EN PERSPECTIVA
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"En un tiempo en que la gente sueña mirando la tele, yo quería mostrar con esta novela que aún es posible encontrar un barco hundido, un misterio, a veces un amor, en el metro, en una copa, en un amigo, en una aventura, en un viaje" |
ARTURO PEREZ REVERTE:
Es literalmente así. Me has dejado delante de un espejo.
DB - Te recibimos con música de Miles Davis, ¿está bien?
APR - Sí, me parece estupendo, muchísimas gracias.
DB - ¿El jazz te atrapó o no?
APR - Sí, sobre todo me atrapó para la última novela. El jazz me gustaba pero
no lo entendía. Pero a la hora de escribir "La carta esférica" me di
cuenta de que esa estructura podía valerme para montar la novela, entonces me
puse a estudiarla, a empollarla, a oírla, y la usé para montar la novela.
Ahora me gusta mucho y lo conozco, pero hasta hace tres años era casi
absolutamente desconocido para mí. Lo bueno de una novela es que mientras la
escribes aprendes cosas.
DB - En realidad esta presentación la escribió prácticamente el propio
Arturo, porque no hicimos otra cosa que recordar nuestra
entrevista de tres años y medio atrás. Curiosamente, en aquella
oportunidad cumpliste años en Montevideo, en noviembre de 1996.
APR - Es verdad.
DB - ¿Te sigue gustando escribir? ¿Seguís disfrutando, seguís jugando con la
literatura?
APR - En aquel momento te insinué que yo, aparte de "homo faber" y
"homo sapiens", soy sobre todo "homo ludens"; me gusta mucho
jugar, el aspecto lúdico de la literatura me fascina. Aparte de las muchas
cosas que se escribe, una literatura sobre todo es un juego, es armar una
trampa, un campo de minas, un mecanismo de relojes y de juegos de los cuales yo
primero disfruto como lector y después espero que el lector disfrute como cómplice
de esa estrategia. Es la forma que yo tengo de entender la literatura.
DB - Sin embargo, a pesar de que tratás de no tomártelo demasiado en serio,
insistís en ello en muchas entrevistas, en no pretender pasar a la historia de
las bellas letras. De todas maneras, te importa que la literatura sea profunda.
"El aspecto lúdico de la
literatura me fascina. Aparte de las muchas cosas que se escribe, una
literatura sobre todo es un juego, es armar una trampa, un campo de
minas, un mecanismo de relojes y de juegos de los cuales yo primero
disfruto como lector y después espero que el lector disfrute como cómplice
de esa estrategia" |
APR - Es que hay una falacia que todavía se sostiene desde algunos
sectores académicos de la literatura de que la literatura debe ser, o bien
profunda y aburrida, o bien divertida y superficial. Eso es falso, debe ser
ambas cosas: debe ser profunda y amena, reflexiva y divertida, fascinante y al
mismo tiempo que te deje un pozo y una carga interior que te permita vivir esas
vidas que no vives en la vida normal. Todo eso es lo que intento combinar en la
literatura. Eso se hace con trabajo, con esfuerzo, sin acercarse a ella con
solemnidad sino con la pasión del lector que se acerca a un mundo maravilloso
que está en los libros y que uno intenta multiplicar con sus propios libros.
DB - Seguramente, como gran lector que sos, te das muy bien cuenta cuando un
libro es entretenido. ¿Das a leer tus libros, apenas terminados, a alguien de
confianza, a un amigo, a algún familiar cercano, a tu mujer?
APR - No. Los leen mis editores ya para publicarlos. Tú sabes que yo nunca
quise ser escritor; empecé a escribir libros después de viajar y pasarme la
vida por ahí leyendo y viviendo cosas, porque me apetecía ordenar mi mundo. De
pronto tuve la suerte de que esos libros funcionaron bien y fueron un éxito en
muchas partes; eso me cambió la vida. Yo no pretendí jamás acercarme con
solemnidad a la literatura; me he acercado como lector. Para mí escribir no es
más que una prolongación del acto de leer, que es un acto realmente
importante.
DB - De fondo, a pesar de que dejaste el periodismo, seguís siendo y sos
seguramente una persona muy curiosa, que se sigue haciendo preguntas, que busca
conocer permanentemente cosas.
APR - Creo que lo que justifica realmente el hecho de vivir es mirar a mi
alrededor. Pasar por la vida mirando la tele es absurdo. Sobre todo, es
anestesiante y poco productivo en lo personal. Creo que la forma de pasar por la
vida es mirando, entonces esa curiosidad es lo que hace que el hombre se mueva,
lo que hizo que el molusco saliera de la concha y nadase hasta convertirse en el
hombre y se irguiese para caminar, que el hombre haya viajado, haya buceado,
amado, sufrido, que haya hecho cosas, que haya descubierto países, costas,
amores. Creo que va pobre por la vida aquel que no es capaz de mirar alrededor.
Para mí escribir, vivir, leer es una forma de mirar. Yo soy un hombre que mira,
me encanta mirar.
DB - En el final de aquella entrevista que hicimos en noviembre de 1996 me decías
que el periodismo te había dado cosas hermosas pero también te había negado
otras. En ese momento dijiste que querías tener esas cosas que te negaba. ¿Las
conseguiste?
"Creo que lo que justifica
realmente el hecho de vivir es mirar a mi alrededor. Esa curiosidad es
lo que hace que el hombre se mueva. Para mí escribir, vivir, leer es
una forma de mirar" |
APR - Sí. No todas, aún no he llegado al puerto final. Aunque
espero que aún haya cosas esperándome, que aún haya cíclopes, temporales y
también cosas hermosas en el camino. Pero es cierto que el periodismo me quitó
muchas inocencias, muchas palabras con mayúsculas, de ésas que suenan, como
Honor, Patria, Bandera, Religión. Me dejó a cambio otras igualmente útiles,
buenas, nobles o dignas. Con eso me apaño, me monto en la navegación. Pero aún
me quedan suficientes para navegar. Cuando uno no espera nada en la vida, ese día
es la muerte, queda hecho un vegetal ahí.
