Para entender el proceso de construcción del Palau, que se dilata a lo largo de los últimos quinientos años, es necesario un compendioso repaso de su historia que va unida a la de los valencianos.
La necesidad de sufragar los gastos de la Corona de Aragón llevó al Reino de Valencia, entre otros, a acordar ( en las Cortes Generales de Monzón -1362-) un ofrecimiento de impuestos a la monarquía, conocidos como generalitats y compartiment. Al principio, un administrador se encargó de resolver dudas, un auditor de las cuentas y, una tercera persona, de ejercer y cuidar los derechos del reino.
Alfonso el III el Magnánimo

-Medina del Campo 1396-
- Nápoles 1458 -

Una partida de los tributos fue destinada al alquiler y posterior compra de una casa donde poder reunirse. El Rey Alfonso III de Valencia ( V de Aragón ), históricamente conocido como el Magnánimo, creada por ley (1418) la Diputación de la Generalidad del Reino ( aunque antes ya se habían reunido de forma esporádica ), con el fin de administrar los tributos.

Los electos ó diputados que aumentaron la importancia de la primitiva creación y cumplían todos tan rigurosamente su cometido, que ni aun los mismos bienes del Real patrimonio estaban exceptuados de contribuir con los impuestos establecidos, según relata el marqués de Cruilles.

Una institución que había nacido como simple hacienda, se convierte en pocos años en una estructura administrativa y con cierto carácter político.

La institucionalización de la corporación acarrea la necesidad de un edificio que la albergue. Tras los encuentros iniciales en la sede de la Cofradía de Sant Jaume de Valencia ( actual convento de la Puridad ), o en la casa de los Centelles (en la iglesia de San Lorenzo, frente a la sede de las Cortes), en 1422 se decide adquirir la casa del notario Jaume Desplá, situada en la actual calle Caballeros (antes Major de Sant Nicolau y después de Les Corts).
A pesar de los problemas económicos con que se enfrentan los Austrias (especialmente Carlos I ) y las consiguientes dificultades para recaudar impuestos, la expulsión de los moriscos en 1609 y el conflicto ocasionado por la muerte sin descendencia de Carlos II en 1700, son los dos acontecimientos de mayor repercusión sobre nuestra economía y, como no podía ser de otra manera, sobre el proceso de construcción del Palau.

En 1707, tras la guerra de sucesión, Felipe V de Borbón prescinde de los fueros y nombra a nuevos diputados de la Generalidad y sus rentas pasan a ser administradas por el superintendente de la  Hacienda real. Desde 1751 hasta  1823 pasa a ser sede de la Audiencia territorial Borbónica.

El edificio, entre tanto, había ganado espacio y consolidado su estructura, pero aún estaban por llegar las expoliaciones y amputaciones del siglo XVIII y XIX.

La reestructuración provincial de 1883 trae consigo, dos años más tarde la creación de la Diputación Provincial que, tras un periodo de casi un siglo en el palacio del temple, en 1923 se traslada al edificio de la Generalidad.
La Diputación se encarga de su conservación desde 1888, y a partir de 1923 inicia un proceso de rehabilitación que saca a la luz varios ventanales góticos y los artesonados de los salones Dorados.

En este periodo se toma en consideración el proyecto de ampliación del Palau de 1580 que preveía la construcción de un segundo torreón, simétrico del primero, en el costado cayente sobre la plaza de San Bartolomé.
Pero es en 1942 cuando se inicia la expropiación de las viviendas necesarias para la ampliación: se construye un nuevo patio, se cierra el cuerpo central y todo ello se corona con el nuevo torreón; además, se habilita la parte antigua para los nuevos usos del Palau

PLANO INTERIOR


En 1951 concluyen las obras que habían sido proyectadas casi cuatrocientos años antes y que a la vista del conjunto alguien ha podido dudar un momento antes de señalar la parte nueva o la vieja.


 


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