Félix Sautié |
Ética
Política, Cristiana y Revolucionaria
No
debo avanzar más en la exposición sobre una Ética
Política, Cristiana y Revolucionaria, sin hacer
algunas precisiones que considero de fundamental
importancia en relación con el significado de los
conceptos moral y ética, que en definitiva pueden
ser considerados prácticamente sinónimos y que son
usados indistintamente por muchos autores sin que se
creen mayores problemas de interpretación
intersubjetiva; pero que en mi criterio, requieren
de una explicación más detallada a los efectos de
la exposición del objetivo principal que me
propongo con esta serie de trabajos. También
considero importante explicar el significado del término
Cívica con independencia de que en definitiva tenga
que plantear un mayor desarrollo al respecto más
adelante. En consecuencia, sin ningún otro preámbulo,
paso a exponerles el tema que pienso que por sí
mismo dejará esclarecidas las dudas que pudieran
generar el enunciado con que comienzo.
El
significado etimológico de la palabra moral
proviene del término griego “mores”
que también significa costumbres, pero con un
sentido de instinto social que desempeña la función
de regulación de la conducta de los seres humanos
en todas las esferas de la vida sin excepción. En
este orden de pensamiento, observaremos que también
este término está relacionado con el pathos,
que en griego se refiere al sentimiento movido por
las convicciones de la persona, con el estado de ánimo
y con lo emotivo. Continuando en la misma dirección
nos encontramos que el sentimiento movido por las
convicciones, determina la moral en el sentido de
instinto social que desempeña la función de
regulación de la conducta y que la Ética, cuya
definición etimológica expondré en un próximo párrafo,
tiene también una relación estrecha con la moral
en el sentido de que constituye una disciplina práctica
que orienta el proceder específico de una moral
determinada. También otros autores refieren la
etimología de Moral con el término “moralis”
del Latín, cuyo significado nos la presenta como
una ciencia que plantea las reglas que deben ser
respetadas para hacer el bien y evitar el mal;
mientras que en algunos diccionarios lo refieren a
un conjunto de facultades del espíritu como por
ejemplo cuando se habla de elevar la moral de una
persona o de un conjunto de personas. En tanto que
la Cívica, es un término derivado de la
ciudad, del cual surge el concepto de civismo muy
vinculado al de política que también tiene que ver
con la ciudad y con el ejercicio ciudadano. Por otra
parte, la cívica posee una muy estrecha vinculación
con la moral y con la ética, como su expresión
específica relacionada con el sentido de la patria,
del territorio en que hemos nacido y en que
convivimos.
El
término ÉTICA es también definido en
algunos diccionarios en forma concisa y
directa. En consecuencia para nuestra fundamentación,
tomaremos lo que se expresa en el Diccionario Pequeño
Larrouse Ilustrado, en donde se plantea que Ética
viene del término griego (ethikós) y la
definen como “parte de la filosofía que trata de
la moral y de las obligaciones del individuo”.
Observamos que en esta explicación definitoria
la ética la encontraremos estrechamente relacionada
con el término moral; porque realmente resulta muy
dificultoso expresar alguna definición específica
de la ética sin hablar del concepto de moral.
Precisando
y resumiendo un poco en este orden de pensamiento,
tendríamos que añadir que estos términos
están relacionados con el pathos; que como
ya hube de expresar, en griego se refiere al
sentimiento movido por las convicciones de la
persona, así como con el estado de ánimo y
con lo emotivo de cada cual. Continuando en la misma
dirección nos encontramos que este sentimiento
movido por las convicciones, determina la moral en
el sentido de instinto social que desempeña la
función de regulación de la conducta y que la Ética
tiene también una relación estrecha con la moral
en el sentido de que constituye una disciplina práctica
que orienta el proceder específico sobre la base de
una moral determinada. Mientras que la Cívica,
por su parte, tiene que ver con la moral y con
la ética, como su expresión específicamente
relacionada con la actitud ciudadana que estamos en
obligación moral de profesar hacia nuestro país y
hacia el territorio dentro del cual convivimos
cotidianamente.
