"Astrana Marín dice que el Cervantes de Alcázar no hubiera sido un aceptable poeta
antes de los diez años (1568) en el estudio de López de Hoyos; pero el autor de Quijote no piensa
así, Cervantes en su «Viaje al Parnaso», capítulo IV, hablando de sí mismo dice:
«Yo he dado en Don Quijote pasatiempo, al pecho melancólico y mohíno
En cualquier sazón, en todo tiempo, yo he abierto en mis novelas un camino
Por do la lengua castellana puede, mostrar con propiedad un desatino
Yo soy aquel que en la invención excede a muchos
Y al que falta en esta parte, es fuerza que su fama falta quede
DESDE MIS TIERNOS AÑOS amé el arte dulce de la agradable Poesía
Y en ella procuré siempre agradarte.»
Con esta aseveración: «Desde mis tiernos años amé el arte dulce de la agradable poesía»
que hace Miguel de Cervantes, no tenemos que forzar ningún argumento ni echar mano de
argucias dialécticas para afirmar que cuando hizo su célebre soneto, cuatro redondillas,
este caro y amado discípulo del Maestro Hoyos tenía diez años su «más tierna edad».
El Maestro Juan López de Hoyos fue encargado por el Ayuntamiento de Madrid para componer
los epitafios, alegorías, jeroglíficos e historias que habían de colocar en la iglesia de
las Descalzas Reales, para celebrar las exequias que hizo la Villa el 24 de octubre de 1568,
por la Reina Doña Isabel de Valois, que había fallecido el día 3 del mismo mes.
Estas composiciones las hicieron sus discípulos y uno de los más aventajados fue Miguel
de Cervantes, como lo manifestó López de Hoyos en la «Historia y Relación» que publicó de
la enfermedad y funerales de la reina en el año de 1569. En esta relación le apellida
repetidamente su caro y amado discípulo e inserta, con expresa mención de su nombre, el
primer epitafio con un soneto.
Como quiera que el Miguel de Cervantes de Alcalá tenía a la sazón 21 años, edad
inverosímil para ser un caro y amado discípulo del Maestro Hoyos, por lo raro e inusitado
de un colegial tan talludo, con edad propia para jugar al tute.
No se amilanaron por eso los cervantistas de Alcalá, y dijeron que no era discípulo
del Maestro Hoyos, sino su pasante o regente.
Por otra parte, se demuestra fácilmente con los hechos, que esta conjetura es inadmisible
y sin ningún valor. Un simple cálculo aritmético nos hace ver que el día 3 de octubre de
1568 fecha en la que según Mariana falleció la Reina Isabel de Valois, el Miguel de
Cervantes de Alcalá estaba fuera de España siendo soldado.
El 17 de marzo de 1578 había sido soldado durante diez años, sirviendo al Rey de España
en Flandes, en Italia, en la Goleta y en otros puntos. Así lo declara su padre en la
información hecha en Madrid el 17 de marzo de 1578, dice que su hijo Miguel ha servido
al Rey de diez años a esta parte y lo confirma la certificación expedida por el Duque
de Sexa en el mismo año. Igualmente lo confirma la petición de doña Leonor de Cortinas
en el siguiente y las declaraciones de algunos compañeros de milicia en el año de 1580.
Luego si estos diez años de soldado se cumplen el día 17 de marzo de 1578 y le
añadimos el tiempo que se tomaría para su enrolamiento, resulta que el supuesto pasante
o regente no podía ser el que, el 13 de octubre de 1568 hubiese escrito los versos elegíacos
a Isabel de Valois, ya que nos sale una diferencia de siete meses, a los que sumando los
que forzosamente necesitó para su incorporación, nos acercamos al final de 1567, como
fecha de partida para Italia.
Esto nos demuestra con toda claridad que el discípulo tan caro y amado por el Maestro
Hoyos no era Miguel de Cervantes Cortinas, nacido en Alcalá."