|
VERDADEROS
NO MUERTOS
Esta historia comienza en los limites de Kaladim donde muchos aventureros
buscan una caza diferente a la habitual, esqueletos, de ellos se pueden extraer
distintas cosas, como por ejemplo: dinero que tienen entre sus viejos ropajes,
tal vez armas que puedan envainar o casi siempre huesos, que son muy solicitados
tanto por mercaderes como por nigromantes, que por la escasez de tiempo en sus
viajes pagan importantes sumas por estos. Cierto
día yo me encontraba negociando con un mercader, intentando venderle una gran
cantidad de huesos de esqueleto, que había recogido tras mi batalla en la
"Skeletor Tower" (Torre de esqueletos) situada cerca de los limites de
Kaladim, cuando escuché a dos viajeros hablar sobre un santuario de esqueletos
gigantes, donde el mal abundaba y también los esqueletos, me pareció una buena
idea, ya que el mercader seguía pagándome una miseria por aquellos sucios
huesos, así que decidí interrumpir, les transmití mi intención de acompañarles
y mis deseos de luchar a su lado, por tan noble causa como el exterminio de tan
maligna estirpe de sucios esqueletos. Ellos aceptaron de inmediato al
reconocerme como Paladín, ellos eran Darmatar ranger semielfo y una elfa
llamada Sitoriel druida muy poderosa, así que hicimos los preparativos
comprando comida, bebida y otros neceseres, dado que el viaje era largo. Cuando
estuvimos preparados, partimos, nos guiaba Darmatar que al parecer se conocía
todo el paraje a la perfección, nos condujo por parajes que yo jamás había
visto, y eso que yo soy de Kaladim y conozco sus bosques, el viaje no peligro
nuestra integridad, dado que rodeo todo campamento Goblin y Orco que encontrábamos
en el camino. Al fin tras subir uno de los últimos e interminables montículos
de roca, lo divisamos, era impresionante al mismo tiempo que aterrador, Darmatar
parecía no sorprenderse puesto que ni tan solo se detuvo a coger aliento como
Sitoriel y yo. Así que seguimos a este valiente semielfo hasta casi el borde de
este santuario, donde paramos a descansar, ya que además de impresionados por
tan horrendo paraje, estabamos exhaustos por tan largo viaje, tras una media
hora de descanso, siempre con uno de nosotros en guardia permanente, nos levantamos y nos preparamos para la futura y no lejana
lucha, todos estabamos en silencio y una extraña y fría sensación recorría
nuestras entrañas, no era miedo, puesto que esta sensación si la conocía y no
se asemejaba, era algo ambiental, que nos empapaba de frío, era el mal que surgía
de todos los sitios incluso de la última piedra del lugar. Tras
unos minutos de preparativos, decidimos que era el momento de iniciar nuestra
ofensiva, por lo que comenzamos a acercarnos hacia el santuario; a medida que
nos acercábamos la sensación era más intensa, puedo asegurar que cuando
estabamos a tan solo unos 10 metros mis piernas incluso flojeaban, era una
sensación desagradable; de repente Darmatar se detuvo, desenvaino su espada, y
se dirigió a nosotros solo con gestos y en el más absoluto de los silencios:
nos dijo que nos quedáramos retrasados y que desenvaináramos; así lo hicimos,
él siguió avanzando hasta incluso meterse dentro del santuario, nosotros
estabamos anonadados de contemplar la valía de este hombre, que parecía estar
acostumbrado a este tipo de cruzadas contra el mal. Al momento lo vimos correr
enagenadamente hacia nosotros, ahora si con una cara de espanto, que ya nos lo
decía todo, era perseguido por tres gigantescos (más aún para un enano como
yo), aterrorizántes y malignos esqueletos, que corrían en estampida y en busca
de justicia letal, por la intrusión en su santuario, hacia nuestro amigo;
corrimos a socorrerlo, Sitoriel lanzo un par de conjuros que consiguieron
paralizar a uno de los esqueletos, yo ataque a otro y Darmatar al restante,
Sitoriel corrió a socorrer a Darmatar que tras varios ataques había quedado
bastante debilitado, yo tras darle un fuerte golpe con el escudo, logré aturdir
al gran esqueleto y propinarle varios golpes de espada que le resultaron fatídicamente
mortales; mientras tanto Sitoriel sufría la encarnizada ira de aquel salvaje
esqueleto que empuñaba una espada bastarda de dos manos, que hacia estragos en
el cuerpo de mi amiga, yo lance un hechizo de miedo a los no muertos para lograr
que la dejara a ella, el tiempo suficiente para poder apartarla de la lucha,
