América envuelta en celofan metálico

 

A L C A

FRUSTRACIONES Y ESPERANZAS EN EL COMBATE DE LOS PUEBLOS

EL OPTIMISMO DE CHAVEZ Y LA CAPITULACIÓN DE LUCIO

INCÓGNITAS

LA OMC SOCAVA LA DEMOCRACIA

 

De Lucio y Lula a Duarte

Frustraciones y esperanza en el combate de los pueblos

Miguel Urbano Rodrigues
resistir.info

La elección de Nicanor Duarte en Paraguay ha sido interpretada en los EUA como una derrota más de la estrategia para América Latina definida en el llamado Consenso de Washington.

El voto del pueblo paraguayo significa una condena al neoliberalismo. El nuevo presidente, en su discurso de posesión, demostró estar consciente de que los electores se pronunciaron más contra una política que a favor de él mismo como candidato.

Es la quinta derrota que en un período breve sufre la derecha en el continente en elecciones presidenciales. En el movimiento de flujo y reflujo de la historia, las fuerzas progresistas avanzan, las conservadoras retroceden.

La elección de Duarte ocurre, además, en un momento en que los EUA refuerzan las presiones para imponer el ALCA, cuya implantación significaría la recolonización política, económica y cultural de la América Latina. La contradicción entre la voluntad de los pueblos y el proyecto recolonizador es transparente.

La situación creada justifica una reflexión que apenas se ha iniciado.

Al escoger dirigentes que en sus campañas condenaran el orden socioeconómico existente y se comprometieran a realizar políticas que lo modifiquen profundamente, las grandes mayorías manifestaron con el voto la convicción de que eso será posible.

La esperanza marcó las campañas de los candidatos en Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina y Paraguay.

Sin embargo, el único denominador común que encontramos en los cinco casos en el discurso político ha sido la promesa de combatir los efectos del neoliberalismo en el respeto por las instituciones. Las situaciones existentes, los hombres y las perspectivas difieren muchísimo. Pero tanto Chávez como Lucio, Lula, Kirchner, y ahora Duarte persuadieron a aquellos que los eligieron y apoyan de que sus gobiernos están en condiciones de reformar la sociedad en el ámbito de la democracia representativa, por medios constitucionales.

La elección de esos cinco presidentes ha sido correctamente interpretada en Washington como expresión del profundo descontento de los pueblos de América Latina. Combatir la ascensión de las fuerzas de izquierda del Río Bravo a la Patagonia, impedir por todos los medios que los programas progresistas de los nuevos jefes de Estado sean llevados a la práctica ha pasado a ser una prioridad de la estrategia estadounidense para el hemisferio.

Su aplicación exigirá imaginación y flexibilidad. Pero es temprano para proceder a un balance de la respuesta norteamericana al avance de las izquierdas. Derrotas y victorias señalan el desarrollo de la contraofensiva de los EUA.


EL OPTIMISMO DE CHAVEZ Y LA CAPITULACIÓN DE LUCIO

 La Venezuela bolivariana se presenta para el imperialismo como el hueso más duro de roer.

El golpe de abril del año pasado fue derrotado, al igual que el ambicioso lock out que casi paralizó el país durante dos meses. Ambos fueron apoyados por Washington.

La táctica del imperialismo y de la oligarquía local es otra ahora. Siendo evidente que no pueden contar con el apoyo del cuerpo de oficiales para una nueva intentona, las fuerzas que exigen la dimisión de Chávez volvieron en masa a las calles para exigir el llamado referendo revocatorio.

Aunque no lo confiesen, su objetivo es crear el caos.

La situación económica del país es grave. Los media locales, controlados por la derecha, estiman en 29% la reducción del PIB en el primer semestre, y afirman que la tasa de desempleo se aproxima al 19%, mientras prosigue la fuga clandestina de capitales hacia el extranjero.

Los métodos a que recurren las fuerzas anti-Chávez para sabotear la economía recuerdan los utilizados por los partidos que conspiraban contra la Unidad Popular en Chile en 1973.

Hugo Chávez, sin embargo, en los últimos meses ha radicalizado su política. La condena frontal al ALCA es acompañada de iniciativas concretas que presentan como alternativa la integración de América Latina en un proyecto bolivariano.

En la Argentina, dirigiéndose a las madres de la Plaza de Mayo, el presidente de Venezuela, reconociendo las enormes dificultades por superar, se mostró optimista. Tal vez excesivamente.

«América Latina- afirmó- está de parto». Con esa metáfora pretende valorar el significado de la ascensión del movimiento de los pueblos contra el neoliberalismo globalizado.

Pero el respeto al coraje y la dignidad de Chávez no implica subestimar los desafíos a que se enfrentan las fuerzas progresistas en el continente.

Cabe preguntar cuál será el resultado del parto.

El análisis del panorama político y económico de los países donde las izquierdas alcanzaron importantes victorias exige una reflexión serena.

En Ecuador, Lucio Gutiérrez, incluso antes de tomar posesión, inició una política de concesiones a los EUA incompatible con los compromisos asumidos durante la campaña.

Hoy, de su programa no queda nada. El pueblo protesta en las calles, colocando al presidente la etiqueta de traidor.

Conocí a Lucio en San Salvador, durante una conferencia internacional, en julio de 2001. Pronunció entonces inflamados discursos.

Pasamos una madrugada intercambiando ideas sobre el mundo, América Latina y la vida. Recordó entonces las emocionantes horas de la insurrección indígena en que asumió papel destacado.

¿Hacia dónde caminaría aquel hombre, que se definía entonces como revolucionario?, me pregunté.

La respuesta ha decepcionado a su pueblo.

Hoy, en la presidencia, habla y actúa como un dócil instrumento de Washington. Identifica en Bush el mejor de los aliados, amplía las facilidades concedidas a las bases militares estadounidenses, hace la apología del ALCA, establece sanciones para los funcionarios que critiquen la dolarización, separa del gobierno a los ministros que representaban el movimiento indígena, y define como terroristas a las organizaciones guerrilleras de Colombia.

Lucio Gutiérrez, electo para combatir el neoliberalismo y llevar adelante una política progresista, traicionó a los millones de ecuatorianos que lo llevaron a la presidencia.

INCÓGNITAS

En estas semanas la esperanza se vuelve a la Argentina y a Paraguay.

Mucho se espera de Néstor Kirchner y de Nicanor Duarte.

Tal vez demasiado, en la tradición latinoamericana de subordinar la solución de los grandes problemas nacionales a acciones de líderes providenciales. Con frecuencia se olvida que la sobrestimación del papel de los dirigentes políticos ha sido una de las causas de crisis graves y de grandes decepciones.

