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EL TRABAJO CON LOS SUEÑOS ( Frances Vaughan)


Nuestros sueños son la voz del centro psíquico interno que nos capacita para alcanzar la totalidad. La estrecha relación existente entre los sueños y nuestros problemas religiosos más acuciantes justifica el que les hayamos calificado como "el lenguaje olvidado de Dios".
John Sanford


Cada noche, nuestra vida de vigilia se ve interrumpida y nos adentramos en el mundo imaginal del alma, un dominio no físico en el que somos, al mismo tiempo, creadores y criaturas. En el mundo onírico, nuestras sombras y nuestras ilusiones se tornan visibles y descubrimos todos los deseos, los miedos, las aspiraciones y los ídolos ocultos que suelen sustraerse a nuestra mirada de vigilia. El alma que sueña es libre de elegir su respuesta a cualquier imagen creada por la mente. Y, al igual que ocurre con el ego en la vida de vigilia, el cuerpo onírico comienza identificándose con el cuerpo físico, pero cuando termina trascendiendo esta identificación, deja de estar sometido a las leyes físicas. Es por ello que las experiencias no son infrecuentes en el mundo de los sueños.
Soñar es una experiencia universal pero, aunque todo el mundo se sumerja cada noche en esos dominios, son muy pocas las personas que lo utilizan para profundizar en su desarrollo espiritual. Entre quienes sí lo hacen, algunos consideran a los sueños como una fuente de curación, mientras que otros, en cambio, los ven como una herramienta para profundizar en la comprensión de su psique. Y aunque muchas de las técnicas de trabajo con los sueños tiendan a ponerlos al servicio del ego, también resultan adecuados para desvelarnos el mundo del alma, en cuyo caso pueden convertirse en un manantial de renovación espiritual.
Durante el sueño nos alejamos provisionalmente de la actividad del estado de vigilia para regresar a ella con renovadas fuerzas al día siguiente. Y la similitud existente entre este hecho y lo que supone que ocurre durante la reencarnación justifica el que, en ocasiones, haya sido calificado como "el hermano menor de la muerte" Rudolph Steiner creía que el sueño nos permite recapitular sumariamente nuestra vida en estado de vigilia, algo semejante a lo que, según dicen, ocurre en el plano astral después del momento de la muerte.
De este modo, la actividad del alma durante el sueño-cuando el cuerpo astral abandona el cuerpo físico y retorna al mundo espiritual- se equipara a la actividad del alma después de la muerte. En este sentido, también suele decirse que el sueño es el momento en el que seres tales como los ángeles, los budas o los avatares pueden influir sobre nuestra vida inconsciente. Así pues, si realmente queremos comprender el destino del alma, no deberíamos dejar de lado la interacción existente entre el sueño y la vida de vigilia.

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