   

Personajes
El universo de Elizabeth George está estructurado
con un cierto número
de personajes recurrentes que evolucionan al filo de las investigaciones. Entre
el primer título Una
Gran Salvación y Memoria Traidora, han pasado tres años.
En el centro de esta galaxia, el inspector Thomas Lynley y la sargento Bárbara
Havers forman una pareja asombrosa e interesante.
En efecto,
nada podría haber reunido a Thomas Lynley, producto puro de
Oxford y Eton, decimoctavo conde de Asherton, y a Bárbara Havers, nacida de la
clase baja de Londres, más que las casualidades de la administración del
Departamento de Investigación Criminal de New Scotland Yard. Investigación tras
investigación, ambos aprenderán a conocerse y a respetarse.
El inspector Thomas Lynley
tiene, en la primera de las novelas, 32 años, es alto (mide 1'85 metros),
rubio, guapo, ... y aristócrata, y conduce un Bentley plateado. Es
un amante de la música clásica...¡rusa! A pesar de ser
razonablemente rico, por algo es el decimoctavo conde de Asherton, y de haber
estudiado en Eton, trabaja en el DIC (Departamento de Investigación Criminal)
de New Scotland Yard. Vive en Eaton Terrace (para no ostentar), pero su
verdadero hogar está fuera de Londres, Howenston, en Cornualles. Allí es donde
reside su madre con su hermano, Peter, diez años menor que él.
Es un detective de una habilidad, una obstinación y de un
encanto poco comunes. Si su título establece a veces una distancia entre sus
colegas y él, Lynley está generalmente tan absorbido por el caso que trata
de resolver, como para prestar atención a las enemistades profesionales.
La confusión que provoca a veces por su condición social le ayuda a
abrir los ojos para el bien de la investigación. Y es a veces esta conciencia
aguda de las diferencias sociales lo que hace aparecer la intuición que le conducirá a
la verdad. En todo caso, podemos decir que es la pasión por la justicia y por
la verdad lo que mueve a Thomas Lynley.
Pero existe también una parte íntima, de enamorado impetuoso y luego esposo atento de
Lady Helen Clyde, lo cual contradice su reputación de seductor despreocupado.
La
sargento
Bárbara
Havers aparece por primera vez
en
Una
Gran
Salvación
y forma equipo con Lynley en la investigación de los asesinatos. Soltera, de unos 30 años, Havers
ha luchado por conciliar una vida personal dura -los cuidados de su madre, que
ha perdido la cabeza, se convierten en una carga abrumadora- con las exigencias
de su profesión.
No
muy agraciada físicamente y descuidada en el vestir, fumadora empedernida,
conduce un Mini y reside con sus padres en el barrio de Acton, "en las
calles malas de Acton", donde las casas se abandonaban sin remedio en el
abandono y donde la esperanza había muerto. Tenía un hermano menor que
murió de una enfermedad a los diez años y desde entonces les ha hecho pagar a sus padres por el
hecho de dejarlo morir solo en el hospital. Su madre requiere vigilancia constante por su
senilidad y su padre está conectado a una botella de oxígeno, por lo que su
casa está siempre desordenada y sucia. Bárbara hace lo posible por alargar su
regreso a ella al acabar el día.
Del estadio social popular donde ella ha crecido, ha adquirido una gran
humanidad y bastante sentido común, que se ponen de manifiesto en las
investigaciones. Cuando conoce a Lynley, su primera impresión es la de
tener por compañero a un cochino pequeño esnob. Posteriormente, investigación
tras investigación, aprende a respetarle por el talento excepcional que le
demuestra.
En guerra contra todo aquello que la supera, como el machismo dentro de los
rangos del Yard, Havers se refugia en el trabajo y no toma vacaciones mas que de
mala gana. Busca antes que nada imponerse profesionalmente, aunque su fuerte
carácter le ha impedido el ascenso a inspector y se esfuerza ante
todos por ocultar cualquier otro aspecto de su vida. Exhibiendo con orgullo sus
maneras simples y directas, se preocupa poco de su aspecto. Curiosamente,
aunque no ahorra ningún esfuerzo por demostrar sus capacidades, los cumplidos
que le dedica Lynley por su remarcable sentido de la deducción a menudo la confunden.
