A UN AÑO DEL NUEVO GOBIERNO

SITUACIÓN NACIONAL

Tercera parte

3. PULSETA DE FACCIONES AL INTERIOR DE LA GRAN BURGUESÍA

La coyuntura actual tiene enfrentados a los sectores de las clases dominantes, sectores que pugnan por imponer sus propias visiones en el Estado, unas veces en pugna y otras veces en colusión, ambas sin embargo siguen el viejo camino de reestructuración y recomposición del viejo Estado terrateniente burocrático. La burguesía burocrática (representada hoy por el MAS y sus aliados) plantea un programa de mayor intervención del Estado en la economía con propuesta de una economía mixta con capitales privados y extranjeros, buscando reimpulsar el capita monopolista estatal; promueve desde el Estado la corporativización en contra del parlamentarismo o democracia representativa, como por ejemplo en la designación de miembros de la Corte Suprema afines al Ejecutivo y en la corporativización militarizada a través de las fuerzas armadas en el manejo y administración de recursos para el departamento del Beni frente a los desastres naturales, el impulso de organizaciones como la Unión Juvenil Popular buscando llamar a las masas del campo y ciudad a sumarse a ellas; se presenta como antiimperialista yanqui de palabra a la vez que coquetea con otros imperialismos proponiendo cambio de bastón de mando. Por otro lado está la burguesía compradora (PODEMOS, sectores de UN y otros); que prefiere una mayor relación con EEUU sin dejar de lado a las demás potencias imperialistas, aplican una fuerte liberalización de la economía aceptando a rajatabla los dictados del imperialismo yanqui y, promueven el parlamentarismo aunque cuando no les sirve lo desconocen. Tradicionalmente están ligados a los terratenientes y sectores exportadores.

Ambas facciones se enfrentan en estos momentos en todos los escenarios de la lucha política en el país, la burguesía burocrática que propone una reforma del Estado vía Asamblea Constituyente y, la burguesía compradora y terratenientes vía Autonomías departamentales, lucha que va más allá de la burda simplificación que hoy hace el revisionismo (de todo pelaje) incrustado en el gobierno que plantea que se enfrentan "cambas contra collas", "oriente y occidente", o que "autonomía=fascismo". Estas contradicciones entre la burguesía burocrática y, la burguesía compradora y terratenientes se volverán a dar en los debates de la elaboración de la nueva Constitución.

Por tanto la pugna que se da principalmente en el ámbito de la superestructura, aunque no exclusivamente, no toca lo esencial del régimen de propiedad, no toca la esencia del sistema capitalista y su régimen de acumulación, sólo busca disfrazar mejor la explotación, quiere mostrar que la democracia burguesa puede solucionar los problemas del país, que basta la "inclusión" para acabar con la pobreza y la explotación, negando que la esencia de dicha explotación es precisamente el sistema capitalista y la propiedad privada; en esencia buscan legitimar nuevamente al Estado, que fue duramente golpeado por las masas y la crisis durante los últimos cinco años, para evitar su destrucción.

De ahí que toda propuesta de ambas partes, se da en medio de esta contradicción, en la asamblea constituyente, el parlamento, las alcaldías o gobiernos municipales, pasando por las prefecturas y terminando en sindicatos o cualquier otra "representación popular" con tal que sirva a los intereses de una u otra facción.

La Asamblea Constituyente

Tanto el reformismo (MAS) como la denominada media luna (oposición) se han enfrascado en una serie de pugnas reglamentarias que hasta ahora no vislumbra algún fruto. Sólo en el reglamento de debates se ha ido la mitad de la gestión (más de seis meses) y se han gastado más de 50 millones de Bolivianos, ahora a toda carrera pretenden acabar la propuesta de la nueva Constitución Política y para ello se ha pedido más dinero. El espacio donde se "refundará" el país no es más que un ejemplo de increíble burocracia y escándalo, que va desde constituyentes ebrios hasta nepotismo y venta de cargos en la administración pública. La Asamblea Constituyente es una carga más para el pueblo boliviano.

No se conoce de manera clara todas las propuestas sobre visión de país, sin embargo tanto gobierno y oposición pugnan por un Estado con mayor control social con una visión corporativa versus un Estado autonómico con visión liberal. Ambos no difieren esencialmente del ideal burgués de creación del Estado nacional, partidarios del MAS han hablado de "capitalismo popular" mientras que la oposición habla de impulso a los sectores productivos.

Si bien es cierto no hay diferencias en esencia, lo que los hace distintos es el discurso para legitimarse, aquí el MAS pretende aparecer como representante de sectores excluidos y explotados, es decir la población indígena, y usa la demagogia para ganarse su favor traficando con el discurso de revolución; sin embargo, su composición de clase (hablamos de los que se encuentran en las esferas de poder y no de las bases), si bien tienen origen indígena, son una elite enriquecida por el comercio y especialmente el contrabando que hace tiempo pugna por su espacio dentro de la esfera de poder político nacional, como también pequeña burguesía intelectual proveniente de ONGs que son financiadas, principalmente, por países imperialistas europeos.

Las Prefecturas o gobiernos departamentales,
reductos de la burguesía compradora y terratenientes

Las elecciones generales de 2005 que abrió el camino de la reestructuración del viejo Estado, también abrió una lucha en la administración estatal por medio de la elección "democrática" y directa de prefectos en cada departamento. Al respecto se dijo que tal acontecimiento significaba una mayor profundización de la democracia en Bolivia y por consiguiente mayor participación de la sociedad en los asuntos del Estado, también se decía que esos espacios de poder, ya no serían "botines políticos" de los gobiernos de turno, se planteó la idea de una real descentralización del poder. Sin embargo las prefecturas son pequeños reductos de la BC y T desde donde se oponen al gobierno.