Tanto Kirchner como Duarte llegaron a la presidencia con trayectorias muy diferentes a la del ecuatoriano. Pero la historia no la construyen santos milagrosos. Además, no es la investidura en la presidencia la que transforma de repente en revolucionario a alguien que antes no lo era.

Es un hecho que los presidentes de Argentina y de Paraguay se presentan con mensajes que, por responder a aspiraciones populares, y por el radicalismo verbal que los marca, contribuyen a inspirar confianza, reforzando así su base social de apoyo.

Pero en ambos, el discurso de reformadores sociales exige, como complemento indispensable, para producir efectos, medidas económicas que lo traduzcan en la praxis.

Kirchner hizo su carrera como peronista de izquierda moderada, pero dentro del sistema. Mantiene al frente de la economía a Lavagna, un hombre de confianza de Duhalde, y aceptó como vicepresidente a un reaccionario con el cual, además, ya chocó. En el diálogo con el imperialismo ha tratado de adoptar una posición de defensa de los intereses nacionales.

Cabe recordar que el discurso político progresista, por sí solo, no hace tambalear el poder de la oligarquía porteña. Los hombres cambian para mejor o para peor, pero sería ingenuo creer que el futuro próximo de la Argentina será muy influido por la oratoria del presidente. Ese futuro dependerá no de las intenciones y promesas de Kirchner, sino de la evolución de un proceso complejo y contradictorio en el cual los actos de su gobierno serán determinantes para abrir u obstaculizar la participación del pueblo como sujeto de la historia.

El vehemente discurso contra el neoliberalismo del nuevo presidente de Paraguay tampoco anticipa el futuro. Para adquirir significado concreto, Duarte tendrá que pasar de la condena a la demostración práctica. Ahí surgirán las dificultades.

Para millones de latinoamericanos fue una sorpresa positiva el discurso progresista, casi desafiante del jefe de estado paraguayo. Pero, ¿será capaz de mantenerse en esa posición un político que fue ministro de los dos últimos gobiernos reaccionarios de su país?

Una certeza: el imperialismo, en su relacionamiento con los presidentes de Argentina y Paraguay, hará cuanto esté en sus manos para impedir que sus gobiernos desarrollen políticas que sean la concreción posible de los compromisos asumidos ante los respectivos pueblos.

El balance decepcionante del inicio del gobierno de Lula constituye tema para la reflexión. Pocas veces en América Latina un presidente recibió las insignias de Jefe de Estado en una atmósfera comparable de entusiasmo y confianza popular.

En el amplio abanico de fuerzas políticas que apoyó su candidatura existía la conciencia de que el nuevo presidente encontraría en su camino enormes obstáculos. Pero la percepción de esa realidad era compatible con la convicción de que, a pesar de las presiones internas resultantes de una coalición muy heterogénea, y de la dificultad extrema del diálogo con el imperialismo, el gobierno de Lula tenía condiciones para desarrollar una política muy diferente de las tradicionales, y la llevaría adelante. Eso no ha ocurrido.

Transcurridos ocho meses, a pesar de la participación en el gobierno de partidos y personalidades con un pasado revolucionario, el pueblo brasileño asiste con sorpresa y creciente malestar a la continuación de la política de Fernando Henrique Cardoso.

En puestos clave del estado, como el ministerio de hacienda y el Banco Central, permanecen -con la confianza de Lula y de la dirección del PT- António Palloci e Meirelles (ex presidente del Bank of Boston). El jefe de la Casa Civil, José Dirceu, otorga su pleno aval a la aplicación rutinaria de una estrategia económica neoliberal. Mientras, el presidente del Partido de los Trabajadores, José Genoíno, se comporta como un bombero político, tratando de apagar focos de indignación con un discurso éticamente indefendible. En el campo de la política externa, Lula, en intervenciones personales, ha acumulado algunos desaciertos imperdonables: desde sus declaraciones en Davos sobre la posible conciliación entre el capital y el trabajo al reciente elogio al gran papel que la ONU desempeñaría en Iraq, pasando por la aceptación de la invitac ión que le extendiera Tony Blair para participar en Londres en un debate sobre la Tercera Vía.

Los hechos demuestran que la evolución de la coyuntura en Brasil, contrariando la vaga esperanza que la victoria de Lula levantó, es hoy acompañada por las fuerzas progresistas con creciente y justificada aprehensión.

PELIGROS Y FRAGILIDADES

Me parece útil recordar algunas palabras sobre una de las cuestiones menos estudiadas, pero no por eso menos importantes, que pesan en el rumbo y el desenlace de las experiencias que tienen por escenario a América Latina.

Es un asunto que cuestiona a hombres y mujeres en tanto agentes de la transformación de las sociedades.

El problema, además, es mundial y no solo del hemisferio.

Quienes se proponen cambiar los sistemas económicos y sociales son dirigentes con las fragilidades propias de la condición humana. Muchos se transforman a lo largo de la vida en sentido opuesto a la ideología que defendieron.

En el siglo pasado esas metamorfosis político-ideológicas fueron particularmente frecuentes en la izquierda. No obedecen a un modelo único.

Conocí diputados italianos que apoyaron el proceso de destrucción del PCI, afirmándose siempre como comunistas, incluso después de que su dirección renegara del marxismo, adhiriéndose a la socialdemocracia. Tenían una percepción confusa de los acontecimientos. En Francia, viejos militantes del PCF, aprehensivos, acompañaron el «cambio» de Robert Hue, pero creyendo que las cosas cambiarían en el partido para mejor.

Vitali Vorotnikov, en su libro Mi verdad (1), recuerda que muchos miembros del Comité Central del PCUS discordaban del rumbo imprimido a la perestroika por Gorbachov, pero no reaccionaban. La tradición según la cual los dirigentes tienen siempre la razón y trabajan para el bien del pueblo los inhibía de actuar. Permanecían mudos, aunque angustiados.

En América Latina, el rechazo al neoliberalismo y la presión del sentimiento antiimperialista permitieron victorias electorales que, como ya señalé, llevaron a la presidencia a dirigentes con programas progresistas, generando una ola de esperanza.

Independientemente de la personalidad y capacidad de los presidentes, se produce entonces un fenómeno de gran complejidad.

Muchos políticos, técnicos y cuadros partidarios que durante años actuaron con espíritu militante, en la fidelidad a los principios y valores que conferían significado a su lucha, resultan afectados cuando sus partidos u organizaciones dejan de ser oposición y se tornan parcela del poder político, asumiendo responsabilidades en el estado.

