Sneferu construyó otra pirámide, en la que cada estrato era ligeramente menor que el inferior, de tal modo que la pirámide no tenia pisos, sino que presentaba una inclinación uniforme, incluso sin el relleno. En la parte superior, se cambió la inclinación, que se hizo menos empinada, de tal modo que se alcanzaba la cúspide con mayor rapidez. Quizá Sneferu estuviese envejeciendo, y los arquitectos desearon terminar lo antes posible, y así tener terminada la tumba para cuando muriese el rey. A esta pirámide se le denomina la pirámide inclinada.
Imagenes de la pirámide inclinada de Sneferu.
Posteriormente a Sneferu, todas las pirámides, (quedan unas ochenta en total) fueron verdaderas pirámides de lados suavemente inclinados.
La magnificencia de la IV dinastía, expresada en las pirámides y sin duda, en el esplendor de los palacios que debieron construir para los monarcas aún vivos. Las riquezas que Egipto almacenaba alcanzaban para comprar los materiales, que se debían adquirir en el extranjero ya que era imposible adquirirlos en el país.
La península del Sinaí fue ocupada por los ejércitos egipcios para apoderarse de las minas de cobre; cobre que se utilizaba en el país y para fabricar adornos que se vendían en el extranjero.
Una de las más importantes y necesarias importaciones no podía obtenerse muy cerca del país.
Eran los troncos de árboles altos y derechos que servían como pilares fuertes y bellos, y que eran mucho mas fáciles de manipular, para la construcción de estructuras no monumentales, que la piedra, tan pesada y difícil de esculpir. Pero el tipo de árboles adecuados no crecía en el valle del Nilo, cuya vegetación era semi tropical, sino en las laderas de la costa oriental del Mediterráneo, precisamente al norte de la península del Sinaí.
Dicha región tenia varios nombres. Los antiguos hebreos denominaban Canaán a la parte meridional de dicha costa y Líbano a la mitad septentrional. Los (cedros del Líbano), que eran el tipo de árbol que los reyes de la IV dinastía deseaban, se mencionan varias veces en la Biblia como el más bello y notable de los árboles .
En posteriores siglos, los griegos llamaron Fenicia a la costa oriental del Mediterráneo y a las tierras del interior, Siria. Estos nombres son ya familiares y son los que vamos a usar desde ahora.
Los reyes de la IV dinastía podían haber enviado expediciones comerciales por tierra, a través del Sinaí, y luego en dirección norte, donde se obtenían los cedros. Sin embargo, esto abría significado un viaje de unas 700 millas en total, y viajar por tierra era difícil y arduo en aquellos tiempos. Además, cargar con los gigantescos troncos a lo largo de esa distancia habría sido totalmente imposible.
Alcanzar Fenicia por mar hubiera sido la gran alternativa. Sin embargo, los egipcios no eran un pueblo marinero (y nunca llegaron a serlo) su única experiencia derivaba por la navegación del tranquilo Nilo por el que se movían sin problemas. E incluso, bajo Sneferu, existían barcos de 170 pies de longitud que recorrían el Nilo en ambas direcciones.
Pero lamentablemente los barcos adecuados para la navegación fluvial no lo eran tanto para algunas mas peligrosas, como las del Mediterráneo en caso de tempestad.
Sneferu envió flotas de hasta cuarenta barcos hacia los bosques de cedros. Dichos barcos algo reforzados, pasaron lentamente del Nilo al Mediterráneo y, bordeando la costa llegaron a Fenicia, donde una vez cargados con los gigantescos troncos y otros artículos de valor iniciaban con gran cautela su retorno. Algunos barcos se perdían debido a las grandes tempestades, pero quedaban los suficientes como para rentabilizar el viaje.
Los egipcios se aventuraron también por el mar Rojo, situado al este de Egipto, abriéndose camino por esa vía marítima hasta la Arabia meridional y la costa de Somalia. De allí traían incienso y resinas.
También se enviaban expediciones Nilo arriba, mas allá de la primera catarata, hacia las misteriosas selvas del sur, en las que se obtenía el marfil y las pieles de animales. (Ya en tiempos de la IV dinastía, el crecimiento demográfico del valle del Nilo y su intensiva explotación agrícola estaban dejando sentir sus efectos sobre sus animales de mayor tamaño, y los elefantes habían sido empujados hacia el sur mas allá de la primera catarata).