Reportaje
de Magdalena Ruiz Guiñazu a Luis Grynwald
“No
fueron trece años perdidos”
El
presidente de la AMIA recuerda el momento del atentado, al cumplirse
esta semana un nuevo aniversario. Explica por qué es optimista
y no baja la guardia, a la luz del nuevo giro que tomó la
investigación.
www.diarioperfil.com.ar,
15 de julio de 2007
Han
pasado exactamente trece años desde aquella mañana
en la que nos estremeció la voz de nuestro compañero
Carlos Bianco gritando por los micrófonos de Radio Mitre:
“¡Voló la AMIA! ¡Voló la AMIA! El
terror ha vuelto a repetirse en Buenos Aires”. La ciudad tembló
y corrimos a contemplar la montaña de escombros, el polvo
de la explosión, la desesperación por llegar hasta
los cuerpos sepultados por el atentado.
Trece
años han pasado y los increíbles avatares de la causa
AMIA siguen asombrándonos. En el despacho del presidente
Luis Grynwald hay, hoy, múltiples recuerdos y testimonios.
Tres banderas: la Argentina, la del Estado de Israel y la de la
AMIA. Grynwald parece un hombre sereno pero decidido. A la vez,
paciente. Incluso, como lo dirá luego, consciente de la implacable
lentitud del curso de la historia.
—¿Dónde
estaba usted en el momento del atentado?
—En
1994 yo era tesorero de la AMIA y mi oficina particular estaba ubicada
a dos cuadras de aquí. En aquel preciso momento me encontraba
en un bar en Tucumán y Larrea esperando la firma de un contrato
que se iba a realizar a las 10.30. La AMIA estaba en refacciones
en el 2º y 4º piso y la empresa que instalaba el aire
acondicionado había donado el 50% de sus honorarios. Estábamos
justamente en aquel bar con la idea de hacerle un pequeño
homenaje a la empresa en agradecimiento por su generosidad. Ya formábamos
un grupo numeroso cuando, con los primeros cafés, escuchamos
la explosión que, incluso, destrozó algunos vidrios
del bar. En un primer momento me pareció que se trataba de
un choque de colectivos, pero cuando salí a la calle y ví
que no era así, pensé de inmediato que se trataba
de la AMIA. Corrí hacia Pasteur y a medida que me iba acercando
mi traje marrón se iba tiñendo de cenizas y humo.
Olvidé el sobretodo y el celular en el bar, y en cuanto llegué
aquí pude contemplar las escenas más dantescas que
puedan imaginarse. El horror, la destrucción y la muerte
se habían adueñado de esta calle. La gente estaba
como paralizada de espanto. En aquellos primeros instantes nadie
sabía qué hacer. Atiné a llamar a quien era
presidente de la institución en aquel momento y a los pocos
minutos comenzaron a escucharse las sirenas de las ambulancias.
Comenzaron a divisarse los cuerpos destrozados. Otros, heridos,
recibían los primeros auxilios, mientras cientos de personas
querían ayudar y no sabían cómo hacerlo. Pienso
que la sociedad argentina no estaba preparada para semejante tragedia,
a pesar de haber sido tristemente pioneros del terrorismo internacional
con el atentado contra la Embajada de Israel. –Grynwald se
detiene, pensativo–. Sí, no aprendimos la lección
y seguíamos sin estar preparados ante una catástrofe
semejante.
—También
para todos ha quedado una serie de preguntas sin contestar. Por
ejemplo: ¿quién manejó la Trafic desde el estacionamiento
del Clínicas? ¿Había un patrullero en la puerta
de la AMIA? ¿Estaban allí los policías? ¿Ustedes
tienen su propia hipótesis?
—No
se trata de nuestra teoría. Nosotros no hicimos una investigación
paralela. Tenemos lo que dice la Justicia. Es cierto, había
un suicida. Esto está demostrado y judicializado. Su nombre
era Ibrahim El Berro. Esto fue corroborado por la fiscalía
y por el juez interviniente en la causa. También declararon
sus hermanos, que residen en los Estados Unidos. Tanto el FBI como
los fiscales norteamericanos corroboran la versión de los
hermanos, que dicen que Ibrahim se suicidó y se inmoló
en la Argentina. Hay un espacio indefinido de luces y sombras hasta
el parking de la avenida Córdoba y Azcuénaga al que
llega El Berro. Lo que es seguro es que sacó la Trafic del
parking y que se suicidó aquí, en la AMIA. En aquel
momento los policías no se encontraban en el patrullero.
