El
eterno dolor de los hijos que perdieron a sus padres
Hablaron
con LANACION.com las otras víctimas del atentado
No
son quienes encabezan las marchas ni quienes dan los discursos.
No son parte de la dirigencia política y se abstienen por
el momento de enrolarse en alguna de las agrupaciones que luchan
por la memoria y la justicia.
Sin
embargo, el ataque terrorista contra la sede de la AMIA que les
arrancó a sus padres hace 12 años vuelve a estallar
en sus corazones cada aniversario.
En
diálogo con LA NACION, Sandra Plaksin, de 43 años,
que perdió a su padre, Jaime (de 61); Romina Burstein, de
29 años, a su madre, Rita Worona (37), y Gastón Ritter,
de 28, a su madre, Mirta Strier (42), coincidieron en que no hay
alivio con el paso del tiempo, sino que se reeditan en cada aniversario
el mismo terror y el mismo espanto, la misma falta de respuesta.
"Llegando
a esta fecha siento que cada 18 de julio es el primero, que volvemos
a 1994. En esta época el dolor revive todo el tiempo. Cada
vez que suena la sirena es automático, en esos segundos rememorás
vívidamente aquellos días", afirmó Romina.
A
12 años del ataque terrorista que mató a 85 personas,
ese dolor y esa angustia permanecen vivos en cientos de familiares
y amigos de las víctimas. "Quizá la gente piense
que a medida que pasa el tiempo duele menos, pero yo extraño
cada vez más a mi papá", aseguró Sandra.
Cada uno de ellos elabora el duelo de un modo singular y lleva adelante
una lucha solitaria, aunque valoran la red afectiva que los contuvo
y los sigue sosteniendo hasta la actualidad.
Sin
justicia
Desbordada
de dolor y decepcionada de las instituciones públicas, Sandra
ya ni siquiera reclama justicia. "Más allá de
que no creo en la justicia de este país, no creo en la justicia
de los hombres. No hay nada justo frente a una situación
como ésta. A mi padre no me lo van a devolver nunca",
aseguró.
Por
su parte, Gastón dijo que envidia a quienes pudieron integrarse
en alguna agrupación política, aunque él no
encontró aún la fortaleza para asistir a esos encuentros.
"A todo el dolor que sentís tenés que agregarle
que no hay justicia y que están todos libres. Sandra habla
de la justicia divina y yo coincido, pero acá tenemos que
hacer algo, porque esta situación de impunidad te carcome",
sentenció.
"Cada
vez que hay otro atentado a mí se me revuelve todo. Es como
si viviera todo de nuevo. Me imagino a cada una de las víctimas
y pienso en la historia que hay detrás de ellas", sostuvo
Sandra.
Les
cuesta muchísimo tener expectativas sobre una sentencia,
pero coinciden en efectuar un reclamo desesperado de protección.
"Lo único que pediría es que nos cuiden porque
tenemos hijos y no quiero que nunca más alguien pase por
una situación como ésta", dijo Sandra.
Gastón
describió una serie de hechos impunes y señaló:
"Yo no soportaría una tragedia así nunca más.
No me pongan a prueba, porque no lo resistiría".
A
12 años de la masacre, los hijos de las víctimas hicieron
un esfuerzo para poder hablar sobre la tragedia. "Creo que
es necesario hacer público lo privado porque es la única
manera de mantener viva esta causa. Ahora no participo de ninguna
agrupación, pero creo que en algún momento nos vamos
a tener que juntar los jóvenes para continuar con esta lucha
y seguir exigiendo memoria y justicia", destacó Romina.
A
pesar de lo insoportable que aún hoy resulta la pérdida,
Romina contó que con el correr del tiempo aprendió
a que dentro de ella conviviera la sensación permanente de
dolor con momentos de felicidad. Sin embargo, subrayó: "El
lugar vacío va a quedar para siempre".
Por
Tamara Krell, La Nacion, Martes 18 de julio de 2006
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La emoción, materia prima de los recuerdos |