Bárbara Havers
era una mujer muy poco atractiva, una mujer que daba la impresión de hacer todo
lo posible para no alterar la situación. Habría podido decantarse por un
estilo de peinado que adaptara su cabello, bonito y lustroso, color de madera de
pino, a la forma de su cara, pero en cambio lo llevaba largo en exceso, por
debajo de las orejas, como su hubieran colocado sobre su cabeza un cuenco
demasiado pequeño a guisa de modelo. No usaba maquillaje, sus cejas gruesas y
sin depilar llamaban la atención sobre la pequeñez de sus ojos, y no sobre su
fina inteligencia. Su boca delgada, que ningún color acentuaba, estaba siempre
fruncida en una mueca de desaprobación. El efecto general era el de una mujer
rechoncha, robusta e inabordable.(Una Gran Salvación).
Simon Allcourt-Saint James,
forense. Tiene unas dotes de observación e intuición
notables. Lisiado tras un accidente de automóvil durante una noche salvaje por las carreteras de Surrey, ello no
le supuso un impedimento para continuar con su labor, tanto junto a los abogados
defensores como con New Scotland Yard, siendo uno de los mejores expertos judiciales. Por ironías del destino, el conductor ileso del coche en
ese día funesto no era otro que su amigo de infancia, Lynley.
Por paradójico que parezca, este accidente, lejos de alterar su amistad, la ha reforzado.
Saint James, con sus análisis documentados y racionales es para Lynley un
aliado seguro y preciado.
Dentro del huracán de una investigación, Saint James mantiene siempre
la cabeza fría. Su flema calculada es un triunfo profesional, pero provoca la
desesperación de la ardiente Deborah, su mujer, a la que la curiosidad o las circunstancias han mezclado más
de una vez con sus actividades.
Aparte
de los ojos, de un azul que recordaba el cielo de las tierras altas, y las
manos, las herramientas sensibles de un artista, Simon Alcourt-St.James era muy
poco atractivo. Tenía el cabello oscuro, de rizos ingobernables, y cortado de
una forma que no contribuía a domeñarlo. Su cara era una combinación de ángulos
quebrados, severa en reposo, ominosa cuando expresaba cólera, pero vibrante de
bondad cuando suavizaba su sonrisa. Era delgado como un mozalbete, pero no
robusto, un hombre que había conocido demasiadas penalidades y angustias a una
edad demasiado temprana.(Una
Gran Salvación).
Deborah
Cotter,
hija del
mayordomo de Simon Allcourt-Saint
James y fotógrafo profesional, era una niña de 13 años cuando tuvo lugar el accidente que dejó sin
pierna a Saint James. Fue la compañera de Simon durante los momentos más
duros de su recuperación tras el accidente, y su presencia le salvó de la
desesperación. Los tres años
que pasó en Estados Unidos para sacarse un master de fotografía tuvieron por efecto
enfriar su relación con Saint
James y aproximarla a Lynley. Solamente durante
un tiempo, dado que Deborah acabará por casarse
con Saint James, once años mayor.
Nacida en la mansión donde trabajaba su padre, conoce a su marido
desde su más tierna infancia; ello creó entre ellos una intimidad fuerte y frágil
a la vez; desde entonces tratan de aprender a conocerse como adultos,
amantes y como marido y mujer.
La
belleza de Deborah era de un tipo nada convencional. Carecía de los rasgos
delicados y aristocráticos de Helen, así como de las facciones provocativas de
Sydney. En cambio, combinaba ternura y afecto, comprensión e ingenio, virtudes
cuya definición se desprendía de su expresión vivaz, del caos de su cabello
cobrizo, de las pecas que salpicaban el puente de la nariz. (Una
Dulce Venganza)..
