Alrededor de una mesa de reuniones con capacidad para no menos de treinta personas, estaban sentados y mudos Rigol, Andrés, Enrique, el Subdirector Nuclear y el Jefe de la División Patrimonial de la compañía. También, pero hablando por lo bajo, tomaban parte en la espera, dos abogados de la compañía aseguradora de la CN3.
El ambiente era tenso; los de la capital miraban a Rigol como si fuera el culpable de todos los problemas que sufría la central. Mientras, Andrés iba preparando su libreta para tomar y borrar notas.
Se abrió una pesada puerta y una secretaria muy solícita fué tomando nota de lo que los allí reunidos deseaban tomar, informándoles que el Sr.de la Reguera tardaría unos minutos, pues se hallaba reunido con el Consejo de Administración. Cada cual pidió lo suyo y al cabo de veinte minutos y sin que la señotita hubiera hecho aún su aparición, apareció el Presidente.
Hombre de unos sesenta años, de aspecto muy cuidado y con una mirada de águila, observó a los presentes que al unísono, se levantaron todos a una...Hubo los saludos y presentaciones de rigor y sin más preámbulos, el Sr. de la Reguera se dirigió al Subdirector Nuclear...
...Y bien Manuel, que noticias nos traen de allá..hay algo nuevo..?
Como le he comentado esta mañana, dijo el Subdirector Nuclear, lo que hasta ahora solo conocemos es que este hombre parece estar decidido a seguir con su absurdo plan. En estos momentos la central está en situación de parada segura y por este lado no existe peligro alguno. Hasta el momento, nuestros técnicos han revisado lo que han considerado oportuno, sin encontrar de momento, indicios de que nada haya sido manipulado, aunque la realidad es que, después de la prueba de arranque de las unidades de aire acondicionado, como Vd. Don Jaime sabe...
El de la mirada de águila y amo de casi todo, cortó el parlamento...Ustedes, dijo dirigiéndose a Rigol y Enrique en particular e ignorando olímpicamente a Andrés que ya estaba tomando apuntes, estarán de acuerdo conmigo en que, dejando a parte los conceptos de productividad y el dineral que esto nos está costando, la imagen que estamos dando,la imagen que nuestra compañía siempre se ha esmerado en ofrecer, está en estos momentos quedando muy deteriorada. Acaban de llamarme de la Dirección de la Energía y lo más suave que me han dicho es que somos unos irresponsables y casi les he dado la razón. Yo que por formación soy hombre de letras y llevo en la compañía muchos años, me deja perplejo que una instalación como la vuestra (ahora ya parecía no ser suya), con tanta reja, policía, detectores, en fin, dinero a espuertas, se pueda llegar a situaciones como esta. Es vergonzoso. Tenemos las centrales hidráulicas, las térmicas convencionales, y allí, cuatro gatos las hacen funcionar a la perfección sin tanto gasto ni aparatos sofisticados.
Estamos dando una sensación de abandono que en mi vida profesional nunca había visto. Es intolerable..! Bien, tengo entendido que tendréis una reunión con los del Servicio Estatal, no es así..?
Efectivamente, dijo Enrique, y nos han confirmado que las primeras medidas que se han tomado, han sido correctas. Y en la central, seguimos con la tarea de búsqueda de lo que ese hombre nos ha dejado.
Entonces continúen con sus planes. Deseo estar puntualmente informado de todo lo que vaya sucediendo. Buenos días señores...
El Sr. de la Reguera, salió tan rápidamente como había entrado...y los allí presentes, empezaron a recoger sus carteras. Mientras bajaban por las amplias escaleras de la primera planta, se cruzaron con la secretaria que les llevaba los cafés y sales antiácido que pidiera Enrique...
La reunión que poco después tuvieron con el Servicio Estatal de Seguridad, fue muy breve. Se reafirmaron en las medidas que habían ordenado que se tomaran, dando mucho énfasis en que habían sido informados muy tarde, lo cual sería motivo de la correspondiente sanción administrativa..y lo que viniera después.
El documento que les entregaron, básicamente decía que todo quedaba supeditado a encontrar y retirar los puzzles volviéndo a dejarlo todo como estaba..solo que habría que repetir una serie de pruebas de aceptación del Sistema de Protección del reactor. Casi nada..pensó Rigol..y esperar los resultados que desearan hacer los Inspectores del Servicio.