Si el gobierno se desvía del programa inicial y camina por la senda de las concesiones --garantizando que procede así por motivos tácticos y que en la altura propia retomará su proyecto progresista- numerosos cuadros partidarios enfrentan problemas de conciencia. Y su comportamiento no es uniforme. Es un hecho que la mayoría analiza y cuestiona una orientación que choca a las bases. Son muchos los matices. Pero la tendencia hacia aquello que es fatal para cualquier organización revolucionaria se manifiesta con frecuencia en cuadros que han pasado a desempeñar funciones en el estado. Cuando comienzan a justificar proyectos y medidas injustificables del gobierno, incompatibles con la ideología y la línea de su partido, entonces, a veces sin que tomen conciencia de eso, han iniciado el camino de la renuncia al ideario revolucionario . Cuando la evolución de la historia les hace abrir los ojos, puede ser tarde para ellos y para su partido. Apoyar a Lula para la presidencia fue una opción lúcida; defender hoy la política de su gobierno no es una actitud revolucionaria.


LOS LÍMITES DE LA VÍA INSTITUCIONAL

En los últimos dos años, en diferentes artículos traté de sintetizar mi escepticismo en cuanto a la posibilidad, en el actual contexto histórico, de la transformación radical de las sociedades del Tercer Mundo exclusivamente por la vía institucional.

¿Significa eso que las fuerzas progresistas deban renunciar a la lucha por el poder a través de los canales disponibles, usando los mecanismos electorales y otros creados por las burguesías para alcanzar mejor sus objetivos?

No, mil veces no.

Más de una vez critiqué las posiciones de intelectuales como el subcomandante Marcos e Ignacio Ramonet que atribuyen un papel subalterno a la lucha por el poder y por la conquista del Estado. Igualmente me distancio de las tesis del escocés John Holloway, que considero desmovilizadoras y neoanarquistas.

Estoy convencido, por el contrario, de que las fuerzas consecuentes de la izquierda deben luchar en todos los frentes legales. A nivel nacional y local.

Han sido extremadamente importantes las victorias electorales alcanzadas en los últimos tres años. Ellas demuestran que la política del Consenso de Washington fracasó totalmente en el hemisferio. Las grandes derrotas inflingidas a las oligarquías apoyadas por el imperialismo tradujeron una importante alteración en la correlación de fuerzas.

Fue correcto el apoyo de los partidos y organizaciones de izquierda a los candidatos vencedores.

En el caso específico de Venezuela, el apoyo a Chávez de esas fuerzas no es solamente justificable, sino que se presenta como un deber revolucionario. El presidente de Venezuela cometió muchos errores a lo largo de estos tres primeros años de su mandato. Pero es un acto de justicia reconocer que, sobre todo desde el lock out, ha enfrentado con mucha firmeza y coraje la ofensiva permanente de una derecha fanatizada que, con el apoyo macizo del sistema mediático, intenta derrumbarlo. El país más amenazado por el imperialismo -por su riqueza en petróleo- en América del Sur es el único que osa rechazar sin rodeos el ALCA.

Chávez merece respeto por situarse en la frontera de lo posible en su diálogo con el gigante del Norte. No es lo que ocurre con el gobierno Lula. Obviamente, Brasil no es Venezuela. Pero entre reclamar el fin del FMI, como hace Chávez, e imponer una política monetaria como la de Lula, que recibe elogios entusiastas del FMI y de Bush, media una distancia enorme.

La lucha por la conquista de parcelas de poder en el marco institucional - como la presidencia de la República- debe ser permanente y tener como objetivo último debilitar las bases del sistema capitalista, crearle dificultades ampliando la participación de las fuerzas populares a través de medidas que atiendan aspiraciones incuestionables. Pero usar el gobierno para desarrollar políticas ambiguas que fortalecen el sistema de explotación es inadmisible.

El escepticismo ante la vía institucional como instrumento decisivo para la transformación de la sociedad no implica la conclusión de que la alternativa ha de ser la lucha armada.

Colocar la cuestión en esos términos es una actitud simplista.

El mundo atraviesa usa crisis de civilización sin precedentes. La irracionalidad de la estrategia del sistema de poder imperial de los EUA, de contornos neofascistas, amenaza la propia sobrevivencia de la humanidad.

La respuesta a los males de la globalización capitalista tiene que ser, por eso mismo, también global (2).

Es en esa perspectiva que, en mi opinión, debemos encarar el problema de las luchas por el poder en América Latina. La resistencia de los pueblos de Iraq y Afganistán a los ocupantes extranjeros, tal como el combate contra el sionismo neonazi del estado de Israel son inseparables de la gran marea popular que en América Latina llevó a la presidencia a Chávez y Lula.

La vía institucional, por sí sola, no alcanzará las metas transformadoras que se propone. Pero puede y debe cumplir una función importantísima - sin aventuras izquierdistas ni concesiones a la derecha- si se orienta en el sentido de golpear las bases del sistema.

El cambio de la correlación de fuerzas en curso en América Latina no se manifiesta, además, solo en éxitos electorales. Kirchner no estaría hoy en la Casa Rosada sin la repulsa provocada por las políticas de Menem y De la Rúa, que movilizaron a las masas contra el engranaje explotador. En Perú, Bolivia, Uruguay, el pueblo enfrenta con coraje gobiernos tutelados por Washington. En El Salvador, el FMLN, el partido nacido de un frente guerrillero, tiene amplias posibilidades de llevar a la presidencia, en marzo de 2004, a Shafick Handal, una figura legendaria de las izquierdas latinoamericanas.

Cuba resiste hace 44 años todos los esfuerzos del imperialismo por destruir su revolución.

En Colombia, una guerrilla heroica, transformada en Ejército del Pueblo, demuestra convincentemente que la lucha armada, en determinadas circunstancias y lugares, no solamente sigue siendo posible -Iraq y Afganistán reactualizan esa evidencia- sino que puede representar un desafío para el cual el imperialismo no tiene solución.

Conclusión: las formas de lucha y las vías para la conquista del poder político y la transformación de la sociedad no deben ser encaradas como modelos excluyentes, ni como recetas mágicas.

En este año dramático, la globalización de las luchas contra el imperialismo toma forma como imperativo de la historia. Y ella desmiente a los profetas de la derecha. La era de las grandes revoluciones no ha finalizado.


(1) Vitali Vorotnikov: Mi verdad, Editora Abril, La Habana, 1995. Vorotnikov fue presidente del Consejo de Ministros de la Federación Rusa y miembro del Buró político del CC del PCUS durante la perestroika.

