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Preparativos para el parto: Construcción de la paridera: Es importante que la hembra cuente con una habitación tranquila lejos del bullicio de la casa, bien ventilada e iluminada, alejada de corrientes de aire y a ser posible provista de enchufes, tomas de agua y armarios o estantes donde colocar los útiles que vamos a necesitar. Sería además deseable que las dimensiones de la habitación fueran tales que nos permitiesen colocar unas sillas o una cama. Si es lo suficientemente amplia, cuando los cachorros comiencen a desplazarse por ella tendrán así espacio para descansar, jugar y hacer sus necesidades. Debemos construir una paridera amplia y cómoda para la madre y los cachorros, las dimensiones dependerán del tamaño de la perra. Esta es la fórmula para calcular las medidas más adecuadas:
Es conveniente también que la altura de los laterales impida, sobre todo en los primeros días que los cachorros se alejen de la madre. También debe disponer de unas guías de protección a una distancia de 5cm de los laterales por su parte interior y una altura de 20cm de la base. Ésto impedirá que la perra apoye su cuerpo en los laterales evitando así el aplastamiento de algún cachorro que quedase a su espalda. La base debe ser de un material mullido y fácil de limpiar. Sería lo ideal que se dispusiera de una manta eléctrica con termostato en una de sus esquina, que debe emplearse a temperatura corporal (38,5ºC) cuando la madre se aleje para evitar que los cachorros se enfríen. En razas como la nuestra facilita mucho las cosas el dotar a la paridera de unas ruedas que nos permitan desplazarla sin esfuerzo. Botiquín: Es fundamental tener preparado un completo botiquín días antes de la fecha prevista para el parto que nos ayudará según como éste se presente. Debemos prever que pueda originarse en un fin de semana o a altas horas de la madrugada y haya que actuar con rapidez si surge alguna complicación. Debemos pues contar en nuestro botiquín con:
Además será conveniente disponer también de:
La higiene: Durante el parto así como en las primeras semanas de vida de los recién nacidos, es un factor muy importante a tener en cuenta si queremos asegurar su bienestar. Debemos utilizar en todo momento, durante su manejo así como el de la madre, guantes desechables de látex. Si esto no fuera posible tendremos que lavar perfectamente y desinfectar las manos hasta el codo. También el instrumental que utilizamos deberá haber sido desinfectado en una solución adecuada. Si se utilizan biberones, éstos deben estar esterilizados antes de cada toma. Las paredes y suelo de la habitación deben también desinfectarse un par de veces al día con soluciones desinfectantes. Durante las primeras semanas de vida nadie salvo los criadores debe visitar la camada, mucho menos coger o acariciar a los cachorros. Cuando la madre necesite salir de casa se extremarán las medidas de precaución para que no porte a su regreso virus o bacterias. Para ello procuraremos llevarla a lugares donde no acudan muchos perros, ni se le permitirá acercarse a ninguno, ni oler la orina ni las heces que pueda encontrar a su camino. Es muy importante también, en las 24 horas posteriores al parto, lavar con agua tibia y desinfectante toda la zona alrededor de la vulva tantas veces como fuera necesario, para limpiar bien todos los residuos.