Después, de una manera informal, hubo consejeros del Servicio Estatal que asimilaron el tema al del impuesto revolucionario..! Con el rabo entre las piernas, Rigol, Andrés y Enrique tomaron el camino del aeropuerto...Y el DC-10 despegó cargado de pasajeros que habían hecho sus encargos en la capital del Reino.
Mientras Rigol y Enrique pensaban cualquier cosa diferente de lo que estaban leyendo en el periódico que sus manos sostenían, Andrés, tachando las notas que había tomado, les iba preguntando...oye, esto lo ha dicho el Sr. de la Reguera o quién lo ha dicho..?
Antón llamó al teléfono del Club Náutico de Cádiz, confirmando la reserva de un amarre para una embarcación a motor de 50 pies con placa de matricula *3ª-V-0345*, dando la fecha de llegada de la embarcación y pidiendo que, como llegaría de noche, el lugar de amarre fuera lo más cercano posible a la bocana del puerto deportivo, pensando que sería el que tendría menos aglomeración de embarcaciones.
Se dedicó a escuchar en el magnetófono la copia de una de las cintas que envió a su hermano ; le pareció que las instrucciones estaban lo suficientemente claras... y en la terraza, esperando llegara su taxi, con un café cargado, se puso de nuevo a escuchar la cinta...
" Es del todo necesario que estas instrucciones las sigáis al pie de letra. En caso contrario la operación fallará. No hagáis preguntas, solo obedecer lo que aquí os digo.
El dinero llegará por mar y necesito que la embarcación que lo traiga, no sea seguida. Para ello tengo medios que en su momento os explicaré con más detalle.
La embarcación que traerá el dinero y que vosotros seguiréis, tomará rumbos que os parecerán caprichosos, pero ello no es así. Seré yo el que indicaré a la embarcación que rumbo debe tomar. No me preguntéis como, eso cosa mía.
En la otra cinta que os grabé, Shallum ya sabe cual es la embarcación que debe recoger y el lugar donde se encuentra amarrada. Dentro de cuatro días, por teléfono os confirmaré tanto el nombre de la embarcación que retirará Shallum, el amarre donde está y sobre todo, el puerto de destino y el amarre donde dejaréis la embarcación, del que espero su confirmación.
Desde que lleguéis a Cádiz, hasta el inicio de la operación de la carga del dinero, dispondréis de una semana para alquilar OTRA embarcación. Esta última deberá disponer de emisor- receptor de onda media, onda larga, FM y UHF de 400 MHertz como mínimo, radar, sonar y radiogoniómetro.
Esta segunda embarcación, será la que haréis servir para el seguimiento de la primera, de manera que a una distancia de 2-3 millas, siempre con la radio abierta podréis saber si desde la embarcación del dinero, se emite cualquier mensaje. En este caso y por radioteléfono, me enviaréis un mensaje a 88 MHerzt en FM y que solo diga.. "Volvemos a la casa de Alehim", esa será la señal de que algo falla.
Siguiendo la embarcación del dinero, veréis como llegando a un punto de la costa de la isla, parará y lanzará el ancla. En ese momento, vosotros seguiréis costeando hacia el Norte y en el primer puerto que encontraréis debéis amarrar. En la ciudad tendréis reservas para ti y Elesha en el Hotel Taburiente con los nombres que hicisteis servir en vuestro último viaje a España. No salgáis para nada del Hotel hasta que recibáis noticias mías.
En el puerto de Cádiz, debéis tener a la vista la embarcación en la que cargaran el dinero. El día de salida será el 28 de este mes a las 00horas 00minutos.
Comprobar que los papeles que vais a utilizar, están en regla, así como las señales de emergencia, banderas de señales, prismáticos de visión nocturna, etc. Y no lo olvidéis, uno de vosotros tiene que ser patrón de yate. Que tengáis suerte...".
Preparó de nuevo una pequeña bolsa de viaje, retiró en la agencia de viajes el pasaje a Arrecife vía Las Palmas...y cuatro horas más tarde aterrizaba en la isla.
Nada más bajar del avión, se dirigió al puerto. En las oficinas de la compañía consignataria, se identificó y retiró la roulote. Comprobó que los detonadores, el monitor de TV y el falso equipo de música, estaban en su sitio y en la misma roulote se dirigió a las oficinas de la Cofradía de Pescadores.
Saludó al secretario de la entidad con el que, desde la península, había hablado previamente, explicándole que deseaba y los dos se dirigieron al embarcadero. Allí le fue presentado un viejo pescador propietario de un no menos viejo barco de pesca que lo tenía en alquiler, o Dios quisiera ?, en venta.