Contrariamente a las ofertas del Estado, las Prefecturas sí son verdaderos botines políticos, donde gobierno y oposición ponen las cuotas de puestos de trabajo y prebendas. El debate de la Autonomía ha convertido estos espacios en verdadera pugna, el caso de Cochabamba que costó la vida de campesinos es un claro ejemplo de la pelea entre gobierno y oposición, donde finalmente los muertos y heridos los pone el pueblo. El origen de la propuesta de los gobiernos prefecturales fue parte de la recomposición del viejo Estado durante la etapa de Carlos Mesa, este susodicho proceso de mayor democratización buscaba la recomposición del "Estado de derecho", "respeto de la institucionalidad democrática", "descentralización del poder y la burocracia estatal"; debía actuar supuestamente sobre "consensos y programas" que garanticen una "mayor gobernabilidad", pero ahora sólo muestra una mayor descomposición del viejo Estado.

Evo Morales apoyó esta propuesta con el pretexto de "defender la democracia", si ahora se enfrenta a los prefectos es porque no tiene mayoría y por el contrario los prefectos opositores son un peso fuerte de contradicción a sus políticas. De ahí que el MAS en forma calculada mueva a sus bases en contra de éstos, y cuando hay muertos y sus bases se radicalizan el gobierno las llama a "respetar su legalidad" señalando que fueron elegidos "democráticamente", así apaga y traiciona la lucha del pueblo. Aquí la pugna está muy clara, las facciones mueven al pueblo para defender sus intereses de clase.

Lejos de propiciar la democratización del país, la disputa inaugurada por las Prefecturas, pone de manifiesto más la crisis y descomposición del viejo Estado burgués, abriendo la puerta a una mayor profundización del carácter semifeudal de Bolivia; pues las Prefecturas se constituyen en pequeñas republiquetas que a nombre de independencia y/o autonomía, buscan mantener sus privilegios y al mismo tiempo, mayores condiciones de sumisión y explotación a las masas de esos "feudos" llamados departamentos. En otras palabras es mayor profundización de las condiciones de servidumbre y sobre explotación hacia los campesinos y habitantes de esas tierras, tal es el caso de Tarija, Santa Cruz, Chuquisaca, Beni y Pando.

Algo similar ocurre con las alcaldías en todo el país, se han producido verdaderos enfrentamientos con palos, piedras y armas por el control de éstas protagonizados, en algunos casos, por altos dirigentes del gobierno, así como militantes opositores. Las alcaldías son también un verdadero botín político con negociados de todo tipo, alcaldes y funcionarios políticos comprometidos en este tipo de delitos, tanto del gobierno como de oposición, la llamada reforma moral y el desgastado discurso de que "este gobierno no va a permitir ni un solo acto de corrupción" resulta inmensamente hipócrita y cínico, pues casi todas las batallas campales por destituir a un alcalde y por defenderlo se basan en la posibilidad de asaltar los puestos de trabajo que pueda generar quien sea el alcalde. Aquí la pugna no es por visiones políticas e ideológicas de cómo gobernar el municipio, sino simplemente por asaltar el dinero y los puestos de trabajo que genera la alcaldía y, según el apoyo recibido, respaldar al gobierno o a la oposición.

Corporativismo y cooptación fascista

La idea de un gobierno que representa a los explotados encubre abiertamente las contradicciones de clase. Cualquier protesta que exprese una línea de clase en contra del gobierno es estigmatizada de reaccionaria, derechista o ultraizquierdista, por consiguiente contraria "al proceso de cambio", con este discurso, el reformismo coopta y mantiene a raya a un sin fin de organizaciones populares a través de dirigentes que se adhieren voluntariamente o reciben beneficios prebendales del gobierno.

Evo Morales ha intentado y sigue intentando constituir organismos paralelos a las organizaciones del movimiento popular, el fenecido Estado Mayor del Pueblo, integrado principalmente por revisionistas y algunas organizaciones fieles al gobierno, la creación de coordinadoras para vigilar el "cambio", los "ponchos rojos", el paralelismo sindical, entre otras acciones, muestran la política corporativista del MAS. Divide al movimiento popular, coopta dirigentes en base a prebendas y utiliza a los revisionistas para "sustentar ideológicamente" la necesidad de estas organizaciones.

Como en las épocas de los gobiernos de la burguesía compradora, el MAS también utiliza a revisionistas en puestos que tienen que ver con el control de los sindicatos y vigilancia a dirigentes sindicales. El MNR y otros viejos partidos reaccionarios eran expertos en reciclar ex-socialistas, ex-trotskystas entre otros para colocarlos en el Ministerio de Gobierno, el MAS no se diferencia de aquello y tampoco los "partidos de izquierda" que son parte de este gobierno.

Esta política corporativista es una constante en el proceso de sometimiento y manipulación en favor del reformismo, quien por su parte utiliza a las organizaciones populares como correa de transmisión para el engaño y la demagogia y en definitiva, sirve de mordaza y venda para hacer creer que todos quienes no estén con ese "proceso de cambio", es por que "están con la derecha" o son "ultraizquierdistas". Tales calificativos fueron asignados a sectores como el magisterio, sindicatos mineros, e incluso a cocaleros del Chapare como el caso de Yungas de Vandiola y la zona tradicional de los Yungas de La Paz.


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