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Pero... ¿qué será lo que quiere usted?

(IVa)
¿Competir
o
Cooperar?

(Reproducido para efectos exclusivamente académicos de la fuente: Proyecto BID-CCB, Una Visión Racional y Estratégica de la Negociación, Capitulo 3, Bogotá, 1999)

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America Latina, 2001





 

 

¿Son distributivas las negociaciones porque las situaciones en las cuales se presentan obligan que estas negociaciones sean distributivas?

En general, la respuesta a esta pregunta es NO. En gran medida, el juego es aquello que las partes piensan que el juego es. Lo que una negociación es lo definen en gran parte los negociadores mismos. Por esto, resulta difícil afirmar que una negociación sea por naturaleza distributiva.

¿Tiene esto implicaciones prácticas? Muchísimas.

Cuando una negociación es concebida como distributiva el problema para el negociador es ante todo un problema competitivo, pues el negociador debe competir con su contraparte si quiere obtener una ganancia

La negociación se concibe entonces como una situación en la cual para ganar es necesario que el otro pierda. La negociación se conceptualiza entonces como un proceso del tipo ganar-perder. Entonces, las estrategias y técnicas competitivas son "el arma fundamental" para enfrentar el problema.

En cambio, si la negociación en concebida como un proceso integrativo, los negociadores pueden comportarse como solucionadores cooperativos de un problema. El que uno de los dos gane, no constituye un obstáculo para que el otro también gane. La negociación se concibe como un proceso del tipo ganar-ganar. Las estrategias y técnicas cooperativas constituyen una herramienta fundamental para abordar conjuntamente la negociación.

Expertos en negociación (ver, por ej., Bazerman, 1990) han encontrado que los acuerdos integrativos son muchas veces soluciones no obvias a los problemas que generan mayores resultados positivos en comparación con los acuerdos de carácter distributivo.

¿Por qué? Fundamentalmente porque el supuesto del pastel de tamaño fijo representa un sesgo humano fundamental a la racionalidad en los procesos de toma de decisiones. Muchas personas suponen que cuando negocian con alguien necesariamente sus intereses y necesidades están en contraposición con los intereses y necesidades de la contraparte. Y con gran frecuencia este supuesto es equivocado.

El supuesto del pastel de tamaño fijo es un sesgo muy arraigado en sociedades del Mundo Occidental. Juegos como el fútbol o el baloncesto son buenos ejemplos de pasteles de tamaño fijo, pues al final de uno de estos juegos para que haya un ganador debe haber un perdedor (en el caso del empate no hay ningún ganador).

Esto contrasta con el ejemplo de los discos presentado con anterioridad. Al final de esa negociación las dos partes podían ser ganadoras simultáneamente, como sucedió igualmente en el ejemplo de la controversia por las naranjas entre las dos hermanas.

Sin embargo, nuestra sociedad está llena de situaciones que las personas tienden a concebir como "pasteles de tamaño fijo". 

Por ejemplo, en ambientes laborales competitivos varios subalternos aspiran ser ascendidos al cargo de su jefe; cuando este último se retira, muchas veces los subalternos piensan que entre ellos sólo puede haber un único ganador (el que obtiene el cargo). 

Para muchos, la vida es una competencia permanente, en la cual la posibilidad de salir victorioso depende en gran medida de que los demás no tengan el éxito al que aspiran (a menos que eventualmente sean sus aliados, generalmente temporales). 

Muchas personas generalizan estas situaciones del tipo gana-pierde y construyen expectativas similares en otras situaciones que no tienen por qué ser necesariamente del tipo gana-pierde (pero que ellos eventualmente transforman en en este tipo).

Muchas negociaciones involucran aspectos competitivos y cooperativos (se trata de agrandar el pastel, pero también de distribuirlo).

Frente a ellas, buena parte de los negociadores tienden a enfatizar los aspectos competitivos, lo que resulta en una orientación del tipo ganar-perder y una interpretación distributiva de la negociación. 

Esta orientación propicia estrategias y tácticas de carácter competitivo, que buscan la apropiación de la más grande tajada posible del pastel. Estos esfuerzos competitivos con gran frecuencia inhiben los esfuerzos de búsqueda de opciones creativas que permitan agrandar el pastel. Y evidentemente, de un pastel que no se ha agrandado las tajadas que se pueden repartir son más pequeñas.

Situaciones de negociación que tienen la potencialidad de ser integrativas deberían abordarse con estrategias cooperativas que permitan incrementar el tamaño del pastel, y posteriormente (o alternadamente) con estrategias y tácticas competitivas para apropiarse de la tajada del pastel más grande posible.

La gran mayoría de los conflictos no son en esencia distributivos, porque la mayoría involucran varios elementos o variables que son valorados de manera diferente por las partes. 

Si esta última condición se da, el conflicto es por naturaleza integrativo. Sin embargo, si las partes lo conciben como distributivo, infortunadamente para ellos mismos usarán eminentemente estrategias para distribuir el pastel, y dejarán ganancias sobre la mesa. En otras palabras, el acuerdo final será muy probablemente ineficiente.

Compárese el caso de la venta de las frutas con el de la negociación sobre los discos.

El caso de la venta de las frutas, en el cual lo que se trató fue el regateo por los $2 de diferencia entre las ofertas de vendedor y comprador, es un caso que sólo involucraba una única variable, y claramente existían intereses encontrados alrededor de esta variable. Esto justamente es lo fundamental de un problema eminentemente distributivo.

Pero si se involucra al menos una variable adicional, y las preferencias de los dos negociadores difieren en torno a las variables (como sucede en el ejemplo de los discos), entonces el problema tiene una potencialidad integrativa.