DB - ¿Qué te negó el periodismo?
APR - Inocencia. Cuando salí al mundo creía en un montón de cosas, creía que
el ser humano es bueno y la sociedad lo hace malo; descubrí que es al revés,
que el ser humano es malo y a veces la sociedad lo hace bueno. Vi cosas que se
me quedaron como fantasmas, que me acompañan a veces. Sobre todo, vi que el
hombre es igual, no hay negros ni blancos sino que hay gamas de grises y que
todos tenemos rincones oscuros, que el ser humano es muy complejo y que hay una
cosa que se llama soledad y horror, que al final te golpea, tarde o temprano. En
realidad, creo que la vida no es más que un esfuerzo del hombre por dotarse de
aquellos elementos, de aquellas armas o defensas que le permiten soportar la
soledad y el horror que al final golpean siempre.
DB - Ayer estaba repasando algunas entrevistas que te hicieron colegas en España
a propósito de la presentación de tu última novela que ahora trajiste a
Montevideo. Por allí, a propósito del periodismo decías que en buena parte de
tu vida en el periodismo creías que podías cambiar el mundo.
APR - Es verdad, al principio. Cuando era joven pensaba que una buena crónica,
una buena foto, un reportaje o una imagen apropiada pararían una guerra. Son
esas cosas que todos creemos cuando empezamos.
DB - "Eso me pegó en el estómago, porque de alguna manera creo que todavía
tengo esa ingenuidad. No cambiar el mundo pero sí de agregar un granito de
arena para tratar por lo menos de que algunas cosas cambien". Esa confesión
tuya...
APR - Lo que ocurre es que al final comprendí que el mundo no se podía
cambiar. Pero también descubrí que al menos hay que pelear, aunque uno sepa
que no va a ganar, aunque sepa que van a ganar los malos...
DB - Ese ideal de alguna manera es un motor, una energía que te ayuda a pelear
tu trabajo.
APR - Al menos, que al malo le sangre la nariz; que, si gana, no gane gratis
sino que le cueste esfuerzo, que le cueste dolor y que vea que la gente no se
deja vencer fácilmente. Al fin resulta que lo único que justifica la vida es
la pelea. ¿Merece la pena el tesoro al final de la aventura? ¿Hay un tesoro?
Qué más da; lo importante es buscar el tesoro, lo importante es pelear.
Detesto a los corderos que se dejan degollar, a los cristianos que en el circo
se dejan crucificar sin pelear; prefiero al que saca la espada y pelea, porque a
veces el hombre tiene que pelear para defender aquello en lo que cree, y el
hecho de pelear es lo que esto justifica.
DB - De tantos años de trabajo como reportero de guerra hiciste tus teorías
sobre cómo el público, la gente, los españoles, el mundo, miraban tus crónicas,
cómo miran las crónicas de un reportero de guerra.
"El periodismo me quitó muchas
inocencias, muchas palabras con mayúsculas, de ésas que suenan, como
Honor, Patria, Bandera, Religión. Me dejó a cambio otras igualmente útiles,
buenas, nobles o dignas" |
APR - El mundo ha cambiado. Cuando empecé, a los 20 años, era un
reportero; era diferente. Ahora la televisión se ha convertido en un espectáculo
y la gente mira Sarajevo, mira Bosnia, mira la telenovela de la tarde y a veces
ni siquiera distingue lo que es real de lo que no es real. Me di cuenta de que
la audiencia se está anestesiando. Mis jefes me pedían cada vez más mujeres
violadas, niños violados, espectáculo, y cada vez menos información. Me di
cuenta que era el momento de irse, no por honestidad sino porque no era mi
televisión, no era mi mundo. Yo había vivido en otro mundo durante 20 años,
para mí lo importante es una noticia, no que un niño me contara cómo lo habían
agarrado seis serbios y lo habían destrozado. Al final decidí que era el
momento de irme, que tenía mis libros, mi velero, el mar y un montón de cosas
en la cabeza. Ese no era mi periodismo, me lo estaban cambiando.
DB - ¿Camino sin retorno? ¿No extrañás el periodismo a veces?
APR - No. Lo que pasa es que a veces, como todo, te salta el automático; a
veces estoy viendo la tele y veo Kosovo; para mí eso significaba inmediatamente
un pasaporte, un avión y estar al día siguiente allí. A veces digo "lo
hubiera hecho así o asá, de otra manera, este chico no lo hace bien", ese
tipo de cosas que hacemos los abueletes. Pero realmente he ganado otras cosas,
sobre todo libertad. Ahora no tengo jefes, le doy la mano a aquel a quien se la
quiero dar y sobre todo tengo la libertad de elegir mi mundo, mis amigos, hasta
mis enemigos. Y, sobre todo, puedo navegar y leer tranquilamente, no dependo ya
de la autoridad para vivir.
DB - Cuando viste las imágenes de Kosovo ¿no sentiste ese automático que te
dijo "me gustaría estar allí"?
"Lo único que justifica la
vida es la pelea. ¿Merece la pena el tesoro al final de la aventura? ¿Hay
un tesoro? Qué más da; lo importante es buscar el tesoro, lo
importante es pelear" |
APR - Sí, me pasa a veces. Pero para consolarme me digo: "En
realidad, lo que añoras es tu juventud, Arturo; no añoras el trabajo".
Como ya no soy joven, me resigno. Fue una etapa muy importante para mí; sobre
todo, le debo una mirada, una forma de ver el mundo, que para bien o para mal es
la mía y la que está en mis novelas. Por eso no puedo renegar de esa etapa en
absoluto, que además tuvo momentos horribles y momentos muy felices. Pero el
tiempo pasa y hay cosas que el hombre también debe hacer, debe moverse, debe
cambiar, debe ir hacia donde cree que debe ir.