(2) Sobre esta posición se profundiza en la ponencia que presentaré en Santiago en el seminario internacional que allí se realizará integrado a los actos vinculados con el 30º aniversario del golpe del 11 de setiembre de 1973.

La Habana, 23 de agosto de 2003
Traducción de Marla Muñoz
El original portugués de este artículo se encuentra en resistir.info

A L C A

 

Amigas y Amigos: Remitida semanas atrás la interesante ponencia del Coronel Jorge Brito, miembro del Comité Consultivo del Grupo Civil de Monitoreo de los Impactos del Plan Colombia, hoy en esta segunda entrega enviamos a Uds. las ponencias del Dr. Daniel Granda, Profesor del importante Instituto de Altos Estudios Nacionales, IAEN; y de Alexis Ponce, Vocero de la APDH y miembro del Grupo de Monitoreo del que hacemos parte.

Las ponencias, hacen parte de un Foro organizado por la Subcomisión Parlamentaria encargada de evaluar los efectos del Plan Colombia, la APDH y el Grupo de Monitoreo, en la fronteriza ciudad de Tulcán, Ecuador, tiempo antes de los dolorosos sucesos del 11 de Septiembre.

En tiempos de guerra, reciban un abrazo infinito (en todo caso, mucho mejor que la "justicia infinita")

II Parte: Ponencias de Daniel Granda y Alexis Ponce

Dr. Daniel Granda:

Profesor del Instituto de Altos Estudios Nacionales, IAEN

Asesor Legislativo del Congreso Nacional

Ex-Profesor de Sociología de la Universidad Central del Ecuador

Yo me propongo reflexionar sobre cuatro temas fundamentales: en el primero, expondré algunos elementos para comprender la situación interna de Colombia y su conflicto; en el segundo tema, abordaré los elementos para comprender la militarización del conflicto en Colombia; el tercer tema será el proceso de paz; y el cuarto tema, la posición del Ecuador frente a todo ese proceso.

Existe en Colombia una situación de conflicto. ¿Cuáles son las razones fundamentales para esa situación de conflicto?

Primero la presencia hegemónica del partido conservador y del partido liberal, que han ejercido un control monopólico del poder político en Colombia. Pese al control monopólico político de Colombia en el desempeño de las distintas instituciones del Estado, casi nadie cree en el poder estatal, pues existe crisis en la administración de justicia, crisis en la administración del poder ejecutivo y crisis en la administración de la función legislativa, de tal manera que en la sociedad colombiana existe una crisis de valores fundamental y esa crisis de valores junto con la crisis económica, conduce a actitudes ilegales en segmentos de la sociedad colombiana, y eso ha producido una economía ilegal que produce continuos ilícitos, una economía muy fuerte e importante, pero en un mundo fuera de la ley.

Así, se ha producido un ambiente de violencia en el manejo de todas las conductas de la gran mayoría de la sociedad colombiana. Sin embargo hay que reconocer que existe un rechazo a la violencia armada generalizada por parte de la mayoría del pueblo colombiano tanto de las FARC como el ELN, que surgen como consecuencia de ese manejo monopólico del poder que habíamos anotado anteriormente, en el contexto de la “Guerra fría”, que les permite establecer contactos y vínculos ideológicos.

Después, sin el referente de los países del socialismo real, la guerrilla se encuentra en una situación diferente, que les va a conducir a la necesidad de financiarse. En ese momento hay ya contacto y relación con el narcotráfico, cuando éste último va a servirle a la guerrilla como fuente de financiamiento ante la ausencia de los países que, de alguna manera, apoyaban al proceso guerrillero. Y también, como fuente de financiamiento mucho más agudo en la actualidad, realizarán secuestros, impuestos propios y otras actividades ilegales. Es indudable que la guerrilla en el caso colombiano se ha consolidado y se ha fortalecido a tal punto de llegar a forzar una decisión del gobernante colombiano para entregar un territorio en distensión, para allí establecer los diálogos de paz.

El narcotráfico en este momento es un problema nacional en Colombia, por la situación descrita anteriormente, pues ha penetrado mucho en casi todos los sectores sociales y en la institucionalidad colombiana. El narcotráfico es un problema nacional, pero dadas estas circunstancias la virulencia del conflicto interno se agudiza aún más por el problema del narcotráfico, pues para dar garantías a esa actividad ilegal, el narcotráfico buscó de fuerzas paramilitares, que surgen inicialmente como fuerza de seguridad a la actividad del narcotráfico. También desde esta óptica existe una militarización agudizada del conflicto.

La llamada “narcoguerrilla” es un concepto que debe ser bien claro para efectos de no equivocarse en la estrategia de enfrentamiento, tanto por el origen como por los objetivos y la lógica distintas de comportamiento del narcotráfico y de la guerrilla.

La guerrilla y el narcotráfico son dos hechos sociales, económicos, políticos y militares diferentes, que tienen cierta relación a través del financiamiento y la seguridad, pues la guerrilla da seguridad al narcotráfico y el narcotráfico da recursos financieros a la guerrilla. Por otro lado, los paramilitares, están también vinculados al narcotráfico, a través de iniciativas que surgieron desde sectores de la propia sociedad, a la que no se le daba garantías por parte del Estado para su seguridad, obteniéndola a través del paramilitarismo.

Creo que este tema de los paramilitares, los ecuatorianos debemos prestarlo mucha atención, porque se está comenzando a pensar en el Ecuador que el Estado no es lo suficientemente capaz de darnos seguridad, como es el caso de las autodefensas que han surgido en Santo Domingo de Los Colorados, que es un hecho tremendamente peligroso porque la violencia que se genera va a dinamizar aun más la militarización y regionalización del conflicto colombiano. Hay que esperar que el Estado cumpla la garantía de seguridad a los ciudadanos, que se espera que lo haga, pero no podemos aceptar la auto seguridad propia, pues entonces estamos dinamizando el conflicto.

Super militarizado el conflicto en Colombia, surgen las ideas de pacificación. Una primera iniciativa se produce con el presidente Belisario Betancourt, que intenta transitar de una respuesta militar del Estado a la guerrilla y al conflicto, a una respuesta política. Lamentablemente en los Acuerdos de 1983, se logró apenas la desmovilización del M-19  y fracasó la negociación con las FARC y el ELN. El presidente Gaviria en cambio volvió a una respuesta militar antes que a la negociación política y terminó, también, en un fracaso.