Era una panzuda barca tipo Arcoa, de casco de un color indefinido, con una capacidad de una tonelada. Llevaba un motor Diesel de 80 caballos, probablemente de la época de Herr Otto Diesel, aunque los papeles decían que se fabricó en 1949. También llevaba un motor auxiliar de 30 caballos. Los papeles parecían estar en regla.
El interior, era amplio. A proa habían cuatro literas, dos a cada lado. Una cocina que no había sido limpiada nunca y un pequeño lavabo de esos de bomba de pedal, con ducha y todo.
Entre las literas y la ubicación del motor principal había, en estribor, un banco para sentarse y una mesa abatible, y en babor una especie de pupitre con la radio y una sonda acústica, ambas probablemente, de la época de Bell.
En las estanterías, habían unas banderas de señales, cartas marinas, unos prismáticos de visión nocturna y cuatro botes de señales con toda seguridad ya caducados. No era, penso Antón un yate, pero para lo que lo iba a utilizar, era ideal.
Embarcaron y, sorprendentemente, el motor principal arrancó a la primera y con el viejo al timón, hicieron unas cuantas maniobras dentro del puerto. Aquel cascarón, maniobraba muy bien.
Antón regateó el precio por el alquiler del barco y le dijo al propietario que al día siguiente le llegaría una transferencia bancaria. Hecho esto, Antón conduciendo la roulote se dirigió al chalet de "su" amigo. Comprobó que le habían construido el foso y que éste se podía tapar con unas gruesas tablas. Aparcó la roulote encima del foso y viendo que era aún muy temprano, tomó un taxi y con un vuelo interinsular, pasando por Tenerife y con escala en Madrid, en un avión de la KLM lleno de turistas, aterrizó de nuevo en la península y a las dos de la madrugada, dormía plácidamente en su casa.
Por la mañana y antes de ir a la central, se dirigió a la vetusta tienda del amigo de Vicente. Allí adquirió un equipo ROBBE de radiocontrol con ocho canales de mando, dos baterías y el receptor con su antena. También compró ocho servos de los más grandes que encontró y tres cristales de silício con frecuencias comprendidas entre los 75 y 90 megaciclos. El tendero le entregó una especie de carnet manoseado que aseguraba que Antón Calar era Patrón de Yate, solo tenía que sustituir la fotografía por otra suya, a poder ser usada.
De vuelta a la central y en su despacho, el día se lo pasó modificando las señales de salida a los servos. Finalmente y cuando prácticamente no quedaba nadie en las oficinas, se dedicó a redactar la carta que enviaría a Rigol con los detalles para la entrega del dinero...Decía así...
".....En bolsas de deportes impermeables y sin marcas sospechosas, introducirán SEIS MIL millones al cambio del mercado actual, repartidos en MARCOS alemanes, DOLARES, LIBRAS esterlinas y FRANCOS suizos todos ellos en billetes usados de 100. Cada bolsa llevará una sola clase de divisa. No se pasen de listos, ya que tendré el tiempo y el equipo necesario para comprobar la bondad de los billetes.
El transporte se hará en una embarcación que yo les suministraré y estará equipada para un viaje de una semana. Solo irá UN navegante. En su momento, les comunicaré la matricula, el puerto y demás datos para su localización así como la fecha y hora de partida.
Las bolsas serán llevadas al puerto de partida en una furgoneta conducida por la persona que luego las cargará y que después será el navegante. Este último, no necesitará equipaje alguno.
Dentro de mi embarcación solo tendrá acceso la persona que lo haga navegar. Estaré comprobando que siguen las instrucciones.
La velocidad de crucero será de 15 a 20 nudos.
El barco lleva dos equipos de radio y GPS. Este último siempre estará ENCENDIDO. Uno de los equipos de radio lo encontrará encendido como RECEPTOR. El otro estará como emisor, pero SIEMPRE mudo. Esta situación, la estaré continuamente comprobando. El navegante seguirá las instrucciones que yo le indique. No toquen para nada el GPS, pués lleva una contraseña introducida por mi, de modo que si intentan algo, se desconectará automaticamente y yo lo sabré, dando por tanto, finalizada la operación.
Una vez las bolsas esten cargadas, el navegante no se moverá del interior de la embarcación y no habrá nadie que considere sospechoso por los alrededores.
