por cientifiquería relativista; la ciencia es ABSOLUTA E INMUTABLE; lo que va cambiando es el grado de aproximación que el ser humano puede establecer con la ciencia, de modo que ese ser humano puede estar procediendo pseudocientíficamente cuando no da en la tecla, y recién científicamente cuando descubre una verdad que de ahí en más nunca será otra. Si el día de mañana la aceleración gravitatoria terrestre dejara de ser de 9,8 m/seg., lo que habrá cambiado no es la ciencia, sino la Tierra. La ciencia puede establecer cambios de realidades; no puede ella ser una realidad cambiable. No puede haber una "ciencia astronómica sumeria" y una "ciencia astronómica azteca", con todas las diferencias implicadas entre una y la otra: sólo hay una ciencia que es la astronomía, de la cual los sumerios y los aztecas hayan elaborado sus respectivas versiones, de las cuales habremos de considerar como CIENTÍFICO sólo aquello en lo que no se hayan equivocado; lo otro es de descarte, no es astronomía, sino ERROR, al igual que el hecho de que no es matemática, sino error, una cuenta en que 2 + 2 = 5, por más que haya sido efectuada dentro del campo matemático, con signos matemáticos. Y si la ciencia humana es una versión de la ciencia universal, y la ciencia de otro mundo fuera una versión diferente, entonces al final la ciencia sería subjetiva, cultural; no sería ciencia en su más pura concepción.
    La ciencia no es para discusión, sino para orden (entendimiento de la realidad dada) y progreso (creación de nuevas realidades), pero nunca es AUTOSUFICIENTE: debe nutrirse de la sensibilidad, de la intuición. Así progresa: por visión de posibilidades que fuera de ella el indivuduo concibe y le transfiere. La esencia y la existencia no se reducen tan sólo a ciencia: ella es parte del todo, pero no lo es todo. Ni todo es arte. No todo es racional, ni todo es sensible. Pero la razón científica alimenta a la sensibilidad artística, intuitiva, y ésta a la ciencia. Y quien así no lo entienda y pretenda que la ciencia y la tecnología sean lo que determine un nuevo orden social, una nueva psiquis, un nuevo desarrollo espiritual, pretende demasiado de algo que en sí mismo no lo pretende todo: sólo aporta al todo lo que es su parte.
    Una ciencia que pretenda ser la jueza absoluta de la verdad, es cientifiquería; y si se pretende que sea cambiante según sean los avances, no tiene nada de absoluta, de positiva, es también relativista. Porque esta relatividad hace al cientifiquerismo que se ha apartado de la ciencia y que conspira contra ella al estar infiltrada de falsos científicos que, en vez de proceder como tales, lo hacen como fanáticos del escepticismo o de la credulidad en determinada tesis "científica" que carece de validez real. Todo eso es simple pseudociencia; la oficialmente avalada por el sistema.
 

Clomro
12 de octubre de 2003
 


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