La última iniciativa, del actual presidente Andrés Pastrana, se produce en un contexto diferente a aquel que había durante los gobiernos de Betancourt y de Gaviria; de allí que sea importante poner atención a lo siguiente: Pastrana se encontraba en una coyuntura internacional diferente, se produjo el fin de la guerra fría y la monopolaridad resultado del derrumbe del socialismo real. Esa monopolaridad fue entendida en términos de triunfo del sistema capitalista pero, a su vez, en ese triunfo capitalista existe una lucha por la hegemonía entre los Estado Unidos, Europa y los tigres Asiáticos. Eso es muy importante entenderlo, para entender también la conducta de Europa, diferente en el Plan Colombia a la conducta norteamericana.

La globalización a través del esquema neoliberal, requiere de un mercado ampliado, de la solución de problemas territoriales fronterizos y, por supuesto, de la solución de los problemas internos de los Estados. La zona de libre comercio requiere de países que hayan solucionado  sus problemas internos para internacionalizar la economía y, por supuesto, se plantea la “teoría de la limpieza social”: hay que limpiar las sociedades de las contradicciones fundamentales, para efectos de la vigencia y ampliación del libre mercado. En ese contexto entran los EEUU en nuestros problemas internos, tanto colombianos como ecuatorianos.

EEUU parte de una premisa en la actualidad, la del fracaso de las negociaciones de paz en Colombia. En Washington hay muchos sectores que dan por hecho el fracaso de las negociaciones y ponen como ejemplo el caso Betancourt. Otra premisa de EEUU es la “balcanización” de Colombia, pues la presencia consolidada de las FARC en 42.000 kms. cuadrados en el Caguán, le convierte en un verdadero territorio estatal que preocupa por los efectos que pudiera tener un desenlace dominó en América Latina y por el colapso del Estado colombiano.

Por tanto, los EEUU privilegian la lucha al narcotráfico en la medida en que es la fuente de financiamiento de la guerrilla. Se ha priorizado en EEUU la vía militar, esto es un hecho indudable, para lo cual plantea el endurecimiento del ejército colombiano y la internacionalización del conflicto. Allí entra la participación del Ecuador.

La participación del Ecuador está dada en esta intervención militar de los EEUU, vía decisión  de Washington con aplicación del ejército colombiano, a través de la organización de un ejército multinacional donde el ejército ecuatoriano cumpliría un rol fundamental, a través de una probable decisión de la ONU a ser ejecutada por el ejército norteamericano adelante.

Ecuador en esa estrategia militar y la Base de EEUU en Manta, como zona de comunicaciones cercana al escenario del conflicto, son fundamentales en la estrategia militar a operar, pues la militarización en la frontera norte ecuatoriana es fundamental para efectos de una posible intervención militar internacional. La participación militar directa o indirecta de Ecuador es sustancial en ese esquema.

El Plan Colombia, por lo tanto, no es producto colombiano, sino el producto de la estrategia norteamericana en tiempo de globalización y neoliberalismo.

La paz, la democracia, el mercado y la justicia son ejes fundamentales del esquema norteamericano. La estrategia política es manejada siempre y cuando no altere su estrategia militar, que es fundamental en la intencionalidad del poder norteamericano. Por eso todos sabemos que son los norteamericanos quienes financian la mayor parte del Plan Colombia.

Quiero decir que los diálogos de paz se encuentran en un claro momento de fracaso, están en su primera etapa de determinación de la agenda, pero hay avances y retrocesos. Más que un fracaso del Plan Colombia, hay un fracaso en la negociación política, lo cual va a consolidar la vía militar. Ahora bien, el hecho de que el Plan Colombia no haya tenido la aceptación de muchos Estados, entre ellos los europeos y los propios vecinos latinoamericanos, ha conducido a EEUU elaborar la Iniciativa Andina, y nos encontramos en plena ejecución de ésta. Por último debemos exigir indemnización a todos los daños ocasionados a los ecuatorianos que estamos sufriendo con la aplicación del denominado Plan Andino. Gracias.

Alexis Ponce:

- Vocero nacional de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, APDH

- Miembro del Grupo Civil de Monitoreo de los Impactos del Plan Colombia en el Ecuador.

Amenazado de muerte en su propio país

Les vengo a decir en primer lugar que tenemos que elevar la voz con valentía y sin temor, como ciudad y provincia fronteriza, junto a las hermanas provincias de Sucumbíos y Esmeraldas, para que el Estado ecuatoriano y sus instituciones, el actual gobierno y la sociedad en su conjunto, tomen real conciencia del drama generado por poderes supranacionales perfectamente conocidos y por la irresponsable conducción de quienes dicen representar al Estado ecuatoriano.

Porque yo les puedo aseverar una cosa: Que es ya común la peligrosa sensación que ha empezado a cuajar en algunos segmentos de la población nacional: “Lo que ocurra con los efectos del Plan Colombia en la frontera, no es un problema nuestro“, pareciera pensar un sector del país. Hay otros sectores, entre los que se cuentan   funcionarios gubernamentales, que dicen públicamente: “No pasa nada”, porque no les pasa a ellos, por supuesto. Y finalmente, hay ciudadanos que simplemente se contentan con decir: “pobrecitos los hermanos de la frontera”.

Señores y señoras: ni la indiferencia insensible, ni la condolencia sensiblera son las soluciones a los problemas que tiene el Carchi y toda la zona de frontera. Entonces, un primer argumento de acción es que ustedes y nosotros debemos hacer sentir a los poderes en Quito, Guayaquil y el resto del país, todos los efectos de esta problemática y exigirles que tomen soluciones patrióticas y humanistas a los efectos del llamado Plan Colombia y que se supere la desastrosa conducción gubernamental en este asunto. Hay que hacer tomar conciencia y denunciar a los sectores guerreristas que desde el Gobierno y el Estado creen que se debe intervenir militarmente en esta locura desatada por otros.

Si esos sectores quieren participar en esta guerra anunciada hace años, y que recién hoy empieza a ser develada, si esos señores quieren que el Ecuador intervenga en un conflicto cuyos resultados serían nefastos y cuyas principales aristas ya comenzaron a conocerse, que sean ellos y no el pueblo del Ecuador, que sean esos minoritarios sectores que hoy conducen la política exterior, la política de defensa y la política gubernamental del país, los que vayan a la frontera. Yo tengo muchísimos amigos soldados desde el digno día 21 de Enero del 2000, y no quiero que ellos ofrendan su vida en una guerra de intervención infame, injusta, sin sentido y que ha sido orquestada por poderes criollos y extranjeros. Tengo amigos policías también, aunque algunos no lo crean, porque se ha vendido la imagen del defensor de derechos humanos como “enemigo de la Policía”. Y eso no es así. Por esos amigos y sus esposas, por sus madres y sus hijos, me pregunto y le pregunto al Poder constantemente: ¿esos nuestros soldados, esos nuestros policías, sus vidas y sus integridades, lo más sagrado que tienen que son sus hijos, sus madres y sus esposas, deben pagar trágicamente la irresponsable y torpe conducción de su gobierno y su cancillería?.