DB - Antes de Kosovo, cuando estuviste aquí en 1996, hablamos del hecho de que
en "Territorio comanche" anticipabas que iba a haber más guerra en
los Balcanes.
APR - Estaba muy claro, cualquiera que estuvo allí y vio aquello comprendía
que eso no iba a parar. En efecto, después el tiempo me dio la razón, pero no
tiene ningún mérito; no es que yo fuera adivino, era evidente para cualquiera
que conociera aquello. Los únicos que parecían no verlo eran los de siempre,
los políticos, la OTAN, los diplomáticos, la ONU, los que nunca ven las cosas
hasta que ya no hay remedio. Pero los que íbamos de infantería lo veíamos
clarísimamente desde un principio.
DB - ¿Has vuelto a ver a tu viejo amigo José Luis Márquez, el camarógrafo de
Televisión Española que, dicho sea de paso, ahora está en Medio Oriente?
APR - Sí, está en Israel, el hombre sigue allí. Hemos navegado juntos, vino a
navegar conmigo este verano pasado. Cuando viene a Madrid me llama por teléfono,
nos emborrachamos y hablamos de los viejos tiempos. El sigue todavía al pie del
cañón, en Israel. Como él dice: "Es que no sé hacer otra cosa, ¿qué
voy a hacer?". Y sigue con su cámara, entre guerras y tiros.
DB - Sé que para Arturo Pérez-Reverte hablar de estas cosas es un poco pesado,
más allá de que es un pasado del cual no reniega, pero seguramente le interesa
mucho más hablar de literatura. Pero cuando el domingo 7 de mayo nos enteramos
de que habían asesinado a José Luis López de Lacalle, este periodista vasco,
inevitablemente uno se acuerda y piensa: "¿Qué estará pensando, qué
estará sintiendo Arturo Pérez-Reverte? ¿Lo conoció?".
APR - Sí; lo había visto dos veces en el País Vasco. Era un vasco de toda la
vida, aunque el apellido no era vasco. Vivió allí mucho tiempo, en Guipúzcoa.
¿Qué voy a pensar? Lo que piensa cualquier ser lúcido ante la estupidez, el
fanatismo y la irracionalidad.
DB - Desde nuestro programa en Montevideo hemos tratado infructuosamente de
proponerles a algunos colegas tuyos periodistas en Madrid que contestaran a
algunas cosas que nos ha dicho la gente de Herri Batasuna, ya que es difícil
hablar con ETA directamente. Ellos sostienen o tratan de interpretar las
acciones de ETA, atacando directamente a periodistas, con críticas que
involucran a los medios de comunicación en esta guerra de la cual ellos dicen
que participan. Aquí mismo, en esta radio, en estos estudios, Mikel Korta,
representante internacional de Herri Batasuna que visitó América Latina, nos
decía que para ellos los medios de comunicación españoles participan de la
propaganda anti-País Vasco, de la guerra mediática fortísima y que
tergiversan permanentemente la realidad, que desinforman sobre la verdadera
situación del País Vasco, y que por lo tanto forman parte de lo mismo.
APR - Hay una conspiración de toda España y todo el mundo.
DB - Los guardiaciviles y los periodistas somos lo mismo.
APR - Los ciudadanos también, todo el mundo que manifiesta en las calles también,
todos están contra ellos.
DB - ¿Hay algo de razonable en esto o no tiene ni pies ni cabeza?
APR - Lo que no hay es discusión posible. Yo entiendo que haya periodistas que
no quieren hablar del asunto porque es como discutir con una pared o con un
pedazo de madera o con un adoquín. No hay discusión posible, es la estupidez y
el fanatismo llevados al extremo. ¿Qué vas a explicarles a las SS y a los
nazis, a los serbios que estaban arrasando los Balcanes? ¿Cómo vas a discutir
con un tipo de gente así? No hay discusión ninguna con un fanático, con un
ignorante, con gente que se cierra en el analfabetismo mental para escudar la
barbarie. No hay ninguna discusión, entonces es normal que nadie quiera
discutir.
DB - Con respecto al tema vasco y a la ETA parece que el periodismo español en
general ha dado al mundo la imagen de que este conflicto es bastante
independiente.
APR - Pero es que cualquiera que conozca la realidad social española... Es que
están hablando como si llegaran de Marte, parece que están hablando de un país
que no existe. Yo me niego a seguir hablando de este tema.
DB - Quería que alguien me contestara la pregunta, porque uno solamente
escucha. Hace poco escuchábamos los cuestionamientos de la gente de Herri
Batasuna desde el País Vasco...
APR - El mero hecho de discutir eso ya me parece una bajeza.
DB - ¿Cómo viste desde España todo el asunto Pinochet, donde España estuvo
extremadamente involucrada? ¿Cómo ves el tema de una Justicia internacional de
ese tipo?
"Ahora la televisión se ha
convertido en un espectáculo y la gente mira Sarajevo, mira Bosnia,
mira la telenovela de la tarde y a veces ni siquiera distingue lo que es
real de lo que no es real. Me di cuenta de que la audiencia se está
anestesiando" |
APR - A mí, independientemente del resultado final, de que Pinochet
fuese a Chile y esas cosas, creo que ahí se ha alumbrado algo, se ha puesto en
el tapete algo que es importante y que me entristece que no se haya resuelto del
todo correctamente por miedo o por timidez de mi propio gobierno. Yo creo que
España tiene la obligación moral de desempeñar... Hay un vínculo europeo, un
vínculo de la vieja Europa, Europa como factor moral en la sociedad occidental.