Uno estaba tomando café y otro, creo, en la farmacia de la
esquina. Aparte del famoso volquete del que siempre se habló
estaba, más adelante, el auto de un electricista, Daniel
Hoffe, que en ese momento trabajaba en las reformas de nuestro edificio.
Tenía el capot del auto levantado y, supongo, esto le sirvió
de escudo y le salvó la vida.
—El
famoso volquete de Kanore Edul, del que siempre se habló,
¿no señala alguna pista?
—Es
una pista que se sigue investigando.
—¿Estaba
vinculado con la familia Menem?
—No
lo sé. En cambio, le puedo decir que estaba vinculado con
la Embajada de Irán, con el agregado cultural Moshe Rabbani.
Esto está comprobado. No así lo que usted menciona.
—¿Dónde
está Kanore Edul?
—Que
yo sepa, está en Buenos Aires... en Buenos Aires como otros
tantos... —la voz de Grynwald se tensa ligeramente.
—¿No
tiene ningún tipo de situación judicial?
—Aparentemente,
hoy día, no.
—¿La
tuvo en algún momento?
—En
algún momento la tuvo. Se presentó. No estuvo detenido
pero sí investigado. Ahora... ¿cuál es su situación
actual? Aparentemente se continúa investigando esa pista.
—Yo
recuerdo que se subrayó que el volquete estaba estacionado
en la puerta de la AMIA...
—A
metros delante del edificio con visión hacia Viamonte.
—Yo
recuerdo, también, que unas horas después del atentado
se habló de un video en el que se veía a un militar
carapintada caminando por Pasteur. Incluso se lo identificó.
El hombre no iba corriendo a brindar ayuda sino más bien
como constatando, observando... ¿Esa versión se desestimó?
—Para
ser sincero, en las horas que siguieron al atentado tuvimos miles
de versiones, de pistas, de contrapistas. Nos llenamos de hechos
para embarrar, encubrir con pistas de aquí y de allá.
En parte, quizás, lanzadas adrede y en parte, también,
por la ineficiencia que tuvimos en cuidar y cubrir esas pistas.
Tan es así que no pudimos ni llegar rápidamente al
Hospital de Clínicas a pesar de estar sólo a 200 metros
de distancia. Nos obstaculizaba el tránsito. ¡Las primeras
horas fueron tan caóticas que no se pudo ni siquiera cortar
la circulación! Por eso, repito, a lo mejor la ineficacia
de los servicios de rescate y de nosotros mismos como miembros de
una sociedad en peligro, hicieron que cometiéramos errores
y borráramos indicios importantes en un atentado de semejante
envergadura. Sin embargo, hoy, a trece años de distancia,
no quiero dejar de mencionar el maravilloso accionar del Hospital
de Clínicas. En aquel momento su director era el Dr. Sanguinetti,
quien junto con el personal actuó de manera extraordinaria.
Las víctimas tuvieron una atención de primerísimo
nivel desde el punto de vista médico, pero también
los heridos y los familiares recibieron una contención, un
afecto extraordinarios que pudimos comprobar cuando íbamos
y veníamos con las ambulancias. Tan es así que, la
semana que viene, los familiares han organizado nuevamente un reconocimiento
al Clínicas por lo que ellos nos brindaron en ese momento.
—¿Por
qué no concurrieron ustedes a la audiencia con el Presidente
de la nación?
—Porque
fue una audiencia pedida por los familiares. Tal como se ha publicado
en todos los medios, el Dr. Kirchner se comprometió a venir
al acto, se comprometió a profundizar la investigación,
no importándole cuál fuere el apellido o el nombre
que pudiera resultar de ella.
—En
esta desgraciada investigación, ¿cuál es la
versión de la AMIA? Si pensamos que han desaparecido 66 casettes
de escuchas telefónicas... bueno, huelgan los comentarios.
—No
hay una versión de la AMIA. Nosotros somos querellantes y
la que tiene que investigar es la Justicia argentina. Partimos de
esa base. Nosotros podemos acompañar una investigación
con nuestros abogados, pero los que tienen que investigar y trabajar
son los miembros de la Justicia argentina y los poderes que correspondan.
