Por Alberto Bru, Jordi Pedrosa y Txema Prada (Lista GCE)

Foro Guerra Civil Española (Entrar)

Un Guardia de Asalto republicano posando con su amteralladora Hotchkiss

Un vasco, ministro sin cartera en el gobierno “español”

La trama urdida en Madrid para hacer entrar de lleno en la guerra al nacionalismo vas-co, de una manera decidida y rotunda, se fragua por los días en que se constituye el Gobierno de Largo Caballero (4 de septiembre). Precisamente tres fechas después se reunió en Loyola el “Gipuzco Buru Batzarra” (órgano político supremo del nacionalismo guipuzcoano), pidiéndose la inmediata constitución de un Gobierno Vasco que realizase la unidad de la patria común, Euzkadi y ello sin necesidad de la conce-sión previa del Estatuto. “Tratábase —ha escrito Irujo— de un Gobierno revolucionarlo que las circunstancias hacían preciso..”

Es natural, pues, que cuando Largo Caballero decidiese recabar la colaboración del Partido Nacionalista pensase en Irujo, Álvarez del Vayo, hombre de confianza de Largo —a quien luego traicionaría— llamó por teléfono al diputado guipuzcoano, ofreciéndole la cartera de Obras Públicas u otra que mejor prefiriese, Irujo se mostró opuesto en tanto no se concediese el Estatuto, hábil maniobra que posibilitó el que, inmediatamente. le fuese prometido aquél.

Anteriormente Largo Caballero, posiblemente el día 5 pues el día 6 el PNV lo rechaza, nombró a José Antonio Aguirre Ministro de Obras Públicas. Esto, sin el consentimiento de Aguirre ni del PNV.

El día 6, en el Diario de Euzkadi, el PNV reaccionaba de la manera siguiente:
“En nota radiada por la estación emisora de Madrid se dice que al constituirse el nuevo Gobierno, ocupará en él la cartera de Obras Públicas nuestro querido amigo el Diputado a Cortes Don José Antonio Aguirre.
Con carácter absolutamente oficial podemos afirmar que aun cuando es cierto que se ha ofrecido dicha cartera, no ha sido aceptada ni por él ni por el PNV, en consideración a poderosas razones expuestas al nuevo Jefe de Gobierno en documentos que le han sido remitido”

Así se hacía público la existencia de contactos entre el Gobierno de la República y el PNV.

Vayo llamó entonces a Bilbao, donde, como queda dicho residía el supremo “Euzkadi Buru Batzar”. Este organismo, siguiendo la política de Irujo, exigió que la participación en el Gobierno y la concesión del Estatuto fuesen simultáneas. En-tretanto había pasado el tiem-po y la cartera de Obras Públicas tenía ya su titular: pero esto nada importaba y, el 23 de septiembre, Irujo volaba desde Bilbao a Madrid: tres, días después la Gaceta publi-caba su nombramiento. No tendría cartera, pero sería ministro, mediante la habilitación de los créditos correspondientes. El nacionalismo entraba así, de lleno y con todas sus conse-cuencias, en el juego de la guerra.

La adscripción de los nacionalistas vascos al espectro político que se integraba en la defensa de la constitucionalidad republicana produjo en el mismo una prolonga-ción por su derecha; esta ampliación cobraba mayor signifi-cado por cuanto se trataba de un sector político de innegable confesionalidad católica, poniendo así en tela de juicio la afirmación franquista de que la guerra se identificaba con una cruzada religiosa y contrapesando parcialmente los ex-cesos anticlericales cometidos en zona republicana.

El día 1 de octubre se concedía el Estatuto, y el día 7 de ese mismo mes, Vizcaya tenia su Gobierno propio. Es Jus-to resaltar que este Estatuto era, políticamente, muy mode-rado, pues en él sólo se habla-ba de una región autónoma den-tro del Estado español. Por lo que se refiere a las Fuerzas ar-madas, el País Vasco únicamente dispondría de una policía “para la tutela jurídica y el or-den público”, que actuarla, además, sin perjuicio de lo establecido en la Constitución y en la ley general de Orden Públi-co. Además, una Junta Mixta formada por elementos vascos y centralistas controlaría su actuación.

Bombardeo de Bilbao (Robert Capa)

Por otra parte, en una disposición transitoria, se establecía que mientras durase la situación de guerra el País Vas-co se regiría por un Gobierno Provisional cuyo presidente, —elegido por los concejales vascos— nombraría a sus co-laboradores. Naturalmente que no cabía pensar en carteras militares, pero Aguirre creó una, y se la adjudicó además: sería, pues, ministro, o consejero, igual daba, de Defensa.

Ello en perfecta consonancia con la de-claración ministerial del día 7, en la que, entre otras cosas, se decía paladinamente: “El Gobierno Provisional Vasco llevará a través de su presidente y del Departamento de Defensa la dirección suprema de la guerra, establecerá el mando único y militarizará rápidamente todas las milicias con sujección al Código de Justicia Militar, entendiéndose incluidos tanto los elementos pertenecientes a la Marina Mercante como aquellos que trabajan en las industrias militarizadas."

SIGUE

 

1- Los vascos toman posturas en la guerra civil       • 7- Alava, el sueño del Lehendakari
• 2- Un vasco, ministro sin cartera en el gobierno “español”     • 8- Guadalajara: cambia las cosas
• 3- Formación del Gobierno y del Ejército de Euzkadi     9- Del Cinturón al Arenal, pasando por Archanda
• 4- Organización y material de guerra     • 10- La crisis política y militar de Euzkadi
• 5- El problema de la Aviación y la Marina     • 11- La derrota, contactos para la paz y el "Pacto de Santoña"
• 6- Gran exhibición bélica en Bilbao     • 12- Exilio y posguerra