puesto que ya incluso se tambaleaba, pero no resulto debido a que la resistencia
mágica de aquellos esqueletos era superior a ninguna que hubiera conocido; así
pues, decidí atacar al enorme esqueleto, le aseste un golpe de escudo y logre
que se dirigiera hacia mi, separándolo de mi amiga, que al parecer yacía en el
suelo en estado de inconsciencia, golpee una vez tras otra a aquel esqueleto,
pero no lograba mermar sus fuerzas, así que opte por otra táctica, comencé a
golpearlo tan solo con el escudo para aturdirlo y así poder evitar sus ágiles
esquivas que imposibilitaban mi ataque, logre hacerlo un par de veces, en las
que le aseste golpes de inmensa potencia, al fin logre tumbar al horrendo
monstruo, y corrí urgentemente a socorrer a Sitoriel, ella aún no estaba
muerta por lo que le lance varios conjuros de curación hasta que logro
levantarse; pero faltaba alguien, ¿dónde estaba Darmatar? ¿qué había sido
de el?, ambos nos hicimos estas preguntas, mientras pensábamos que tal vez, no
, no podía ser, o si, tal vez se hubiera metido en el templo, así que
decidimos acercarnos un poco para comprobar que la multitud de golpes no nos había
hecho desvariar ya que ni tan siquiera los locos son capaces de atrocidad igual,
entrar en ese santuario era sinónimo de muerte; ambos nos asomamos, ahora si
que sentíamos miedo, era una tarea aterradora; nos asomamos, y lo primero que
encontramos fue el cuerpo de nuestro amigo rodeado por dos esqueletos que
custodiaban el cadáver, al vernos comenzaron a gritar y a correr hacia
nosotros, con una risa ensordecedora que parecían utilizar a modo de alarma,
intentamos huir pero dos esqueletos más nos cortaron el paso, y nos obligaron a
enzarzarnos en una desequilibrada pelea, que llevaba nuestro nombre escrito en
sangre desde su inicio, así pues comenzamos la pelea, ambos atacamos al mismo
para así lograr derrotarlo y eliminar un ataque seguro, abriendo también una vía
de escape, tras varios golpes, hechizos, curas, etc… logramos tumbar a uno que
callo en mil pedazos tras el golpe de látigo que le asesto Sintoriel, pero no
había espacio y nuestras fuerzas comenzaban a mermar, ni a ella ni a mi nos
quedaba mana suficiente para ejecutar ningún hechizo, lo habíamos agotado
intentando inutilmente curarnos y protegernos, Sitoriel comenzaba a flaquear y a
mi no me quedaban muchas fuerzas, conseguimos tumbar a un segundo esqueleto
partiéndole ambos femurs de un solo golpe, pero aún quedaban dos y estaban
intactos, tan solo un poco cansados por atacarnos, intente cegar a uno pero fue
inútil, en ese mismo momento Sitoriel cayo al suelo, en un letargo que
comenzaba a acercarse a una muerte, si yo no lograba que dejaran de golpearla,
comencé a golpear, insultar, incluso saltar y correr para llamar su atención,
hasta que por fin me hicieron caso y ambos comenzaron a destrozarme a golpes,
tras cebarme con uno solo y asestarle más de diez series de ataques de espada y
escudo, logre eliminar a uno, pero yo no tenia suficiente fuerza por lo que me
impuse las manos para curar mis ensangrentadas heridas, así fue de repente
recuperé toda mi vitalidad y con un sentimiento de ira, comencé a asestar
golpes casi mortales a este esqueleto, que ya comenzaba a tambalearse, pero de
repente deje de poder moverme, una aura roja me envolvía y me quemaba mientras
el sucio esqueleto seguía golpeándome sin piedad alguna. Pude girarme y allí
horrorizado pude observar a su "Rey" que era quien me hechizaba y
quien me asestaba aquellos golpes mortales que tras tan solo unos segundos me
hicieron caer; de repente, ya en el suelo, una luz comenzó a inundar mi cuerpo,
creí estar muerto, pero note como esa luz comenzaba a llenarme de energía, y
comencé a levantarme y cuando pude alzar la vista vi al "Rey " y a su
súbdito, tendidos en el suelo y despedazados, al fondo solo la silueta de un
hombre de talla grande, con una armadura azul y una espada de llamas, que corría,
aun rodeado de luces mágicas, hacia las rocosas montañas hasta desaparecer,
tan solo un enorme gracias en mi mirada, mientras anonadado veía a Sitoriel
levantándose y a Darmatar saliendo del Santuario sin tan siquiera un rasguño,
cuando se lo conté no creían lo que oían pero era evidente que algo poco
normal había pasado. *Nota:
"Hombre Precavido, Hombre Vivo". ESCRITO
POR: Sharka (Enano Paladín) CLAN: Angelical Demons (Españoles) SERVER: Ayonae
Ro FECHA:
02 Enero de 2001. |