Estudios de Género

 

ALGO DE ANTROPOLOGÍA

MARTÍN-CANO, F. (2001): Debate académico de Arqueología - Parte II. Algo de Antropología. Androcentrismo de los que dan género masculino a pinturas o grabados de figuras femeninas. Publicado en el Portal "Somos MUJERES" de Perú. http://www.oocities.org/es/contraandrocentrismo/antropologia.htm

RESUMEN: Hasta hace poco los investigadores arqueológicos y antropológicos desconocían los nuevos descubrimientos de la Antropología y a pesar de ello se sentían con derecho a hacer afirmaciones infundadas y a sacar conclusiones opuestas a la evidencia de los avances científicos.

Algo de Antropología

Texto y dibujos de Martín-Cano

La Arqueología necesita de muchas disciplinas para hacer sus deducciones de forma científica. Entre ellas de manera especial: la Antropología, Etnología y la Etología. Pero también la Mitología, Astronomía, Religión,...

Hay que tener en cuenta que los arqueólogos están deduciendo TODA UNA MANERA DE PENSAR de los artefactos arqueológicos realizados por nuestros ancestros, que nos han legado manifestaciones artísticas durante más de 40.000 años, además de construcciones sagradas, necrópolis y otros arte-factos hallados en cuevas, casas, campos, altas cumbres, cementerios, templos, etc.

De estos testimonios los arqueólogos deducen su específica manera de sentir, de vivir en sociedad, trabajar, alimentarse, vestirse, dedicarse a tareas recolectoras o agrícolas, cazadoras o de cría de ganado, labores agrarias, metalúrgicas o sacerdotales, modos de afiliación, ejercicio del poder en la sociedad, uso de armas para la defensa o con función agrada o de status, creencias religiosas, creencias en la incapacidad reproductora del varón, etc, etc.

Hasta ahora, muchos arqueólogos en España desconocían y les costaba mucho trabajo aceptar los nuevos descubrimientos en otras disciplinas. Y dado el bagaje interdisciplinar insuficiente que tenían, hacían afirmaciones infundadas y llegaban a conclusiones opuestas a la evidencia de los avances científicos.

Y aún son muchos los que siguen con las limitaciones formativas de antaño y son incapces de poner en entredicho diferentes (falsas) teorías defendidas por la tradición respeto al papel femenino en la Prehistoria.

Así que siguen siendo androcéntricos y siguen condicionados por los valores dominantes de la sociedad hasta no hace mucho, en la que "los varones ejercían el papel preponderante" (igual que lo fueron muchos antropólogos al hacer sus investigaciones hasta no hace mucho) (androcentrismo en palabras de Victoria Sau: enfoque unilateral que toma al varón / hombre como medida de todas las cosas).

De forma que algunos arqueólogos, desde este condicionamiento machista, se sienten legitimados para pensar que la mujer nunca habría sido capaz de cazar o realizar labores penosas.

Como apunta Fisher (1982, 110): "Tres tratados más, todos de científicos sociales influyentes, remitieron el parentesco primitivo a la mujer, a la madre. Estos estudios no atribuían, sin embargo, ningún estatus social generoso a las mujeres primitivas. Como la mayoría de estos pensadores concebían a los hombre y mujeres prehistóricos como individuos similares a los que veían a su alrededor de la Inglaterra victoriana, se imaginaron a sus ancestros masculinos como los patriarcas agresivos, dominantes, militantes y autoritarios de aquellas familias matrilineales. Y describieron a las hembras como seres sumisos, débiles, inactivos..."

Por ello, los autores de muchos manuales se atreven a dar género masculino a figuras que deberían ser calificadas de femeninas, por el hecho de que están realizando tareas que consideran de manera errónea, que realizaban sólo los varones en la Prehistoria: cazar, recolectar alimentos y contribuir al sustento de su pareja e hijos (hecho que es totalmente erróneo, ya que no existía vinculación masculina).

Son múltiples los datos que informan que LA FAMILIA PATRIARCAL (por la que un varón se vinculaba a una mujer e hijos) SE ESTABLECIÓ A PARTIR DE LA EDAD DEL BRONCE, cuando con las invasiones que pusieron en peligro la sobrevivencia humana, la mujer, a pesar de adoptar en principio una función de defensa, tuvo que dedicarse en exclusiva a la dura tarea de tener numerosos hijos, para evitar que la sociedad sucumbiera y tuvo que aceptar la ayuda de una pareja masculina que la ayudara a alimentar a sus múltiples hijos.

Con la implantación de la familia patriarcal, el varón adquirió el compromiso de ayudar a una pareja femenina a alimentar a sus hijos, a cambio de la disposición sexual femenina en exclusiva. Con ello se inició la relación sexual monógama, por la que la mujer dependía de su compañero, hasta terminar por adquirir un papel subordinado.