Esos compatriotas y sus familias van a sufrir mucho por culpa de esta estrategia norteamericana en beneficio de transnacionales que pretenden adueñarse de los recursos naturales de toda la región. Nuestros uniformados serán los primeros en sufrir por culpa de tan desastrosa conducción del gobierno colombiano y por la irresponsabilidad del gobierno ecuatoriano. Por eso todos los ciudadanos debemos preguntar si está dispuesto el canciller Heinz Moeller, si están dispuestas las autoridades gubernamentales del país, a mandar a sus hijos a la frontera, a una guerra fratricida que va a traer muerte, destrucción y sufrimiento por décadas. Ustedes deben preguntar, como nosotros lo hemos hecho ya, a todos estos irresponsables: ¿Están dispuestos a que sus hijos formen parte del contingente multinacional de intervención militar en Colombia y la región? ¿O, como siempre, es el pueblo el único que va a pagar todas las consecuencias de estas estrategias militaristas?

Si es que a esta guerra anunciada van los hijos del señor Moeller, del Sr. Mahuad, del Sr. Noboa, de los banqueros dueños de los grandes mass media que siguen el juego, pues en buena hora, vayan entonces. Pero si van a mandar a morir y matar a nuestra gente, es decir a nuestros soldados, a nuestros policías, a nuestros civiles, ¡no, señores!, mucho cuidado con orquestar una guerra en la que morirán y sufrirán los más pobres, los campesinos, los indígenas, los pobladores de frontera y los miembros de nuestra Fuerza Pública.

Mientras se realizaban las mesas de dialogo entre las organizaciones indígenas y los delegados del Gobierno en las sedes de la ONU, la OEA y la Cancillería, lugares a donde asistíamos como asesores nombrados por la dirigencia indígena para el tema Plan Colombia, algunas autoridades gubernamentales insistían en decirnos: “No hay problema con las fumigaciones en la frontera, no hay ningún efecto del Plan   Colombia, todo es una exageración”. Eso opinaban las autoridades que dicen ser ecuatorianas. Y como todo se anotaba o grababa para las actas de esas reuniones, muy indignadamente les dije: “disculpen, señores, pero queremos recordar que este diálogo es con las autoridades del Ecuador, no de Colombia ni de EEUU, porque nos parece que estuviéramos dialogando con la embajadora de EEUU o el embajador de Colombia y no con el gobierno que representa a los ecuatorianos”.

Otro asesor de los indígenas para el mismo tema en esas mesas, el amigo Ing. Rouam Rodríguez, presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos del Guayas y empresario bananero que conoce mucho de los desastres que provoca el glifosato, era parte de nuestra comisión técnica para verificar las fumigaciones y les dijo en plena Cancillería: “Yo estoy dispuesto a donar al país una hectárea de mi bananera para que el gobierno fumigue con glifosato, para ver qué pasa, si como ustedes dicen, no hay efectos. Pero que también done una hectárea de su bananera el canciller Heinz Moeller, que está ubicada en el Km. 26 en la vía a El Triunfo, a ver si así protesta”.

Como son los indígenas, campesinos y pobladores de frontera, fundamentalmente de Sucumbíos, los que sufren las consecuencias funestas del Plan Colombia y el drama ocasionado por las fumigaciones, entonces para el canciller Moeller “no pasa nada”. Como son los ciudadanos del Carchi los que sufren la violencia, el secuestro, el boleteo, la vacuna, la caída del comercio y tantas otras "ventajas", entonces para el gobierno “no pasa nada”. Como son los pobladores de la provincia de Esmeraldas los que han visto aparecer el fenómeno del sicariato, entonces “no pasa nada”. ¿Qué esperan los señores del poder para tener, por primera vez, una posición digna como país? ¿Esperan a que la guerra regionalizada llegue al Palacio de Gobierno para “darse cuenta”?.

Con este antecedente déjenme decir lo siguiente: se me puso de tema “Alternativas y soluciones para enfrentar el Plan Colombia”. Yo he venido a traerles líos y problemas, no a traer soluciones de papel que nadie del gobierno las va a cumplir. Les dejo estos documentos donde están descritos los principales impactos del Plan Colombia, las alternativas de solución ya elevadas nacional e internacionalmente, y otros datos que el país desconoce y que tiene derecho a conocer por esta vía, ya que una mayoría de las elites juega un papel específicamente manipulador en este tema, y si lo tocan los grandes mass media vinculados en la pantalla chica, lo hacen con sensacionalismo y superficialidad. Les dejo los documentos fundacionales de la llamada Iniciativa Regional Andina; aquí están descritas las concepciones nefastas que el nuevo gobierno norteamericano intenta con su Iniciativa Regional Andina.

Les dejo aquí, además, el reporte científico de las consecuencias ocasionadas por las fumigaciones en Sucumbíos, elaborado por la hermana Acción Ecológica. Este informe científico denuncia que el 100% de la población, no el 99% sino el 100% de la población campesina investigada médicamente, sufre efectos de intoxicación y daños en la piel por la fumigación criminal que los EEUU y Colombia llevan adelante en la zona cercana a Sucumbíos.

Les dejo finalmente este documento que denuncia algo que el gobierno, los mass media vinculados y Washington le han ocultado al país y al mundo de manera ex-profesa: todos sabemos que ciertos traidores a la Patria, entre ellos un prófugo ex-presidente que hoy dicta clases en Harvard, firmaron el primer convenio para que los EEUU use nuestra Base de Manta. ¿Ustedes sabían que hay un segundo acuerdo, casi secreto, entre el Comando Sur de los EEUU y autoridades del mando militar ecuatoriano? Es un documento que lo consiguió y lo puso en el Internet el Grupo Civil de Monitoreo del Plan Colombia, para que lo conozcan quienes más puedan. Este documento se lo firmó en junio del año pasado y es igual o peor que el firmado en el gobierno de Mahuad por su ministro de Relaciones Exteriores, convenio que fue consagrado por el actual canciller cuando era diputado. Todos estos documentos los dejo aquí, en la Casa de la Cultura porque ya no hay tiempo para hablar sobre estos asuntos y prefiero que quien desee conocerlos, los pida aquí en Tulcán.

