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miércoles, 20 de mayo de 2009 |
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La Consulta Liberal y los nuevos liderazgos. Por: Iván Marulanda Gómez Espero que Para que la consulta sea democrática, su
financiamiento debiera serlo también. La competencia no podría ser de fondos,
ni en ella deben incidir intereses económicos. Sólo los intereses del
liberalismo y su misión de servir al país. Es menester aceptar que las figuras que
abrieron caminos y dejaron su impronta en la historia del partido y del país,
ya pasaron. Ahora es necesario abrir espacios de confianza y oportunidad para
la formación de otras figuras y líderes que guiarán y representarán al
liberalismo en las circunstancias de los tiempos que corren. Quiero recordar cómo opera la versión de
los liderazgos en los países con las democracias más avanzadas de Europa y
América. Los héroes se acabaron, nadie está en busca
de ellos. Nadie quiere tampoco caudillos ni capataces. Simplemente quieren y
tienen para cada momento de la política, líderes nuevos, frescos, que airean
el panorama político, generan esperanzas en el cambio, y traen cada vez ideas
e imaginarios al día, ganas, energía. Salen unos y entran otros, así de
simple. Uno podría pensar que en esta materia el
liberalismo pareciera regresar siempre al pasado. Su democracia interna vive
envejecida y estancada en los mismos nombres, las mismas personalidades y los
mismos estereotipos, por gastados que estén. Los liberales deberán decidir en esta época
si están dispuestos a aceptar e impulsar nuevos liderazgos para buscar el
poder que le dé vigencia en la sociedad a sus ideales, a sus sueños. De no
ser así, la iniciativa y el mando del país seguirán en manos ajenas al
liberalismo. He dicho a los liberales nostálgicos que
los prohombres que dieron vigencia al liberalismo en la historia, ya
partieron y no volverán más. Fueron personas salidas de las realidades sociales,
que interpretaron las situaciones y los signos de sus tiempos, que
comprendieron sus responsabilidades y sus compromisos con la nación, y
actuaron. Asumieron su papel con entereza y determinación. Es lo que nos toca
en el presente que igual, reclama nuestro arrojo. |
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