Aquí, en Uruguay, en Chile, en Argentina, en todo lo que es América Latina,
España ha sido el puente de esa franja cultural y de memoria que nos une y que
creo que compartimos.
Creo que España ha tenido siempre -y tiene todavía- la obligación moral de
desempeñar no un papel de injerencia pero sí un papel de referencia. Y
justamente con el asunto Pinochet España volvió de alguna forma, aunque no
fuese el gobierno sino una iniciativa judicial, a desempeñar esa especie de
presencia, de factor moral que creo que es necesario realmente en el mundo en
que vivimos cuando, además, la presión anglosajona es tan intensa sobre
nosotros. Cuando digo "nosotros" incluyo también a Uruguay,
Argentina, Chile, todo eso. Sin embargo el gobierno, por razones políticas y tácticas
se ha retraído, no se ha atrevido a ir más allá de lo poquito que ha ido.
Pero creo que es una lástima, que hemos perdido una oportunidad importante de
afirmar y asumir esa especie de referencia. Tiene que haber una especie de
tribunal moral, independiente de lo que sean los juicios concretos. Creo que
estamos perdiendo la identidad que nos une, aquellos lazos que nos están
vinculando a todos. Es muy triste que eso ocurra.
DB - Hubo quienes criticaron la actitud de España en todo ese caso, en
particular aquí, en América Latina. Dentro del propio gobierno chileno,
algunos de sus representantes deslizaban una y otra vez el argumento de que España
quiere ahora juzgar a Pinochet cuando no se ocupó de juzgar a los responsables
del Franquismo que hicieron tanto horror.
APR - El gobierno de España estaba incomodísimo con la situación. Eso fue una
iniciativa judicial, fue un juez y un movimiento ciudadano que apoyó a ese
juez, pero el gobierno estaba incomodísimo con todo eso.
DB - No hay que confundir al juez Garzón con el gobierno de España.
APR - Para nada, todo lo contrario, el gobierno español estaba como con una
patata caliente, deseando liberarse del problema. Cuando por fin a Pinochet lo
mandaron a Chile el gobierno español respiró aliviadísimo, eso te lo aseguro.
Fue una iniciativa judicial, de un juez y de una gente.
DB - Hemos forzado a Arturo Pérez Reverte a hablar de estas cosas porque en
realidad me parece que tienen que ver con buena parte de los fundamentos que
luego lleva a su literatura. Para Arturo hay una palabra un poco mágica que
seguramente está en el origen de casi todo lo que ha escrito, que es
"memoria".
APR - Es cierto.
DB - Una de las cosas que evidentemente sacaste como conclusión -lo has dicho
en muchas oportunidades- de todos estos años de periodismo y de reportero de
guerra es que mucho del horror del cual fuiste testigo en buena medida ocurrió,
sigue ocurriendo y va a seguir ocurriendo en la medida en que los pueblos sean
ignorantes de su propia memoria, no tengan memoria, se olviden de su historia,
del pasado, no se detengan a tratar de comprenderlo.
APR - Así es. Si uno mira hacia atrás, eso hace que delante no vea las minas
que le van poniendo en el camino.
**************
DB
- Esta tardecita, a las 19.30 horas, enn la librería DVD, ubicada en el segundo
piso de Punta Carretas Shopping, Arturo Pérez-Reverte estará firmando
ejemplares de su última novela, que tenemos aquí sobre la mesa: "La carta
esférica". Tiene casi 600 páginas y supuso dos años y medio de duro
trabajo.
APR - Sí, tuve que trabajar a base de cartografía, cosmología, arqueología
subacuática, historia y música. Sobre todo, tuve que revisitar toda la
literatura del mar -desde Homero- que leí en mi vida y refrescarla y aplicarla
a la actualidad. Hasta Alejandro Paternain, el uruguayo, está ahí, en esa
novela.
DB - En este libro están tus dos grandes pasiones: el mar y la literatura. Tu
historia con el mar es de toda la vida, de niño salías a pescar con tu
familia...
APR - Nací junto al mar en el Mediterráneo; es mi mar, de pequeño buceaba y
sacaba romanas del fondo del mar con mis hermanos y después las vendía a los
turistas y cosas de ésas. Para mí todo eso está muy vinculado a mi memoria.
El mar es un tema que siempre ha estado en mi vida, he navegado toda mi vida, lo
que pasa es que estaba como en la retaguardia, no aparecía para nada en mis
novelas. Pero esta vez no. Las novelas son como las mujeres: son ellas quienes
te eligen a ti. Una historia dice "vas a escribirme" y tú no puedes
elegir. Yo estaba en una subasta de objetos náuticos en Barcelona y de pronto
me di cuenta de que esa historia tenía que escribirla ya. Y empecé y escribí
"La carta esférica".
DB - ¿Cómo fue la historia de esa subasta? Fuiste a buscar algo que te
interesaba...
APR - Iba a comprar cartas náuticas del siglo XVIII.
DB - ¿Porque coleccionás objetos o todo tipo de cosas que tenga que ver con el
mar?
APR - Más que coleccionar, digamos que me gusta tener libros y cartas náuticas,
porque yo navego también con cartas náuticas antiguas y me gusta.
DB - Si son originales, mejor.
"Las novelas son como las
mujeres: son ellas quienes te eligen a ti. Una historia dice 'vas a
escribirme' y tú no puedes elegir" |
APR - De eso se trata. En la subasta salió un juego de cartas náuticas
que para mí era muy importante. Fui a firme con él, en ese momento podía
pujar por él, empecé a pelear con otro tipo y cuando salí de allí con las
cartas náuticas debajo del brazo me di cuenta de que acababa de empezar a
escribir mi nueva novela, que mi novela empezaba así exactamente y que esta vez
el mar sí iba a estar dentro de una de mis novelas.
DB - También tenés capitanes mercantes en tu familia.