Ahora permítanme hacerles una adivinanza. A ver, ecuatorianos: ¿Adivinan quien dijo esta frase?: “Ni una pulgada de la Patria puede cederse a nadie, sin hacerse reo de parricidio, nada de vender el territorio, que el suelo de la República le pertenece a ella misma. La República no puede despojarse de sus derechos sin abdicar su soberanía ni envilecerse. Desgraciado quien la escarnezca de esta manera pues su nombre pasará a la posteridad con marca de infamia“... ¿No lo adivinan?. Lo dijo nuestro héroe nacional, el General Eloy Alfaro, en 1901.  Adivinen quién dijo esta otra frase: “Con la soberanía no se come”...  ¿No lo adivinan? ¿Sí? Sí, acertaron... la dijo el Sr. Gustavo Noboa, presidente en el 2001. Un siglo después, la dignidad ha sido borrada del diccionario de los gobernantes. Marquen ustedes la diferencia.

Debo comentarles algo que creo importante que conozca nuestra ciudadanía: el problema actual ya no es, solamente, el llamado Plan Colombia. Están atrasados de noticias ni tienen visión estratégica quienes siguen hablando de “Plan Colombia”. Hoy vivimos el desarrollo en marcha de una mega-estrategia que se denomina Iniciativa Regional Andina y cuyas siglas en español, realmente provocan lo que indican: “IRA”. En el documento de presentación de la Iniciativa Andina, elaborado por el Departamento de Estado, ya no es solamente Colombia y su vieja insurgencia lo que les preocupa. Por cierto, este documento no lo conocían los ilustres caballeros de la Cancillería. En las mesas de diálogo indígenas-Gobierno los miembros del Grupo de Monitoreo que fuimos asesores para este tema, les cedimos una copia para que lo lean.

En ese documento, EEUU narcotiza toda el área andina y, prácticamente, se refiere a los países de la región como “coca-naciones”. Según los halcones de la nueva administración, ahora la agenda principal de nuestro país no es la pobreza o la corrupción de sus gobernantes, sino la droga. Y lo mismo señalan de Venezuela, Bolivia, Perú, Panamá y Brasil.

Si algún ingenuo o interesado creyó que no, hoy es inocultable esa realidad que nosotros venimos denunciando hace tiempo: la regionalización del conflicto de mediana intensidad y de la intervención militar de EEUU es un hecho actual, no del futuro.  Se supone que la Iniciativa Regional Andina es “contra el narcotráfico y las drogas”, pero el Departamento de Estado señala en el primer párrafo del documento de presentación, que hoy lo dejo en Tulcán, que el asunto principal por el que surge esta iniciativa es el siguiente:”Los intereses de los Estados Unidos (que) están en juego en esta región“.

Ese y no otro es el problema principal, y añaden: “La democracia esta bajo ataque en los Andes”, inculpando y satanizando sobre todo a los indígenas, a quienes juzgan como “factor de inestabilidad de la democracia”; y, veladamente, también señalan a los militares que asumen posiciones patriotas en la región. Pero ningún gran medio vinculado de comunicación, ni funcionario gubernamental, han tenido la dignidad suficiente como para preguntarse ¿No es que eran el narcotráfico y las drogas la razón para originar la Iniciativa Andina?.

Líneas abajo, en ese documento señalan otro escenario temible: intentan equiparar el nivel de consumo de drogas que tiene los Estados Unidos, y que alcanza la cifra de 40 millones de adictos según algunos estudios, con el número de consumidores que hay en los Andes y con Europa. “Hay el mismo número de consumidores”, dicen, pero que se sepa, aquí en los Andes hay 40 millones de pobres, no 40 millones de adictos.

En el capítulo de “Ayuda en Seguridad”, indican que se debe reasignar nuevos roles a los ejércitos de la región andina. “Tenemos que reevaluar la seguridad nacional y la misión de los ejércitos andinos, y estimular  el intercambio de inteligencia”, dicen los halcones del Departamento de Estado en su documento, que ningún funcionario ni ninguna elite política o económica criolla ha sido capaz de confrontar con dignidad, inteligencia y coraje. Sostenemos que en ese acápite de la Iniciativa Andina, acerca del intercambio de Inteligencia y la reconducción de los ejércitos, la Base militar de Manta jugará un papel clave, porque es el cerebro logístico de la Inteligencia del Comando Sur en esta parte del mundo.

El Departamento de Estado también cita algo que ustedes, militares y policías que nos escuchan, tienen el deber de conocerlo: “La capacidad de la Fuerzas Armadas Andinas para controlar sus fronteras, respaldar los esfuerzos antidrogas y apoyar la democracia, ha declinado”. Eso señala Washington, eso intenta argumentar la Iniciativa Andina y eso acepta, sin sonrojarse, el canciller Heinz Moeller. Estas peligrosas tesis se aceptan sin chistar en este gobierno, que pide sin decoro alguno migajas o limosnas a cambio de vender la Patria y la soberanía como el cuerpo de sus propias hijas.

Para rematar, la Iniciativa Andina, no el Plan Colombia, dice en otro apartado de este documento del gobierno del Sr. Bush: “Se requiere reorientar la Seguridad Nacional en los Andes y el papel de los ejércitos para misiones regionales cooperativas, así como para mejorar la capacidad de acción militar combinada”. Más claro no canta Julio Jaramillo, señores. El que no quiera entender qué se viene luego en este país y la región andina, después de configurada esta estrategia militar de los dueños del continente, es porque es un verdadero ciego.

Ya no tengo más tiempo, pero quiero dejar un mensaje de esperanza y no solo datos que pueden ocasionar ira o miedo. Hay quienes dicen que los pequeños no pueden enfrentar a los grandes. Pero eso es mentira y hay muchos ejemplos en la historia de la humanidad y de América Latina, que demuestran que sí se puede resistir a los grandes. Bolívar pasó enfermo casi toda su vida pero venció al imperio más poderoso de su época. Algunos dicen que los ciudadanos que no tenemos poder político ni económico, nada podemos hacer contra estas mega-estrategias, porque son los poderosos los que toman las decisiones.

Podemos hacer muchas cosas, ya las hemos hecho, ingresamos a la base militar de EEUU en Manta pacíficamente y plantamos banderas tricolor el año pasado. El trabajo unido y coordinado a nivel local, nacional, regional y mundial, de los sectores que aman la paz y detestan a los belicistas de los colores que sean, ha dado sus primeros frutos que tanto les molesta a los señores de la guerra. El Plan Colombia, por citar un ejemplo, hoy está desprestigiado en América Latina y Europa. Debemos conseguir muchos y más fuertes aliados universales para la causa de la paz, la justicia y la soberanía. Todo ser humano que ame la vida, la paz y que quiera a su patria y la dignidad es un aliado. Ahora Europa está viendo con ojos más interesados nuestro continente, pero son adversarios coyunturales de los EEUU en la visión sobre los problemas de nuestra región. Sería bueno analizar los puntos de discordia de los grandes bloques enfrentados por el control y la hegemonía universal, para que los pueblos de América Latina, con el Ecuador a la cabeza, hagamos cierto el derecho a la soberanía y a la paz.