Durante la travesía si hubiera embarcaciones o aviones que considerara sospechosos, daría igualmente por finalizada la operación y lo que ocurra después, será su responsabilidad.
Cuando haya recibido las bolsas y comprobado su contenido, al navegante se le entregarán los planos de situación para localización de los puzzles y detonadores y, de momento, no tendrán más remedio que creerselo. Nada más..."
Eran las once y la sala de reuniones contigua al despacho de José María Rigol, estaba llena de gente, incluidos Stanley y Antón. Todo estaba parado. Entró la secretaria con un sobre que entregó a José María diciéndole que había llegado por mensajero urgente..
..Perdonar un momento, dijo José María, a ver que es esto tan urgente..
La lectura de la primera línea, le hizo cambiar el semblante...
Que pasa, dijo Luisa..?
José María, siguió la lectura y cuando terminó, le pasó las hojas a Luisa que en voz alta, empezó a leer lo que allí decía..
El cuadro del Greco, se repitió una vez más y Narciso, siguiendo su costumbre, comenzó a dibujar amplias curvas con la cabeza. Antón seguía la función silenciosamente.
...Maria, llamó Rigol a la secretaria, me voy ahora mismo. Tu Olmo, te quedas al cargo de todo esto, incluida la reunión diaria. Será mejor Luisa, que no empezeis a hacer nada. Me parece que ya no vale la pena.
Silenciosamente, la sala se vació y la gente marchó a sus despachos.
Antón se dirigió a las salas inferiores de cables con la intención de repasar los cables que aún quedaban por conectar, pero pensó, que ya no valía la pena y volvió de nuevo al laboratorio. Allí, terminó de montar unos contactos bimetálicos que el día anterior había comenzado. Antes de comer, fue al despacho del jefe administrativo y le dijo que se tomaría unos días de vacaciones dejándole el número de su teléfono portatil por si fuera necesaria su presencia. Desde su despacho, confirmó la reserva del hotel y su vuelo a Canarias.
En su casa, preparó la maleta. Metió el equipo de radiocontrol ROBBE en una bolsa junto con los servos, los contactos bimetálicos y demás equipo. A las cuatro y desde el aeropuerto, marcó el número de las oficinas centrales de la compañía, preguntando por José María Rigol...
...supongo que ya habrá recibido el sobre con las instrucciones, no..? Lo que le quiero decir, es que les queda poco tiempo. En cuatro días deben tener el dinero listo. Me pondré de nuevo en contacto con Vd...y no se salgan de lo que les he marcado, pues el trato se rompería. Les deseo un final feliz..y colgó.
La cabina desde donde llamó, fué localizada de inmediato. Se detuvo a un individuo que de ella salía, tal como Antón desde la cafetería de las salidas del aeropuerto, pudo comprobar.
El vuelo, fue todo lo normal que se puede desear a un avión metido en una borrasca. Llegó al hotel, se cambió y bajó directamente al restaurante, ocupando una mesa cercana a la iluminada piscina.
El pulido mâitre, le hizo las recomendaciones oportunas decidiéndose por una ensalada de papas arrugadas con salsa picante, propias de la isla, y de segundo se regaló con una langosta que desde detrás del cristal de la pecera, le miraba con ojos tristones, como sabiendo el futuro que le esperaba. Y todo ello, lo completó con un vinillo de Icod.
Al cabo del rato y a la espera de que le sirvieran, los ojos se le fueron acostumbrando a la relativa oscuridad de la romántica vela que lucía sobre la mesa, y se dió entonces cuenta, de que en una mesa al otro lado de la piscina, estaba sentada una rubia con unas muy bien trazadas lineas. Al primer intento, con el gesto internacional de..estoy solo, estas sola, que hacemos entonces..? la rubia se lo miró sonriendole. Un minuto después, la nena se levantó y quitándose un mínimo vestido de trasparéncias inimaginables, se quedó en una aún más mínima tanga y se lanzó a la tibia piscina.
Durante unos segundos, Antón siguió la silueta de la rubia bajo el agua, y finalmente, como un géyser apareció delante mismo de Antón y con un cierto gesto de aceptar las insinuaciones.
No se esperaba Antón esta reacción de la rubia, pero con el demonio y la carne ya en solfa, y como pidiendo excusas por su atrevimiento, a Antón solo se ocurrió decir...may I help you..?, provocando la risa de la ondina, que en un casi perfecto castellano, le pidió que le acercara la toalla que tenía en su butaca. La oscuridad, disimuló lo roja que se le puso la cara a Antón, que ordenó al camarero trajera la ropa y toalla de la señorita a su mesa.