Esto en cuanto al primer tema. En lo que se refiere a la “pérdida”
(así, entre comillas) de 66 casetes, el comisario Castañeda
está procesado. El es quien, alegremente, perdió estos
66 cassettes de escuchas telefónicas, como así también
perdió, o no encuentra, la agenda (¡vaya a saber qué
anotaciones había allí!) que le sustrajeron a Telleldín
en el momento del allanamiento. Por eso Castañeda es el primer
funcionario público procesado. Una de las tantas desprolijidades
que existieron dentro de lo que, en aquel momento, fue la investigación.
—¿Dónde
está la familia Telleldín?
—Telleldín
está trabajando en su estudio de abogado pues, aparentemente,
estudió derecho mientras estuvo preso y hoy, le repito, es
un profesional que ejerce la abogacía.
—¿Y
el resto de la familia? Usted recordará que, en su momento,
se habló de complicidades...
—Hoy
día eso está desechado. Sólo es historia. Toda
la gente de la que se habló durante muchísimos años
está absuelta, libre de culpa y cargo. Así es que
me parece que lo que debe hacer la Justicia es dedicarse a investigar,
como lo está haciendo la fiscalía, en busca de la
conexión local. Hace pocos días la Cámara le
pidió al juez Lijo que profundice la investigación
y los nombres que nosotros venimos barajando. Así es que
me parece que hablar hoy de Telleldín o de Ribelli no tiene
sentido. Por lo menos hasta que la Justicia vuelva a manifestarse.
Usted sabe que todo el caso está en la Corte Suprema que,
a su vez, no se ha expedido. Y le repito que la Cámara le
ha pedido al juez Lijo que siga toda la investigación sobre
el doctor Corach, el doctor Menem, el doctor Anzorregui... En fin,
sobre los que fueron los máximos referentes políticos
en esa época. Y esperemos que así sea. Que sepamos
hasta dónde podemos llegar. Justamente lo dijo el Presidente
en la reunión del otro día con los familiares: “No
importa de qué apellidos estemos hablando...”. Lo fundamental
es que los culpables ideológicos, como Irán, tengan
hoy un pedido de captura internacional; que esté la alerta
roja instalada en todo el mundo y que esa gente, cuando salga de
su país, pueda ser detenida y trasladada a la Argentina solamente
para ser interrogada. Nadie dice que sean culpables. Por un lado,
son sospechosos de haber planificado el atentado. Y por otro, la
Justicia argentina debe investigar y profundizar para saber qué
ocurrió realmente acá. Qué sucedió antes
del 18 de julio, cómo se armó la camioneta, quiénes
fueron los mercenarios argentinos que colaboraron con los explosivos,
quién los cobijó en las mezquitas de Cañuelas
y de Flores. Todo esto es lo que la sociedad argentina quiere saber.
Y, repito, para ello la Justicia debe seguir trabajando y profundizando
para dar una respuesta a 13 años de incertidumbre.
—Trece
años perdidos...
Grynwald
medita su respuesta.
—Ehhh...
yo no diría totalmente perdidos. Perdidos estarían
si no tuviéramos ninguna señal de esperanza. Pero
sí la tenemos, porque están trabajando, porque la
conexión internacional que estaba tan distante se pudo quebrar.
Hoy por hoy tenemos a los iraníes sospechados y pensamos
que se sabrá finalmente qué pasó. ¿Cómo
ingresaron por la triple frontera, quién los albergó
y los cobijó y quienes fueron los que ayudaron en su momento
a toda la cúpula de Moshe Rabbani para ejecutar este atentado?
Creo que se va a lograr.
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Magdalena
Ruiz Guiñazu y Luis Grynwald |
El
presidente de AMIA pone mucho énfasis en estas palabras:
—Lo
creo porque se está trabajando y tenemos que confiar en la
Justicia argentina.
—¿Por
qué es tan optimista?