Por
tanto, se puede llegar a la conclusión de que
la MORAL hace en la realidad las funciones de
MARCO DE REFERENCIA que contiene una
determinada ÉTICA y que delimita las
características esenciales definitorias de su
contenido como tal, porque tanto la MORAL
como la ÉTICA en su concepción etimológica
básica se refieren a cuestiones conductuales de las
personas tal y como lo expresa el contenido específico
del PHATOS. Por otra parte, sería
imprescindible tomar en consideración que este
contenido puede ser desarticulado y/o dejado
a un lado, así como adormecido por actitudes de
mala conducta, miedo o escapismo. Frecuentemente en
relación con el PHATOS como sentimiento en
tanto convicciones, vemos que tales convicciones tan
solo se quedan en el plano de lo general y de lo
abstracto sin aplicación práctica concreta en
relación con el verdadero bien que es y no
el denominado “bien” que los poderes
establecidos quieren que sea y pujan por
imponer como el patrón ideal de la conducta que
todos deberíamos seguir. Continuando con esta línea
de interrelación de términos, encontraremos que la
Moral constituye una expresión más amplia y
abarcadora que tiene que ver con la Cultura, así
como con los conceptos sociales, políticos,
religiosos y familiares que determinan decisivamente
sobre la conducta humana y que se mantienen como
referencia conductual y/o norma de valor universal a
partir de la cual se pone en práctica concreta una
determinada forma de conducirse que resultaría en
definitiva lo que vendría a ser la ética como
ejercicio práctico concreto de una determinada
moral. En consecuencia podemos decir, que son las
convicciones las que le dan un contenido
especificador a la moral y a la ética y las
que influyen decisivamente en la CÍVICA, que
viene a ser, como ya le dije anteriormente, la
actitud ética ciudadana de la persona para
con la patria y con la nación o estado en que se
encuentra asentada ( pongo énfasis en la palabra
asentada) porque la cívica representa un conjunto
de conceptos éticos básicos de actuación
ciudadana, que obligan a quienes habitan
regularmente en un determinado territorio, en razón
de los intereses vitales de salvaguarda y desarrollo
del lugar en sí y de la sociedad o comunidad humana
que lo habita, todo incluso con independencia del
origen del nacimiento ya sea medido por medio del
territorio o de la consanguinidad como factores
determinantes.
Si
partimos de los conceptos anteriores y
llegamos al punto esencial que su lógica nos
indica, podemos concluir que toda MORAL y toda
ÉTICA se especifican y se concretizan a partir de
los sentimientos, así como de las convicciones y
que necesariamente tendremos que llegar a una
conclusión básica, en nuestro caso específico,
sobre que el análisis de la moral y el ejercicio ético
al respecto de la moral en cuestión que estoy
exponiendo en esta serie de trabajos, habrán de
estar determinados en su contenido, por los
sentimientos y las convicciones que para nosotros de
acuerdo con el concepto que desarrollo en relación
con la ética en esta serie, serían CRISTIANAS en
última instancia. Este concepto cristiano ( que
ahora se ha puesto tan de moda en Latinoamérica
principalmente entre los que hablan del Socialismo
del Siglo XXI), en mi criterio no se podría negar
que forma parte de la identidad nacional
desarrollada en el devenir de los años en nuestros
países latinoamericanos, como resultado de un
policromado sincretismo con las culturas autóctonas
aborígenes y también muy especialmente en Cuba y
en el Caribe así como en la costa Atlántida de
algunos países de Centro y Sur América, con las
culturas de origen africano. Debo aclarar que este
fecundo sincretismo de lo cual México es un ejemplo
destacado sin menospreciar a las demás naciones de
Nuestra América, se ha desarrollado en nuestros
pueblos en contracorriente con los actos violentos y
criminales que significaron la colonización de América,
así como con la ignominiosa práctica de la
esclavitud, por parte de las potencias europeas de
entonces que irrumpieron con fuerza en nuestro
continente a partir del Siglo XVI: España,
Portugal, Inglaterra, Holanda etc. Pasando por
encima de esos muy reprobables actos de
violencia sostenida, fue que se planteó una
respuesta de enfrentamiento y denuncia a veces
silenciosa y sutil, otras veces violenta y
revolucionaria, mediante la cual los pueblos en la
base se fundieron en sus sentimientos, intereses
comunes y su sufrir generando por su cuenta una
impronta y una cultura que Nicolás Guillén
definió con dolor y hermosura sin par en su poema “Son
16” cuyos fragmentos principales cito en
extenso por la hermosa expresión del sincretismo
que expresan y que dicen así:
Estamos
juntos desde muy lejos,
jóvenes, viejos,
negros y blancos, todo mezclado;
uno mandando y otro mandado,
todo mezclado;
San Berenito y otro mandado,
todo mezclado;
negros y blancos desde muy lejos,
todo mezclado;
Santa María y uno mandado,
todo mezclado;
todo mezclado, Santa María,
San Berenito, todo mezclado,
todo mezclado, San Berenito,
San Berenito, Santa María,
Santa María, San Berenito
todo mezclado!
