El culto al Sol condujo , inevitablemente a la noción de un ciclo de vida, muerte y renacimiento, pues los egipcios veían que su dios, el Sol, todas las tardes desaparecía por oxídente y cada mañana reaparecía por oriente. Los egipcios, por lo tanto, comenzaron a considerar al Sol como un niño que nacía por las mañanas, se desarrollaba hasta alcanzar todo su esplendor a mediodía y se aviejaba y moría al caer la tarde, llevándose con sigo la luz y el calor.

Tras realizar un viaje a traves de las cabreras del mundo subterráneo, volvía a aparecer por el Este, con aspecto fresco y saludable, renovando así su vida.

En las comunidades agrícolas, el grano sigue un ciclo parecido, aunque si mas lento. Madura primero y se siega, y aparentemente muere; sin embargo de sus semillas puede nacer un grano nuevo en la estación siguiente de la siembra. A través del tiempo, este ciclo progresivo de nacimiento muerte y renacimiento, se incorporo a la religión egipcia que se centraba en el dios de la vegetación (OSIRIS), al que siempre se le representaba de forma totalmente humana, sin ningún atributo animal. Según el mito, Osiris, avía enseñado a los egipcios las artes y los oficios, incluida la práctica de la agricultura. Dicho de otra forma era la civilización personificada.

Según la leyenda Osiris fue asesinado por su hermano menor, Set. (Es posible que Set sea la personificación del desierto árido y seco, siempre al acecho para acabar con la vegetación, si, por alguna razón, la crecida del Nilo llegase a faltar.) La leal y amorosa esposa de Osiris, Isis, representada también con forma Humana, había recogido su cuerpo y lo había devuelto de nuevo a la vida; pero Set había descuartizado el cuerpo, y uno de los fragmentos se perdió. Incompleto Osiris, no pudo seguir gobernando sobre los hombres vivos y descendió al mundo subterráneo, donde reino sobre el dominio de las almas de los hombres, que allí descendían también después de la muerte.