O sea que en principio, en los períodos del Paleolítico y el Neolítico existía la familia matricéntrica, en la que la mujer se preocupaba de cazar, recolectar o plantar semillas para dar de comer a sus pocos hijos y la única que los enseñaba a enfrentarse a la vida (el varón en estos períodos, igual que el primate no tenía conciencia de la paternidad y no ayudaba a alimentar a sus hijos, dado que tampoco era consciente de su poder fecundador) (Amplío en Procreación).

Y así PIRENNE, J. (1982, 44) lo corrobora: "En el grupo humano es sobre todo la madre la que aparece esencialmente como fuente de toda vida, de un modo particular en esa época en que la unión conyugal no existía de modo estable." Y los enciclopedistas del Espasa, Tomo 33 (1988, 1001) manifiestan: "... el sociólogo escocés (Mac Lennan) parte del supuesto de que la incertidumbre de la paternidad fue lo único que determinó la fase matriarcal."

Y así, de forma errónea, se ha venido considerando en numerosos manuales ibéricos, como masculinas, figuras de cazadoras, recolectoras, danzantes,... Por ejemplo han sido consideradas como "hombre" por Pericot la figura de la "Recolectora de Miel" pintada en rojo de la Cueva de Bicorp de Valencia datada en el V milenio adne, en Historia de España del Instituto Gallach, Edición de 1987.

Sin embargo Llull y Sanahuja en la Edición de la Historia de España del Instituto Gallach de 1994 ya la califican como "mujer" (con una diferencia de sólo siete años entre ambas ediciones de la misma editorial).

 

Se ve que Llull y Sanahuja han leído hipótesis antropológicas que ponen de manifiesto el importante papel femenino en la sociedad prehistórica (fuentes que no conoció Pericot), cuando era la mujer quien proporcionaba el alimento a sus hijos (igual que pasa entre los primates). En palabras de Llull y Sanahuja (1994, 17): "En la sociedad paleolítica, las mujeres tuvieron un importante papel en la alimentación del grupo, puesto que, al parecer, fueron ellas las que lo abastecieron de productos procedentes de la recolección..."

"Sally Linton, en 1971, es la primera antropóloga, que basándose en la inexistencia de evidencias de caza, propone un modelo contrapuesto al anterior, el modelo recolector. Son las homínidas las que recolectaron, las que inventaron los primeros instrumentos (palos cavadores y contenedores para transportar los productos vegetales y las crías) y las que, en principio, compartieron la comida con sus crías."

Cuando era la mujer la que dado la obligación que tenía de alimentar a sus hijos, inventaba métodos e buscar el alimento. Y así MICHÈLE JULIEN en Gran Atlas de Arqueología afirma (1986, 30): "Basándose en el estudio de cazadores-recolectores actuales y, sobre todo, en la observación del comportamiento de los grandes primates, N. Tanner propone el siguiente modelo: los primeros homínidos que utilizaron regularmente útiles eran mujeres acompañadas de sus hijos que, con ayuda de un bastón, desenterraban en la sábana africana diversos tubérculos, capturaban insectos y los transportaban en una especie de cestas de frutas o huevos. Contrariamente a los chimpancés, estas mujeres no debían consumir in situ los alimentos que recogían..." ... "La talla de bastones en punta y la confección de recipientes requerían herramientas que ellas habrían, poco a poco inventado y conservado."

En principio necesidades alimenticias de una sociedad con una economía basada en la recolección de vegetales, que con toda seguridad era llevada a cabo por parte de la mujer recolectora de frutos, semillas, cereales, bayas, miel... y de caza de animales y más tarde basada en el cultivo vegetal por parte de las agricultoras.

En relación a ello afirman HAWKES y WOOLLEY en (1977, 227): "Se admite por lo general que, como derivación de su antigua función de recolectora de alimentos vegetales, fue la mujer quién inventó y desarrolló la agricultura".

A propósito de ello declara GIRARD (1978, 730): "Los antropólogos atribuyen, generalmente, el cultivo de las raíces alimentarias a la mujer, que, de recolectora pasó a ser cultivadora." "Los mitos atribuyen el hallazgo del cultivo original de la yuca a una mujer, sublimada a categoría divina."

Y CAMPBELL en (1991, 364): "Aquí fue la mujer quien se mostró suprema: no sólo eran las portadoras de los niños sino también las mayores productoras de alimentos. Al darse cuenta de que era posible cultivar, así como recolectar vegetales, habían hecho a la tierra valiosa y se convirtieron, por tanto, en sus poseedoras. Así ganaron tanto poder económico y social como prestigio, y se formó el complejo del matriarcado."

También es ejemplo artístico prehistórico que modifica en algunos manuales, aunque no ibérico, el sexo, es la obra de figuras femeninas danzantes de la Cueva de la Saltadora, Barranco de la Valltorta, Castellón, datada en el V milenio adne.

Fue descrito como masculina en 1947, por Menéndez Pidal en (1975, 450) citando a las autoridades Obermaier y Wernert, como: "Tres hombres, al parecer danzando, ..." e igual siguen diciendo los posteriores divulgadores de las pinturas como Almagro Bach, etc.

Y ha sido descrita por Kuhn en (1957, 89) (historiador que no había bebido en las mismas fuentes "científicas institucionales" que los españoles) como "TRES MUJERES (Valltorta)".