Yoruba
soy, soy lucumí,
mandinga, congo, carabalí.
Atiendan, amigos, mi son, que acaba así:
Salga
el mulato,
suelte el zapato,
díganle al blanco que no se va:
de aquí no hay nadie que se separe;
mire y no pare,
oiga y no pare,
beba y no pare,
viva y no pare,
que el son de todos no va a parar
Precisamente
ese sincretismo del cual muchos nos sentimos muy
orgullosos, constituye una mezcla de lo mejor de
nuestras tradiciones, de nuestras ideas religiosas e
incluso de nuestros sentimientos, de la cual nacen
los principios básicos que en mi opinión dan
origen a una verdadera Ética política,
cristiana y revolucionaria que les estoy
exponiendo, la que toma sus esencias fundamentales
del sentido liberador que trajo al mundo Jesús de
Nazaret y que los colonizadores de entonces con su
criminal uso de la fuerza lo negaron con sus hechos
mientras que trataban de imponerlo con las palabras.
Esas esencias a que me refiero, han sido vistas y
asumdas específicamente a través del prisma
multicolor de un conjunto de tradiciones históricas
fundidas en el tronco común de un sufrimiento
infinito y de una inconformidad permanente que se
expresa con un sentido profundamente revolucionario
a favor de la igualdad inherente a la condición
propia de los seres humanos en si misma, de la
igualdad de oportunidades que ello comporta, de la
equidad distributiva que se exige aplicar, así como
de la justicia social y de la paz necesarias, todo
lo cual me propongo exponer puntualmente en la
medida que sea necesario a los efectos del contenido
del estudio en su conjunto, de la forma más amplia
y extensa que me resulte posible a lo largo de esta
serie. Debo mencionar muy específicamente a Fray
Antón de Montesinos, Fray Bartolomé de las Casas y
muchos otros frailes y curas como lo fueron el Padre
Miguel Hidalgo y el Padre Félix Varela que
tuvieron el valor de enfrentarse en su tiempo a
estos poderes seculares omnímodos que tanto daño
le hicieron a los aborígenes y criollos de la América
de entonces y que pueden considerarse los padres
primigenios del sentido ético del cristianismo
latinoamericano.
En
mi criterio, el Evangelio, además de todo lo que es
y de todo lo que significa, en sí mismo deviene un
gran tratado de ÉTICA. Jesús lo señala específicamente
en todo el contenido de su prédica recogida en los
Evangelios, pero con especial atención cuando
resume la Ley en dos mandamientos: Amor de Dios y
Amor del Prójimo, lo que especifica con mayor
precisión en Mateo 25, 31 en adelante y más en
directo aún en el versículo 40 cuando responde a
las preguntas de los que resultan salvos en el
Juicio Universal: “En verdad os digo que cuanto
hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños,
a mí me lo hicisteis”.
Ante
todo tenemos que nuestro estudio de Ética, si no lo
aterrizamos poniendo los pies sobre la tierra en
nuestra cotidianeidad (expresión muy utilizada en
sus clases sobre el Evangelio por un amigo entrañable,
Lázaro Rodríguez Lage sacerdote carmelita
secularizado a quien tuve el privilegio de conocer e
incluso de ser alumno suyo cuando estudié Hermenéutica.
A Lázaro tal y como todos le decíamos sin más
protocolos, lamentablemente fallecido, nunca lo podré
olvidar y le rindo un sentido tributo de recordación).
Si no aterrizamos en la realidad que verdaderamente es,
de nada nos valdrá en definitiva cualquier intento
moral y ético en abstracto, porque el prójimo se
encuentra inmerso en ese contexto real en que
nosotros mismos estamos. En este orden de
pensamiento, como caracterización inicial de lo que
viene después en nuestra exposición en específico,
quiero citar una frase textual del teólogo Don
Benjamín Forcano, quien al referirse a la reflexión
y estudio de esta disciplina en sus cuadernos de Moral
Fundamental publicados por el Instituto Español
de Teología a distancia, Unidad didáctica 1, la
define con las siguientes palabras. “la reflexión
sobre la moral fundamental, uno de los campos más
interesantes de la teología cristiana y, al mismo
tiempo, una de sus áreas más conflictivas y difíciles”.