—Le
voy a contestar con una frase muy repetida: yo vengo de una familia
de sobrevivientes del Holocausto y, después de 60 años
de finalizada la Segunda Guerra Mundial, se sigue descubriendo a
criminales de guerra nazis. Las Abuelas de Plaza de Mayo, después
de 30 años, siguen recuperando nietos víctimas de
la dictadura. ¡Es público que han encontrado, después
de tanto tiempo, a la nieta número 88! ¿Cómo
podríamos, entonces bajar la guardia después de 13
años, teniendo estos ejemplos de la Historia que nos permiten
tener una esperanza permanente? Por eso no podemos bajar la guardia.
Y también, como bien dicen los familiares, para que los muertos
descansen en paz tenemos que saber quiénes fueron, quiénes
son. Tenemos que ver a los responsables pudrirse en la cárcel.
Recién en ese momento los familiares y los 85 muertos en
este atentado podrán descansar libremente y en paz, como
corresponde.
Resulta
muy conmovedor y emocionante oír estas palabras en el marco
de un edificio que ha sido reconstruido por una comunidad que no
pide venganza sino Justicia.
—¿No
le parece inquietante la relación del presidente Chávez
con Irán?
—Le
voy a ser sincero. Es un tema que pertenece estrictamente al presidente
Chávez. A nosotros lo único que nos interesa, en la
República Argentina, es que la Justicia busque y encuentre
a los culpables del atentado. Nosotros, AMIA, no somos quiénes
para opinar sobre la política exterior de Chávez.
En lo personal podemos pensar muchas cosas, disentir o estar de
acuerdo, pero no es un tema que a la AMIA como institución
judeo-argentina le interese. Lo que a nosotros nos interesa es que
los hombres (no importa cómo se llamen) que participaron
en este atentado estén presos. Esto es lo más importante
para nosotros. Más allá de esto, cada uno puede opinar
sobre política exterior como ciudadano, pero, le repito,
como institución, como AMIA, lo único que priorizamos
es que la dignidad y la memoria de las 85 víctimas se preserve,
no se destruya nunca, y que los responsables terminen entre rejas.
—¿Ustedes
son optimistas frente a una investigación en la que hay que
empezar todo de nuevo?
—Mire,
el Gobierno nacional le ha dado a la fiscalía todos los medios
necesarios (tanto técnicos como de recursos humanos) para
que empiece de cero. Ya lo han hecho así. Hay todo un equipo
de profesionales trabajando. Tampoco hay que olvidar todo lo que
ha sucedido con la conexión internacional. Es importante
recordar que en la primera votación de Interpol, la Argentina
perdió por 12 votos a 0 en contra de lo dictaminado por la
Justicia argentina. Interpol desestimó entonces las capturas
internacionales porque provenían de un juez destituido y
porque las pruebas no eran suficientes. Recién este año
hemos podido revertir esta situación gracias al trabajo serio
e intenso de toda la gente. El juzgado del doctor Canicoba Corral
y también la fiscalía lo lograron. ¡Tan es así
que en el mes de marzo la votación de Interpol Internacional
fue de 12 votos a 0, pero a favor de la Argentina! Ya están
instaladas las capturas internacionales que ahora tiene que ratificar
el Comité General de Interpol (que representa a 190 países)
en la reunión de Marruecos que se llevará a cabo en
el mes de octubre. Quiero decirle también que aquí
hubo, desde la Justicia, un trabajo muy intenso. Tanto la delegación
de Cancillería como la que representa a la Justicia y la
de Interpol de Argentina viajaron en dos oportunidades a Lyon para
informar y explicar por qué es menester detener a estas personas.
Debo decir, también, que en Lyon quedaron admirados por la
exposición de la delegación argentina. ¡A su
vez, ante la falta de argumentos de la delegación iraní,
los propios iraníes comenzaron a amenazar a toda nuestra
delegación! Esto ocurrió a fines de enero y tomó
estado público. La labor conjunta argentina también
demuestra una vocación de trabajo admirable y la firme decisión
de avanzar en el tema. Tan es así que la delegación
iraní (sin embargo muy bien integrada por juristas franceses
y magistrados iraníes) vio desestimados todos sus argumentos
por el Comité legal de Interpol. Le reitero que esto ha sido
un verdadero triunfo de la Justicia y la diplomacia argentinas que
ha permitido instaurar el pedido de captura internacional de todos
los sospechados. Dondequiera que ellos se encuentren, fuera de su
país, serán detenidos por Interpol y traídos
a la Argentina para ser interrogados.
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