Llega el momento: Precauciones a partir del día 58º: En el transcurso de las 24 horas que preceden al parto la temperatura corporal de la perra manifestará un descenso muy significativo hasta incluso los 36,8 - 36,2ºC. Gracias a esto podemos determinar con bastante seguridad el momento en que el parto comenzará a producirse. Así pues, a partir del día 58º contando desde la primera cubrición, debemos tomarle la temperatura rectal a ser posible cada tres horas y apuntemos el resultado de cada lectura en un gráfico. Al principio observaremos que la temperatura se mantiene en torno a los 38,5ºC incluso 38,8ºC con ligeras oscilaciones a la baja durante la noche, madrugada y primera hora de la mañana y pequeñas subidas hacia media tarde. Más adelante veremos que comienzan a producirse unas bajadas considerables hasta los 38ºC o 37,8ºC, que sin embargo son puntuales, retomando la temperatura inicial de 38,5ºC. Finalmente observaremos, como la temperatura desciende ostensiblemente y se sitúa en torno a los 37,5ºC o incluso menos. En el momento en que hayamos tomado tres lecturas consecutivas de 37,5ºC o menos, podemos estar seguros que el parto comenzará en las 24 horas siguientes contada desde la primera de esas lecturas consecutivas. Si se diera el caso de que la temperatura continuara baja otras 24 horas podemos sospechar que existe algún problema, sobre todo si continúa bajando o por el contrario vuelve a ascender. En este caso se debe consultar al veterinario informándole sobre las lecturas que hemos realizado y su secuencia. Primeros síntomas: Como hemos visto el primer síntoma es la bajada de temperatura, pero existen otros. Suele ser habitual que la hembra vomite uno o dos días antes para vaciar el estómago y que rechace la comida. La veremos más nerviosa que de costumbre, intentando "hacer y deshacer" su cama. Tendrá períodos de sueño profundo y otros de insomnio. Tratará de ocultarse de los desconocidos que pudieran visitar la casa y no tolerará la presencia de otros perros u animales de compañía ni de su mismo entorno, pudiendo incluso volverse agresiva contra ellos. Se lamerá la vulva con insistencia y continuamente mirará para atrás como temiendo "perder algo". A ratos querrá estar tumbada, pero otros seguirá a sus amos por toda la casa. Finalmente la veremos jadear cada vez con más insistencia e incluso gemir si alguna contracción le produjera dolor. El proceso del parto: A parte de lo dicho, se producen una serie de cambios; cuando baja significativamente la temperatura corporal, el cuello uterino se dilata para permitir el tránsito de los cachorros. Esto coincide con la necesidad frenética de "hacer la cama". Hay quien piensa que esto pudiera ser consecuencia de que la perra esté experimentando las primeras molestias o sencillamente una puesta en marcha de una serie de actitudes instintivas que se remontan a su estado salvaje cuando, antes del parto, la hembra removía la tierra para hacer el suelo más cómodo para ella y los cachorros. Palpando la zona abdominal podemos notar las primeras contracciones uterinas. En estos momentos su incomodidad es manifiesta; se tumba, se incorpora, se sienta... cambiando constantemente de postura durante más o menos tiempo. Finalmente comienzan las verdaderas contracciones; es la segunda fase del parto. En estos momentos se produce una importante presión abdominal, acompañada a veces por un gemido o suspiro de la hembra. Sobre todo las primerizas, creen sentir la necesidad de orinar. Ésta es la manera en que muchas perras interpretan la sensación que produce la entrada del cachorro en la parte superior de la vagina. La secuencia propia del parto consiste en que se vayan desprendiendo, de uno en uno, alternadamente, de los cuernos uterinos. Durante esta segunda fase del parto, algunas hembras vomitarán si tienen el estómago lleno. No está claro por qué unas lo hacen y otras no, pudiera ser debido a la capacidad para aguantar los dolores del parto o a la aprehensión. En esta etapa, las contracciones se suceden cada diez minutos, en oleadas de cuatro o cinco, y luego un descanso. En este punto el cachorro ya está presente en la vagina y su propia presión contra la pared dorsal estimula las contracciones cada vez más fuertes y continuadas. En algunos casos se produce entonces una descarga de mucosa (el tapón mucoso), aunque esto no es siempre constatable, ya que a estas alturas la perra se lame la vulva con insistencia para estimular las propias contracciones