Actualmente asistimos a un proceso de profunda
crisis en los valores, los principios y las
convicciones que se expresa en actitudes de doble
moral y de abandono de los conceptos éticos y
nuestro estudio no podrá apartarse en consecuencia
del análisis de estas situaciones existentes y muy
específicamente en Cuba donde esta crisis se ha
agudizado en los últimos tiempos, lo que tendremos
la oportunidad de analizar durante transcurso de las
disertaciones subsiguientes.
Por
este camino descubriremos que el término MORAL
es un término mucho más amplio en el sentido filosófico
que el término ETICA, de lo cual ya les he
hablado más arriba, porque dada la necesidad de
fijar bien estos conceptos en nuestra mente, reitero
que moral tiene que ver con el conjunto de ideas,
creencias, principios y convicciones que fundamentan
conceptualmente la conducta del individuo en la
orientación a la actitud práctica de optar por el
bien o el mal en uso de su libre albedrío. Este
concepto queda un poco más claro cuando comparamos
las definiciones de palabras que ya he explicado a
partir del término griego ETHOS, que repito:
también quiere decir costumbre pero en el sentido
de ciencia práctica de cómo se debe proceder. En
esta dirección, desde el punto de vista de estos términos
se sugiere y enuncia una diferencia conceptual que
aunque pudiera parecer un aspecto sutil, en la
realidad, resulta muy importante y es que la ética
puede definirse específicamente, como una actitud
práctica concreta que impregna de responsabilidad a
la libertad esencial del ser humano, así como al
respecto del sentido social más abarcador que
resulta ser una determinada moral. No todos los
autores plantean esta diferencia y usan el término
moral y ética indistintamente como una misma cosa,
pero en mi opinión para hacer un estudio básico y
elemental de la asignatura deberíamos
especificarlos adecuadamente.
En
consecuencia, reiterando didácticamente de nuevo,
podemos afirmar que la MORAL es el marco
de referencias conceptuales, filosóficas, de
costumbres, creencias, ideologías y convicciones en
sentido general que dan contenido y que enmarcan a
una determinada ética; así como que siempre la ética,
para su definición precisa, debe venir
caracterizada por su correspondiente apellido
significador de su contenido y de su marco de
referencias moral o dimensional específico en
cuanto a espacio espiritual, profesional y/o tiempo
correspondiente. Ej. Ética...cristiana; Ética...médica;
Ética....socialista; Ética...campesina, y así en
una extensa relación de especificaciones
conceptuales.
Otro
aspecto muy importante a definir, sería el de la
extensión de los conceptos normativos de la ética
en relación con una moral de máximos absolutos,
situados por encima del libre albedrío y de las
posibilidades creativas de las personas, o bien de
una ética erigida a partir de un mínimo normativo
esencial, encaminado a determinar un conjunto de parámetros
básicos establecidos a partir de un marco moral
referencial consecuente con la libertad de la
persona, con sus posibilidades creativas y con los
derechos que les son inalienables. Estos conceptos
resultan ser decisivos para la definición de una Ética
política, cristiana y revolucionaria
verdaderamente consecuente, en la que la persona, la
familia y la sociedad en su conjunto sean el centro
de todo. En este sentido, tenemos que en los
sistemas absolutistas y autoritarios, se apuesta por
una Ética de máximos que con un concepto
eminentemente legalista se convierte en un
instrumento primordial de control y por tanto de
retroalimentación y de sostenimiento del Poder
Absoluto que la genera.
También
podemos decir que cuando un sistema no se presenta
como totalitario e incluso niega que lo sea, aunque
paralelamente propugna en cambio una moral y una ética
fundamentalistas de máximos absolutos, se debería
calificar también a este sistema de Absolutista.
Esta contradicción se puede apreciar claramente en
algunos países del Occidente Cristiano que mucho
hablan de la libertad. En estas condiciones, tanto
en los países específicamente absolutistas como en
los que a pesar de sus formas externas de mayor
amplitud al respecto, por su fundamentalismo en
definitiva lo son también, la norma, la autoridad
indiscutible, la compulsión y la represión hacen
de la ética más que instrumento verdaderamente ético
y valga la redundancia expresiva del concepto, un
conjunto de instrucciones sociales centralmente
determinadas para que los ciudadanos se mantengan
dentro de los marcos referenciales y las distancias
que dan razón de ser a ese poder absoluto, así
como a su mantenimiento en el tiempo. En estas
circunstancias, la ética (que ya no sería ética
verdadera) que tales poderes tratan de imponer,
deviene un conjunto de orientaciones de vida
dirigidas al acatamiento del sistema en sí mismo.
