La
trama urdida en Madrid para hacer entrar de lleno en la guerra al nacionalismo
vas-co, de una manera decidida y rotunda, se fragua por los días
en que se constituye el Gobierno de Largo Caballero (4 de septiembre).
Precisamente tres fechas después se reunió en Loyola el
Gipuzco Buru Batzarra (órgano político supremo
del nacionalismo guipuzcoano), pidiéndose la inmediata constitución
de un Gobierno Vasco que realizase la unidad de la patria común,
Euzkadi y ello sin necesidad de la conce-sión previa del Estatuto.
Tratábase ha escrito Irujo
de un Gobierno revolucionarlo que las circunstancias hacían preciso..
Es natural, pues,
que cuando Largo Caballero decidiese recabar la colaboración
del Partido Nacionalista pensase en Irujo, Álvarez del Vayo,
hombre de confianza de Largo a quien luego traicionaría
llamó por teléfono al diputado guipuzcoano, ofreciéndole
la cartera de Obras Públicas u otra que mejor prefiriese, Irujo
se mostró opuesto en tanto no se concediese el Estatuto, hábil
maniobra que posibilitó el que, inmediatamente. le fuese prometido
aquél.
Anteriormente Largo
Caballero, posiblemente el día 5 pues el día 6 el PNV
lo rechaza, nombró a José Antonio Aguirre Ministro de
Obras Públicas. Esto, sin el consentimiento de Aguirre ni del
PNV.
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El día
6, en el Diario de Euzkadi, el PNV reaccionaba de la manera siguiente:
En nota radiada por la estación
emisora de Madrid se dice que al constituirse el nuevo Gobierno,
ocupará en él la cartera de Obras Públicas
nuestro querido amigo el Diputado a Cortes Don José Antonio
Aguirre.
Con carácter absolutamente oficial podemos afirmar que
aun cuando es cierto que se ha ofrecido dicha cartera, no ha sido
aceptada ni por él ni por el PNV, en consideración
a poderosas razones expuestas al nuevo Jefe de Gobierno en documentos
que le han sido remitido
Así
se hacía público la existencia de contactos entre
el Gobierno de la República y el PNV.
Vayo llamó
entonces a Bilbao, donde, como queda dicho residía el supremo
Euzkadi Buru Batzar. Este organismo, siguiendo la
política de Irujo, exigió que la participación
en el Gobierno y la concesión del Estatuto fuesen simultáneas.
En-tretanto había pasado el tiem-po y la cartera de Obras
Públicas tenía ya su titular: pero esto nada importaba
y, el 23 de septiembre, Irujo volaba desde Bilbao a Madrid: tres,
días después la Gaceta publi-caba su nombramiento.
No tendría cartera, pero sería ministro, mediante
la habilitación de los créditos correspondientes.
El nacionalismo entraba así, de lleno y con todas sus conse-cuencias,
en el juego de la guerra.
La adscripción
de los nacionalistas vascos al espectro político que se
integraba en la defensa de la constitucionalidad republicana produjo
en el mismo una prolonga-ción por su derecha; esta ampliación
cobraba mayor signifi-cado por cuanto se trataba de un sector
político de innegable confesionalidad católica,
poniendo así en tela de juicio la afirmación franquista
de que la guerra se identificaba con una cruzada religiosa y contrapesando
parcialmente los ex-cesos anticlericales cometidos en zona republicana.
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El
día 1 de octubre se concedía el Estatuto, y el día
7 de ese mismo mes, Vizcaya tenia su Gobierno propio. Es Jus-to resaltar
que este Estatuto era, políticamente, muy mode-rado, pues en
él sólo se habla-ba de una región autónoma
den-tro del Estado español. Por lo que se refiere a las Fuerzas
ar-madas, el País Vasco únicamente dispondría de
una policía para la tutela jurídica y el or-den
público, que actuarla, además, sin perjuicio de
lo establecido en la Constitución y en la ley general de Orden
Públi-co. Además, una Junta Mixta formada por elementos
vascos y centralistas controlaría su actuación.

Bombardeo
de Bilbao (Robert Capa)
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Por otra parte,
en una disposición transitoria, se establecía que
mientras durase la situación de guerra el País Vas-co
se regiría por un Gobierno Provisional cuyo presidente,
elegido por los concejales vascos nombraría
a sus co-laboradores. Naturalmente que no cabía pensar
en carteras militares, pero Aguirre creó una, y se la adjudicó
además: sería, pues, ministro, o consejero, igual
daba, de Defensa.
Ello en perfecta
consonancia con la de-claración ministerial del día
7, en la que, entre otras cosas, se decía paladinamente:
El Gobierno Provisional Vasco llevará
a través de su presidente y del Departamento de Defensa
la dirección suprema de la guerra, establecerá el
mando único y militarizará rápidamente todas
las milicias con sujección al Código de Justicia
Militar, entendiéndose incluidos tanto los elementos pertenecientes
a la Marina Mercante como aquellos que trabajan en las industrias
militarizadas."
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SIGUE
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