y el tránsito del cachorro hacia la vulva. Lo primero que suele ser evidente cuando el cachorro alcanza la vulva, es el saco amniótico, salvo que se haya roto durante el tránsito; el hecho de que el saco se rompa no significa ningún daño para el cachorro a menos que la rotura se produzca con mucha antelación y si se retrasa el tránsito hasta el punto de que la vagina se seque y resulte más difícil la expulsión. Debemos saber que la membrana amniótica tiene un tacto correoso que facilita el paso del cachorro. Si todo va bien, el cachorro aparecerá después de que se hayan producido dos o tres contracciones fuertes, siempre que la vagina esté lubricada, la vulva perfectamente relajada y el cachorro contenido y protegido por la membrana alantoica. Si no se dan estas tres circunstancias puede que el nacimiento se complique, ya que el cachorro puede quedarse atascado a medio camino, lo que obligará a la perra a empujar con más fuerza y por ende se cansará. Cuando el cachorro aparece envuelto en su saco amniótico, la hembra se lamerá con insistencia la vulva, lamerá los fluidos y al cachorro, sirviendo esto para romper la membrana que cubre al pequeño, si no ha venido ya desgarrada. Los lametazos de la madre sirven para estimular al cachorro y al mismo tiempo limpiar y liberar su cabeza y narinas de los fluidos estimulando su respiración. esto es lo habitual, sin embargo se dan ocasiones en las que se precisa nuestra intervención porque la mamá no sabe exactamente qué debe hacer. Al tiempo, la perra ingerirá todos los deshechos, mientras con sus incisivos rompe el cordón umbilical suturando la parte que queda adherida al ombligo del cachorro. Este proceso tiene lugar con relativa rapidez y el hecho de que mientras corta el cordón umbilical, levante al cachorro del suelo y lo balancee por el aire no le afectará en absoluto, por el contrario estos movimientos sirven para estimular su respiración y ayudan a liberar los fluidos que hayan podido instalarse en los pulmones del recién nacido. Antes se temía que pudiera desencadenar una hernia umbilical, pero está demostrado que no es así. Si la placenta se ha quedado aún retenida en la vagina, la perra lamerá el cordón y tirará de él suavemente para ayudar a su extracción. Suele ocurrir a veces que el cordón se rompe y la placenta no es expulsada, en tal caso sólo cabe esperar a que lo sea con el siguiente cachorro. Conviene saber que se considera normal la presentación de posteriores del cachorro (con las patas traseras primero) que se produce en un 40% de los casos, mientras que la más habitual es la presentación anterior (la cabeza primero) que tiene lugar en un 60% de los casos. Sin embargo existen otras formas de presentación que suelen dificultar el proceso y requerir nuestra ayuda. El intervalo que se produce entre un nacimiento y el siguiente varía de una perra a otra, incluso de un parto a otro. Si son muchos los cachorros, el ritmo irá decayendo conforme la hembra se vaya cansando, de hecho, en muchos casos la perra descansará e incluso dormirá durante un tiempo, que puede oscilar entre diez minutos o un par de horas, recuperándose de este modo para los siguientes esfuerzos. Cuando la perra termina de parir, se la ve extenuada, pero más relajada y confortable. En algunos casos solicitará salir de la paridera para hacer sus necesidades, pero otras veces se mostrará reacia a abandonar a sus pequeños y preferirá aguantar y tumbarse a todo lo largo con los cachorros acoplados a sus mamas y dormirá plácidamente durante horas. Según se va conociendo mejor el mecanismo del parto de la perra, se sabe, en contra de lo que antes se creía, que es positivo que ingiera todas las placentas sin limitación de número y que esto es muy beneficioso para la madre porque estimula la producción de oxitocina y por ende las contracciones y la propia bajada de la leche. Por otro lado aporta mucha proteína y permite que no se necesite ingerir ningún otro alimento durante varios días. La Naturaleza interviene para posibilitar que la madre no tenga que abandonar a su prole durante el tiempo en que produce los calostros, la mejor fuente de anticuerpos. Los calostros están presentes en la leche durante las primeras 12 - 24 horas en gran cantidad y que durante este tiempo es importante que los cachorros mamen la mayor cantidad posible para asegurarles el mejor bienestar. En muchos casos nuestra San Bernardo dará por terminado el parto cuando aún le quedan dentro uno o dos