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"Ésta es mi sangre, la sangre de la nueva alianza, que será
derramada por todos para remisión de los pecados".
(Mateo 26, 28)

La importancia de los Sacramentos

Existe un tema común en los mensajes y apariciones de Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María en diversos lugares del mundo: la importancia de los Sacramentos*, especialmente la Confesión y la Comunión.

*Sacramentos: Signos sensibles y eficaces de la gracia de Cristo. En ellos Jesús está presente para santificarnos por medio de su Iglesia.

La Confesión, es el Sacramento liberador por excelencia. Sana el alma, y la cura de las heridas y consecuencias de sus pecados.

La Comunión, es la gracia de poder recibir el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, realmente vivo y presente en la Sagrada Hostia, para nuestra conversión y santificación.

¿ Qué relación existe entre Garabandal y los Sacramentos ?

El Aviso, ha sido descrito como un "juicio en miniatura": Cada persona verá su alma, tal y como Dios la ve. Verá todo el bien y el mal que ha hecho o dejado de hacer. Y al ser también una "radiografía espiritual", entre más pecados NO confesados tenga una persona, más fuerte será el impacto que éste le producirá.

Y el Milagro (de Garabandal), ocurrirá durante la Fiesta de un Santo Mártir de la Eucaristía, y estará de alguna forma relacionado con ésta, según los mensajes dados por la Santísima Virgen María a las videntes en ese lugar.

Así que la mejor forma de prepararse para los acontecimientos que se profetizan en Garabandal, es el recibir frecuentemente los Sacramentos:

1º. Confesión regular ante un Sacerdote.

2º. Asistir a la Santa Misa y comulgar.

La presente guía, tiene como objetivo facilitar la preparación de una buena Confesión, y así poder recibir dignamente a Jesús Eucaristía durante la Comunión. Recordemos lo que nos dice San Pablo al respecto:

Yo recibí del Señor lo que os he transmitido: Que Jesús, el Señor, en la noche en que fue entregado, tomó pan, dio gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi Cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía". Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; cada vez que la bebáis, hacedlo en memoria mía". Pues siempre que coméis de este pan y bebéis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que vuelva.

Por eso, el que come del pan o bebe del cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, examine cada uno su conciencia, y entonces coma del pan y beba del cáliz. Porque el que come y bebe sin considerar que se trata del Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación. (1a Corintios 11, 23 - 29)