Charlaron mucho rato y la chica le dijo que era alemana y que trabajaba en una agencia de viajes europea, cosa que no sorprendió a Antón.
Por contra, las numerosas e innecesarias explicaciones que daba Antón sobre el motivo de su visita a la isla, si que le interesaron a la rubia. Un hombre solo, joven, disponiendo de un chalet, con una reserva en un hotel, que se dedicaba a la geología, en fin, todo muy curioso, pensó la chica...Y eso a Anna le venía de perlas..!!
Después de cenar, Anna se excusó unos minutos, pues dijo tener que hacer varias llamadas telefónicas.
Y ya muy tarde, salieron del hotel con dirección al chalet de Antón, que como Anna pudo comprobar, no guardaba mucha relación con la roulote un tanto desvencijada de su amigo Antón.
Al día siguiente, con la roulote, Antón y Anna se dedicaron a hacer un poco de turismo que, según dijo Antón, le serviría para tomar un primer contacto con la "geología" de la isla.
Tomaron la carretera de la costa con dirección a las cuevas que desembocan en el mar, con sus túneles tapizados de pórfidos y olivinos y que en un día ya muy lejano, fueron el punto de salida de la savia de la Tierra.
Al mediodía, Antón propuso tomar un baño en plan Adan y Eva. El agua era tan transparente, que parecía estar vacía la pequeña cala. Las paredes bajaban verticales y dentro de una pequeña oquedad, un cangrejo hermitaño, sacaba su pinza y atrapaba minúsculas gambas despistadas de su grupo.
Dejaron atrás los dominios del capitan Nemo y su compañero el arponero y tomaron dirección Norte. Subiendo por la carretera de fina lava negra, llegaron al restaurante que hay en la cumbre del acantilado. Con los potentes prismáticos que había en la terraza del restaurant, los clientes podían divisar hundidas en la linea del horizonte, las islas Monteclara, Graciosa y Alegranza. A través de la ligera bruma, más de un turista intentaba buscar a algún atlante perdido en el océano, tal como dice la tradición. Después de una larga sobremesa, Anna le dijo a Antón, que ella tenía que trabajar y que tenían por tanto que volver. La dejó en el hotel y no teniendo nada más que hacer, cenó y se metió en la cama.
Desayunó en un bar esperando que fuera la hora en que abrieran las tiendas y encargó unos bocadillos y un par de botellas de agua.
En una ferretería, compró varios metros de alambre de acero muy fino, de ese que llaman cuerda de piano. Compró también doce sargentos de fijación, alicates, destornillador, una lima, tirafondos y cinta aislante. También adquirió cuatro ruedas con base giratoria, como las que llevan los electrodomésticos para desplazarse. Con todo ello en la roulote, comprobó que la trasferencia bancaria para el alquiler de la Arcoa había sido efectuada y se dirigió al puerto, a la Cofradía de Pescadores, donde el certificado de Patrón de Yate ni se lo miraron y retiró las llaves de la embarcación que alquilara.
Descargó la falsa TV y el no menos falso equipo de música. Saco la lata de las pelotas de tenis y todo ello lo llevó a la embarcación.
El viejo marinero, se le ofreció para acompañarlo pero Antón le dijo que prefería valerse por si solo. Arrancó el motor y, lentamente salió por la bocana del puerto. A los quince minutos costeando, se acercó a un entrante y lanzo las dos anclas, y parando el motor, se quedó balanceandose suavemente.
Extendió sobre la mesa los detonadores así como también el resto de compras que hiciera. Con los detonadores hizo un paquete y lo rodeó de cinta aislante y los conectó en paralelo fijandolos con más cinta en el soporte interno del eje de la helice del barco y en contacto con el casco. Uno de los hilos lo conectó al polo positivo de la batería del motor de arranque del barco y el otro extremo libre al polo negativo intercalando uno de los contacto bimetálico que fabricara en la península.
Al sistema de cierre del contacto bimetálico, le instaló uno de los servos, de manera que, mediante el radiocontrol, podría abrir o cerrar el contacto y, cuando fuera el momento...la embarcación se hundiría.