cachorros retrasando el nacimiento de éstos varias horas. En estos casos, los especialistas aconsejan la administración subcutánea o, a veces, intramuscular, de una pequeña dosis de oxitocina que promueva nuevas contracciones y el nacimiento de los rezagados, al tiempo que propicia la eliminación de restos de fluidos incluso alguna placenta que pudiera haber quedado retenida. Los fluidos eliminados durante el parto son habitualmente claros (los líquidos amnióticos) o tintados de sangre (la propia hemorragia del parto) e incluso pigmentados de verde intenso (originados en los hematomas de las placentas cuando éstas se rompen). En algunos casos, la presencia de grandes cantidades de fluidos teñidos de verde pueden significar la presencia de algún problema como por ejemplo que la placenta pudiera haberse roto mucho antes de que el cachorro haya completado el tránsito, lo que origina su muerte por asfixia, sobre todo durante el proceso distócico, o por el hecho de que el cachorro sea excesivamente grande y no transite por la vagina o que la pelvis sea pequeña y el tránsito se haga difícil e incluso muchas veces por una presentación anómala del feto. Otras veces, una descarga de fluidos pigmentados de verde muy oscuro o negruzco significa la presencia de un feto muerto. Este hecho no tiene por qué significar problemas necesariamente, ni debe ser causa de alarma y no tiene por qué afectar a otros cachorros perfectamente sanos; sin embargo, si se observa el desprendimiento o la rotura de una o más placentas puede querer decir que existe algún problema relacionado sobre todo con las pelvis excesivamente estrechas o con un tamaño exageradamente grande de los fetos que no son capaces de transitar sin riesgo. Existe aún otra posibilidad la descarga de fluidos de color marrón oscuro y relativamente espesos que significan la muerte fetal y su correspondiente reabsorción durante la gestación. Es muy importante que anotemos la secuencia de cada nacimiento. La hora en que se produce, la forma de presentación de cada cachorro y si ha venido envuelto en un saco amniótico. Si la placenta ha sido o no expulsada, si ha habido dificultades respiratorias o ha sido necesario el estímulo manual o químico para poner en marcha la respiración, si hemos debido manipular y cortar nosotros el cordón umbilical...etc. Igualmente anotaremos el sexo y peso de cada cachorro, así como las características que les distinguen entre sí. Problemas: hay indicios que pueden hacernos sospechar que existe algún problema:
En estos momentos lo más importante es ser capaz de evaluar el tipo de problema con el que nos encontramos y actuar en consecuencia (recurriendo la mayoría de las veces al veterinario). Distocia : este término proviene del griego y significa parto difícil. Según los últimos estudios, se piensa que existe una predisposición genética para la denominada inercia uterina primaria, que significa que una perra se muestra reacia a iniciar el parto pese a las contracciones y otros signos evidentes de su inminencia. Existe también la inercia uterina secundaria que se presenta cuando la hembra ha parido ya uno o más cachorros y que viene dada por el agotamiento. En este caso está plenamente justificada la administración de oxitocina. La distocia viene determinada porque:
Determinar el problema: El criador experimentado sabrá resolver por sí mismo algunas de las situaciones problemáticas que puedan presentársele. Muchas veces será suficiente con introducir los dedos (protegidos con guantes y lubricados con vaselina) en la vagina para conocer la posible causa de distocia, con lo que se puede sabe si la vagina o la vulva están poco dilatadas o si existe o no presencia de un feto a cualquier altura. Si comprobamos que hay un feto en la vagina, tenemos que ser capaces de evaluar cómo se presenta, si la vagina parece suficientemente lubrificada, si el cachorro es aparentemente grande, si la presión de los dedos sobre la pared abdominal de la vagina estimula algo las contracciones y si, produciéndose éstas, el cachorro progresa hacia la vulva, etc. En ocasiones es posible la tracción manual del cachorro, pero esto debe hacerlo una persona con experiencia o el veterinario. Según el caso puede ser necesaria una episiotomía (incisión quirúrgica realizada en la vulva para facilitar la salida del feto evitando desgarros en el perineo, aunque se lleva a cabo en contadas ocasiones) o una cesárea
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