Félix Sautié

Dos discursos: una política y una voluntad manifiesta 
viernes, 07 de septiembre de 2007

El signo de las incertidumbres y las preocupaciones han sido el telón de fondo por algunos no reconocido públicamente durante los últimos tiempos en Cuba. Acompañado, además, de un inmovilismo manifiesto que rechaza los debates que se han hecho presentes a partir de determinadas chispas durante este año 2007.


Como parte de estas situaciones, en mi criterio, no se podría negar que la población siente con mayor rigor las penurias, insuficiencias y problemas que se han venido acumulando con los años, los que tienen una primera causa con el recrudecimiento del bloqueo y de las leyes agresivas contra la economía del país, pero que son especialmente acentuados por los errores, las desviaciones y los problemas propios del sistema que los ciudadanos ven día a día, a pesar de todos los triunfalismos y consignas generales. Esta situación es comparable con una olla de presión a candela máxima que ya no podrá soportar por mucho tiempo más a la generalidad en el lenguaje, ni a las ideas que no se concretan en el día a día del pueblo de a pie.

En estas circunstancias reales, es que el pasado 26 de julio en la Ciudad de Camagüey se planteó por Raúl Castro un trascendental discurso, que cuando se estudia profundamente muestra un conjunto de elementos básicos que reconocen las realidades que se mueven dentro de la población y además plantea la necesidad del análisis profundo de los problemas en sus verdaderas causas. También constituye un llamado a la crítica a todo lo que realmente lo requiere, para resolver lo que sea necesario e incluso cambiar lo que que haya cambiar sin que se tenga la preocupación de ser condenados por ese sano ejercicio. Expone, por otra parte, con toda crudeza problemas concretos que padece la población y esta clara exposición en boca nada menos que de Raúl Castro, en mi criterio es un símbolo de fortaleza, así como un hecho de necesario pragmatismo y de búsqueda de las verdaderas soluciones que permitan salir adelante al proceso. En consecuencia, este discurso en las coyunturas que vivimos ha sido y es un factor capaz de reverdecer las esperanzas tal y como expresé en unos de los varios artículos que he publicado en la prensa española al respecto del tema.

Va dirigido en mi opinión: a reverdecer las esperanzas, así como a sacar al pueblo del letargo que producen las quejas cotidianas que nunca encuentran eco ni solución. Romper la magia de las realidades virtuales que no coadyuvan a la solución de los problemas. Convencer a los ciudadanos de que pueden y deben ser los verdaderos sujetos y autores de las soluciones que necesitamos. Dejar a un lado a los triunfalismos para ver los problemas que pueden corroernos por dentro. Constituye en definitiva, la dinámica de una política y una voluntad manifiesta de superar los inmovilismos para darnos manos a la obra, comenzando por cosas concretas, como son: atacar con fuerza a la infestación del "marabú" que por todas partes liquida a nuestras tierras de cultivo y de ganadería. Pagar los adeudos acumulados a los campesinos productores. Sembrar para sustituir importaciones. Racionalizar los movimientos así como las transportaciones innecesarias y absurdas que dañan a la producción de leche y demás productos agrícolas acopiados. Dinamizar las industrias. Buscar soluciones para el cumplimiento del trabajo y el pago justo a quienes se esfuerzan. Buscar el perfeccionamiento verdadero del sistema empresarial deprimido por muchas causas. Denunciar a los que se escudan detrás de las dificultades objetivas para detener las críticas necesarias. Decirle al pueblo que opine y que plantee soluciones y muchas cosas más. Todo lo cual, es ser verdaderamente sensible a las realidades a que me he estado refiriendo en los primeros párrafos de este artículo.

En mi criterio esas improntas que poco a poco se han ido generando a pesar de los recelos y silenciamientos que también las han acompañado, son iniciativas que verdaderamente pueden coadyuvar a la estabilidad, sostenimiento en el tiempo con proyección hacia el futuro y la mayor defensa del proceso social cubano, así como también de la Nación misma frente a los intentos imperialistas y los propósitos anexionistas de algunos.

Por otra parte el pasado 5 de septiembre en el discurso conmemorativo por el 50 aniversario del Alzamiento de la Ciudad de Cienfuegos frente a la opresión de la dictadura batistiana, el miembro del Buró Político responsable de la organización y de la vida interna del Partido, Dr. José Ramón Machado Ventura, pronunció un discurso con lenguaje directo y conciso, con una factura de evidente expresión colectiva, que en sus esencias continúa la exposición de la política y la voluntad que animan al discurso del 26 de julio a que me he estado refiriendo, lo que constituye una continuidad en mi opinión trascendente, de los propósitos expuestos por Raúl Castro en Camagüey. A continuación cito algunos párrafos, demostrativos de lo que expreso al respecto de su contenido:

"No es necesario insistir en el alcance y trascendencia del discurso del Segundo Secretario del Partido el pasado 26 de julio. Así lo comprendió nuestro pueblo de inmediato, que vio en él la exposición objetiva y crítica de nuestras realidades y principales problemas, sobre todo los que afectan directamente a la población; y algo muy importante: una estrategia para enfrentarlos con realismo, a partir de las fuerzas y posibilidades al alcance de un país bloqueado y sometido a constantes agresiones por la mayor potencia económica y militar del planeta.

"...Pero ningún dirigente, trabajador, estudiante, ni ama de casa o jubilado debe pensar que basta con comprender los conceptos generales expresados en el discurso, aunque sean capaces de repetirlos de memoria.

"Lo verdaderamente esencial es que cada uno de nosotros analice qué le corresponde hacer en su puesto concreto, en ese pedacito de la sociedad en que actúa, sea pequeño o grande, para transformar en acciones prácticas lo expresado por el compañero Raúl".

En resumen su contenido, como lo demuestran las citas específicas, constituye un llamado al análisis abierto de todos los problemas y a la movilización de todos sin excepción para resolverlos a partir de lo que tengamos a nuestro alcance con objetividad y realismo, que culmina reiterando una frase de Fidel en la que se plantea cambiar todo lo que debe ser cambiado.

En conclusión, considero que estamos en presencia de una política pensada coherentemente y con los pies puestos en la tierra, que manifiesta una voluntad concreta de optimismo y búsqueda de verdaderas soluciones, que considero que todos deberíamos saludarla, acogerla y coadyuvar para su puesta en práctica, porque lo otro sería sentarnos a esperar que la espontaneidad resuelva lo que nunca ha podido resolver. Ese es mi criterio que expreso con toda responsabilidad.