Generemos como sociedades civiles lo que Bolívar hizo en el pasado: consiguió alianzas con las potencias de su tiempo para que lo ayuden a liberar todo un continente del yugo español. En la actualidad debemos construir y poner en práctica grandes estrategias que rebasen los pequeños y estrechos intereses locales de cada nación dispersa, para desatar procesos propios de paz con justicia, para liberarnos en definitiva. ¿Pero de qué?, de la guerra, de su inevitable regionalización, de esta hipócrita estrategia en la que nos han metido gratuitamente, pero ¡ojo!: no se trata de gratuidad económica, porque así nos hubieran metido en esta estrategia de guerra y de intervención por dinero, por unas cuantas monedas y helicópteros viejos, esa “ayuda” va contra el decoro nacional. No se trata de que por ceder la Base de Manta, deban exigirse 60 mil millones de dólares que EEUU se ahorró, y no los pocos millones que ya han dado, y que prometen otorgar luego, al gobierno y la Fuerza Pública. Bueno, depende de la persona, por supuesto. Cada quien tiene un concepto de la dignidad y parece ser que hoy no es rentable ni está vigente en estos suelos. Mañana nuestros hijos nos pedirán cuentas, nos preguntarán qué hicimos en esta época y, por lo menos nosotros, podremos responderles con dignidad y franqueza que intentamos realizar las utopías más bellas de la especie humana. Por lo menos para poder ver limpiamente a los ojos, sin vergüenza ni sonrojo.

 

La OMC socava la democracia

Kevin Danaher y Jason Mark*

La Jornada, 5 de septiembre de 2003

Las actuales propuestas de Estados Unidos, Europa y los dirigentes de la Organización Mundial de Comercio (OMC) de un nuevo régimen comercial internacional equivaldrían en realidad a escribir una constitución global que significaría nada menos que un golpe de Estado corporativo, el cual subvertiría la democracia y subordinaría la capacidad de comunidades en todo el mundo para decidir su futuro.

La principal razón por la que tantos millones en el orbe se oponen a la OMC es porque la mayoría de la gente piensa que si hemos de tener comercio global debe ser abierto, transparente y democrático. La mitología central de la organización es que al fijar reglas que crean protecciones globales para el comercio y la inversión internacionales de las corporaciones, la ma-yor parte del planeta se beneficiará. Puede que esto parezca lógico, pero ¿quién controla la mayor parte del comercio y la inversión internacionales?

La gran mayoría del comercio y la inversión internacionales está dominada por grandes corporaciones que no están arraigadas en un lugar ni comprometidas con una comunidad en particular. Al colocar el poder de las trasnacionales por encima de los gobiernos nacionales y las comunidades locales estas nuevas reglas los subordinarán de hecho a la voluntad de esas corporaciones.

En cambio la mayoría de las personas, las pequeñas empresas y los trabajadores están arraigados a lugares: se identifican con una comunidad particular y no pueden vagar por el mundo buscando oportunidades de obtener ganancias. Las reglas económicas globales, que ayudan a que las corporaciones trasnacionales se vuelvan más grandes y poderosas, destruyen al sector de las pequeñas empresas, el cual crea la mayor parte de nuestros empleos.

En Estados Unidos, las corporaciones trasnacionales se han apoderado de buena parte del gobierno nacional. Por ejemplo, si bien existe un debate sustancial sobre los subsidios por 20 mil millones de dólares que el gobierno paga a granjeros estadunidenses, rara vez se informa que la gran mayoría de los subsidios agrícolas se destinan al 10 por ciento más rico del sector agrícola, formado abrumadoramente por las grandes operaciones agroempresariales de las corporaciones. La mayoría de los granjeros estadunidenses no se benefician de estas subvenciones y tampoco obtendrán ventaja alguna de las reglas mundiales de comercio establecidas por la OMC.

Veamos tan sólo la forma en que los campesinos mexicanos han sido aplastados por las reglas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), las cuales permiten que el maíz estadunidense -subsidiado por más dinero del gobierno que todo el presupuesto agrícola mexicano- inunde México a un precio artificialmente bajo y expulse de sus tierras a los campesinos de este país. Los precios mexicanos del maíz han caído más de 70 por ciento desde que entró en vigor el TLCAN, que ha devastado el ingreso de 15 millones de mexicanos que viven del cultivo de ese grano.

Aquí en Estados Unidos, entendemos que no se trata sólo de un debate intelectual, sino de un asunto de vida o muerte. Muchos maiceros mexicanos han acabado perdiendo la vida al tratar de cruzar la frontera con Estados Unidos después de perder su tierra debido al descenso en los precios del maíz. Así pues, mientras las corporaciones agroempresariales estadunidenses lucran con estas políticas, la mayoría de los campesinos mexicanos y de los granjeros estadunidenses ven cómo se arruina su vida.

No sólo es la OMC antidemocrática en términos del impacto de sus políticas: también es antidemocrático el proceso mediante el cual estatuye sus normas. Los únicos que se sientan a la mesa donde se confeccionan las reglas son personas muy ricas, que sobre todo representan a los gobiernos de los países ricos y a las grandes corporaciones. La mayoría de los funcionarios gubernamentales proceden de esos consorcios y de los bufetes jurídicos que trabajan para ellos. Por ejemplo, Robert Zoellick, el representante especial de comercio de Estados Unidos, fue consultor de Enron, una de las corporaciones más corruptas en la historia del país.

Como ha señalado muchas veces la coalición global de ONG que se opone a la OMC, a menos que el proceso de toma de decisiones de ese organismo se abra y se democratice, jamás ganará apoyo popular como institución legítima.

* El doctor Kevin Danaher y Jason Mark trabajan en la organización internacional de derechos humanos Global Exchange (www.globalexchange.org). Son coautores de Insurrection: Citizen Challenges to Corporate Power (Insurrección: desafíos ciudadanos al poder corporativo).

Traducción: Jorge Anaya

 

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No al consumo de productos transnacionales

 

 

 

 

 

 

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Las muertas de

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El futuro de la humanidad depende de oponerse a la globalización:

Chomsky

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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