ETodo empezó para mi cuando aun era muy chiquita, tanto que mis recuerdos a veces se hacen un tanto confusos. Debo haber tenido entre 3 y 4 añitos cuando por primera vez me puse ropa de mujer, aunque mas bien fue ropa de niñita.
Una tarde, luego de ver mi dosis diaria de dibujos animados, entre al cuarto de mis hermanas y saque varios calzoncitos y unas blusas y me encerré en mi habitación. Me puse un calzoncito y una de las blusas y luego me puse mis pantalones cortos. No se cuanto tiempo estuve así vestida, pero debe haber sido una media hora. Durante todo ese tiempo jugué a que era niñita. Me sentí muy bien imaginando que otros niños me veían y me decían que era bonita. Cuando terminé devolví la ropa a su lugar, pero tal fue mi placer que me quede con los calzones puestos.
Mi nana, que algo debe haber sospechado, me interrogó más tarde sobre que estaba haciendo y se dio cuenta de que aun tenia ropa de mis hermanas puesta. Gentilmente me dijo que esos calzones no eran míos y que me los sacara. Mi respuesta aun puedo escucharla. Le dije que eran míos y que no me los iba a sacar.
Pasó mucho tiempo sin volviera a sacar ropa de mis hermanas. Sin embargo, nunca deje
de jugar que era niña. De hecho, muchas fueron las noches en que, antes de dormirme, me
imaginaba como me vería vestida de niña. No se porque durante ese tiempo nunca saque ropa de nuevo.
Parecía que bastaba con simplemente imaginar. Durante el día, me comportaba como un niño cualquiera,
tenía mis amigos con los que jugábamos a la guerra o andábamos en bicicleta, y en el colegio
era uno más de mi curso.
Pero tarde o temprano tenía que volver a pasar. Y así fue como, cuando tenía 11 años me surgió la necesidad de volver a usar ropas de mujer. Supongo que para entonces ya no bastaba con imaginarme y ahora quería poder verme como niña.
Esta vez no fue el closet de mis hermanas la victima, sino el de mi madre. ahí fue donde encontré
dos sostenes, uno negro y otro color rosa, que fueron mis primeras ropas de mujer. De inmediato
me encerré en el baño y me los puse. Para que me quedaran mejor, los rellene con calcetines.
En cuanto me miré al espejo, la transformación se había realizado. Ahí estaba yo, con un
cuerpo que tenía pechos y con un sostén para sujetarlos. Mi estomago se lleno de mariposas
(por eso las escogí como mascota de mis páginas). Esa sensación es algo que nunca olvidaré.
Cuando me hice adolescente descubrí que me gustaban las niñas (las de vedad) he incluso estuve enamorado varias veces. Pero esto trajo confusión a mi vida. ¿Cómo era posible que me gustaran las niñas si por otro lado me gustaba vestirme como una de ellas? En ese tiempo, mis "incursiones" al closet de mis hermanas se hicieron algo casi permanente y muchas veces me guardaba algo de ropa entre mis cosas para no tener que ir a buscarlas tan seguido. Demás esta decir que no fueron pocas las veces en que mi madre encontró esa ropa en el lugar equivocado, sin embargo nunca me dijo nada aun cuando estoy seguro de que algo sospechaba. Supongo que nunca habló de este tema conmigo porque no sabía como enfrentar la posibilidad de que su hijo fuera "anormal"
También fue el tiempo del cuestionamiento religioso. Mi familia ha tenido siempre una formación religiosa fuerte y no era necesario preguntar para darme cuenta de que mi gusto por la ropa femenina sería visto como algo pecaminoso, así que también me cuestionaba sobre lo que Dios pensaba acerca de mi.
Por otro lado en nuestra sociedad latina, que siempre ha sido machista y colonial, el mostrar
cualquier conducta ambigua respecto del sexo biológico terminaba en burlas y en ataques verbales
que siempre eran humillantes.
Debido a estas tres situaciones es que siempre fui un joven introvertido y de pocos
amigos, lo cual no ayudaba mucho a entender mi "problema". Así fue
como empecé a vivir una doble vida, la de un adolescente normal y que gustaba
de las mujeres y la de un joven con muchas interrogantes que se vestía de niña.
A
medida que fui creciendo, mi afición por la ropa femenina se hizo mas refinada.
Cuando cumplí los 25 años me fui a vivir solo más que nada porque aun tenia
que terminar mi carrera en la universidad y mis padres debieron viajar al
extranjero. Esos años fueron los más tranquilos para mi. Fue cuando por
primera vez me atreví a entrar a una tienda de ropa interior femenina y
comprarme mis propios sostenes y calzones. También compraba faldas y blusas en
las grandes tiendas, donde sale mas fácil pasar incógnito.
Las
inquietudes por el que pudieran decir mis padres pasaron al olvido
y en cuanto a la sociedad, pues poco importaba, ya que como vivía solo, podía
vestirme las veces que quisiera en la soledad de mi hogar.
Solo las dudas religiosas no podías ser dejadas de lado, y fueron muchas las noches en que me desvelaba tratando de "justificarme" ante Dios.
Sin embargo, una nueva preocupación ocupó mi vida. Para ese tiempo yo ya tenía una novia con la cual tenía serios planes de casarme. El problema era si debía decirle sobre mis cada vez más frecuentes transformaciones y, de tener que decírselo, cómo hacerlo.
El
tiempo pasó y decidí que no le diría nada, pues estaba convencido de que al
casarnos mis gustos por la ropa de mujer pasarían a un segundo plano y
finalmente desaparecerían.
Nos casamos, pero nunca deje de travestirme. Así que, un día, cansado de tener que esconderme de la persona a la cual amaba y que dormía a mi lado, decidí contarle todo. No fue fácil ni para ella ni para mí. Al principio ella no sabia como reaccionar pero con el tiempo se dio cuenta de que lo que yo le decía era cierto. Yo tenía la esperanza de que lo tomara bien, pero no fue así. Muchas discusiones y peleas tuvieron su origen en mi conducta. Muchas fueron las horas en sicólogos, consejeros matrimoniales y siquiatras que debimos gastar, pero finalmente ella se dio cuenta de que lo que yo hacia era algo con lo cual podíamos vivir. Yo logré reconciliarme con Dios al darme cuenta que Él me ama por todo lo que soy y que si soy así es por su voluntad (aun cuando no se ni entiendo para que le puede servir a Él que yo sea así) ya que a los 3 ó 4 años yo no tenia como detener mi deseo de vestirme y sentirme como una mujer.
No quiero que me malentiendan. Soy un hombre y me gustan las mujeres. Amo a mi esposa y me defino como heterosexual. Sin embargo, dentro de mi hay una mujer que gusta salir de vez en cuando y sentirse como una niña bonita. ¿Por qué soy así? no lo se, pero si se que he logrado algo de paz en mi vida. Ahora mi esposa no solo me entiende sino que a veces ella misma me ayuda a conseguir ropa o artículos de maquillaje. También yo he entendido lo difícil que fue par ella darse cuenta que su "hombre ideal" resulto ser no tan ideal...