APR - Sí, varios. Mis cuñados lo son, mi tío lo es, mi padre lo fue aunque se
alejó del mar, mi abuelo también fue marino y toda la familia lo fue durante
mucho tiempo. El mar estuvo muy presente en mi vida y en mi memoria; lo está
todavía.
DB - Y bicho raro tú, como escritor, ¿o no? Porque había muchos libros en tu
casa.
APR - Es que eran marinos ilustrados; yo también. Hay una biblioteca muy
grande. Yo pensé en un momento determinado en ser marino mercante, como mi
familia, lo que pasa es que me tiraba más la libertad, la independencia, no
depender de un barco ni de una compañía, por eso me hice periodista, para
viajar y moverme por ahí. Pero siempre mantuve el vínculo. De hecho yo navego,
tengo un velero, navego desde hace años y sigo navegando ahora, ahora más
porque ahora tengo más libertad y más tiempo. El mar siempre estuvo ahí, tenía
que aparecer en alguna de mis novelas y ha aparecido en ésta, y lo ha hecho en
forma espesa; son 600 páginas de mar.
DB - Pregunta tonta quizás, pero para perderle el miedo al mar no hay como
hacerse al mar de niño, ¿no?
APR - Claro. Yo al mar le tengo miedo todavía. Más que para perderle el miedo
-el miedo no se pierde nunca-, para deccidirte a moverte en el mar con libertad,
para estar cómodo, hay que conocerlo desde niño. Pero al mar le tienes miedo
todavía. Cuando el viento sube a 40-45 nudos y empiezan a pegarme olas de seis
o siete metros, digo: "Dios, ¿qué va a pasar aquí?". Claro que
tengo miedo.
DB - Arturo Pérez-Reverte pasa buena parte de su año navegando. De hecho,
después de estas visitas por América Latina vuelves a España y vuelves a
navegar.
APR - Sí, voy un mes a las Islas Eólicas, al Sur de Italia o Sicilia, a
navegar un poco, a leer y descansar de toda esta campaña.
DB - ¿Tu barco tiene límites en cuanto a hasta dónde te animas a ir o no?
APR - No tiene límites, lo que pasa es que me gusta mucho el Mediterráneo, yo
nací allí, es un mar en el cual tú navegas -está en la novela- y puedes
estar viendo un templo romano; buceas y hay ánforas romanas, ves los olivos,
ves un castillo cruzado, ves una muralla bizantina. Es como estar navegando en
una especie de biblioteca de tu memoria. Eso le da un encanto tan especial para
mí que es el mar que más me gusta. Aunque he navegado por otros, en ése es en
el que estoy más a gusto de todos. Es mi mar.
DB - ¿Te llevás equipo de buceo siempre?
APR - Sí, llevo todo: libros, equipo de buceo... Llevo con lo que poder vivir a
bordo durante el tiempo que quiero.
DB - Vas solo.
APR - A veces sí y a veces no, pero a menudo voy solo.
DB - El próximo viaje es con tu esposa y tu hija.
APR - Sí, voy a irme con mi mujer y mi hija.
DB - Ya saben lo que es.
APR - Mi mujer es capitán de yate, tiene también la titulación y le gusta el
mar tanto o más que a mí. Además ella es de tierra adentro, es una montañesa
alta, rubia, de tipo celta, pero descubrió el mar conmigo, se enamoró de él y
ahora tiene su titulación y navega tanto o más que yo.
DB - Esta novela tiene ingredientes de tus novelas anteriores. Uno va a
reconocer a Arturo Pérez-Reverte, pero también aparecen allí de una manera
muy fuerte dos temas que te importaron mucho: la mujer, una de las dos
protagonistas es una mujer y te ocupas mucho de ellas, y luego el héroe
cansado, a pesar de que no es muy viejo.
APR - Es que no hace falta ser muy viejo para estar cansado. Yo a veces me
siento cansadísimo. Según la vida que lleves te cansas más o menos, se te
cansan ciertas cosas.
DB - El protagonista, Coy, es un marino de 38 años.
APR - Sí... Pero, sobre todo ella... Es la mujer, un tipo de mujer que me
fascina porque uno al final descubre que el hombre da vueltas por ahí por el
mundo y por la vida buscando respuestas a preguntas cuya respuesta no tiene y
resulta que un día descubre que la mujer las tiene todas, aunque ella misma no
sepa que las tiene. La mujer tiene una especie de biblioteca personal genética
de la que el hombre carece. Yo tengo una teoría: durante mucho tiempo el hombre
ha estado con la guerra de Troya, el fútbol, en el bar de la esquina, hablando
fuerte, siendo muy viril, muy machote, y la mujer estaba callada, cosiendo, mirándonos,
rehén de nosotros, pariendo hijos para después enterrarlos, sobre todo mirándonos
junto al fuego y en silencio. Esos largos siglos de silencio le han dado una
especie de lucidez, de conocimiento, de sabiduría, de la que el hombre carece.
DB - No solemos darle importancia.
"La mujer tiene una especie de
biblioteca personal genética de la que el hombre carece. Esos largos
siglos de silencio le han dado una especie de lucidez, de conocimiento,
de sabiduría, que el hombre no tiene" |
APR - Claro, pero ella tiene esa capacidad de reflexión y de análisis
lúcido de la que el hombre carece. Cuando la mujer decide pelear por algo,
salir de esa cocina, de ese fuego, de ese silencio, y pelear por algo en lo que
cree o algo con lo que sueña, es tan decidida, a veces tan cruel y tan dura,
mucho más que el hombre. Porque ella no tiene retaguardia; si fracasa no tiene
dónde meterse, si fracasa no tiene más que volver otra vez al fuego de la
cocina. Por eso a veces es tan cruel cuando es cruel. El hombre puede ser malo
por estupidez, por ignorancia, por lo que sea; la mujer es mala por necesidad,
por supervivencia. El día que descubrí eso para mí el mundo cambió de punto
de vista. Eso está en la novela, es uno de los móviles de "La carta esférica".