Lady
Helen Clyde ha evolucionado progresivamente
al hilo de las novelas de Elizabeth George. Aparece brevemente en
Una Gran Salvación, en
Pago Sangriento toma el
papel de sospechosa, y ha terminado por encarnar la pasión que se contrapone con la
frialdad profesional de
Lynley.
Parece frívola y alocada, pero tiene una gran inteligencia. Amiga desde hace tiempo de Thomas Lynley y de Simon, ha crecido en su mismo
medio social y trabaja con éste último en su laboratorio forense. Aunque Helen rechaza
durante largo
tiempo la propuesta
de matrimonio de Lynley, acabará casándose con él e interviniendo activamente
en la investigación de los asesinatos, ya que tiene un talento especial para
obtener información de desconocidos.
Tras
la investigación... (evolución de los personajes)
Thomas
Lynley nació en Cornualles, en su casa familiar de Howenstow. Ha estudiado en
Eton y en Oxford. Es el mediano de tres hermanos: la mayor, Judy, y el menor,
diez años menor que él, Peter. Su padre murió de cáncer cuando él tenía 22
años, y Thomas heredó el título de conde de Asherton. A los diecisiete años, cuando ya
su padre se encontraba enfermo, descubrió a su madre con su amante, el
doctor Roderick Trenarrow. Aunque sabía que estaban enamorados, no pudo
comprenderlo y se marchó de casa. Le movía la venganza, pero su hermano Peter, que entonces tenía siete años, no le
perdonó que le abandonara.
Thomas
reside en Londres, en Eaton Terrace, y es inspector de Scotland Yard. Tiene fama
de conquistador y de hecho sólo le interesan las mujeres para pasar un buen
rato en la cama. Hasta que aparece Deborah...
Deborah ha
pasado casi toda su vida en Cheyne Row, en Chelsea, en la casa de Simon Alcourt
Saint-James, del que su padre es mayordomo. Su madre murió cuando ella tenía
siete años y fue entonces cuando Simon, con dieciocho años, se trasladó a
vivir a la casa de Londres junto a Joseph Cotter y su hija.
Simon
tiene otros tres hermanos, dos varones: David, el mayor, y Andrew; y una chica,
Sydney, siete años menor que Simon. El mejor amigo de Simon es nada menos que
Peter Lynley. Se conocen por trabajar ambos en el Yard, Peter como investigador
y Simon en la policía científica. Pero la amistad es
puesta a prueba cuando una noche de borrachera, sufren un accidente. Lynley sale
ileso, pero Simon queda paralizado de la pierna izquierda. El conductor era precisamente Lynley. Tenían
24 años. Simon abandona el Yard y a partir de entonces ejercerá su trabajo de
científico forense de manera independiente. Su laboratorio se encuentra en su
propia casa. Deborah y Joseph Cotter le ayudarán a sobrellevar su enorme carga.
Entre Deborah y Simon existe una gran confianza y camaradería que irá
evolucionado hacia el amor, pero ninguno de los dos es capaz de expresarlo.
Simon
iniciará una relación con Lady Helen, que le ayuda en el laboratorio. Pero su
amor por Deborah es demasiado fuerte y opta por dejarlo.
Helen, de
carácter fuerte y decidido, ha nacido en un seno aristocrático. Es amiga de
Lynley y St. James desde que ambos tenían 18 años y ella 16. Es la menor de
cinco hermanas. La mayor, Lady Iris, reside en Estados
Unidos, en Montana y está casada con un ranchero. Sus otras hermanas son Penélope, casada con un profesor de Cambridge, con el que tiene tres hijos; Daphne;
y Cybele, que está casada con un industrial italiano, Carlo, tiene cuatro hijos
y reside en Milán.
A los
dieciocho años, Deborah decide irse a los Estados Unidos para continuar con su
carrera fotográfica. Estará en América tres años. Durante ese tiempo, Simon
tiene miedo de mantener el contacto con ella, ya que debido a su lesión no
se cree con derecho a amarla. Al no obtener respuesta a sus numerosas cartas,
Deborah cree que Simon no la quiere y empieza una relación con Thomas, que la
visita en varias ocasiones. Deborah se queda embarazada y sin contárselo a
nadie, aborta.
