I.S.B.N.: 950-736-025-5
David y Goliat eran sólo un cuento...
a modo de presentación, o de epígrafe,
o de excusa
en un día en que la muerte abunda
y uno quiere seguir, desesperadamente
vivo,
como ese último escrito
que nos separa
como a un círculo
En este instante en que me ausento de mi misma para que así a la distancia los otros puedan apoderarse de mi, "La Gorda" se proyecta y la hago mía y la palpito. Y creo que ese es su destino final, que se multipliquen los que la reclamen, y en una vorágine vallan sacándole una a una sus capas en el deseo no confesado de encontrar su "médula"; y así, año tras año, generación tras generación seguirán buscando en ese abismo que es el "ARTE"...
...me conmueve otra fuerza mayor que está en mi como una extraña
que se toma la prerrogativa de dictar mis gustos, mis necesidades, mis
esperanzas y también mis angustias, ella es la que está conmovida".M.I.P.
Aluminé - 27/10/96
Haber andado parece más un desconsuelo que un abrigo. Parece que
los cuentos mágicos simbólicos ya no necesitan de Peer Gynt
y que Peer Gynt anda buscando escuchas en los canales de los barrios o
en las laderas de las montañas. O quizás no, tal vez es Gynt
Grieg quien anda solamente andando.
Será religión de algunos andar buscando, andar vistiéndose
con el propio despellejo y un cinturón de ternura. Será que
María anda pegada al dolor o que el dolor se le pegó. Ya
no sé; sería como reconocer que el dolor tiene existencia
propia, y que no quiere vivir en las cavernas, sino más bien andar
por las calles y los gobiernos, será que su don no tiene límites,
y prefiere evidenciasrse en la sangre, aún en la de los niños
que no lloran. Será que el dolor va instalado en las naves de los
seres.
María vive en el lago, y Tschaikowsky se enoja, porque vaya a saber
por qué, pero después la cubre con paños, como si
María fuese un animalito sin piel ni pelo ni cuero.
Nunca fue María propiamente un nombre. A veces esta plena, otras
se falta. Por rigor de costumbre se convierte en ella misma.
María no puede entender las pupilas, ese manchón negro, regulador
de luces y escondites, sino más bien que cuando mira cualquier ojo,
inclusive los de ella misma, ve esa mancha partida, como el universo cuando
es de noche, o las Aves Marías en la lluvia.
Libro del Empedrado Número Veintiséis