"The searchers" (1956)


A su regreso al hogar, un veterano que luchó con la Confederación, quemará muchos años de su vida siguiendo la pista de los indios comanches que asesinaron a su hermano y cuñada y raptaron a su pequeña sobrina. Cuando, tras muchas aventuras y penalidades, finalmente logra recuperarla, ella es ya una esposa india.

"Centauros del desierto" es de seguro el más bello y misterioso de todos los westerns rodados por John Ford y también el más elíptico y ambiguo por una especie de pudor narrativo que dificulta la penetración en el secreto entrevisto y no revelado de los personajes, de quienes intuimos que 'saben' cosas que nosotros nunca llegaremos a averiguar, especialmente ese Nathan Edwards (impresionante John Wayne que acomete con un personaje tan trágico como su Tom Doniphon de "El hombre que mató a Liberty Valance") cuya nobleza impide que su amargura estalle, o el ambivalente capitán-reverendo Clayton (Ward Bond) sorprendiendo en silencio, mientras toma café, a la cuñada de Nathan acariciando evocadoramente su esclavina. El film contiene momentos de indescriptible intensidad dramática, jalonados por los imprescindibles toques de humor fordianos y un tono de velada poesía invadiendo esas maravillosas escenas hogareñas tan queridas del autor de "Wagonmaster".

En 1954 se publicó la novela de Alan Le May 'The searchers', que provocó ciertos resquemores entre los políticos por tratar un tema vidrioso aún en aquella época como era la mezcla de razas. No olvidemos que en aquellos aún había 29 estados en donde estaba prohibido los matrimonios entre blancos y negros. Merian C. Cooper adquirió los derechos de la novela para que John Ford la convirtiera en película con John Wayne a la cabeza del reparto. Ford acepta el envite y con una adaptación realizada por su guionista habitual Fran Nugent, el film se comienza a rodar el 25 de junio de 1955.

¿Qué le intereso a Ford de esa novela? Posiblemente no más que en otras y todo a la vez, la segregación racial, la familia, los indios, es decir, todo lo que había inspirado ya muchas de sus otras películas, pero sobre todas las cosas, la posibilidad de rodar un nuevo western, y así, en palabras suyas, "Abandonar Hollywood, ir a las montañas lejos de la contaminación y convivir unos meses con sus más íntimos amigos". Además su interés por los indios le hizo volver a rodar de nuevo en su decorado favorito, el Monumental Valley, donde se encuentra una de las reservas indias más importantes, la de los Navajos. Ford había sido nombrado años antes Gran Jefe de la tribu y en agradecimiento, reiteró una y otra la vez la presencia de éstos en sus películas. Otra de las cosas que pudo interesar al cineasta posiblemente fuera su protagonista, que lejos de ser el arquetipo del héroe tradicional, es simplemente un fracasado que no ha conseguido realizar ninguno de sus sueños y se ha convertido en un amargado totalmente decepcionado por una sociedad que le rechaza. Se guía por sentimientos primarios y le guste o no, está condenado a vagar sin rumbo. El final del film, con Ethan de espaldas y el cierre de la puerta aclara el fracaso del personaje y su futuro respecto a su familia y la sociedad. Con todas sus variaciones, en el fondo, el personaje no deja de ser una síntesis de otros personajes característicos de John Ford.

Ford declaró que "Centauros del desierto" es la tragedia de un hombre solitario, un hombre que regresó de la guerra sin saber a donde se dirigía, un solitario natural que nunca podría formar parte de una familia o de una sociedad".

Aunque se podría insistir en algunas de las grandes secuencias de esta película - la tensa espera en la casa mientras aguardan el ataque indio, las cargas de la caballería, las escenas de la boda, los sucesos de la primera persecución - nada de ello es comparable a la secuencia inicial-final, al sentido circular que Ford da a la biografía concreta del protagonista con esa planificación, la enorme condensación de significado que tiene ese plano-símbolo final. A pesar de los muchos análisis que ha inspirado ese final, poco es aún lo que se ha dicho sobre su origen histórico, su profundo significado en la obra de Ford, sus consecuencias estéticas.

Por último, una recomendación, esta película conviene verla varias veces para llegar a captar todas las sutilezas con que Ford y Nugent desarrollan sus personajes, descubrir los infinitos horizontes que pone ante nosotros la historia de Ethan Edwards el antihéroe por antonomasia - y Martin Pawley - el héroe a su pesar - en busca del recuerdo de una niña y de los días felices que, para ambos, ella representa.

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