A su regreso a Londres, Thomas
y Deborah anuncian su compromiso. Sin embargo, diversos acontecimientos
consiguen que los sentimientos que permanecían ocultos afloren y
Thomas se da cuenta de que, aunque
Deborah no quiera reconocerlo, ella está enamorada de Simon, y Lynley rompe su compromiso.
Simon
se decide al fin a declarar su amor a Deborah y, un año después, contraen
matrimonio.
A Lynley le asignan un nuevo ayudante, se trata de la antipática
y fría sargento Havers, de treinta años. Hace ocho meses intentó obtener el título de inspector
detective sin conseguirlo y hasta ahora volvía a vestir el uniforme. El DIC
(Departamento de Investigación Criminal) decide darle otra oportunidad. Bárbara
ha crecido en un barrio pobre y vive en una casucha con su madre, que sufre de
demencia senil, y su padre, enganchado a un respiradero. Detesta la dependencia
que ello conlleva y se dedica por completo a su trabajo para retardar lo máximo
posible su regreso a casa. Su hermano pequeño murió hace cuatro años de
leucemia, con tan
sólo diez años de edad, y no
puede perdonarles a sus padres que, mientras él estuvo enfermo, nunca le
visitaran en el hospital, dejando que muriera solo. Todo ello ha contribuido a
su eterna amargura.
Cuando
Helen inicia una relación con Rhys Davies-Jones, los celos de
Lynley ponen al descubierto sus verdaderos sentimientos hacia Helen. Cuando
ella abandona a Rhys, Thomas le pide que se case con él, pero Helen le rechaza
y se marcha de viaje a Grecia.
A su regreso, dos meses después, para asistir al entierro del padre de Barbara,
le pide tiempo a Lynley para decidir
sobre su petición.
Mientras,
Deborah sufre en silencio por no poder darle un hijo a Simon tras 18 meses de
intentarlo. Cree que todo ello es un castigo por su aborto realizado en Estados
Unidos. Empieza a distanciarse de su marido y Simon cree que es debido a que
sigue enamorada de Lynley. Su falta de comunicación les aleja cada vez más.
Hasta que al fin, Deborah le cuenta la verdad a su marido y Simon se siente
aliviado. Continuarán intentando tener hijos...
Ocho meses
después de la muerte de su padre, Deborah se da cuenta que no puede compaginar el trabajo de
policía con el cuidado de su madre, de sesenta y tres años y con demencia
senil. Sin embargo, se siente incapaz de abandonarla
en una residencia. Al final conseguirá dejar atrás su sentimiento de
culpabilidad y hacer lo que resulta más apropiado para su madre, dejándola en
casa de la señora Flo, una mujer que se dedica a cuidar ancianos.
Havers deberá acostumbrarse a estar sola.
Helen
y Lynley se convierten finalmente en amantes, pero ella sigue negándose a casarse con Thomas.
Cuando al fin acepte, habrán pasado ya 16 meses desde la primera petición de
Lynley. La boda tiene lugar un caluroso domingo de junio, con una ceremonia
íntima y sencilla.
Tras el regreso de su
luna de miel se encuentra con que Barbara Havers se ha visto envuelta en un caso
de desobediencia a un superior. Sólo la intervención del superintendente
Webberly impide su expulsión del cuerpo, aunque será degradada a agente
detective. Al equipo se unirá a partir de ahora el agente Winston Nkata,
que vive con su madre y se enorgullece de haber podido huir del destino que le
correspondía como joven negro de barrio pobre y haber entrado en el cuerpo de
policía.
A los pocos meses
Helen descubre que está embarazada, y Lynley, que sospecha lo que sucedió en
Nueva York, tiene miedo de contárselo a Deborah. Cuando finalmente se lo
explica ella le dice que no debe sentirse culpable, dado que la causa de que no
pueda tener hijos no está en el aborto que realizó en Estados Unidos sino que
es un problema congénito.

   
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