Con la lima, acanaló dos de las ruedas giratorias instalando su base a ambos lados de la rueda del timón. Hizo pasar un trozo del cable de acero por cada rueda fijando los extremos con un sargento a dos brazo opuestos de la rueda del timón. Los otros extremos libres del cable, los fijó a cada brazo de un servo. Moviendo la palanca del radio control, lentamente se podía mover el timón.
De forma similar, el resto de ruedas, contactos y servos, los colocó para poder arrancar y parar el motor y para dar marcha hacia delante y hacia atrás.
Las conexiones de los servos, menos la que haría hundir el barco, las conectó al emisor receptor y desplegando la antena, conectó el equipo.
Pulsando las palancas, comprobó que los servos trabajaban lentamente, pero a la perfección. Pulsó la palanca de arranque y el motor respondió a la primera y, lentamente se separó de la costa dirigiendo la embarcación desde la popa mediante el radio control.
Una hora más tarde y navegando a unos cien metros de la costa, llegó al extremo sur de la isla. denominada "Punta Papagayo". Arriba del promontorio, se recortaba el faro.
Paró el motor y con la inercia que llevaba, dejó el barco se acercase suavemente cerca de una pequeña cala de donde se iniciaba un sendero que parecía subir hacia el faro. Lanzó un cabo, y de un salto ganó tierra firme. En un pináculo de lava, aseguró la embarcación y tomando los prismáticos, empezó a recorrer el camino hacia el faro.
Desde la base del faro, la vista era magnífica. A lo lejos se veían barcos de gran tonelaje y al cabo de casi dos horas de contemplación, pudo comprobar que el rumbo que llevaría la embarcación del dinero y la de sus hermanos, quedaría apartada de la del resto de la que parecían llevar las embarcaciones que divisaba. Visto esto, volvió al barco y se dispuso a dar cuenta de los bocadillos que llevaba.
Mientras acababa de comer y escuchando la radio del barco, creyó oir una mezcla de ruido de motor y ladridos de perro que iban en aumento...y si, se acercaba una lancha y dentro iban un hombre y un perro.
Los recuerdos de la infancia al ver al perro, dejaron a Antón convertido en una estátua, mientras el hombre de la lacha, a gritos, le decía que no se preocupara por el perro, que era manso, y sin más amarró al lado del barco de Antón.
El perro de raza indefinida, dió un salto y empezó a oler a Antón, que seguía no muy confiado...No tenga miedo Sr. Mi perro Chucho, que así se llamaba el perro, no le hará ningún daño, le ha caido muy bien Vd...
El navegante se presentó como José Luis de Betancourt y Bravo de la Laguna, y que de tanto en tanto hacía una visita de mantenimiento del faro. De paso dijo, retiraba unas cuantas nansas y plantaba unos anzuelos mientras el perro Chucho intentaba cazar algún conejo para cenar.
José Luis, no le hizo ninguna pregunta de que era lo que hacía allí Antón y le invitó a visitar el faro, cenar juntos y luego guiarle hasta el puerto de nuevo, pués al atardecer era peligroso si no se conocía el lugar.
De nuevo, Antón con el farero hizo el recorrido monticulo arriba. Por las empinadísimas escaleras, subieron arriba y ayudó a José Luis a limpiar las lentes del faro. De bajada, comprobaron el nivel del agua de las baterias de emergencia y tomaron el camino de regreso.
El farero retiró tres nansas dentro de las cuales había unas enormes langostas. En los anzuelos habían picado unos peces rojos y llenos de espinas que, según José Luis, hacían un caldo delicioso, y con gran dedicación, se puso a preparar la cena.
El perro, por su parte, volvió con un difunto conejo entre los dientes. Y con todo aquello más unas papas arrugadas, unas cebollas y pimientos, un pan de cinco días y una olla que sacó de la Zodiac, José Luis preparó un menú marino-terrenal delicioso.
Ayudados con una navaja, los dedos y rebanadas de pan, Antón hizo los honores. El perro se lo comía todo, y por el movimiento de su cola, la cena la debía encontrar deliciosa.
Antón y el farero charlaron de todo un poco mientras el perro vigilaba levantando las orejas de vez en cuando, posiblemente al oir el canto de alguna sirena cachonda.
Ya muy oscuro, utilizando los medios "normales" de su embarcación y guiado por el farero, llegaron a puerto y se despidieron.
Hizo una llamada a Elesha desde el hotel y comprobó que todo iba funcionando bien.
Intentó localizar a Anna, pero en la dirección que Anna le diera, dijeron desconocer quien era la señorita por la que preguntaba....