Escudos


Los soldados de los Tercios usaron pocos escudos, pues la mayoría de ellos eran piqueros o arcabuceros. Solo a comienzos de su historia, con el Gran Capitán, y hasta el final del reinado de Carlos V estuvo generalizado el uso del "rodelero". Este soldado estaba armado con un escudo y una espada, y tenía una misión similar a la de un lansquenete "doblesueldo". Esta era la de infiltrarse en el cuadro de picas enemigo para atacar a los coseletes y las picas secas, desviando las puntas metálicas con la rodela y acortando distancias para poder herirles o matarles.

La rodela era un escudo metálico de forma circular, ligeramente convexo, con unos sesenta centímetros de diámetro y cuatro kilos de peso aproximadamente. En algunos casos podía estar recubierto de cuero o terciopelo, o presentar una exquisita decoración labrada sobre el metal (rodela de parada). De la rodela se decía que era capaz de aguantar un disparo de arcabuz. La veracidad de esa afirmación dependería probablemente de la distancia a la que se encontrase el tirador. Si la bala venía de muy lejos, es probable que la parase, pero de ser un impacto a quemarropa de poco seviría el poner la rodela en medio.

Si un escudo de ese tipo estaba realizado en madera en vez de en metal, recibía el nombre de broquel, que siempre tendría el canto reforzado con hierro.

El escudo más original de los usados por conquistadores y jinetes ligeros, era sin duda la adarga. Se trataba de una pieza de cuero recio y su forma de doble elipse recordaba el contorno de un corazón o de unas alas de mariposa. Por delante se adornaba con borlas y en su parte posterior existía un gancho que permitía colgarlo del cinturón cuando no se usaba. Fueron los almohades los que trajeron este tipo de defensa a la península que, como tantas otras cosas, no tardó en ser adoptada por los cristianos. La adarga, ligera y flexible, era idónea para protegerse de los dardos y proyectiles de los indios americanos. Por ello, las tropas coloniales que defendían la árida frontera norte del Virreinato de Nueva España, como los lanceros de Cuera, mantuvieron la adarga en activo hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando ningún otro tipo de escudo seguía en uso.


Rodelero español. Se cubre con una borgoñota y protege su cuerpo con una "armadura de tres cuartos". Ilustración de Pablo Martín Gómez.

 



Ver: Introducción, armaduras, cascos y espadas

Pablo Martín Gómez "Hombres y armas en la Conquista de México". Editorial Almena. Texto adaptado por David Nievas "Targul".