Tanto nos gusta que estamos abiertos a mejorarlo. Este mundo no lo definen el capitalismo ni la globalización, sino la riqueza de los seres vivos que lo habitan, incluyendo los seres humanos.

Este es el planeta en el que surgieron los dinosaurios, en el que millones de años después los humanos aceleraron la evolución. En este planeta miles de culturas han vivido respetando la Naturaleza, y otras no tanto. Pero incluso aquellas que no lo han hecho, han realizado contribuciones fabulosas: las matemáticas, la música, descubrir el Universo. Hemos tropezado con los límites ambientales y mucha gente está respondiendo a ello con propuestas que van desde la vuelta al campo al desarrollo de energías renovables. La crisis social está siendo afrontada desde las sicoterapias humanistas, como la gestalt, y movimientos como el de la lactancia materna y el parto natural están logrando que la sensatez vuelva a presidir la llegada de nuevos seres humanos al planeta.

Así que hay muchos motivos para valorar el mundo que tenemos y para esperar que las mejoras significativas sigan produciéndose. Por supuesto, reconocer los problemas puede ser una parte importante de los procesos de mejora, pero no deberíamos quedarnos centrados en los problemas, especialmente habiendo tantas soluciones esperando a ser atraidas por nuestra Intención colectiva.

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