X. DE LA ORGANIZACIÓN
66. "Incondicionales de la Santa Iglesia" (IPSE) actualmente no tiene ninguna organización ni estructura; es un espíritu, una espiritualidad. Con todo, alguien debería asumir la responsabilidad de mantener este espíritu y difundido, organizar retiros, Ejercicios Espirituales, etc. con este enfoque, para profundizar, animar e impulsar a los incondicionales. Desde luego, convendría hablar mucho de la incondicionalidad, siempre que se brinde ocasión e inculcar este espíritu en Ejercicios Espirituales, cursillos de espiritualidad y de apostolado, etc.
67. Hay dos maneras de ser incondicionales: anónimos y conocidos. Los anónimos viven la incondicionalidad en el anonimato, es decir, no dan su nombre a nadie, pasas desapercibidos, se ofrecen secretamente al Señor, nadie sabe su condición, y ellos están a punto para lo que sea. Los incondicionales conocidos prefieren dar su nombre al superior y al obispo, para que sepan que pueden contar con ellos y destinados al servicio que estimen y para poder recibir comunicaciones, avisos, etc., si se organiza un día de alguna manera el IPSE.
68. La incondicionalidad se puede vivir de dos maneras: afectiva y efectivamente. Incondicionalidad afectiva es la disposición del alma a no poner requisitos ni exigir condición alguna en la obediencia y servicio a la Santa Iglesia. Esta incondicionalidad ha de estar en todos los incondicionales: dispuestos a todo lo que quiera la Santa Iglesia. Incondicionalidad efectiva es la traducción en obras efectivas de la incondicionalidad afectiva.
La incondicionalidad efectiva se puede vivir en diversos grados, según las condiciones y la disponibilidad de cada uno. El grado más alto es el de aquellos que están disponibles y dispuestos a ir, hacer y estar donde los superiores determinen, sin límite ni condición alguna de su parte. Hay otros que sólo están disponibles para determinadas cosas, tiempos o sectores de actuación, pero no para todo, porque se encuentran condicionados por su situación personal, familiar, etc. Hay finalmente otros que no pueden comprometerse a nada más de lo que hacen, pero desean vivir el espíritu de incondicionalidad.
69. A los que viven la incondicionalidad en el grado más elevado se les invita a que hagan saber a sus obispos y superiores ésta su disponibilidad, para que sepan que pueden disponer de ellos con toda libertad, sin previa consulta ni explicación alguna. Es conveniente que esta comunicación sea confidencial; lo importante no es que se sepa, sino que lo sepa quien lo debe saber. Los incondicionales que puedan disponer de espacios de tiempo aunque no sea total, también conviene que lo hagan saber, si quieren, para poder contar con sus servicios y aportación.
70. En el espíritu de IPSE entra la formación de un voluntariado al servicio de la Santa Iglesia en manos del Obispo, de los Superiores y de la Santa Sede, secundando los deseos del Concilio Vaticano 11: "Los obispos deben interesarse por preparar a dignos sacerdotes y auxiliares, tanto religiosos como laicos, no solamente para las misiones, sino también para las regiones que tienen escasez de clero" (cf. CD 6). Este deseo del Concilio se quiere materializar a través de la Comisión especial establecida por Pablo VI "con el cometido de publicar principios generales para una mejor distribución del clero, teniendo en cuenta las necesidades de las diversas iglesias" (ES 1,1). I
71. Pueden ser incondicionales de la Santa Iglesia todQs los que participando de este espíritu estén dispuestos a servir a la Santa Iglesia incondicionalmente en cualquier sitio que se encuentren, sobresaliendo por su fidelidad, obediencia y disponibilidad en el grado que les sea posible, según su condición, y además tienen el ánimo de reparar con sacrificios y penitencias las rupturas, quiebras y deficiencias en la comunión eclesial y en la convivencia humana.
72. Cualquier persona puede hacer oblación de sí mismo al Señor ofreciéndose como víctima por los pecados de desunión, contra la paz, la unidad y la concordia. Esté donde esté, cualquiera puede compensar con obediencia gozosa la indisciplina y la rebeldía; cualquiera puede poner paz donde hay enfrentamientos, unión donde hay división, solidaridad donde reina el egoísmo, caridad donde hay odio y desamor, castidad donde hay deshonestidad, oración donde sólo existen razonamientos humanos, incondicionalidad donde abunda la reticencia y la reserva egoísta e interesada.
Que el Señor nos conceda la gracia de que sean muchos los incondicionales de la Santa Iglesia que sigan la senda del amor a imitación de nuestro Señor Jesucristo que nos amó y se entregó así mismo por nosotros.