Sin embargo aún siguen siendo consideradas masculinas figuras de cazadoras levantinas:

A pesar de que existen evidencias de que las mujeres cazaban. Como los:

Las obras de arte arcaicas nos informan de las profesiones que desempeñaban, ya que las reflejan: cazadora, reina, agricultora, artesana, curtidora, sacerdotisa, curandera, recolectora,... (mientras están ausentes de las más arcaicas obras de arte antropomorfas legadas, las figuras masculinas, a excepción de unas pocas de varones cazadores al final del Neolítico). Y siguieron viviendo como cazadoras, ejercitándose en los deportes, participando en competiciones, manejando armas, domando equinos,... hasta que tras la revolución patriarcal sucedida a partir de la Edad del Bronce, se les negaron esos derechos.

Son muestras de cazadoras armadas con arco y flechas las llamadas «Damas Blancas»: de Damaraland (con mamas), Rodesia / Zimbabwe datada en el IV milenio adne y la de Bramberg (lleva una tira de cuero o textil que le aprieta las mamas, adornada con círculos) rodeada de agricultoras, pintada en el Santuario de Maack, Namibia datada entre los años 1000 al 650 adne.

Los estudios de diferentes especies realizados desde los 60s por Goodall, Galdikas, Fossey, Strum, Thompson-Handler,... aportan en contra de las creencias estereotipadas, que las hembras tienen un importante papel en su sociedad y que participan en la caza en grupos (técnica tradicional compartida por los primeros humanos). Y son las hembras madres las que enseñan a sus descendientes con su ejemplo: el conocimiento para la sobrevivencia y qué comida comer, a recoger los alimentos adecuados y a cazar. Refiere Kay y Voorhies (1978, 109): "Esta familia matricéntrica, que se da en todas las comunidades de primates, es la unidad de vida socioeconómica más probable de la sociedad protohumana, según propuesta de Linton (1970)."

 

Y corroborado por el estudio de sociedades primitivas, en las que se observa que la mujer cazaba antes de que la influencia de culturas invasoras trastocaran los papeles sexuales. (Una interesante película africana lo pone de manifiesto. Fue emitida por TV-1 española el 5 de febrero de 1995. Y fue rodada en la ciudad de Djiginoum, Senegal por la comuna Zigunchor).

Todos estos testimonios informan que las mujeres en época arcaica cazaban y tenían un papel económico en la sociedad, cuando en el Paleolítico la caza aún cubría las necesidades alimenticias de la sociedad y era la mujer la que se preocupaba en exclusiva de dar de comer a sus hijos: la mujer cazaba, cuando los varones cumplían un papel subsidiario.

Yo sólo pido que los arqueólogos españoles, que amplíen sus conocimientos, o que los que lo poseen (antropólogos, etnólogos, etólogos, feministas,....) denuncien los errores de los arqueólogos, para que las denuncias los obliguen a eliminar las falsas creencias que están inmovilizando la disciplina.

 

BIBLIOGRAFÍA

CAMPBELL, Joseph. (1991): Las Máscaras de Dios: Mitología primitiva. Alianza Editorial, S. A., Madrid.
FISHER, Helen E. (1984): El contrato sexual. La evolución de la conducta humana. Editorial. Argos Vergara, S. A., Barcelona.
GIRARD, Raphael. (1978): Historia de las Civilizaciones Antiguas de América. Tomos I-II-III. Hispanoamérica Ediciones, S. A., México.
HAWKES, Jacquetta y WOOLLEY, Sir Leonard. (1977): Prehistoria y los comienzos de la civilización. Historia de la Humanidad. Desarrollo Cultural y Científico. Tomo 1. Editorial Planeta, S. A., Barcelona.
JULIEN, Michèle. (1986): El papel de la mujer. (Gran Atlas de Arqueología, concepción Editorial de Christine Flon). Edición de la Encyclopedia Universal realizada en castellano por S. A. Ebrisa, Barcelona.
KAY Martin, M. y VOORHIES, Barbara. (1978): La mujer: un enfoque antropológico. Editorial Anagrama, Barcelona.
KUHN, Herbert. (1957): El arte rupestre en Europa. Seix Barral, Barcelona.
LINTON, Sally. (1979): La mujer recolectora: sesgos machistas en antropología. (Antropología y feminismo, compilado por Harris y Young). Editorial Anagrama, Barcelona.Julien
LLULL Santiago, Vicente y SANAHUJA, Encarna. (1994): Historia de España. Prehistoria y Edad Antigua. Tomo 1. Instituto Gallach de Librería y Ediciones Océano - Instituto Gallach, Barcelona
MENÉNDEZ PIDAL, Ramón (Dirigida por). (1975): Historia de España. E. Protohistórica. Tomo I. Editorial Espasa-Calpe, S. A., Madrid.
PIRENNE, Jacques. (1982): Historia del Antiguo Egipto. Volumen I. Ediciones Océano-Éxito, S. A., Barcelona.
 


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