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Félix Sautié

 

010/07 PUBSUR

CRÓNICAS CUBANAS.
LA ENSEÑANZA DE MI TÍO FRANCISCANO
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Queridos lectores, acabado de llegar del cementerio, les escribo hoy sobre la vida y la muerte de mi tío franciscano, Fray Ignacio Hilario Sautié ofm, el último tronco varón de los viejos Sautié., un hombre de casi 90 años con una vida digna de hacer una novela. La vida de mi tío fraile es de una belleza apasionante y les cuento. Fue un hombre encendido por el amor durante sus largos años de una vida que finalizó como confesor paciente y estricto de muchas personas. 

El Padre Sautié privilegiaba especialmente en su trabajo la atención a los enfermos y la administración del sacramento de la confesión; algo tenía en su trato que muchos lo buscaban. El fue una vocación tardía, aquí va quizás lo más interesante. Desde muy joven por voluntad propia se hizo católico pasando por encima de los criterios familiares porque mi abuelo era masón grado 33 y no transigía con sus inclinaciones en una época en que los hijos dependían de la voluntad paterna para poder planificar su futuro. 

Mi tío en definitiva se enamoró intensamente de quien fuera su primera esposa, una joven también muy católica y se casaron el 16 de julio de 1944. Ese matrimonio duró tres años porque ella murió de leucemia y lo dejó viudo y con tres hijos. Estaba muy solo y tuvo que hacer de padre y de madre. Fue un golpe tremendo según contó en una ocasión en la que tuve la oportunidad de participar en el encuentro con un escritor español, amigo mío (José Luis Olaizola) quien vino a La Habana en búsqueda de algunas historias para un libro que publicó con el título “Guía de Curas con Encanto”. 

Pocos años después mi tío se volvió a enamorar y se casó nuevamente en 1952 y de esa unión tuvo otro hijo, mi primo Frank. 

Este matrimonio duró hasta 1982 porque de nuevo su esposa enfermó, esta vez de mal de Parkinson y mi tío tuvo que pedir jubilación anticipada a los 60 años para atender a su esposa e hijos. De nuevo un gran calvario hasta que ella murió en 1982. 

En resumen de estos dos matrimonio mi tío dijo una frase que no puedo olvidar “Amé a mis dos esposas, con amor, con frenesí, y por eso no creo que mi vocación sacerdotal obedezca a la frustración de una vida anterior, sino a los dulcísimos y misteriosísimos designios de Dios”. 

Entonces fue que buscó un definitivo rumbo para sembrar amor dentro de los frailes franciscanos, después de 25 años de terciario franciscano y allí se encontró con su vocación juvenil y a los 64 años ingresó en el noviciado y en el seminario hasta que fue ordenado sacerdote precisamente por el hoy Cardenal Jaime Ortega y Alamino Arzobispo de La Habana. 

La vida de mi tío ha sido una muestra de amor encendido y permanente. Sacerdote y fraile de viejo, sin nunca abandonar el cariño y la preocupación por sus hijos, sus nietos y sus bisnietos. Algo excepcional y lleno de testimonio de vida. Mis encuentros con él fueron esporádicos en su periodicidad pero con una profundidad que nunca olvidaré. Era una persona que en la conversación te confesaba sin que uno se diera cuenta. 

Siempre lo sentí atento a mi vida. Y su enseñanza nunca la podré olvidar: la existencia más feliz es de quien se consagra a la obra del amor. Su rostro de difunto me pareció el de un ser vivo que siempre ha amado mucho hasta el último aliento. Yo no pude dejar de llorar durante la eucaristía de cuerpo presente porque Ignacio Hilario fue y es mi conciencia profunda. Hoy lo siento más intenso que nunca. 

(PUBLICACIONES DEL SUR. JEREZ DE LA FRONTERA. PUBLICADO EN EL PERIÓDICO EL PUERTO INFORMACIÓN EL LUNES 12 DE MARZO DEL 2007)