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La cofradía reservaba cien escudos para
poder disponer dinero en tiempos de dificultad,
y era en estos casos cuando se repartía
a enfermos, pobres o necesitados, siempre
bajo la supervisión del Vicario y la
junta de la cofradía. Durante los
años 1802 a 1804, hubo una hambruna en
la ciudad de Tarazona, el Obispo solicitó
el fondo de la cofradía para ayudar al
mantenimiento de tanto pobre, acordándose
dar para ello, ocho dineros. En el
año 1834, la ciudad de Tarazona sufrió
una gravísima epidemia de cólera y durante
la epidemia la Cofradía ayudó por caridad,
con 400 reales de vellón al Hospital
para poder hacer frente a esta grave
situación. Los cofrades recibían visitas
Pastorales que reconocían la seriedad
y el fervor de la vida en hermandad;
se exhortaba a los Mayordomos y Cofrades
a continuar con la misma exactitud en
lo referente a los caudales propios de
la Cofradía, estimulándose mutuamente
al mayor culto y veneración de Jesucristo
nuestro redentor.
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Durante la cuaresma era costumbre tener
una lámpara de aceíte encendida todos
los días y exponer la imagen del Santo
Cristo en el altar mayor, bajo un dosel. En
el año 2002 se recuperó esta tradición
y el Santo Cristo queda expuesto en el
altar mayor tendido del techo, dando
una grata sensación a las personas que
visitan el culto durante el período cuaresmal.
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