Mateo 15:21-22 Y saliendo Jesús de allí, se fué á las partes de Tiro y de Sidón. Y he aquí una mujer Cananea, que había salido de aquellos términos, clamaba, diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija es malamente atormentada del demonio.
Título mesiánico: Hijo de David, que es uno de sus muchos títulos.
Esta mujer depende del Mesías.
Mateo 15:23-27 Mas él no le respondió palabra. Entonces llegándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despáchala, pues da voces tras nosotros. Y él respondiendo, dijo: No soy enviado sino á las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino, y le adoró, diciendo: Señor socórreme. Y respondiendo él, dijo: No es bien tomar el pan de los hijos, y echarlo á los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; mas los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores.
Ella vio y le adoró. Esta mujer gentil se dio cuenta de quién era El y le adoró. Fíjese en que Yeshua no la reprendió por dorarle porque El es Di-s y merece la adoración.
Sin embargo, la mujer contradice el dicho del Señ-r con el suyo, a pesar de lo cual el Señ-r no era indigno por no haber cumplido Su misión en su caso, sencillamente estaba poniendo a prueba la fe de ella, porque esto es lo que hace Di-s con aquellos que pertenecen a Su creación. La mayoría de las personalidades tienen algunos fallos porque todos tenemos faltas, pero Yeshua es una excepción.
Mateo 15:28 Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; sea hecho contigo como quieres. Y fué sana su hija desde aquella hora.
Debido a la fe de esta mujer gentil, Yeshua sanó a su hija, que estaba poseída por un demonio.
Mateo 15:29-31 Y partido Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea: y subiendo al monte, se sentó allí. Y llegaron á él muchas gentes, que tenían consigo cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos: y los echaron á los pies de Jesús, y los sanó: De manera que se maravillaban las gentes, viendo hablar los mudos, los mancos sanos, andar los cojos, y ver los ciegos: y glorificaron al Dios de Israel.
De nuevo son muchos los que dependen de la ayuda del Señ-r.
Mateo 15:32-38 Y Jesús llamando á sus discípulos, dijo: Tengo lástima de la gente, que ya hace tres días que perseveran conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos ayunos no quiero, porque no desmayen en el camino. Entonces sus discípulos le dicen: ¿Dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, que hartemos á tan gran compañía? Y Jesús les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. Y mandó á las gentes que se recostasen sobre la tierra. Y tomando los siete panes y los peces, haciendo gracias, partió y dió á sus discípulos; y los discípulos á la gente. Y comieron todos, y se hartaron: y alzaron lo que sobró de los pedazos, siete espuertas llenas. Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin las mujeres y los niños.
El provee.
Este es un milagro diferente a la alimentación de los 5.000. Lo sorprendente es que sus discípulos no preguntasen: "Oye, ¿vas a alimentar a este grupo de personas de la misma manera que lo hiciste con el otro grupo?" Me imagino que todos somos culpables de esto, viendo cómo Di-s provee en una situación, pero dudando de si lo volverá a hacer en la próxima.
Mateo 15:39 Entonces, despedidas las gentes, subió en el barco: y vino á los términos de Magdalá.
Esta es la ciudad natal de María Magdalena. Su segundo nombre no era, sin embargo, Magdalena, sino Miriam de Magdala.