DB - A pesar de todo decís por allí que una carta de navegación te permite
bastante bien guiarte en el mar pero que no hay carta que valga para una mujer.
APR - Es verdad. El problema de Coy, en esta novela, es que él es un marino,
navega por el mar y sabe que en el mar hay cartas náuticas, faros, derroteros,
sextantes... Hay un montón de medios para navegar por el mar, pero no hay
ninguna carta náutica que ayude a navegar por una mujer. La mujer, por todo lo
que he dicho antes, es un enigma, un misterio, a veces un peligro; los hombres
se pierden como los barcos en el mar y en la costa. Para ella no hay ninguna
carta que enseñe a navegar, hay que navegar a ciegas, con los riesgos que eso
implica. El navega a ciegas por una mujer y eso lo pone en una serie de peligros
que el lector deberá averiguar si lee la novela.
DB - Has dicho que, como interés intelectual, en los últimos tiempos el mayor
que encuentras está a menudo en las mujeres.
APR - Es la única tentación que queda. Hay una serie de tentaciones para las
que el tiempo te va templando: la ambición, la lujuria, el poder, la aventura,
pero la mujer como tentación intelectual creo que es la única última gran
tentación. Es el único gran misterio, la esfinge que el hombre no ha podido
develar es justamente la mujer, esa Mujer con mayúscula que resume a todas las
mujeres del mundo. Hasta una niña de siete años... Te voy a contar una cosa:
una vez mi hija Carlota, cuando tenía nueve años, me dijo "¡pero papá...!",
con un desprecio tal que dije "no puede ser, no ha tenido tiempo de
aprender a despreciar a los hombres de esa manera, nadie la ha engañado, nadie
le ha mentido". Eso no es aprendido, eso es genético, está en su memoria
genética esa especie de lucidez para saber que el hombre a menudo es
despreciable. Eso me hizo pensar mucho, todo eso me ha ido llevando a lo que
ahora he intentado escribir en "La carta esférica".
DB - ¿Tu madre vive?
APR - Sí, vive todavía. Es una de esas mujeres mediterráneas, también
callada, de ojos oscuros y mirada sabia, que están ahí.
DB - ¿En ella encontraste estas cosas también?
APR - Claro, es que no hablo de una mujer, hablo de cualquier mujer. Creo que el
hombre no es capaz de percibir a menudo lo que hay tras esos silencios. O sea,
hay silencios de mujeres que son tan elocuentes, tan devastadores, más que las
palabras. A mí me han marcado más -te doy mi palabra de honor- silencios de
mujeres que palabras de mujeres. ¿Qué te digo de una espalda silenciosa una
noche? Esa espalda de una mujer silenciosa que te da la espalda y tú estás
diciendo: "¿Qué es? ¿Qué dije, qué no dije, qué hice?". Y calla,
calla y calla. ¿Qué tiene esa mujer en la cabeza? Hay silencios de las mujeres
que ponen a los hombres en su sitio.
DB - Además son las que guardan mucho mejor que nosotros la memoria, los
tesoros, todo eso.
"Hay un montón de medios para
navegar por el mar, pero no hay ninguna carta náutica que ayude a
navegar por una mujer. La mujer es un enigma, un misterio, a veces un
peligro; los hombres se pierden como los barcos en el mar y en la
costa" |
APR - El hombre es un cazador que entra y sale, pero donde queda la
simiente, todo el crisol, el fuego del hogar, el eje de todo es la mujer, ella
está ahí. Nosotros vamos y venimos y morimos... Yo he visto sociedades, en
Africa, donde el hombre va y viene y la madre es madre de varios hijos y los
padres dan igual, es ella la que está creando ese entorno, ese núcleo, ese
crisol. Por eso es tan importante y sobre todo tan enigmático y tan misterioso.
Todos nuestros miedos, nuestras pasiones, nuestras angustias, nuestros temores,
nuestras preguntas si uno se acerca despacio, con humildad a la mujer, la mira,
intenta estudiarla, tocarla, saber por qué, penetrar, descubre que las
respuestas están ahí.
DB - ¿Algunas te impactaron más en tus años de reportero de guerra, donde
diste la vuelta al mundo?
APR - Claro.
DB - ¿Cuáles? ¿En qué país?
APR - Pues... ¿te refieres a mujeres en las ciudades o mujeres en general?
DB - Mujeres de nacionalidad, porque el mundo es muy diferente. Seguramente no
es lo mismo una mujer en Yugoslavia...
APR - Pero eso no va por lugares, va por circunstancias. La guerra para mí ha
sido muy importante; 21 años de guerra me han hecho ver muchas cosas que a lo
mejor en la vida normal tardaron mucho más tiempo en verse. En la guerra es
donde yo he aprendido a mirar a la mujer. El valor, la entereza... La mujer es
mucho más entera que el hombre, mucho más dura. Hay un ejemplo: tú te pones
enfermo y vas al médico y te lleva tu mujer. Tú ves en el medio del hospital a
los viejitos que llegan con las señoras: "Siéntate aquí que ahora viene
el médico". Cuando la mujer nota un bulto en el pecho o se siente mal ella
va al médico sola, se calla y no se lo dice a nadie. Hay una fortaleza moral,
una especie de fuerza, de coraje personal, por necesidad -supongo- genética, de
la que el hombre carece. En la guerra he visto al hombre pelear valientemente,
pero la capacidad de resistencia ante el horror, de sobreponerse ante el horror
y continuar viva en mitad del horror porque tiene hijos a los que defender o
hijos a los que parir, eso solamente lo he visto en la mujer.
DB - ¡Qué nombre le pusiste a esta mujer! Tanger Soto. ¿De dónde salió ese
nombre?