Es entonces, que la disciplina y las lealtades a ese
poder se convierten en los principios normativos
esenciales que guían a lo que se considera lo bueno
que se debe hacer. La figura jurídica del desacato
en estas circunstancias y coyunturas, juega un papel
represivo detestable. Esta ética de máximos genera
una directa interrelación con la burocracia que se
desarrolla como elemento básico de sostén del
Sistema de que se trate. Entonces la burocracia en
vez de ponerse al servicio de la ciudadanía, tal y
como correspondería a la necesaria dosis de sana
burocracia que exige el desenvolvimiento de las
funciones estatales y gubernamentales, en estos
casos por su excesiva extensión y sus fines de
control absolutista, subordina a la ciudadanía y la
pone en función de las necesidades distorsionadas
propias de una burocracia hipertrofiada, corrupta y
venal que vendría a ser la antítesis de toda moral
y ética posible. A la sombra de este absolutismo
incuestionable y de la específica burocracia
voluminosa que le resulta inherente, es que se
desarrolla el miedo como factor determinante, junto
con los escapismos y la doble moral inconsecuente
que le acompañan; todo lo cual, hoy observo con
gran preocupación en el medio dentro del que me
desenvuelvo cotidianamente.
La
situación que se encontró Jesús en el Israel de
su época, era de un legalismo extremo mediante el
cual las leyes judías sujetaban a la persona en
todo su quehacer cotidiano. Ese legalismo extremo,
había generado además una extendida corrupción
entre los escribas, fariseos, sacerdotes y doctores
de la Ley, a los que Jesús no se cansó de increpar
y denunciar con las más radicales y duras palabras.
Como consecuencia, y en respuesta a esa situación
asfixiante, el mensaje de Jesús, que se recoge en
el Evangelio, tiene un amplio sentido liberador
encaminado a hacer transitar a las personas y a la
sociedad en su conjunto, desde el legalismo extremo
en que se encontraban sumidas entonces y que no se
diferencia mucho de las actuales condiciones
sociales de un buen número de naciones y países de
hoy, hasta la libertad más plena en la que una ética
consecuente de mínimos esenciales inviolables se
convierta en la verdadera responsabilidad de esa
libertad alcanzada.
Otro
hecho histórico muy importante, que en mi criterio
es necesario tomar muy en cuenta a la hora de
ponderar lo que sin dudas algunas constituye el
fundamento primigenio de la Ética Política,
Cristiana y Revolucionaria, que estoy exponiendo en
esta serie, es que Jesús viene al mundo después de
que la Rebelión de Espartaco hubiera sido ahogada
en sangre, lo que fue un factor de grandes
desesperanzas y amarguras para quienes trataron de
conquistar por la fuerza su libertad. El pueblo
hebreo que había sufrido también invasiones,
guerras, exilios y sojuzgación, se encontraba en
esos precisos momentos históricos sojuzgado por el
Imperio Romano que ha sido uno de los más grandes
poderes imperiales de la Humanidad. En esas
circunstancias, aplastados por Roma y por las castas
ilustradas y religiosas judías, muchas veces
colaboracionistas además y siempre expresivas de
una doble moral con una intensidad evidente, el
pueblo israelita se encuentra con el Mesías
anunciado a quien en definitiva rechaza y entrega a
Roma para que lo crucifiquen. Así es que en tales
circunstancias y coyunturas, Jesús lanza una prédica
totalmente novedosa que pone al centro de todo al
amor, a la creación de un hombre nuevo y al
establecimiento definitivo de un Reino de verdadera
justicia y paz que nada tiene que ver con los
poderes temporales de este mundo y que nos plantea
la utopía renovada en el tiempo de avanzar
hacia una nueva Jerusalén en la que Padre Creador
nos espera recibir. Todo lo cual generó una moral y
una ética del amor, del perdón, del encuentro y de
la reconciliación en el sentido teológico se
expresa con el término conversión.
Estas
son las principales esencias transcendentes que
determinan sobre la legitimidad de una Moral Básica
de mínimos imprescindibles e insoslayables que dan
fundamento a una verdadera Ética política,
cristiana y revolucionaria.
(PUBLICADO
EN EL SEMANARIO UNICORNIO PERIÓDICO POR ESTO, MÉRIDA,
YUCATÁN DOMINGO 15 DE JULIO DEL 2007)
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