“Los Gobiernos de los países en desarrollo que procuran al reducido estado alto de su sociedad beneficios comerciales en el mercado mundial mediante el trabajo infantil, la inescrupulosa destrucción medioambiental y unos salarios de hambre que sólo se pueden imponer mediante la represión a los sindicatos, practican la rapiña de los recursos humanos y naturales de sus naciones. Si la Organización Mundial del Comercio, OMC, impusiera sanciones a tales países, cuyos gobernantes violan en forma demostrable -y confirmada por las autoridades de la ONU- derechos fundamentales democráticos y económicos, las élites del sur, en su mayoría antidemocráticas, se verían forzadas a impulsar una política de desarrollo que realmente hiciera avanzar a sus pueblos.”
La tapa del citado libro muestra
una telaraña. Siendo como abejas buscando flores, al encontrarnos
con las telas tejidas para que caigamos en ellas, por respeto a las arañas,
no tenemos por qué lanzar un ataque en masa sobre el arácnido
que espera a la víctima; mejor dejar que siga tejiendo su pegajosa
red, y seguir nuestro vuelo libre. Nuestro proyecto de Red Mundial de Libres
Rebeldes no debe consistir en destruirle sus estructuras al sistema: debemos
saber reconocerle su imperio sobre la mayoría de las mentes, y conformarnos
con no integrar esa mayoría. Si como resultante de que muchos se
adhieran a nuestra propuesta, el sistema perdiera ingerencia sobre sectores
que hoy maneja, eso deberemos tomarlo como la resultante colateral de nuestro
propósito, y no como un propósito en sí mismo. Debemos
pensar en sumar para nosotros, no en restarle a ellos. Ahora, si conseguimos
restarle gente, restarle fuerza, pues bien; así sea.
El libro menciona a la sociedad 20:80; una futura
sociedad en la que el 20 % de la humanidad participará del sistema
produciendo y consumiendo, en tanto que el 80 % restante quedará
fuera, sin trabajo y sin ingresos que le permitan consumir. Esto no será
preocupante para quienes manejen la economía del planeta, porque
las corporaciones que tienen estudiado el asunto, saben que con un 20 %
es suficiente para sus intereses: de allí se obtendrán las
ganancias necesarias; el resto de la población mundial, no importa
a sus fines. Si todos esos desocupados mueren de hambre, el sistema sigue
funcionando.
Hay diversas maneras de ir quedándose cada
vez más afuera de ese 20 %. No pagar impuestos, trabajar independientemente
(debiendo competir contra empresas que producirán lo mismo que uno,
pero a menor costo y, por lo tanto, lo ofrecerán a más bajo
precio), no tener tarjeta de crédito, no saber informática,
y, como todo siga así, no tener implantado un chip. Hay religiones
en las que ya se habla de que aquéllos que se lo implanten pasarán
a integrarse a la "Bestia":
el código de barras es asociado al 666, y el chip, a la marca
de la Bestia; muchos están dispuestos a negarse a ese implante.
Un artesano independiente será un marginado, lo mismo que uno de
estos religiosos, o que todo aquél que no negocie con el sistema
global, o que por analfabetismo, educación mínima recibida
y otras limitaciones, sea discriminado. Ésa será la realidad
del 80 % de la humanidad, al cual los Libres Rebeldes tenemos altas probabilidades
de pertenecer. Habrá en nuestra red quienes puedan, dadas sus aptitudes,
ser integrados al 20 % privilegiado, y habrá quienes no. Quedar
afuera tiene sus ventajas, a pesar de todo. Así como estar integrado
al sistema global, tendrá sus desventajas. Pues si "pertenecer tiene
sus ventajas", como dice el slogan de cierta tarjeta de crédito,
se está diciendo tácitamente que hay desventajas, o se diría:
"pertenecer es una ventaja". No lo es en ciertos aspectos, en los cuales
habrá que contraer compromisos y responsabilidades que encadenan
a los requerimientos del sistema. Cumplir rutinas, pagar impuestos excesivos,
moverse en ciudades alienantes e insanas ambientalmente, llegar a casa
con un agotamiento que inutiliza las horas de ocio, y no tener tiempo para
ver más verde que el de la plaza más próxima, pues
el jardín hogareño entre el hormigón urbano se reduce
a alguna que otra maceta.
Entre las ventajas, se podrá contar con una
obra social, que habrá de asegurarle a uno contar con las pastillas
necesarias para tratar su stress, la úlcera producida por las preocupaciones
impositivas, pagarse el psiquiatra, o hacerse los lentes por la vista dañada
por las rutinarias horas de PC en la oficina.
Podríamos desarrollar a fondo este tema de
por qué es tan tramposa esta "cultura planetaria" que la globalización
propone integrar. Pero vayamos a lo que queremos hacer los que buscamos
una vida más allá del "nuevo orden" que imperará.
Pero veamos qué podemos hacer, dentro o fuera de la sociedad de
consumo, para manejarnos en cierto modo independientes del funcionamiento
del sistema y de sus reglas. Hasta aquí, desde lo más
cósmico a lo más concreto en el plano terrenal, hemos recorrido
el Archivo Público del Comandante Clomro. Todo el mensaje en sus
contenidos trascendentes a nivel universal, llega a su punto pragmático
en sentido social, en las acciones a emprender dentro de esta red planetaria
en la que los rebeldes liberados del sistema manipulador, tendrán
su web como uno de sus puntos de encuentro.
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