APR - El Soto es una cuestión mía, es un guiño personal a mi memoria. El
Tanger me gustaba cómo sonaba, suena bien, suena duro, suena corto, suena recio
y es una ciudad mediterránea, del Norte de Africa, de Marruecos. Me gustaba el
sonido Tanger, siempre me ha gustado mucho para una mujer. Además nunca conocí
a una mujer que se llamara Tanger, así que creí que era una buena forma de
llamarla.
DB - En este libro hay muchos homenajes -algunos más visibles, otros más
ocultos- a los grandes escritores que hicieron del mar su escenario.
APR - Toda la literatura del mar que leí desde niño está ahí.
DB - Citada, incluso, en algunos casos.
APR - Directa o indirectamente, explícita o implícitamente, están. Ya te digo
que está hasta Paternain, que para mí es un clásico. Además, respeto muchísimo
a don Alejandro; su novela "La cacería" es extraordinaria y forma
parte de mis libros de culto. También hasta hay una referencia no directa que
cualquier lector de Paternain reconoce enseguida.
DB - Te refieres al uruguayo Alejandro Paternain.
APR - Leí "La cacería", me encantó y dije: "Cómo es que a
este tipo no lo conocen en España? Esto es una barbaridad". Hablé con mis
editores y les dije: "Mirad qué novela tan estupenda" y la publicaron
allí. Además, se vendió muy bien. Cantidad de gente -amigos, lectores-me dice
por la calle: "He leído el libro de su amigo Paternain, me ha gustado,
gracias por decirnos que existía ese libro". "La cacería" para
mí es un clásico, es un libro de culto, un libro extraordinario.
DB - En España se vendió muy bien.
APR - Muy bien. Ahora va a salir otro, que es "Los fuegos de
sacramento", que espero se siga vendiendo bien.
**********
DB - Terminaste esta novela, "La carta esférica", en el filo del 99,
para Navidad.
APR - Sí, la terminé en los últimos días del año.
DB - Dejamos el tema de la mujer; me decías que es un tema como para hablar
despacio...
APR - ...y sentarse con una copa y muchas horas por delante; no es para hablar
así en un momento.
DB - Vamos a hablar de la cocina de éste y otros libros, un tema del cual algo
hablamos, pero que de alguna manera nos llama la atención a los periodistas
cuando entrevistamos escritores: nos encontramos cada vez más con escritores
que van al pasado, que quieren servirse del pasado para la ficción, para sus
novelas, y por lo tanto se van a bucear a ese pasado como tú lo haces en la
realidad bajo el mar, investigan mucho, leen mucho, se documentan para luego
recién comenzar a escribir. Sobre la base de esa acumulación de información,
en la investigación, la documentación comienzan a aparecer la novela y la
ficción. Se lo preguntaba a Mario Vargas Llosa hace pocos días y él decía
esto:
(Grabación:)
"MARIO VARGAS LLOSA:
Yo creo que pocos escritores escriben sólo a partir de la imaginación; creo
que la memoria es un ingrediente esencial de la creación literaria, que uno
recurre siempre a un material que está almacenado allí en el recuerdo, y que
busca en esas imágenes situaciones, personajes, la materia prima a partir de la
cual fantasea. Por lo menos esa a sido mi experiencia. Todos los libros que he
escrito, incluso los que parecen más desconectados de la realidad objetiva,
tienen siempre unas raíces en la experiencia personal. Hay algunos escritores
que tienen una vocación más hacia lo puramente imaginario, otros menos; yo
creo que estoy entre los que están más cerca diríamos del realismo.
"DB - Pero, la historia, los documentos, ese largo proceso de casi tres años
que a usted le llevó este trabajo, ¿es una fuente de inspiración importante?,
¿la inspiración va apareciendo a medida que uno entra en contacto con la
historia, con los documentos, en todo ese proceso largo de investigación?
"MVLl - Exactamente. Esa investigación, en mi caso, no es para encontrar
una verdad histórica y trasponerla en la ficción, ni mucho menos. Esa
documentación es para familiarizarme con un ambiente, con un medio geográfico,
social, cultural, y mentir con conocimiento de causa; es decir, fantasear,
inventar, imaginar, a partir de una realidad que me es familiar, en la que me
siento más o menos instalado, con desenvoltura; esa es la razón de ser de la
investigación".
(Fin de la grabación)
DB - Mario Vargas Llosa decía esto a propósito de "La fiesta del
chivo", su última novela, que por otra parte leíste. Tu última novela te
llevó dos años y medio, mucha investigación y mucha lectura de la historia.
"El mar es un museo lleno de
bibliotecas. Mi concepto del mar es el del Mediterráneo, un mar muy
rico, muy lleno de cosas. Es la enorme losa de una tumba en la cual hay
cantidad de cosas dentro que todavía están vivas, a diferencia de las
tumbas de verdad" |
APR - Estoy de acuerdo con Vargas Llosa; realmente es así, la
historia te ayuda a mentir con propiedad. Pero yo añadiría una cosa más: que
en estos tiempos de desmemoria y desmantelamiento de los mecanismos culturales
que hemos tenido siempre, la memoria nos ayuda a entender el presente.
Justamente, el problema del hombre actual es que es como un huérfano sin
memoria, a merced del primero que llegue, que nos manipula. Justamente, a la
hora de plantear, de analizar un conflicto narrativo que permite situar una acción
en el presente, la memoria, el mirar hacia atrás, te ayuda a entenderlo mejor.
Yo no tengo casi ninguna novela histórica; casi todas ellas utilizan la
historia como un mecanismo para entender mejor el presente, para explicarlo,
abrir esa puerta, esa biblioteca, ese recorrido, esos eslabones de la cadena
para poder entender lo que nos está pasando. En ese sentido la historia no
solamente es necesaria; es imprescindible. Y la documentación. Creo que el
escritor que intenta hacer una historia, la que sea, prescindiendo de la
memoria, de la mirada hacia atrás, aunque ésta esté detrás como perspectiva,
como sostén, aunque no aparezca de una forma explícita en la novela, comete un
error. La memoria es fundamentalísima, nada se crea de la nada y no hay ningún
lector que pueda moverse por la nada.
DB - En este libro, de hecho, uno de los grandes temas que mueven el hilo de la
acción es que esta mujer, Tanger Soto, busca a este hombre, Coy, a este
marinero que está suspendido, sin trabajo, por un tiempo, para irse a buscar un
tesoro que está bajo el agua.
APR - A buscar un barco hundido que desapareció dos siglos antes, donde puede
haber un tesoro, puede haber un misterio, hay un enigma ahí que ella quiere
descubrir.
DB - Cosa que los uruguayos conocemos bien, porque también está de moda por
aquí que algunos salgan a buscar barcos hundidos. Es una zona muy rica en eso
últimamente. Allí para ti también hay una metáfora en esto de la memoria;
también dijiste que el mar -no sé si es una imagen poética o es una convicción
para ti- es uno de esos sitios donde mejor se conserva.
APR - El mar es un museo lleno de bibliotecas. Mi concepto del mar es el del
Mediterráneo, un mar muy rico, muy lleno de cosas. Es la enorme losa de una
tumba en la cual hay cantidad de cosas dentro que todavía están vivas, a
diferencia de las tumbas de verdad. El mar que me creé en mi novela era ése,
el mar como biblioteca, como clave y como fuente de enigmas, de vida y de
aventura. Todavía es posible. Además hay otra cosa: que, en realidad, en un
tiempo en que la gente sueña mirando la tele, yo quería mostrar con esta
novela que aún es posible encontrar un barco hundido, un misterio, a veces un
amor, en el metro, en una copa, en un amigo, en una aventura, un viaje, lo que
sea. Cuando el hombre mira ya es mirada hacia atrás, buscando claves e
interpretaciones, y todavía puede encontrar aquello que justifique la vida, que
aún es posible ir de "A" a "B" y en ese camino
transformarse, aprender y volver más lúcido, más sabio; vivir, en suma.
DB - A los ciudadanos de este mundo nos hace falta ir a buscar atrás, saber de
dónde venimos.
APR - Es que es necesario; sin esa mirada estamos listos, no somos nada. El
hombre es un eslabón que se apoya en otros eslabones, es así como debe ser.
Aparte, yo soy un lector que accidentalmente escribe, entonces una novela además
es un pretexto para leer. Durante esos tres años de preparación estás
leyendo, estás continuamente aprendiendo cosas nuevas. Tú también te
transformas en el curso de esa aventura, también escribir es una aventura
fascinante.
DB - Te gusta releer. ¿Estás releyendo algo?
APR - Yo releo habitualmente; hay un momento de la vida en el cual relees más
que lees, es el momento en el cual ya has pasado cierto "ecuador"
importante en tu vida. Yo releo muchísimo, sobre todo los clásicos españoles
de los siglos XVI y XVII, y releo mucho también a los latinos, los clásicos
latinos y griegos, porque los tengo en la cabeza y además me son útiles para
muchas cosas. Pero para esta novela además releí toda la literatura del mar.
¿Tú sabes lo que es leer otra vez "Moby Dick" o "La isla del
tesoro", pero esta vez con la visión de adulto? No es lo mismo leer "Moby
Dick" con 10 años -cuando lo hice, la ballena era la mala- que leerlo con
48 -ahora la ballena es la buena-; el mundo cambia, cambia tu corazón, cambia
la forma de leer los libros y cambian los libros. Lo hermoso es ver cómo un
libro leído con 10 años era una cosa y ahora es otra. Que los libros están
vivos y forman parte también de la vida y la aventura.
DB - Arturo me decía que leyera "La carta esférica" en el verano. Yo
les diría que la lean en este invierno, porque va a venir muy bien sumergirse
en esta historia que Arturo nos regala con la intención de hacernos pasar un
muy buen rato y de despertar en nosotros toda clase de cosas de las buenas.
Cuéntanos brevemente de "Gitano", un guión que has hecho para cine.
APR - Un amigo productor de cine quería hacer una película determinada, me
pidió un guión y, como era muy amigo, decidí hacerlo como cosa muy
excepcional. Lo hice, la película se rodó en Granada con Laetitia Casta, la
modelo francesa, y con Joaquín Cortés. Es un film policíaco en el mundo de la
música flamenca moderna en Granada. Yo estoy muy contento de la historia; ahora
la están montando y se estrenará en setiembre en España. Todo el mundo dice
que está muy bien. Laetitia estaba espléndida, verla actuando... Para mí fue
una sorpresa, pensé que era una niña tonta, pero resulta que es una mujer muy
inteligente, que además trabajó mucho y lo hizo muy bien. Joaquín Cortés,
que es un encanto, es amigo mío, también. Fue una experiencia muy agradable.
DB - ¿Qué tal es como actor? Porque lo conocemos como excepcional bailarín.
APR - Está bien; no es un actor, evidentemente, pero trabajó, se preparó,
estudió durante meses, lo tomó muy en serio. No era una aventura, era
realmente un trabajo. La película es muy solvente, no la he visto montada todavía,
he visto lo rodado. Me gustó mucho, así que espero que el montaje me guste
también. De cualquier forma, en este otoño podremos verla.
DB - La cultura gitana está allí muy presente.
APR - El flamenco moderno en España es importantísimo, no tiene nada que ver
con el flamenco clásico, es diferente. Es un mundo fascinante. Meter una
historia policíaca dentro de ese mundo para mí fue un desafío y espero que
haya quedado bien.
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